Cuántos, cómo y quiénes se salvan La palabra de Jesús, en este pasaje del evangelio de Lucas, parece iluminadora y al mismo tiempo desconcertante. Durante su último camino hacia Jerusalén, uno le dijo: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”. Y Jesús respondió: “Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán” (Lc 13,23-24). ¿Qué significa esta “puerta estrecha”? ¿Por qué muchos no lograr entrar por ella? La imagen de la puerta se repite varias veces en el Evangelio y se refiere a la de la casa, del hogar doméstico, donde encontramos seguridad, amor, calor. Jesús nos dice que existe una puerta que nos hace entrar en la familia de Dios, en el calor de la casa de Dios, de la comunión con Él. Esta puerta es Jesús (cf.Jn 10,9). Él es la puerta. Él es el paso hacia la salvación. Él conduce al Padre. ¿Se trata tal vez de un paso reservado sólo a algunos elegidos? Todos pueden entrar en la vida, pero para todos, la puerta es “estrecha”. No hay privilegiados. El paso a la vida eterna está abierto a todos, pero es “estrecho” porque es exigente, requiere esfuerzo, empeño, abnegación, mortificación del propio egoísmo. ¿Quién puede realizar ese esfuerzo, empeño…? Quién encontró al amor de su alma, a Jesús como el amor que da sentido y plenitud. Los que han conocido y creído en el amor de Dios. Una vez más, como en los domingos anteriores, el Evangelio nos invita a considerar el futuro que nos espera y al cual nos debemos preparar durante nuestra peregrinación terrena. La salvación, que Jesús obró con su muerte y resurrección, es universal. Él es el único Salvador e invita a todos al banquete de la vida inmortal. Pero con una única e igual condición: la de esforzarse en seguirle e imitarle, cargando, como Él hizo, con la propia cruz y dedicando la vida al servicio de los hermanos. Única y universal, por lo tanto, es esta condición para entrar en la vida eterna. El último día, recuerda Jesús que seremos juzgados según nuestras obras. Los “agentes de iniquidad” serán excluidos, mientras que serán acogidos cuantos hayan realizado el bien, con esfuerzo y con la gracia de Dios. No bastará por lo tanto declararse “amigos” de Jesús, alardear de falsos méritos: “Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas” (Lc 13,26). La verdadera amistad se expresa en la forma de vivir: con la bondad de corazón, la humildad, la mansedumbre y la misericordia, el empeño sincero por la paz y la reconciliación. Si queremos pasar por la puerta estrecha, debemos empeñarnos en ser pequeños, esto es, humildes de corazón como Jesús. Como María, Madre de Jesús y Madre nuestra. Ella recorrió el camino de la cruz, detrás de su Hijo, y fue elevada a la gloria del Cielo, como recordamos hace algunos días. Pidámosle que nos guíe en nuestras elecciones diarias porque como decía el Papa Francisco: “El hoy, es chispa de eternidad. En el “hoy” se juega la vida eterna”. Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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Marzo 2024
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