evangelio
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «¿Entonces, qué debemos hacer?». Él contestaba: «El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?». Él les contestó: «No exijáis más de lo establecido». Unos soldados igualmente le preguntaban: «Y nosotros ¿qué debemos hacer?». Él les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga». Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga». Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio. “El que viene os bautizará con Espíritu Santo y fuego”
Queridas hermanas: Estamos en la mitad del camino hacia la celebración de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo. En este tercer Domingo de Adviento el evangelio de Lucas nos sumerge a la predicación de San Juan el Bautista en la comarca del Jordán. Juan, la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, suscita con sus palabras y su testimonio el deseo de conversión de aquellos que se acercaban a escucharle porque su exhortación era clara y sin titubeos: “Dad el fruto que pide la Conversión” Ante esta exhortación tres grupos de personas: la gente, los publicanos y los soldados., menciona el evangelista, hacen la misma pregunta a Juan: “¿Y qué debemos hacer?, ¿Qué debemos hacer nosotros? La respuesta de Juan es clara: A la gente le dice: “El que tenga dos túnicas que comparta con el que no tiene, el que tenga comida, haga lo mismo.”; a los publicanos que vinieron a bautizarse les responde que no exijan más de lo establecido; y a los soldados que se contenten con la paga, que no se aprovechen de nadie con falsas denuncias. En resumen, podríamos mencionar que Juan les pedía una vida: Honrada, sobria y religiosa. Una vida humanamente buena, ordenada, compasiva, leal, fiel. De esta manera iba allanando el camino al Mesías, proclamando que los frutos que pide la conversión son frutos muy visibles en la vida cotidiana, son frutos totalmente unidos a nuestro día a día; por eso a los soldados, por ejemplo, no les da un mensaje extraordinario, sino que les conduce al servicio evangélico: “Siervos inútiles somos, hemos hecho lo que teníamos que hacer” es decir: Soldado, trabaja , no extorsiones, respeta la libertad, deja el autoritarismo…Haz lo que tienes que hacer sin dejar espacio al mal. Podríamos preguntarnos por nuestros propios frutos de conversión. ¿Cuáles son esos frutos de conversión en tu vida? ¿Por qué eres incapaz de engendrarlos? o ¿ Por qué has sido capaz de alumbrarlos a la vida de los hombres? Y además, lo más importante, rescatar la actitud de la gente, los publicanos y los soldados ante la predicación de Juan, rescatar esta pregunta, para que también sea la tuya ¿Y nosotros, qué debemos hacer? ¿Y yo, qué debo hacer? El tiempo apremia, la Navidad está cerca, Jesús está a la puerta y llama, y te llama. No permitas que sea una gracia caída en saco roto, “Dad los frutos que pide la conversión” Dice Juan: Dad, dad, dad esos frutos. ¿Y nosotros qué debemos hacer? El evangelista dice que todos se preguntaban en su interior sobre Juan, sino sería el Mesías. Ante un profeta que pone la verdad por delante, surge el asombro; y desde el fondo del corazón, el reconocimiento de una fuerza que viene de lo alto y que hace arder de amor para propagar el incendio. Porque la verdad encontrada no se puede callar, no se puede ocultar:” Nadie enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín.” Juan podría ver seguramente cómo esta llama de fuego se encendía en su corazón y se propagaba en el corazón de los que se querían convertir al Dios de su predicación. Con inmensa humildad decía: “Yo os bautizo con agua, pero el que viene es más fuerte que yo” Y añade que el bautismo que recibiremos será con Espíritu Santo y fuego. El que viene, trae también fuego. En este tiempo de frío, cómo agradecemos estar cerca del fuego, del calor.., este nos deja hasta un pozo de alivio y alegría. ¡La alegría del fuego, del calor, del arder de amor y la paz, que en este domingo de Gaudete también celebramos. Hermanas: El Señor está cerca, y su paz custodiará nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús; son las palabras de Pablo a los Filipenses: Estád siempre alegres en el Señor. porque Él está en medio de nosotros, Él está en este momento de oración con nosotros y entre nosotros y quiere encender en nuestros corazones la llama de su amor. Este El Espíritu y la esposa dicen: ¡ Ven, Maranathá! No tardes más, ven pronto! Por eso, “No temas Hija de Sión, que tu Rey está aquí en medio de Ti”; es posible la conversión, es posible tu conversión. “Tú verás su rostro y se alegrará tú corazón!” Déjate sellar por este fuego de la alegría en Dios! Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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