El texto quiere prefigurar la propia resurrección de Jesús. Por eso nada más empezar el relato hará mención al gesto de María ligando así la resurreción de Lázaro al gesto de la unción en Betania, que a su vez anticipa la Pascua de Jesús. El evangelista ha vivido la experiencia pascual y no podrá más que contarnos que toda la vida está empapada ya de la experiencia pascual, que toda la vida está llamada a ser Pascua. Particularmente en Juan esto es muy patente, ya la historia no se contará más sin esperanza, no se leerá más que desde la fuerza de la resurrección. Y así se podrá caminar en este día a día, en este peregrinar en el que aún experimentamos el límite, la herida del pecado y la muerte, sabiendo que ninguna tiniebla vencerá, ni la misma muerte tendrá la última palabra. Jesús es Señor de la Vida, contemporáneo a la Voluntad del Padre.
A revivir esta experiencia del evangelista estamos llamados hoy. A contar nuestra propia historia, nuestras propias experiencias de muerte desde la misma fe en Cristo resucitado. ¿Viviré yo mi fe así? Si a alguien le contara mi vida, cuál ha sido mi historia o qué vivo y pienso hoy, ¿lo cuento con la esperanza pascual?, ¿leo así los propios acontecimientos del mundo o lo que pasa a mi alrededor? Para poder responder a esto puede que Marta sea hoy una clave para nosotros. Ante su petición Jesús le afirma solemne “tu hermano resucitará”. Y ella proclama: “sí, sé que mi hermano resucitará el último día”, le responde, con una fe que parece casi más resignada que esperanzada. Es como si repitiera una fe, una idea, una doctrina que en el fondo quedara muy lejos de la vida. Pero Jesús se presenta a ella entonces con toda su fuerza: “No, Marta, la vida y la resurrección soy yo, este que habla contigo”. En esta conversación, la resurrección deja de ser lejana, para estar presente, siendo una persona. Deja de ser una idea, para ser un tú que te habla. Jesús dirá a Marta, como me dice a mí, o a ti: la vida abundante, la vida eterna no será creer en la resurrección del último día, sino tenerme a Mí en tu vida. Yo Jesús soy la vida de los días, la que empieza ahora. Ven, Señor Jesús, deja que te escuche pronunciar que Tú eres la vida, vida eterna y abundante, que empieza en este hoy al que Tu vienes. Ven, Señor, vence cualquier resistencia y que tu vida, cada vez más, habite la nuestra. Ven, Señor, y vence todas nuestras muertes, nuestras desesperanzas y nuestros egoísmos. Haznos caminar contigo hacia la Pascua. La humilde senda de la ceguera hacia la luz. |
TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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Marzo 2024
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