En este tercer domingo de Pascua el ábside de nuestro iglesia, bautizada con el nombre de Iglesia de la Reconciliación, vemos a Jesucristo, vestido de gloria, que muestra su mano llagada.... con el saludo pascual por excelencia: ¡Shalom!
V. 37 aterrorizados y llenos de miedo... Los discípulos se reencuentran. ¿Quién puede mostrarse orgulloso después de haber huido? Así mismo nosotras... Sentimos a veces tanta vergüenza por haber fallado, por lastimar a quien más queríamos, le hemos dañado,...y hasta a nosotros mismos nos defraudamos. Cuántas veces con la familia o los amigos más queridos levantamos una barrera invisible pero infranqueable por malos entendidos que nunca se llegan a aclarar porque no nos oímos, no nos acogemos de verdad y todos quisimos llevar la razón. La tribu amenazada, el miedo, la inseguridad, el corazón helado...y en medio de todo esto Él irrumpe lleno de luz: ¡Shalom! ¡Paz a vosotros! Este es el saludo del resucitado. El saludo del que conoce verdaderamente cada corazón. v. 38 Él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? (...) ¡Palpadme! De nuevo es un domingo de la misericordia porque este es el saludo misericordioso e inesperado de Jesús a los suyos. Palpadme, no tengáis miedo. Comed de balde, no vengo a cobrarme la sangre derramada. v. 41 «¿Tenéis ahí algo que comer?» Cristo ha sido presencia real entre los discípulos, y se hace presente en un entorno de ágape eucarístico. Le dan un pez asado. “pez” que en griego antiguo contenía el acrónimo: ΙΧΘΥΣ(Ἰησοῦς Χριστὸς Θεοῦ Υἱὸς Σωτήρ "Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”) Lucas nos está diciendo que en la eucaristía somos invitados a la mesa del cielo donde Cristo es nuestra verdadera comida. Su carne y su sangre. v. 46 «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, La Palabra viva proclamada, Nos está explicando las escrituras y abriendo el entendimiento...nuestro corazón se alimenta de esta palabra y crecemos en ella. La Palabra viva que salva eternamente. Cristo abre el entendimiento y entonces sí, nos da una misión. V.47 y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. la conversión, la “metanoia”, el cambio de mentalidad. No cambiar un defecto, un vicio moral, arreglar o enderezar un poco mi camino...Sino otro distinto, el cambio “radical” de dirección, de mentalidad. Cristo mi cabeza, Cristo mi raíz, Cristo mi origen. Partimos del nacimiento nuevo, de nacer del bautismo del costado de Cristo. Vivir como hijo De Dios. Pasar a la alegria que nadie puede quitar. Y el perdón de los pecados la iglesia lo canta en el Benedictus cada mañana mientras el sol se levanta. “Anunciando a tu pueblo la salvación: el perdón de los pecados” la experiencia del pecado nos llevó a probar la mordedura de la muerte, y el miedo nos hizo vivir como esclavos de la muerte (Hbr 2, 15) He aquí la justicia De Dios: nuestra cuenta ha sido pagada. Y miramos el rostro dulce de nuestro juez en el ábside de la Iglesia que muestra su palma derecha con el sello, la impronta, el “tatuaje en su brazo” la mano extendida con la garantía de su amor. El rollo desplegado de cada una de nuestras vidas como un pergamino, la vida del hombre ante Él “ ¡Oh, incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo, entregaste al hijo!* “ canta el pregón pascual. La cuenta está en blanco, pagadas nuestras deudas “mira, hago nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5) porque esto es nacer de nuevo, de lo alto, y cantar el cántico nuevo, la alabanza de su gloria. V. 47 Vosotros sois testigos de esto. Pecado en griego antiguo es “hamartiria”, errar el blanco, equivocarse. Dejar, pues, este camino de error y pasar a proclamar con alegría lo que ha hecho con nosotras. Pasar de una vida de error “hamartiria” a ser “martiria”: “testigo” ¿De qué hemos sido testigo? Del perdón sobre nuestra vida. Un perdón garantizado. La experiencia del encuentro con el RESUCITADO que nos ha desbordado y nos cambia el camino. Quien prueba su gracia, tiene la impronta para siempre, y DE EUCARISTÍA EN EUCARISTÍA, nos nutrimos hasta que él vuelva. ¿Quién nos separará de su Amor si Él ha sido la víctima y el abogado defensor de nuestra historia? Solo a Él se le dio el poder de juzgar a la tierra porque solo él puede juzgar con misericordia, al que ocupó mi lugar en la cruz. Y a ninguna de nosotras se nos ha dado poder para juzgar al prójimo sino el poder de excusar en nuestro corazón al hermano. Entonces sí podremos cantar el cántico nuevo, sintonizar con el canto eterno de los ángeles y Los Santos del cielo, invitados a su mesa, donde palpar el cuerpo, comer su carne, y desde donde se nos envía a la misión...Anunciar a todas las gentes, que su vida ha sido rescatada. Esta es la Buena Nueva que produce el cambio del mundo. No para volver a la vieja normalidad, sino a la “extraordinariedad” de la vida salvada por Cristo nuestro Señor. Pedir el Espíritu Santo cada día, revestirnos de Cristo, soltar nuestro hombre viejo, nuestro planes y experimentar el cielo en la tierra, tus umbrales...y convocar a los hombres, nuestros hermanos, para poder juntos cantar la alabanza de su gloria. Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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