Queridas hermanas: La liturgia nos adentra al misterio del final de los tiempos con la segunda venida del Señor. Esta parábola de las diez vírgenes comentada por nuestro Padre San Agustín, ilumina la actitud de espera que debemos tener para acoger al Señor de nuestra vida. Las diez vírgenes, cinco prudentes y cinco necias salieron con sus lámparas a esperar al esposo. Nuestro Padre comenta: “ El evangelio me hizo poner atención. Entre las mismas vírgenes que llevaban las lámparas, a unas las llamó prudentes y a otras necias. ¿Dónde lo vemos, dónde discernir las unas de las otras? Por el aceite. El aceite significa algo grande, realmente grande (…) Me parece a mí que en el aceite se significa la caridad” “El aceite es el menos pesado de todos los líquidos. Vierte un poco de agua y echa encima el aceite; éste queda encima. Echa ahora aceite, vierte agua encima, y el aceite subirá a la superficie. Si sigues el orden natural, el aceite vence; si lo cambias, él vence igualmente. La caridad nunca cae.” Hasta aquí San Agustín. Las diez vírgenes tenían cada una su lámpara para esperar al esposo, pero no todas tenían el aceite necesario para mantener la luz encendida a la llegada del Esposo. Estas lámparas podemos mirarlas como el don de la vida, el sello del amor de Dios, que nos hace capaces de amar y ser amados, es decir, de tener aceite dentro, de alumbrar, de tener una actitud como sabia ante la presencia del Señor, radiante inmarcesible, alumbrando con una vida que, fácilmente la ven, la distinguen los que aman, los que también reconocen el amor. Para conseguir este aceite de la caridad, nos dice el libro de la sabiduría, no hay cansancio, porque el corazón madruga, busca, tiene sed de ella y por ello espera a la puerta. ¿Acaso no es esta la actitud de las vírgenes prudente que esperaron con las lámparas encendidas a que el novio viniera? Sí, es esta la actitud por ello, estas cinco vírgenes no tenían preocupación ante la espera, sino esperanza de verle llegar y estar con él cara a cara. “El que vela por ella se ve pronto libre de preocupaciones” Esta es la actitud a la que nos quiere encauzar el evangelio. Una actitud de una espera con caridad en nuestras obras sí, pero una caridad que refleja el amor profundo y ardiente por el don de la vida, el don de Dios en la vida. Una caridad que brota de tener el fuego del amor de Dios encendido en el corazón y no solo por lo que hacemos sino por cómo vivimos, nos movemos y existimos. En ese sentido comenta Agustín, “ El aceite que tienes no lo tienes de ti mismo. Jactarse diciendo: “Tengo aceite, pero recibo de Él” por ello continúa diciendo. “Vela con el corazón, vela con la fe, con la esperanza, con la caridad y con las obras de un corazón que arde con el aceite interior de conciencia en una vida para Él y con Él” Lecturas
Sab 6, 12-16 1 Tes 4, 13-18 Mt 25, 1-13 Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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