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Comentar la Palabra

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XXVI Domingo del tiempo ordinario

25/9/2021

 

"...Porque no es de los nuestros”

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Michael Dudash | Fishers of Men

Mc 9, 38-43.
​45. 47-48  ​

Comentado por una hermana
evangelio
En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».
Jesús respondió:
«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehenna”, al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te hace pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna.”
Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».



COMENTARIO
La escena presentada por el libro de los Número es un paralelo tan  evidente que resulta inevitable comentar el Evangelio haciendo  referencia a esta primera lectura.  

En la escena de los Números nos encontramos con que Dios derrama  el espíritu sobre 70 ancianos, sobre una multitud de hombres del  pueblo. El espíritu ya no es, como hubiera parecido, algo exclusivo de  Moisés. Pero no solo eso, sino que sorprendentemente el espíritu se ha  posado también sobre otros dos, que habían faltado al encuentro en la  tienda. Esto es algo interesante: estos dos habían faltado  culpablemente a la reunión en la tienda, no asistieron a lo que debían.  Sin embargo, el espíritu de Dios no los despreció por su falta, no les olvidó sino que supo dónde estaba su corazón y, allí donde estaban, en  la intimidad de la que no querían salir, les encontró.  

Dios se nos muestra así en este texto como el que da su espíritu generosamente, no sobre una sola persona o un selecto grupo, sino  abundantemente. Excediendo los propios criterios de la comunidad, los  prejuicios sobre dónde debía posarse el espíritu de Dios. Dios se nos  revela como aquel que se derrama en bien del hombre. Dios es el que  nos busca, hasta ser excesivo, para entrar en diálogo con nosotros, para  que el hombre sepa de Él y pueda hablar de Él. Como tantas veces lo  podemos reconocer en nuestra vida cotidiana no es un mezquino, no es  un huraño que tuviera miedo de perder al dar generosamente. Es más,  podríamos decir que Dios es, como si fuera un nombre suyo, “El que da”,  Dios es “El que se da”. Esta es la inmensa gratuidad de Dios que tantas  veces en nuestra vida ha roto nuestra manera lógica de pensar. Frente  a lo que nosotros pensamos que debe ser, frente a lo que pensamos  que merecemos o que los demás merecen, Dios aparece con ese rostro, en nuestros quehaceres cotidianos. “Tú eres, Señor, el que das”, con  largueza, con exceso, con generosidad, vida abundante. Me recuerda a  lo que hace poco un chico nos comentaba a la comunidad: “Yo,  buscando a Dios era un sediento, y le pedí un vaso de agua, pero me  encontré una fuente”. Este eres tú Señor, la fuente de los sedientos, el  Espíritu que nos busca para hablar, aun cuando nosotros hayamos faltado a la cita, aun sobre aquellos que nosotros creemos que no  pueden hablar en tu nombre. 

En cambio, si así se nos revela Dios en el texto de los Números, en el  Evangelio se contrasta con la actitud de los discípulos, que algunas  veces se parecen a las nuestras. “Hemos visto a uno que profetiza en tu  nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de los nuestros”, le dice  el discípulo Juan a Jesús. Aparece en ellos el deseo de guardar en  exclusiva el mensaje y la obra de Jesús. Con una expresión elocuente:  “porque no es de los nuestros”, como si la preocupación por el grupo  fuera mayor que la alegría porque su nombre, el nombre de Jesús,  fuera conocido y actuara más allá de los límites de su grupo. Jesús, sin  embargo, responde conforme a la acción de Dios de la primera lectura:  “No se lo impidáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre  puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está  a favor nuestro”. 

Dios da con largueza y nosotros, en cambio, muchas veces nos sentimos molestos con el bien de los demás, o somos incapaces de ver o de  alegrarnos por la obra que Dios hace en otros. Danos Señor tu espíritu, entra en nosotros y desbórdanos, así, como tú  haces, sin considerar nuestros pequeños esquemas. No dejes que me  pierda tu voz que me habla en los demás, también en los que no me  espero. No dejes Señor que piense que tu Espíritu me pertenece,  porque estoy en la Iglesia, porque soy cristiana, porque soy consagrada,  porque estoy en mi sitio en el mundo. No dejes Señor que cuando hable  o cuando escuche piense que ya lo sé todo, que conocí tu verdad, como  si tu verdad fuera tan pequeña que yo la pudiera aprehender, no dejes Señor, que escuche a los demás con condescendencia, escondiendo mi  orgullo, sino danos un corazón limpio para que no perdamos ni una  palabra que Tú nos des en los más humildes, o en los que tenemos por  alejados. 

En los versículos siguientes Jesús habla del peligro de escandalizar a los  pequeños y del valor real del pecado. Al escucharlo entiendo que hay  dos extremos que debemos evitar: uno el de tomarlas al pie de la letra  y otro el de despreciar su sentido. Jesús sacude hoy nuestra conciencia  para que consideremos el peso real de nuestra libertad, el significado y  las consecuencias de nuestros actos. Que su espíritu entre en nuestro  corazón para que sea el Evangelio el que nos dé la medida de nuestros  actos. 
​

Y antes de terminar pensamos, Señor, en ese del que habla el Evangelio,  en ese galileo que expulsaba los demonios en tu nombre, aunque no  caminaba en tu grupo. ¿Quién era ese?, ¿qué había visto en ti o qué le  habían dicho de ti para, sin saber más, sin ni siquiera seguirte, pensar  que bastaba tu nombre para arrojar el mal? Aunque tú no estuvieras  tan presente, aunque no supiera mucho de ti, bastaba tu nombre para  traer la vida. Así ocurre en la mía también. Yo no lo sé todo de ti, Señor,  porque tu espíritu abarca más de lo que puedo saber, porque tu verdad  me excede, pero sé, como como este hombre de Galilea, que de Ti nos  viene el bien, de Ti esperamos la vida. Yo no lo sé todo, Señor, pero sé  que de Ti espero la salvación.

XXV Domingo tiempo ordinario

18/9/2021

 
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Mc 9, 30-37

Comentado por una hna.
Cristo y los niños | Emil Nolde | S. XIX | Expresionismo alemán
evangelio
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
COMENTARIO

Jesús se sentó

El evangelio de San Marcos en el capítulo nueve nos introduce al vínculo de intimidad que Jesús quería reforzar con sus discípulos.Atravesando Galilea, nos dice el evangelista, el maestro no quería que nadie se enterase de aquella ruta porque les iba instruyendo. 
¿Qué les decía? 
Les contaba lo que iba a pasar el Hijo del Hombre, y lo explicaba con claridad: El hijo del Hombre morirá, pero después de tres días, resucitará. 
Cosa importante es lo que añade el evangelista, que, los discípulos NO LE ENTENDÍAN Y TENÍAN MIEDO DE PREGUNTARLE. 
Todo este diálogo se da, mientras Jesús y los discípulos iban de camino atravesando Galilea.., Pero una vez EN CASA, en el lugar de la intimidad de la comunidad,Jesús, el maestro, entabla un día diálogo que les pone en apuros. ¿De qué discutías por el camino? Dice, Y ante el silencio de los suyos.., Jesús, se sienta, llama a los doce y les enseña. 
Jesús se sentó. 
El maestro se sienta ante el silencio de los suyos. 
El maestro les conoce, sondea sus corazones, ve sus rostros. Por eso se sienta y a continuación les llama. 
Esta es la imagen del maestro que enseña desde su lugar, con soberanía, con cercanía, proximidad y con el empeño de que los suyos comprendas sus palabras y la hagan vida en sus corazones.
Esta es la imagen de la sabiduría que viene de lo alto, que como dice la carta del Apóstol Santiago, “la sabiduría es en primer lugar intachable, es apacible, es comprensiva, es conciliadora, está llena de misericordia y de buenos frutos.., es imparcial y es sincera. 
La liturgia de la palabra en este domingo nos pone delante de la Sabiduría de Jesús, de su cátedra. De cómo el maestro instruye, observa, no le son indiferentes las discusiones de los suyos, no le es indiferente el silencio que expresa incomprensión y miedo al preguntar. No, el maestro quiere sobre todo, que ellos entiendan, conozcan su mensaje y lo acojan en sus vidas porque acogerle a él es acoger a su Padre. 
Este es nuestro Señor, nuestro Maestro, al que seguimos, al que queremos imitar. 
Aquel que se sienta y te llama cada día, para explicarte las escrituras. 
Somos discípulas de esta manera de enseñar, por eso piensa en esta tarde cómo enseñas tú. Y cómo acoges tú la enseñanza del maestro que quiere ver brotar en ti buenos frutos.

XXIV Domingo del tiempo ordinario

12/9/2021

 
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Mc 8, 27-35

Comentado por una hermana
evangelio
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que soy yo?»

Ellos le contestaron:
«Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas».

Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy?»

Pedro le contestó:
«Tú eres el Mesías».

Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.
Y empezó a instruirlos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».

Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».

Y llamando a la gente y a sus discípulos, y les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque,quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de que le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?».
COMENTARIO
(v.27) Después Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo
Cesárea de Filipo, en los límites de Israel. La pregunta que formula será pregunta hecha para todas las naciones y contestará el nuevo sumo sacerdote, Pedro, primera piedra del nuevo templo de la Iglesia. En el centro del Evangelio de Marcos, justo en el centro, Pedro desvela el secreto Mesiánico y Jesús le pide silencio.

...por el camino preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?». 
Aquellos que le han oído y han visto sus obras, creen al menos que es un hombre que viene de parte de Dios.
¿Por qué empezamos a seguirle nosotras? ¿Qué nos dijeron otros?, ¿qué vimos en Él…?


(V. 29)  Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías».

La pregunta es para toooodo aquel que vive con Él y una pregunta que se formula “a lo laaargo del camino” porque es durante el camino cuando la imagen de Dios va cambiando para nosotros. 
Unas son nuestras expectativas, que nos ponen a veces delante del maestro, y otra la realidad del seguimiento que nos “manda “ ir detrás.

Pedro ha acertado la respuesta…y en seguida Jesús comienza la instrucción, la clase de teología.

(V. 31) ... «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
¿Pero que nos estás contando, Jesús? Ahora que has hecho milagros asombrosos, paraste la tempestad…has multiplicado el pan y alimentado a miles… ¡Ahora que te quieren hacer rey!…¿Por qué haces este planteamiento disparatado? ¿Ahora que sabemos que eres el mesías? Ahora toca triunfar, maestro. Es el momento.
Tiene Pedro de fondo otro lamento ¿Cómo voy a seguirte así maestro?…Si yo iba a ser tu primer ministro…¿Cómo nos dices esto? ¿Cómo nos pegas este susto?

Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».

La imagen de Dios que debe romperse. El Dios del triunfo que me dará el triunfo a mi manera, donde nunca nos pasará nada. "A los demás le va mal porque no están con Él...a nosotros no."
Este pensamiento hueco y mundano.
La experiencia de sufrimiento nos escandaliza. Confundimos cualquier penuria con  un castigo divido…queremos pasar la página rápidamente, mirar solo selfies de sonrisa estudiada…


Pero Dios creó un mundo que habla de Él, de su estilo, que se  desarrolla donándose, gastándose por otro, siendo alimento para otro,…y que todo lo que no consigue darse y dar vida se frustra y pudre en sí mismo. Dios encarnado también se hizo alimento, depositado al nacer en un "comedero" el pesebre, y en un altar: tomad y comed…y comiendo seamos capaces de ser pan,  de ser también donación para otros.
No nos engaña en el seguimiento. Nos quiere libres en la respuesta.


(V. 34) Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. 

No puede hacerse esto sin el motor primero, el Amor. 
Caminar con la cruz tras Él, sólo puede hacerse por Amor, este mismo Amor que nos salió al paso en la vida diciendo: “sígueme”…y que nos hace amar todo lo que él ha amado.
Amar  la incomprensión que rodea a Cristo, el rechazo de los jefes y sacerdotes, amar no tener nada propio… amar su misión, querer vendar los corazones destrozados, también amar su soledad inmensa en la Cruz… Sólo conociendo poco a poco a Cristo es posible seguir el camino de la Cruz. Este camino que lleva a la vida lejos del triunfo humano. 
Se puede estar en pie en el sufrimiento. Se puede experimentar mucho más la Vida en este desgaste y encontrar la Verdad.
Concédenos, Señor, seguirte detrás, encajar nuestros pasos en los tuyos, firmes. Las huellas que pasan por la vida de los pobres, de los que gritan a Cristo su sufrimiento. Sentarnos junto al que "parece" un desdichado y que nos arrastrará al fracaso... 
​
Amar la hora que nunca brilla, porque tú eres y estás. 

Porque,quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.
Hoy Jesús dice: ¿quieres seguirme de verdad? Pues camina detrás, toma tu cruz, la incomprensión, el deseo de amar que nunca alcanzas, el deseo de comunión que no se completa en esta tierra, la crítica de los jefes y escribas, el rechazo…¡cuántos así en la iglesia! La contradicción…caminar hasta el calvario y descansar solo en la Cruz. 

No olvidar nunca que quien lanza la pregunta es el Mesías, para nosotros este es “Jesús "el Resucitado “
(cosa que aun no había visto Pedro ni los discípulos)
No le seguimos pues a la muerte sino a la VIDA. Invitados a entrar en el reino que no es de este mundo. A lo largo del camino...porque él es el Camino y también la meta y el origen, estuvo en la llamada y estará hasta el fin del mundo. Esta esperanza es la que nos hace caminar.

Es un hecho que la potestad para condenar al mesías solo lo tienen los jefes. Es un hecho. Los jefes de este mundo son los que os tiranizan. ¿Estás dispuesto a cargar con el oprobio de Cristo? He escuchado en mi vida esta pregunta de tarde en tarde…Y esto que me entristece humanamente, también me alegra al decir “¡Sí!, por amor a ti, sí ”. El  sí “por Cristo” cambia absolutamente. Sufrir por mí misma me hunde, sufrir por amor a Cristo llena de sentido el sinsentido del abandono, la soledad, se acaban las debilidades y es ahí donde soy fuerte, en Él.

(V. 35)  Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?».

Cada mañana nos "persignamos", hacemos la señal de la Cruz...y bajo este sigo comienza la aventura siempre nueva de querer amar, de seguir detrás a Cristo y Vivir con ÉL... o perdernos siguiendo los caminos de "este" mundo. 

"Y tú...¿quién dices que soy yo?"

XXIII Domingo tiempo ordinario

5/9/2021

 
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Julia Stankova

Mc 7, 31-37

Comentado por una hermana
evangelio
En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.
Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá» (esto es, «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
sobre la imagen
"La curación de un hombre sordo y mudo" 
​
Julia Stankova, Artista de origen búlgaro
40 x 31 cm | pintura sobre tabla de madera
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COMENTARIO
El Milagro de una liberación más profunda
Todos los milagros son signos, gestos liberadores de Jesús que anuncian la llegada del Reino de Dios. Pero, la curación del sordomudo lo es de forma especial.
La persona enferma estaba sorda y tartamuda. Es decir que tenía problemas de comunicación. El relato está cargado de simbolismo. Cada gesto de Jesús vale la pena analizarlo con lupa.

Primer paso: Jesús llevó aparte al sordo tartamudo; lo separó del gentío, tal vez de algún ambiente hostil en el que se encontraba. Mucha gente vive en ambientes hostiles donde recibe estímulos negativos: maltratos de palabra y de obra, desatención, marginalidad, etc. Estos ambientes les impiden vivir plenamente. Jesús quiso aplicarle un tratamiento especial, dedicarse por entero a él y consagrar en él su atención. De esta forma surgió un ambiente en la que el sordo tartamudo pudo ser sanado.

Luego metió sus dedos en los oídos. Este es un gesto de ternura. Con mucha frecuencia no queremos oír porque las palabras que escuchamos nos molestan (críticas, rechazos, gritos) y entonces cerramos los oídos como un mecanismo de defensa, porque queremos conservar nuestra tranquilidad. Es posible que oigamos, pero no escuchamos, como dice el refrán: “a palabras necias, oídos sordos”. Meter los dedos en los oídos significa querer entrar en comunión con él hasta sanarlo, liberarlo.

Después le toca la lengua con saliva. Este es un gesto de amor, de intimidad y de preocupación por el otro. Como el gesto que puede tener una madre que limpia con saliva la suciedad que tiene su hijo después de una caída, y le acaricia los rasguños con saliva para que se rebaje el golpe. Aquí Jesús crea un ambiente de amor, de ternura y de confianza, para que el tartamudo pueda hablar, sin el temor a que alguien se burle de él y sin el miedo a que alguien lo regañe porque habló lo que no debía y donde no debía. De esta manera le abrió el espacio para que se manifestara tal como era, ya que, al hablar, en el fondo siempre nos expresamos a nosotros mismos.
Seguidamente Jesús elevó los ojos al cielo. Es decir, entró en comunicación con el Padre, fuente de vida, que se comunica con el ser humano para salvarlo. Quiso abrir el cielo para este hombre enfermo y presentarle el amor sanador de Dios. Cuando nos comunicamos simultáneamente con Dios y con los hermanos, convertimos nuestras palabras en palabras de vida. De esta manera nuestras palabras no son simplemente portadoras de información, sino que están fundamentadas en la misma Palabra de Dios y comunican su amor y su salvación.

Luego suspiró. Es decir, le abrió el corazón y le dio entrada en su propio interior. Así, el enfermo dejó de ser un extraño a quien se le podría prestar una ayuda y pasó a ser parte de su misma vida. Pudo sentir con él, identificarse con su dolor y comprender por qué no quería comunicarse.

En ese momento ya podía oír porque en las palabras de los demás no sentía odio y hostilidad, rechazo o reprensión, sino amor y amistad. También podía hablar porque no había ninguna cadena de temor que sujetara su lengua. No se encontraba ya bajo la exigencia de tener que hablar perfectamente, bajo la presión de delatarse a sí mismo o de imponerse al otro. Había surgido una atmósfera de confianza y amor. Entonces fue cuando pudo soltar la lengua y ser capaz de hablar correctamente en sus palabras y expresarse así mismo. Fue entonces cuando dejó que otros se acercaran a él y entraran en comunión con su persona.

Necesitamos hacer vida estos procesos a nivel personal, familiar y comunitario. Tener momentos a solas con Jesús para que él nos toque los oídos con sus dedos, escuchemos su voz en el vivir cotidiano y en su Palabra siempre viva y dinámica. Permitamos que toque nuestra lengua, que nos abra el cielo, nos guarde en su propio corazón y que su Espíritu inunde todo nuestro ser. De esta manera nos abriremos a los demás, nos comunicaremos con libertad de espíritu y crearemos entre nosotros comunidades de comunión y participación. 
Necesitamos crear el ambiente propicio para que las personas hablen sin el temor de ser juzgadas ni clasificadas. Un ambiente en el que las lenguas se suelten y las personas encuentren su valor para expresarse. Necesitamos hablar de tal manera que no nos ocultemos detrás de las palabras, sino que nos expresemos a nosotros mismos. Hablar de tal manera que por medio de nuestras palabras abramos un cielo para los demás y que Dios hable por medio nuestro. Que por medio de nuestros oídos, escuchemos a los demás de tal modo que ahí descubramos las palabras, las necesidades y los anhelos de Dios. Pidámoselo juntos al Señor esta semana, dejémonos tocar no sólo el oído y la palabra, sino sobre todo el corazón.
 

    Todos

    Imagen

    Mateo


    1, 18-24
    ​1, 29-39
    3, 1-12
    3, 13-17​
    ​4, 1-11
    4, 12-23
    5, 1-12a
    ​5, 13-16
    5, 38-48

    9, 36—10, 8
    10, 26-33

    11, 2-11
    11, 25-30
    ​
    13, 1-23

    13, 24-43
    ​
    ​13, 44-52
    14, 22-33
    15, 21-28

    ​17, 1-9
    17, 1-9
    18, 15-20
    18, 21-35
    21, 33-43
    22, 1-14
    ​22, 15-21
    24, 37-44
    25, 1-13

    Mt 25, 14-15. 19-21
    ​
    ​25, 31-46​
    27, 11-54

    28, 16-20

    Marcos


    1, 1-8
    1, 12-15
    ,1, 14-20
    1, 21-28
    1, 29-39
    ​
    ​1, 40-45
    ​
    4, 26-34
    5, 21-43
    6, 1-6
    6, 7-13
    6, 30-34

    7, 1-8a.14-15. 21-23
    8, 27-35
    9, 2-10
    9, 30-37
    12, 28-34
    12, 38-44

    13, 24-32
    ​13, 33-37

    14, 1-15,47
    14, 12-16. 22-26
    ​16, 15-20


    Lucas

    1,1-4; 4,14-21
    1, 26-38

    1, 39-56
    ​2, 13-21
    2, 16-21

    3, 1-6
    3, 15-16. 21-22
    4, 1-13
    ​4, 21-30
    5, 1-11
    ​6, 17. 20-26
    ​6, 27-38
    ​6, 39-45
    9, 11b-17
    10, 38-42
    ​10, 25-37
    ​11, 1-13
    12, 13-21
    12, 32-48
    ​12, 49-53
    ​13, 22-30
    14, 25-33
    ​15, 1-10
    16, 10-13
    16-19-31
    ​17, 5-10
    17, 11-19

    18, 1-8
    18, 9-14
    19, 1-10
    20, 27-38
    21, 25-28.34-36
    24, 35-48
    ​24, 46-53

    Juan

    Jn 1, 6-8. 19-28
    ​1, 29-34
    2, 1-11
    2, 13-25
    ​3, 16-18
    ​
     4, 5-42
    6, 51-58
    6, 60-69
    8, 1-11
    ​9, 1-41
    10, 1-10
    10, 27-30
    ​​12, 20-33 
    ​13,31-33a. 34-35
    ​
    14, 1-12
    ​14, 15-21
    14, 23-29
    15, 1-8
    15, 9-17
    16, 12-15
    18, 33, 33b-37
    20, 19-23
    ​21, 1 - 19

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