El discurso del Buen Pastor da fin a los discursos de la fiesta de los tabernáculos y a la vez introduce el que proclama en la fiesta de la dedicación. Está colocado cuando Jesús ya está viviendo dramáticamente su tarea pública en Jerusalén y acontece tras el milagro del ciego de nacimiento en el cual Jesús acusa a los dirigentes judíos de su ceguera espiritual. El comienzo nos describe una historia enigmática que tiene un alto contenido teológico y que nos lleva a reconocer en él a Jesús y su misión salvífica encomendada por el Padre. "En verdad, en verdad os digo que el que no entra por la puerta… es ladrón”. San Agustín comenta : “¿quién entra por la puerta? Quién entra por Cristo. ¿Quién es éste? Quien imita la pasión de Cristo, quien conoce la humildad de Cristo; y pues Dios se hizo por nosotros hombre , reconozca el hombre que no es Dios sino un mero hombre”. Siguiendo el discurso evangélico nos topamos con la respuesta concreta de la comunidad cristiana al judaísmo teocrático. Jesús es la puerta. Él es el único camino para entrar en contacto con el Padre. El que rechaza pasar por esa puerta no es pastor de verdad. Quien quiera guiar al Pueblo de Dios ha de pasar por la mediación de Jesús. Jesús se ha presentado en la ciudad Santa, en el Templo de Jerusalén y ha explicado abiertamente que Él es la Palabra del Padre revelada a los hombres. A mí, personalmente, esta puerta me introduce en su Corazón, en su Costado abierto, en la hendidura de la peña en la que Moisés se apostó para ver Su Gloria. También me parece conmovedor recordar que poco tiempo antes Jesús se había adentrado muy cerca de la Puerta de las ovejas para allegarse al espacio donde se encontraba la piscina de Betesda. En el recinto se encontraban enfermos, pobres, desahuciados con todo tipo de dolencias. Él ha venido a traer la Buena Nueva a todos, a dar vida y por eso interroga al paralítico ¿quieres curarte? Esta oferta va dirigida a todos los hombres porque Él conoce muy bien que se ha encarnado para salvarnos. ¡Cómo negarse a entrar por esta Santa Puerta! A su vez actúa como Pastor que conoce a sus ovejas por su propio nombre. Jesús las saca fuera estableciendo una nueva relación que el evangelista describe muy bien: se pone delante, les abre camino, ellas dóciles y confiadas siguen sus pasos, se conocen mutuamente… cuando escuchan la voz cálida y llena de ternura del Pastor se saben protegidas, cuidadas y custodiadas. Pero ahora con Cristo el redil se ha ensanchado, Ya no basta el recinto de la Sinagoga. Jesús saca fuera a sus ovejas estableciendo nuevos vínculos que requieren únicamente docilidad y deseo de formar parte de su rebaño. Si en el Antiguo Testamento Dios mismo precedía en el camino a su pueblo, ahora es el Señor el que camina delante de sus discípulos y es seguido por ellos. Jesús es, a la vez, la puerta y el pastor de las ovejas. Los ladrones, los salteadores, los asalariados son los que se oponen al reconocimiento y aceptación del Verbo encarnado. En el lenguaje de Juan sólo hay un acceso para encontrar la bienaventuranza eterna, para hallar los bienes mesiánicos de la vida divina, para saborear el júbilo que proporciona la nueva alianza, para recibir el sustento de la tierra fértil en la que hay Vida en abundancia: El Hijo de Dios. Por tanto el pasaje supone la ruptura consumada del judaísmo y el cristianismo. En la segunda parte del texto Jesús se presenta explícitamente como el Buen pastor. Da la consigna para descubrir a los verdaderos pastores que no huyen cuando el peligro acecha y que sólo buscan salvarse a sí mismos. Juan está pensando en los adversarios de Jesús y de la Iglesia, los jefes que desprecian a la gente sencilla. Él arriesga la vida hasta el extremo amoroso de morir por el rebaño que supera al redil judío. Nadie puede arrebatar de su mano a la humanidad que el Padre le ha encomendado. Cada persona sin distinción es digna de su cuidado, confianza, comunión de corazón y pensamiento, penetración total de amor, entrada en su intimidad a semejanza de la comunión entre el Padre y el Hijo. El amor del Padre al Hijo y al mundo y el amor del Hijo al Padre y al mundo concluyen con su muerte en la Cruz para recobrarla después en la resurrección. Su condición filial y obediente le lleva a dar voluntariamente su Vida para rescatarnos y llevarnos de nuevo al Padre. En Él encontramos el rostro de Dios que guía a su comunidad a pesar de los peligros, para que vean en él al único Pastor bueno. Jesús sigue guiando hoy a su Iglesia hasta que suceda como aventuraba el Profeta : “Habrá un único rebaño y un solo Pastor”. Lecturas:
Hch 2, 14a. 36-41 1 Ped 2, 20b-25 Jn 10, 1-10 "La Cena de Emaús" Matthias Stom (1633-1639) Encuentro con Jesús resucitado (Lc 24, 13-35)En el evangelio de este domingo se nos habla de dos seguidores de Jesús que, al tercer día desde su muerte, tristes y abatidos dejaron Jerusalén para dirigirse a una aldea poco distante, llamada Emaús. A lo largo del camino, se les unió Jesús resucitado, pero ellos no lo reconocieron. Sintiéndolos desconsolados, les explicó, basándose en las Escrituras, que el Mesías debía padecer y morir para entrar en su gloria. Después, entró con ellos en casa, se sentó a la mesa, bendijo el pan y lo partió. En ese momento lo reconocieron, pero él desapareció de su vista, dejándolos asombrados ante aquel pan partido, nuevo signo de su presencia. Los dos volvieron inmediatamente a Jerusalén y contaron a los demás discípulos lo que había sucedido. En vísperas de la celebración de la conversión de san Agustín, obra de la gracia de Dios en su vida, contemplamos en el relato de este evangelio, la obra de Jesús resucitado en los dos discípulos como una triple conversión: Conversión de la desesperación da la esperanza En la desesperación más angustiosa, por el fracaso del Maestro y abandono del grupo, Jesús se acerca a los dos discípulos, y los acompaña en su camino para que descubran que él es «el camino, la verdad y la vida» ( Jn 14,6). Jesús trasforma su desesperación en vida, porque cuando se desvanece la esperanza humana comienza a brillar la divina: «Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios» ( Lc 18,27; cf. 1,37). Cuando tocamos fondo en la experiencia de fracaso y de incapacidad, cuando nos despojamos de la ilusión de ser el mejor, de ser autosuficiente, de ser el centro del mundo, Dios nos tiende la mano para transformar nuestra noche en amanecer, nuestra aflicción en alegría, nuestra muerte en resurrección, nuestro camino de regreso en retorno a Jerusalén, es decir en retorno a la vida y a la victoria de la Cruz. Conversión de la tristeza a la alegría ¿No ardía nuestro corazón mientras nos explicaba las Escrituras? El verdadero gozo proviene del encuentro con Jesús, de sentirse amados por Él. Conversión a la vida comunitaria Tras reconocer a Jesús al partir el pan, «levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén» (Lc 24, 33). Sienten la necesidad de regresar a Jerusalén y contar la extraordinaria experiencia vivida: el encuentro con el Señor resucitado. Se convierten en testigos, anuncian con valentía y con alegría el acontecimiento de la muerte y de la resurrección de Cristo... La conversión es siempre obra de Jesús resucitado, Señor de la vida, que nos ha obtenido esta gracia por su pasión y nos la comunica en virtud de su resurrección. También hoy podemos entrar en diálogo con Jesús escuchando su palabra. También hoy, él parte el pan para nosotros y se entrega a sí mismo como nuestro pan. Así, el encuentro con Cristo resucitado, que es posible también hoy, nos da una fe más profunda y auténtica, por el fuego del acontecimiento pascual; una fe sólida, porque no se alimenta de ideas humanas, sino de la palabra de Dios y de su presencia real en la Eucaristía. Lecturas:
Hch 2, 14. 22-33 1 Ped 1, 17-21 Lc 24, 13-35 Feliz Domingo de Ramos o de Palmas o de entrada en Jerusalén. Es un día precioso, realmente de primavera, la alegría de este día llena nuestro corazón, querríamos ser realmente uno de esos niños hebreos que saludaban, sin saberlo, al Rey que entraba en su ciudad, al Rey de Reyes, al Señor de la Vida, al verdadero vencedor que nos trajo la Paz. ¡Paz a vosotros, los de cerca; paz también a los de lejos! A todos, la paz sea con vosotros. Leyendo el libro de Colum McCann, Apeirógono, encontremos una historia que da una clave para vivir justamente este día. En 1974, Mahmud Darwish, un famoso periodista, poeta, escritor palestino, con una vida impresionante de compromiso social y político, redactor del texto de la Declaración de Independencia del Estado Palestino... escribió el discurso de Yaser Arafat para la Asamblea de las Naciones Unidas y en él se decían estas palabras: "Hoy he venido -Yaser Arafat, claro- con una rama de olivo en una mano y el arma del que lucha por la libertad en la otra. No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano". Esto mismo os deseamos a cada uno que la rama de olivo no caiga de vuestras manos para llevar en ellas el don de la paz. Vivamos este día de verdadera alegría aun sabiendo que nos espera la Pasión que viviremos estrechamente unidos a Él. Hoy, le proclamamos también nosotros Rey y abrimos los altos portones de nuestro corazón para que pase el "Rey de la Gloria". Y le aclamamos y le adoramos. Hemos subido a Jerusalén y Jerusalén nos trae muchas sorpresas y mucho dolor pero, también, mucha alegría, la alegría sin fin de vivir en Él. Lecturas:
Is 50, 4-7 Flp 2, 6-11 Mt 27, 11-54 |
TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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