EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre». comentario
¿Cómo vivimos la tensión entre el ya estamos justificados, perdonados, santificados u que el Hijo de hombre vendrá y reunirá a sus elegidos? ¿Que nuestra salvación tiene un cumplimiento ya en Cristo y la aguardamos todavía? Ya tenemos una heredad y nuestra copa rebosa (Sal 15), pero todavía es nuestra esperanza que el Señor no nos dejará en la región de los muertos, que nos enseñará el sendero de la vida y nos saciará de gozo en su presencia. Sabed que Él está cerca. Así inicia la predicación de Jesús, es la primera palabra que pronuncia en público al venir al mundo, y es el anuncio del mensaje apocalíptico. Él vino y dijo de sí que está ya en medio de nosotros. Que el tiempo en que la higuera se pone tierna es nuestro presente, que las yemas están brotando ya. La salvación que aguardamos está ya cumplida. Estamos aguardando su venida, en pocas semanas cantaremos el Marana tha, Ven, Señor Jesús, con fuerza, a la vez que sabemos que ya vino y que sigue con nosotros. Nos pasa a veces, que lo que anhelamos, en realidad ya lo tenemos. Es el misterio del Pedid y se os dará: cuando pedimos que el Señor nos aumente la fe, ya está cumplido porque lo pedimos por la fe; que nos aumente las fuerzas, ya somos más fuertes porque nos reconocemos débiles y Él viene en nuestra ayuda; cuando pedimos perdón, ya estamos reconciliados; cuando en la comunión pedimos que nos una, ya estamos comiendo el Pan de vida que nos hace uno. Señor, haz que en la espera sepamos descubrir la promesa ya cumplida, el don de la redención. Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
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1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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