...mesa redonda e infinita del mundo, el Pan de la comunión, donde todos seamos hermanos... EVANGELIO
El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?» Él envió a dos discípulos, diciéndoles: «ld a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí» Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua. Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo.» Después, tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios». Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos. COMENTARIO
Hay un misterio que me habita que no acierto a comprender y aún menos sé explicar, en el que cuanto más me adentro tanto más soy movida a elevar mi oración al Padre, pues me reconozco hija amada, hija en el Hijo, habitada y sostenida por el Espíritu. Oh Dios, que viniste del cielo a la tierra asumiendo el barro de nuestra existencia en tu Hijo Jesús y te hiciste peregrino en nuestra historia en la temporalidad de la carne y los límites de nuestra humanidad, no dejes de multiplicar el Pan de tu presencia real entre nosotros, cada vez que se celebre tu eucaristía y seamos enviados al mundo entero para dar a conocer tu Nombre. Haznos reconocerte siempre en la sencillez de una mesa compartida, en cada etapa del camino, en ese encuentro de “tú a tú” en lo íntimo del corazón, que nos revela nuestra verdad más profunda; en la invitación a propagar este incendio de Amor desde la llama encendida dentro, al escuchar tu Palabra; en el deseo de compartir el Pan partido con la mano extendida siempre al hermano, repartiendo a los pobres lo que Tú nos das para ser atraídos todos juntos hacia Ti. La vida de Dios Uno y Trino ha irrumpido en nuestra vida haciéndose Pan para el camino. Hoy celebramos tu Cuerpo entregado, tu Sangre derramada, vida abundante para todos brotando de la cruz y manando como un solo torrente medicinal, reparador de brechas, memorial de una promesa, que inunda toda la creación. Eres presencia viva y cierta, prenda de una alianza nueva con la humanidad, que nos repite sin cansarse: “Yo estaré con vosotros todos los días”. ¡Presencia visible a nuestros ojos, tan cercana! ¡Tangible a nuestras manos hasta sentir hambre de Ti! Has entrado en nuestra vida y nuestra historia para siempre como el alimento que necesitamos para vivir en Ti y para Ti. Mientras dure nuestro hoy, ¡no nos dejes!, que no nos falte tu Pan, presencia vulnerada o ignorada, dada en libertad para ser comida o tirada. Hazte siempre Pan para el mundo en la mesa de los pobres, a la que solo es posible acercarse con fe y humildad. Y que tus migajas alimenten a todos, aunque haya quien confiese no tener hambre de Ti. Misterio de amor adorado, custodiado en el vientre de una Virgen, revelado en la inocencia de la fe, encarnado en la humildad del servicio, entregado en el altar de la vida hecha eucaristía, acción de gracias. Pan del perdón y la misericordia que solo busca atraer a quienes caminan sin rumbo y a quienes saben el destino, para ser uno. Pan partido, ¡que a nadie le falte en nuestra tierra ya! Haznos volver a esta mesa donde la justicia y la paz se encuentran, donde el amor y la verdad se abrazan. Quiero levantarme cada día temprano y edificar un altar en mi interior para Ti y así ser ofrenda para el mundo. Alzar la copa de la salvación y alabarte siempre. Quiero ser aquel que lleva su cántaro de agua para que Tú lo conviertas en el vino de la alegría, la que nace de tu presencia y, con él Tú nos ofrezcas a tu mesa, la mesa redonda e infinita del mundo, el Pan de la comunión, donde todos seamos hermanos; el Pan de la unidad y seamos atraídos de todos los puntos cardinales hacia la casa donde Tú moras con el Espíritu Santo, ungüento consolador, vino de la pascua celeste, en el lugar de tu gozoso descanso, en el seno de la Trinidad, que abrazará en un día sin ocaso a toda la humanidad, sin excluir a nadie de la eterna cena de tu hogar, la Iglesia del cielo que anhelamos alcanzar. Amén. Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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