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IV Domingo de Pascua

25/4/2021

 
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Juan 10,11-18

​Comentado por una hermana
EVANGELIO
En aquel tiempo dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»
COMENTARIO
IV Domingo de Pascua. Domingo del Buen Pastor.

El cuarto domingo de Pascua es conocido como el “domingo del Buen Pastor”. El evangelio de este día contiene, en todos los ciclos litúrgicos, alguna parte del pasaje de Juan 10,1-30, donde se nos habla de la imagen del pastor y las ovejas.
Es posible que, para nosotros, hoy en el S. XXI, hombres y mujeres que fundamentalmente nos hemos desarrollado y crecido en ambientes urbanos, la imagen del Pastor nos resulte icónica, en cuanto que habla de Jesús y así nos la han mostrado, pero sin muchas más referencias. Sin embargo, esta imagen, en la tradición bíblica tiene un largo recorrido. En el antiguo Oriente los reyes solían designarse a sí mismos como pastores de sus pueblos. En el Antiguo Testamento Moisés y David, antes de ser llamados a convertirse en jefes y pastores del pueblo de Dios, habían sido efectivamente pastores de rebaños. En las pruebas del tiempo del exilio, ante el fracaso de los pastores de Israel, es decir, de los líderes políticos y religiosos, Ezequiel había trazado la imagen de Dios mismo como Pastor de su pueblo. Dios dice a través del profeta:  "Como un pastor vela por su rebaño (...), así velaré yo por mis ovejas. Las reuniré de todos los lugares donde se habían dispersado en día de nubes y brumas" (Ez 34, 12).
En este contexto conocido por los oyentes de Jesús, Él se define a sí mismo como buen Pastor, como un Dios que en su propia identidad porta el cuidado por su criatura.  Y este cuidado, ¿qué significa en el fragmento que hoy se ha proclamado? Hay dos afirmaciones que nos ayudan a comprender mejor la hondura de esta figura:
  1. Un cuidado radical: dar la vida
No podemos pasar por alto que este evangelio se proclama en el tiempo de Pascua. Este cuidado radical de Jesús, le ha llevado a dar la vida. Y esto no es una idea sino que se ha llamado misterio de la cruz. El cuidado en el cristianismo se llama salvación. Jesús no ha venido a cuidar de un modo superfluo. Su cuidado sobre nuestra condición no es un barniz que abrillanta o endurece sino que su cuidado es radical. Él ha bajado a nuestros abismos para devolvernos el pulso, la vida que habíamos perdido. Su cura, su cuidado es generador de vida a costa de la pérdida de la suya propia. Mirar a Jesús como Buen Pastor es mirar a Alguien que me ha amado, cuidado, salvado… dándome de lo suyo propio. 
  1. Un cuidado desde lo profundo: yo las conozco y ellas me conocen
En segundo lugar, no podemos obviar que el cuidado de Jesús no brota de un patrón aplicado sino de un conocimiento profundo. En la Escritura, conocer a Dios es vivir en una relación de intimidad con él. Cuando la Escritura dice que Él nos conoce, no hay una referencia a un conocimiento superficial y externo, sino que el hecho de que nos conozca implica una relación personalísima con cada uno de nosotros. Esto nos lleva a una profunda confianza. Él nos conoce, nos ama, nos custodia y esto nos hace vivir en gran libertad. Sabemos muy bien por nuestra experiencia humana que solo puede amarnos de verdad aquél que nos conoce y comprende nuestros entresijos. A la vez, sabemos que solo puede conocernos el que nos ama. El que ama ve más allá de lo que se ve. Comprende, asume, abraza. Decir, por tanto, que Jesús es el Buen Pastor, es decir que somos cuidados desde un amor y conocimiento profundo. Es afirmar que la relación con Él es la que consolida nuestra vida.
No podemos, por último, olvidar que en griego hay una misma palabra para expresar “bello” y “bueno”, por eso, Jesús es el Buen Pastor y Jesús es el Pastor Bello. Es portador de una belleza que nosotros nunca elegiríamos porque es una belleza herida. Su belleza tiene que ver con la asunción de nuestras fragilidades.
En nuestra iconografía cristiana encontramos la figura del pastor que lleva una oveja sobre sus hombros. Quizá esta imagen, idílica por una parte, fue la que convenció a los primeros cristianos que ya quisieron, en sus primeras representaciones, plasmarla.
Hace unos meses tuve la oportunidad de visitar las Catacumbas de Priscila en Roma y me impactó la explicación del guía que nos hizo detenernos en un detalle impresionante. El Pastor, Jesús, lleva sobre los hombros una cabra, no una oveja, haciendo eco del pasaje de Mt 25.
Este es el Dios cristiano. Él es el que irradia la belleza y la bondad de cargar sobre sí lo que está destinado a la condena, a la pérdida, a lo fracasado. La belleza y la bondad no son un detalle de su identidad sino que son la fuente de la que brota su misión, son la luz en la que todos, también los pobres y pecadores, podemos encontrar un espacio de sentido.
En este tiempo de Pascua, estamos llamados a mirar a Jesús que carga sobre sí a los desgraciados de este mundo, a los pobres, a los heridos de muerte, a los frágiles e indignos. La belleza que se hace presente en este Pastor, la potencia que nos atrae tiene que ver con la ruptura de lo esperado, con el abrazo de lo innecesario, con el amor que da vida, asume, carga y espera.

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    Mateo


    1, 18-24
    ​1, 29-39
    3, 1-12
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    ​4, 1-11
    4, 12-23
    5, 1-12a
    ​5, 13-16
    5, 38-48

    9, 36—10, 8
    10, 26-33

    11, 2-11
    11, 25-30
    ​
    13, 1-23

    13, 24-43
    ​
    ​13, 44-52
    14, 22-33
    15, 21-28

    ​17, 1-9
    17, 1-9
    18, 15-20
    18, 21-35
    21, 33-43
    22, 1-14
    ​22, 15-21
    24, 37-44
    25, 1-13

    Mt 25, 14-15. 19-21
    ​
    ​25, 31-46​
    27, 11-54

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    Marcos


    1, 1-8
    1, 12-15
    ,1, 14-20
    1, 21-28
    1, 29-39
    ​
    ​1, 40-45
    ​
    4, 26-34
    5, 21-43
    6, 1-6
    6, 7-13
    6, 30-34

    7, 1-8a.14-15. 21-23
    8, 27-35
    9, 2-10
    9, 30-37
    12, 28-34
    12, 38-44

    13, 24-32
    ​13, 33-37

    14, 1-15,47
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    Lucas

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    2, 16-21

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    5, 1-11
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