Jose Leonardo – Saint John the Baptist in the Wilderness Los Angeles County Museum of Art (LACMA) Celebramos el III Domingo de adviento también llamado Domingo de “Gaudete” por la antífona con la que se inicia la liturgia eucarística: “Estad alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca” (Flp 4, 4-5). Pablo en la carta a los Filipenses al señalar que “El Señor está cerca” como motivo para justificar su invitación a la alegría se refería a la venida de Cristo en Gloria, que los primeros cristianos pensaban se cumpliría en breve. Poco a poco, en la Iglesia se fue tomando otra conciencia del tiempo, de la historia y de cómo esa venida última debía estar precedida por otra venida intermedia, la venida del Señor a la vida de cada uno de nosotros, como un signo de la paciencia de Dios. La venida del Señor a nuestras vidas en el presente actualiza en misterio de la navidad: Dios pide entrar en nuestra intimidad, pide ser acogido por nosotros para hacerse carne de nuestra carne y así, en cada creyente, se va cumpliendo el misterio de María. María, junto con Juan el Bautista, están presentes hoy en las lecturas que se nos proponen. Podríamos pensar que es María la que proclama la lectura del profeta Isaías (Is 66,1-2ª. 10-11). Os propongo leer esta lectura pensando que es María quien la recita. Ella, ungida por el Espíritu Santo en la anunciación, se convierte en pregonera de la Buena Nueva de la Salvación a todos; por su maternidad se ha hecho portadora del Hijo y donde Ella está, se hace presente el Fruto bendito que brota de su tierra y hará nueva la vida de este mundo. El Magnificat, que es el salmo responsorial, confirma el sabor marial de este domingo. En el Magnificat se ve claramente cómo la alegría de María, su saberse elegida, amada por Dios se cifra justamente en su pequeñez y humildad. El Señor se complace en ella, derrocha sobre ella su Espíritu, la colma de bienes y regalos, como un novio con su esposa, justamente porque es pequeña y humilde, pues Dios, que es misericordia, se complace en el pobre. Esto mismo quiere mostrarnos el testimonio de Juan, el Bautista, en el Evangelio. En él reconocemos la vía de la humildad como el único camino hacia la verdadera alegría. Juan se define a sí mismo en relación con Jesús. Ante la gran pregunta que nos desestabiliza a todos sobre la propia identidad: ¿Tú quién eres? Él no se autoanaliza, no se señala, no se mira, no se crece… Totalmente orientado hacia Cristo, lo señala, lo indica, lo muestra, lo da a conocer y se pierde en esta misión de mostrar al Otro: “No lo soy”. Y, sorprendentemente, esta es su alegría: hacerse pequeño, perderse, para ser realmente mediación: voz de la Palabra, camino hacia el Camino, bautismo de agua que nos anuncia el del Espíritu, amigo del novio que da paso al Novio en persona y así la alegría llega a plenitud: “Porque es necesario que Él crezca y yo mengue” (cf. Jn 3, 30). Seamos Juan los unos para los otros. Reconozcamos al Señor que viene, que está en cada hombre y en cada acontecimiento; vayamos encontrándonos-perdiéndonos en este testimoniar, acoger, dar a conocer al Señor y, así, esta alegría humilde brotará en nuestro corazón. Entonces, hechos pequeños como María, Juan el Bautista, José, los pastores… estaremos preparados para celebrar la Navidad. Lecturas:
Is 61, 1-2. 10-11 1 Ts 5, 16-24 Jn 1, 6-8. 19-28 Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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