EVANGELIO
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos». Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. COMENTARIO
Querida Hermanas: Jesús, el maestro, aunque sabe que después de su resurrección y la efusión de pentecostés, la vocación de los suyos se realizará plenamente, les introduce como en una especie de aprendizaje ante la gran responsabilidad que les espera. El maestro, Jesús, es todo Amor y con este gesto de convocarles a su colaboración manifiesta un aspecto de su Amor: No desdeña la ayuda que otros hombres pueden dar a su obra. El poderoso y omnipotente, así forja la primera comunidad. Conoce los límites de sus apóstoles, sus debilidades, pero no los desprecia, sino que los envía y es claro en sus instrucciones. Jesús les encarga qué deben llevar y que no es necesario llevar. Con esta indicación de desprendimiento podemos renovar nuestra llamada a vivir en pobreza, en castidad y en obediencia a Él desde nuestra consagración. “No llevéis dinero suelto en la faja” “No llevéis pan” “No llevéis alforja” “ No llevéis una túnica de repuesto”. Pero para este camino de anuncio a la conversión les encargó que llevarán: Un bastón, unas sandalias y solo una túnica. El bastón: Para el peregrino es un apoyo ante la inseguridad del camino, ante el cansancio de la cuesta arriba, o ante el temor de resbalar y caer. El peso del peregrino, el peso de la vida se apoya en este cayado…¿Qué es para ti este cayado? .., ¿Su Palabra, su voz, su carne en la eucaristía, su presencia fiel? Las sandalias: Son el calzado mínimo para cubrir nuestras pisadas. Ante un mundo que exige el éxito y la fama porque nuestra vida tiene que dejar huella: “Yo lo hice”, “Yo lo sé”, “Yo lo descubrí”. Jesús, indica a a primera comunidad que deben hablar en su nombre y predicar el Reino de Dios, sin preocuparse de tener éxito. El éxito se lo dejan a Dios. Aunque sean rechazados y deban irse a otro lugar. El éxito, se lo dejan a Dios. Benedicto XVI explica así, que el gesto de sacudir el polvo de los pies es signo que expresa desprendimiento en dos sentidos: desprendimiento moral —como decir: el anuncio os ha sido hecho, vosotros sois quienes lo rechazáis— y desprendimiento material —no hemos querido y nada queremos para nosotros (cf. Mc 6, 11). Las sandalias, ahora en verano, nos pueden ayudar a recordar que hay un polvo que hay que sacudir con la libertad de haber escuchado la indicación clara del Maestro: “Os haré libres”, nos ha dicho y así, lo ha cumplido. Pero también que nuestras pisadas cojan polvo que se impregna en la piel, polvo con el que tenemos que convivir “Polvo eres y en polvo te convertirás” son parte de la humanidad herida que debe acompañar al apóstol, al enviado, que es la suya propia y la de sus hermanos. Y estar en contacto con ella le hace un anunciador más humilde. Les encargó también llevar una sola túnica, la puesta, no otra de recambio. ¡Cuántas veces, queridas hermanas,hemos editado en la parábola del Hijo pródigo qué significa la nueva túnica, las vestiduras limpias, porque el Hijo ha vuelto a casa del Padre y ahora es Hijo de la luz, Hijo del día, Hijo del Amor. ¡Qué alegría contemplar así a los apóstoles, a aquellos que convivieron con Jesús, ellos son los llamados, los que eligió y predestinó y desde el principio ya fueron renovados con la túnica nupcial, ya son Hijos en el Hijo y por ello, no necesitan túnica de repuesto, ni siquiera ante la persecución, ante el despojo, porque ellos están cimentados en a roca del Amor de Cristo. Pongamos nuestro corazón ante Jesús, para que renueve en nosotros el deseo de ser enviadas por Él, despojadas de aquello que no es necesario. Que el Espíritu Santo nos conceda a la Iglesia una misión apostólica sin éxitos, sin garantías en nosotros mismos sino Sólo en Dios porque es verdad, nos ha llamado, nos ha convocado y le hemos seguido porque hemos experimentado una vez, con mucha fuerza en nuestro corazón que Solo Dios basta. (Inspirado en una Homilía de Benedicto XVI, papa, 15-07-2012) Los comentarios están cerrados.
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