October: Parable of the Bad Vintners. Marten van Valckenborch (1535-1612) Las lecturas de este domingo nos presentan la imagen de la viña. Una viña que simboliza a Israel, una viña que es amada y cuidada por su Señor, pero que, lamentablemente, no produce los frutos que se esperaban de ella. Dios espera frutos de la viña que Él ha cultivado con amor: éste es el tema que nos sirve de reflexión en este domingo. Dios ama y cuida a su viña. En la primera lectura el profeta Isaías nos muestra el poema del amigo y de su viña. Nos adentramos en el corazón mismo de Dios que ama a Israel. El Señor ha cuidado de su pueblo lo ha tratado con especial ternura, se ha preocupado de su crecimiento y, sin embargo, Israel no ha correspondido a tal amor. Su pueblo no ha sido fiel y el dueño de la viña se lamenta con razón y se pregunta con tristeza: ¿qué más podía haber hecho yo por mi viña que no hice? Esta viña, a pesar de los sabios cuidados del viñador, no prospera, no da fruto, no da uvas dulces; da uvas inmaduras y silvestres. Se trata ciertamente de una alegoría, pues en verdad, no se puede culpar a una viña de no querer producir frutos. Sin embargo, los oyentes del profeta comprenden que la viña representa a Israel y que el viñador no es otro que el mismo Yahveh. A pesar, de que Israel ha sido cuidado como un hijo, a pesar de que ha sido liberado, a pesar de que el Señor lo ha elegido como el pueblo de su propiedad, Israel no produce frutos de salvación. Es sorprendente ver la tristeza profunda del viñador y, a la vez, su firmeza y decisión final ante la viña improductiva. Él vendrá y la devastará, la dejará desolada. En el evangelio se recoge nuevamente el tema de la vid en una especie de alegoría: el dueño de la vid la arrienda a unos trabajadores y se marcha. Envía, después de algún tiempo, sus embajadores para recoger los frutos, pero los viñadores maltratan a los enviados y, cuando ven al hijo, conciben la idea de matarlo. Nuevamente el amo de la viña no es correspondido a la solicitud mostrada por la viña. Los arrendadores no producen los frutos que se esperaban de ellos. Tanto el poema de Isaías, como la parábola de Jesús en el evangelio, ponen de relieve la importancia de producir frutos. En el primer caso, es la viña que no ha producido lo que se esperaba de ella. En el segundo caso, son los viñadores homicidas los que no entregan los frutos debidos al dueño. El tema espiritual es importante: Dios ofrece al hombre múltiples dones: la vida, la fe, la vocación profesional, la familia, la comunidad religiosa, la vida sacerdotal... y el Señor espera por parte de nosotros una respuesta, espera unos frutos de santidad, de caridad, de justicia, espera que el hombre se transforme interiormente y dé frutos de vida eterna para la edificación del Reino. El cristiano debe dar buenos frutos. Los cristianos estamos injertados en Cristo por el bautismo, por ello, estamos llamados a dar frutos de vida eterna. Así como el Padre ha enviado al Hijo al mundo para cumplir la misión redentora, así Cristo también nos envía a cada uno de nosotros para cumplir una misión. Es verdad que no siempre nuestros frutos serán manifiestos o inmediatos, pero no cabe dudar que el alma que permanece unida a Cristo, como el sarmiento permanece unido a la vid, producirá los frutos a su debido tiempo; y esta es una certeza que debe acompañar y guiar nuestra vida para no desanimarnos ante las dificultades que podamos ir encontrando o experimentando en nuestro interior a lo largo del camino. El Señor, este domingo, nos invita a hacer una reflexión sobre el tiempo y sobre los dones que Dios nos ha concedido en la vida. A veces advertimos que los años de nuestra vida van pasando y, cuando queremos contabilizar los frutos que hemos dado para el bien de este mundo, de la Iglesia y de las almas, nos encontramos con resultados muy pobres. ¿Qué ha pasado? ¿Hemos trabajo con empeño desgastándonos en ofrecer los dones que hemos recibido de Dios? ¿O hemos vivido como una viña distraída sin darnos cuenta que nuestra misión era producir uvas dulces? ¿O hemos vivido como los viñadores que pensaron más en sí mismos que en el amor del dueño de la viña? Los años pasan, pero mientras hay vida, hay esperanza de conversión, de transformación. No esperemos a mañana para hacer este descubrimiento. Hoy el evangelio nos recuerda que Dios espera mucho de cada uno de nosotros, ya que somos su viña, su viña elegida, querida, custodiada; y nuestra vida está llamada a dar frutos, cuando Él quiera, como Él quiera y dónde Él quiera. Lecturas
Is 5, 1-7 Sal 79,9.12.13-14.15-16.19-20 Fil 4, 6-9 Mt 21, 33-43 Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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