“Levántate, vete; tu fe te ha salvado”La curación de un leproso por parte de Jesús es común a los evangelios sinópticos: lo encontramos en Mt 8,1-4; en Mc 1,40-45; y en Lc 5,12-15. En todos ellos hay una confesión de fe, previa a la curación. Las palabras que pronuncian los leprosos al acercarse a Jesús, el modo como le piden, demuestra su confianza en Él: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”.
Jesús les toca y pronuncia la Palabra que obra la curación en ellos; la Palabra que es su voluntad y la voluntad del Padre para cada hombre: “Quiero; sé limpio”. El episodio de los diez leprosos que se proclama en el evangelio de hoy (Lc 17, 11-19), sin embargo, solo aparece en Lucas. Aquí la petición es la misma, pero se formula de otra manera: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”. Se reconoce a Jesús como maestro - pero no como Señor. Se le reconoce como alguien que me puede hacer un bien, porque tiene poder. Como alguien a quien le puedo pedir algo cuando necesito su compasión, pero no le considero el Señor de mi vida. No obstante, Jesús también responde a esta petición: todos los que lo piden, son purificados. Y solo uno de ellos se vuelve, para darle las gracias. Si nos quedamos con este detalle, el pasaje nos enseña la virtud de la gratitud. Pero nos queda la pregunta: ¿Cuántos se curan? Tiene que ser esta la pregunta clave, por eso la primera lectura nos narra también la curación de Naamán (Re 5,14-17). Se quedan purificados los diez, pero al final, igual que en los otros pasajes, solo a uno se le dice: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (Lc 17,19). Todos han sido purificados, pero uno solo se ha salvado por la fe. No se trata aquí meramente del elogio de la virtud de aquel único (por cierto, samaritano, extranjero) que se ha dado la vuelta para darle las gracias a Jesús. Se trata de una lección de fe. De pedir con fe lo que le pedimos al Señor; pedir desde la confesión de nuestra confianza en Él y vivir con la conciencia de haber sido salvados. A esto nos exhorta el apóstol San Pablo en la segunda lectura (Tim 2,8-13). Todos los leprosos son purificados. Todos han quedado limpios. Pero solo el que en el camino se ve curado, el que camina sabiéndose salvado, vuelve a Jesús alabando a Dios. Al leer el evangelio de hoy, nos ha de brotar esta misma alabanza en el corazón, junto con la gratitud. Hemos sido salvados; por el bautismo somos hijos de Dios. Lo que pidamos al Padre, lo hemos de pedir con fe, con la confianza de que la salvación está cumplida ya – porque Dios nos ha querido mirar con compasión y ha querido que nos quedemos limpios. Esta es la fe que nos salva. Y con esta fe escuchamos hoy de la boca de Jesús el lema de nuestra próxima Asamblea Federal: LEVÁNTATE. Los comentarios están cerrados.
|
TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
Archivos
Marzo 2024
|