El Evangelio de este domingo, conocido como discurso “comunitario” o “eclesial”, nos habla de la corrección fraterna, que exige la protección de la comunión, es decir de la Iglesia, y la personal, que requiere la atención y el respeto de cada persona. Para corregir al hermano que se ha equivocado, Jesús sugiere una pedagogía de recuperación, dice el papa Francisco. Y siempre la pedagogía de Jesús es pedagogía de la recuperación; Él siempre busca recuperar, salvar. Primero dice: “Ve y corrígele, a solas tú con él” incluso el amor de dos o tres hermanos puede ser insuficiente, porque no lo reconoce. En este caso, añade Jesús, «díselo a la comunidad» es decir, a la Iglesia. Y Jesús dice: “Y si ni a la comunidad hace caso, considéralo ya como alguien gentil y al publicano”. Esta expresión, aparentemente tan despectiva, en realidad nos invita a poner a nuestro hermano de nuevo en las manos de Dios: sólo el Padre podrá mostrar un amor más grande que el de todos los hermanos juntos. Se trata de ir al hermano no para juzgarlo, sino para ayudarlo, pero no siempre depende de nosotros el buen resultado al hacer una corrección (a pesar de nuestras mejores disposiciones, el otro puede que no la acepte; sin embargo, depende siempre y exclusivamente de nosotros el buen resultado... al recibir una corrección. Quien quiera corregir a otro debe estar dispuesto también a dejarse corregir. La enseñanza de Jesús sobre la corrección fraterna debería leerse siempre junto a lo que dijo en otra ocasión: ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la paja que tienes en tu ojo”, si no ves la viga que tienes en tu propio ojo? (Lc 6, 41 s) En algunos casos no es fácil comprender si es mejor corregir o dejar pasar, hablar o callar. Por este motivo, las palabras de san Pablo en la carta a los romanos, en este domingo dice:” Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor…la caridad no hace mal al prójimo”. San Agustín lo sintetiza con las palabras “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”. No partimos de una comunidad de perfectos, sino de una comunidad de hermanos, que reconocen sus limitaciones y necesitan el apoyo del Señor y de los demás para superar sus fallos. Los conflictos pueden surgir en cualquier momento. Jesús no se asustó ni de la terquedad de los apóstoles, ni de las pretensiones ambiciosas de Santiago y Juan; ni de las negaciones de Pedro, ni de la traición de Judas. “Él sabía muy bien lo que hay en el hombre”. Y, a pesar de todo, siguió amándolos, perdonándoles, llamándoles y confiando en ellos. Lo que entonces hizo con los apóstoles quiere hoy hacerlo con nosotros. A Jesús nunca le interesa nuestro pasado negativo, lo que hemos sido, sino nuestro presente: lo que ahora somos y sobre todo, nuestro futuro: lo que todavía podemos llegar a ser. Lecturas
Ez 33, 7-9 Rom 13, 8-10 Mt 18, 15-20 Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24
3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 24, 37-44 27, 11-54 28, 16-20 Marcos1, 12-15 Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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