En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían. Después que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a predicar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio». Se da una profunda conexión entre el Bautismo de Jesús y el pasaje de Marcos que leemos este Domingo. Jesús acaba de ser bautizado por Juan en el Jordán y el Espíritu ha descendido sobre Él. Como uno de tantos se ha puesto en la fila de los pecadores iniciando así su vida pública. Jesús entra en el “sepulcro líquido” como muestran algunas iconografías, y desciende al infierno de la existencia humana; en su significado más pleno acepta la muerte por los pecados de la
humanidad. Por primera vez la voz del Padre se hace oír claramente expresando una verdad rotunda: “Tú eres mi Hijo Amado. En Ti me complazco”. Y paradójicamente junto a este amor expresado de modo radical, Su voluntad le pide llevar a cabo una misión que le provoca fuerte lucha interior. Leemos que “el Espíritu empujó a Jesús al desierto”. El relato esconde resonancias bíblicas del Antiguo Testamento. Nos remonta a Adán y la aceptación del drama humano. El Edén es lo opuesto al desierto. Pero, el lugar inhóspito , se convierte simbólicamente en lugar de reconciliación y salvación. El texto señala: “Vivía con las fieras salvajes” y ya Isaías había anunciado para los tiempos del Mesías: “habitará el lobo con el cordero … “ Se restablecerá la armonía entre Dios, el ser humano y la Creación. El nº 40 tiene mucha carga simbólica. Cuarenta años pasó el pueblo de Israel en el desierto, 40 días esperó Moisés en el Monte Sinaí antes de recibir las Tablas de la Alianza. En el desierto, el pueblo de Israel en su dolorosa precariedad vivió la más íntima cercanía de Dios. Su constante fidelidad, perdón y misericordia fueron la respuesta a la también constante desconfianza, infidelidad, cansancio, incomprensión y queja. Marcos no describe cuáles fueron las tentaciones experimentadas por Jesús pero inevitablemente afloran las que narran Lucas y Mateo. Los 40 días de ayuno abrazan su historia asumida en su drama y en su despojamiento. Jesús sintió hambre y el Maligno le pide convertir las piedras en pan. La respuesta del Hijo de Dios: “No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” ilumina nuestra necesidad. Él es la Palabra encarnada, el Verbo pronunciado por la boca del Padre, Palabra hecha Pan. El Único Pan que da Vida abundante y eterna. Nuestra naturaleza indigente pide y ha de ser remediada en sus carencias pero nunca la preocupación hacia nosotros mismos según la naturaleza puede dejar a Dios en un lugar secundario, apartado, inexistente o ignorado. Podemos creer que el ser humano autónomo e independiente es libre para servirse del mundo y obtener de él lo que su satisfacción insaciable reclama pero terminará venciendo con una sola conquista: el imperio del egocentrismo egoísta y cerrado en el que reina la injusticia y ésta pesa siempre en los hombros de los más débiles. Si eres Hijo de Dios tírate abajo, porque está escrito: “A sus ángeles te encomendará y en sus manos te llevarán , para que no tropiece tu pie en piedra alguna”. Toda la vida de Jesús discurre expuesta a la tentación. El pueblo no cesa de pedir señales, signos extraordinarios que avalen su identidad de Mesías Omnipotente. Hasta en su último respiro tiene que escuchar palabras provocadoras“: Si eres Hijo de Dios bájate de la Cruz” porque desencanta, decepciona , defrauda, un Mesías que por amor extremo al Padre y a la humanidad ha escogido el camino de la humillación, de la impotencia y la kénosis. “Todo esto te daré si te postras y me adoras”. El tentador regala poder, gloria… Busca confundir a Jesús, desestabilizar su condición de Hijo de Dios, dañar su confianza filial. Pero “sólo el Hijo conoce al Padre” y ha venido al mundo para hacer Su Voluntad. Nada ni nadie puede doblegar la decisión de llevar a cabo la obra que el Padre le pide. “Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto”. Retomando a Marcos se nos abre un horizonte traspasado de luz y novedad. Parece que “el cumplimiento del plazo” provoca en Jesús un deseo irrefrenable, una pasión desmedida por llevar el Evangelio, la buena Nueva a Galilea. Con Él nos llega el Reino de Dios. Nuestro deseo de conversión , fe, escucha , disponibilidad interior, exposición a la gracia, apertura de corazón, posibilitarán la “metanoia”que guíe nuestro camino cuaresmal hacia la Pascua. “Hoy esclavos en Egipto, mañana libres en Jerusalén.” Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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