Identidad, Comunión y MisiónEsta semana hemos celebrado la XXVII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, en la Fiesta de la Presentación del Señor. Recordamos en la oración en este día a aquellos hermanos y hermanas en la fe, que dentro de su llamada a la Santidad como bautizados han sido llamados a imitar más de cerca al Señor en su forma de vida, llamados a encarnar una vida cristiforme, con un peculiar seguimiento, abrazando los consejos evangélicos y determinando vivir en profundidad este carácter trinitario recibido como gracia en el Bautismo. Las lecturas de hoy Domingo (V del TO) tienen mucho que ver con esta llamada eclesial y su triple dimensión: Identidad, Comunión y Misión. Confessio Trinitatis (Identidad) La Vida Consagrada es anticipación del Reino, quiere mostrar al mundo la belleza de la transfiguración, el deseo de plenitud humana de vivir en Dios y para Dios, la llamada a una conversión continua del corazón a Él. El Señor nos dice hoy a los Consagrados: “Vosotros sois la sal de la tierra, sois la luz del mundo”. Tenemos este precioso legado de conservar, como sal, lo que se nos ha dado, la experiencia del Espíritu, el don Trinitario de su Amor. Somos llamados a ser luz en medio de un mundo habitado por muchas oscuridades. El testimonio de cada consagrado es importante, la fidelidad desde lo más nimio a lo más vistoso es ese grano de sal, es esa llama pequeña, que transforma nuestro mundo. Nuestra experiencia de vida se enraíza en la experiencia de los apóstoles recorriendo el camino pascual de Jesús, camino que nos desvela el rostro Trinitario de Dios. Camino que revela también la bajada del monte, a la vida cotidiana más dura, y el doloroso camino hasta la cruz, acompañando así a tantas personas que sufren, que se acercan a nuestro Monasterio en busca de consuelo, de paz, de luz, de encuentro con el Amor. “Signum fraternitatis” (Comunión) San Pablo nos exhorta en la segunda lectura a dar testimonio anunciando el misterio de Dios con la sabiduría que viene del Espíritu. Se presentó a la comunidad “débil y temblando de miedo”, manifestando así la necesidad de que la fe no se apoyara en la sabiduría humana sino divina. Pablo quería con ello fortalecer la fe de sus hermanos, signo de auténtica fraternidad. Los consagrados también estamos llamados a mantener viva en la Iglesia la exigencia de la fraternidad como confesión de la Trinidad, se nos pide que seamos expertos en comunión" y que vivamos la respectiva espiritualidad como 'testigos y artífices de aquel proyecto de comunión que constituye la cima de la historia del hombre según Dios”. En nuestra Regla agustiniana leemos como principio y fundamento de nuestra vida: “Ante todo, que habitéis unánimes en la casa (cf. Sal 67,7) y tengáis una sola alma y un solo corazón (Hch 4,32) en camino hacia Dios. Este es el motivo por el que, deseosos de unidad, os habéis congregado.” Es para nosotras un don de Dios y parte de nuestra llamada e identidad como agustinas, la fraternidad. Como en las primeras comunidades cristianas, queremos encarnar esta llamada de los primeros discípulos de Jesús los cuales “tenían un solo corazón”, y aquella forma de vivir era el primer testimonio del amor de Dios a los hombres. Tertuliano en el siglo II nos dejó escrito su testimonio sobre los primeros cristianos: “la gente, al verlos decía: “Mirad cómo se aman”. Así deseamos vivir también nosotras, este es el deseo de nuestro corazón. “Servitium caritatis” (Misión) El libro de Isaías nos recuerda un gesto fundamental de todo el que quiere ser luz de Dios en este mundo: “Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, cubre a quien ves desnudo y no te desentiendas de los tuyos.” La labor de la Iglesia a los más necesitados a lo largo de la Historia ha tenido gran parte de su desarrollo a través de innumerables congregaciones religiosas, monasterios, vírgenes consagradas, y personas que han consagrado sus vidas a Dios, a través de los Consejos Evangélicos. Toda consagración es para una misión. La imitación de Cristo nos conduce a buscar el Reino y su justicia, ser una Iglesia en salida, acercarnos a las realidades más pobres y necesitadas. Hoy el Evangelio nos lo recuerda: “Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos”. Que el Espíritu Santo se manifieste en nuestras obras y con su poder transforme nuestro mundo en el sueño de Dios para cada persona. María, figura de la Iglesia, Esposa sin arruga y sin mancha, que imitándote «conserva virginalmente la fe íntegra, la esperanza firme y el amor sincero», sostiene a las personas consagradas en el deseo de llegar a la eterna y única Bienaventuranza. Las encomendamos a ti, Virgen de la Visitación, para que sepan acudir a las necesidades humanas con el fin de socorrerlas, pero sobre todo para que lleven a Jesús. Enséñales a proclamar las maravillas que el Señor hace en el mundo, para que todos los pueblos ensalcen su nombre. Sostenlas en sus obras en favor de los pobres, de los hambrientos, de los que no tienen esperanza, de los últimos y de todos aquellos que buscan a tu Hijo con sincero corazón. Te lo pedimos, para que en todos y en todo sea glorificado, bendito y amado el Sumo Señor de todas las cosas, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Lecturas:
Is 58, 7-10 Sal 111,4-5.6-7.8a.9 1 Co 2, 1-5 Mt 5, 13-16 Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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