Queridas hermanas, Iniciamos un nuevo año litúrgico en la iglesia celebrando el primer Domingo de Adviento. Un tiempo de espera y preparación para el nacimiento de Jesús. El tiempo de adviento enfatiza la esperanza en la venida del Salvador, recordando la promesa del Mesías y esperando con alegría su llegada. Es un tiempo de preparación interior, de reflexión y oración, de comunión y conversión, es una oportunidad para renovar nuestra fe. Debemos estar atentas y abrir el corazón, deshacernos de las oscuridades y distracciones que nos envuelven y alejan creando, así, espacio en nuestro interior para poder acoger LA ENCARNACIÓN DE DIOS EN JESUCRISTO. En este tiempo reconocemos que esta esperanza no solo mira hacia atrás, al nacimiento de Jesús, sino que también anticipa su retorno en el futuro, recordándonos la luz de Cristo que siempre brilla en medio de las tinieblas. En este pasaje del Evangelio del primer domingo de adviento (Marcos 13:33-37), Jesús nos habla sobre su segunda venida y la importancia de estar alerta y vigilantes. Nos invita a estar en vela, a vivir una vida de vigilancia y oración, conscientes de la presencia de Dios en nuestras vidas y preparadas para el encuentro con Él. Él compara su llegada con “un dueño de casa que se va de viaje y deja a sus siervos a cargo de su casa, asignándoles a cada uno su tarea, encargando al portero que velara”. En este contexto, Jesús nos exhorta a estar alerta y vigilantes, ya que no sabemos cuándo vendrá. Es una llamada a la alerta espiritual, una invitación a la conciencia constante de la presencia de Dios en nuestras vidas. Un continuo estado de estar atentas a la obra de Dios en nosotras y en el mundo. Una llamada a ser administradores fieles de los dones y responsabilidades que Dios nos ha confiado. La incertidumbre del regreso “pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche o al canto del gallo, o al amanecer”. Jesús utiliza estas referencias temporales para subrayar la imprevisibilidad de su retorno: el atardecer, sugiriendo las etapas finales de la vida; Medianoche, momentos de incertidumbre; al canto del gallo, como inicio del día, puede simbolizar un nuevo comienzo y la renovación; al amanecer, sugiere la llegada de la luz después de la oscuridad de la noche, de nuestras oscuridades. Así, pues, Jesús enfatiza la necesidad de estar siempre preparados, de vivir de manera constante en comunión con Dios, independientemente de la fase de la vida en la que nos encontremos. La llamada es a estar siempre listas y conscientes de la presencia divina en nuestras vidas. Pero esta llamada a estar vigilantes no es exclusiva para unos pocos, sino para todos “lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!”. Es una llamada universal a la atención espiritual, consciente y comprometida, y a la preparación continua para el encuentro con Dios. Lecturas:
Is 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7 1 Co 1, 3-9 Mc 13, 33-37 Los comentarios están cerrados.
|
TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
Archivos
Marzo 2024
|