¡Vivimos en la plenitud de la revelación! Todo ha sido creado y realizado para este momento. La creación del universo, la aparición de la vida en la tierra, la creación del ser humano a imagen y semejanza de Dios, la llamada a Abraham a salir de Ur de los Caldeos, la liberación de los israelitas de Egipto, la entrega de la ley en el Monte Sinaí, la conquista de la tierra prometida, la vocación y misión de cada uno de los profetas y de los reyes en Israel, el destierro a Babilonia y la fatigosa vuelta del Resto… todo estaba destinado a esta gracia de la comunión de Dios con el hombre.
La creación de María, la encarnación del Hijo, su vida oculta y su pública, la entrega en la cruz y su resurrección estaban orientados hacia Pentecostés, donde, por fin, la carne se haría portadora del Espíritu y Dios y el hombre se harían uno huésped del otro. La intimidad de lo humano ha sido visitada por Dios en Cristo y la intimidad de Dios ha sido abierta, de par en par, para que todo hombre pueda entrar en ella, ser amigo de Dios, por Cristo. Al revelarse Dios como Trinidad se han roto todos nuestros esquemas, quedan anulados nuestros miedos más oscuros, las precomprensiones negativas sobre Dios como Principio de poder, dominación, fuerza, sometimiento... Dios se ha dado a conocer como relación, Dios es amor, amor en acto: Fuente de amor, recepción de este amor, fecundidad del amor, desde y para siempre, sin principio ni fin. Dios no puede más que darnos su Amor. Dios no puede hacer otra cosa que amar. Dios es Trinidad. La dimensión amorosa, relacional de Dios es el corazón del mensaje de las lecturas bíblicas de este domingo en el que celebramos el misterio de Dios que es Trinidad de Personas. Ahora bien, en las lecturas no se habla tanto de Dios Trinidad en sí, como Dios si fuera un misterio que se muestra para ser contemplado desde fuera. Se nos dice que Dios Trinidad quiere hacernos partícipes a nosotros, a los hombres —¡a ti!— de su vida de amor y relación. Jesús dice en el Evangelio: “El Espíritu me glorificará porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará” Jn 16,14-15. Lo que es del Padre, del Hijo y del Espíritu pasa a nosotros, es también nuestro. A partir de ahora, tenemos parte en esta relación trinitaria. En la Trinidad lo que es de uno es de los demás, porque las relaciones entre ellos se despliegan en un movimiento eterno de amor, de donación total de Uno hacia el Otro y los Tres quieren hacernos partícipes a nosotros, los hombres, de este mismo movimiento de donación que hay entre ellos. De hecho, se dice también en la carta a los Romanos que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” Rm 5, 5. La Trinidad no está cerrada en sí misma. Dios, justamente porque es relación, quiere comunicarse con nosotros, darse a nosotros, abrir su Trinidad de personas a cada persona humana. ¡Hay sitio en Dios para ti y desde toda la eternidad te está esperando! Esta buena noticia, que es la plenitud de la revelación y de la redención, estaba en el corazón de Dios desde siempre esperando ser anunciada, escuchada, recibida y cumplida. Esto es lo que se nos quiere decir con la primera lectura de este domingo del libro de los Proverbios (8, 22-31) al hablar de la Sabiduría. Ella, la Sabiduría, es el proyecto eterno de Dios Trinidad sobre el universo, es el proyecto de comunión con Él que se ha cumplido a través del Hijo, porque todo ha sido creado por el Hijo y para el Hijo. De aquí que los Padres de la Iglesia vinculen siempre la Sabiduría con el Hijo, Sabiduría increada, y también con el universo en su estado definitivo y último, la Sabiduría creada, la Esposa del Hijo. En la preciosa frase con la que termina la lectura de proverbios, y que os dejo como rumia para la semana, se describe bien este proyecto eterno de comunión de Dios con la humanidad en Cristo: “Mi delicia está con los hijos de los hombres”. Este es el deseo de la Trinidad que a través del Hijo se ha realizado: Dios amor quiere estar contigo, quiere que tú estés con ellos. Los Tres, el Padre, el Hijo y el Espíritu te esperan desde toda la eternidad para que te sientes en la mesa del Reino con Ellos, a su lado, como su esposa. Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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