Evangelio
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». COMENTARIO
El fondo histórico de la celebración es la fiesta semanal judía llamada“shavuot” o fiesta de las semanas, durante la cual se celebra el día 50 de la aparición de Dios en el Monte Sinaí. Por lo tanto, en el día de Pentecostés también se celebra la entrega de la Ley al pueblo de Israel. Pentecostés era una de las tres grandes fiestas judías, y para celebrarlo gran cantidad de judíos subían a Jerusalén para dar gracias a Dios y adorarle en el Templo. A los 50 días de la Pascua, se celebraba la “Fiesta de las semanas”, que en sus orígenes tenía carácter agrícola. Se trataba de la festividad de la recolección, día de regocijo y de acción de gracias, en que se ofrecían las primicias de lo producido por la tierra. Los cristianos, en la Solemnidad de Pentecostés agradecemos la “nueva Ley” que es Cristo mismo y que nos entrega su Espíritu. Sólo el Espíritu puede dar Vida renovando y restaurando el corazón y toda nuestra existencia. De Él nos llegan los dones y frutos que nos hacen posible vivir a imagen del Hijo Único y testimoniarlo en el mundo. Así, lo que recibimos podemos devolverlo de nuestras manos al Padre como hombres nuevos, frágiles, pero recreados en su Aliento de Amor vivificante. Pentecostés destaca como Solemnidad de especial importancia porque realiza lo que Jesús anunció como su misión: ”He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y cuánto desearía que estuviera ya ardiendo” (Lc12, 49). 50 días después de la Resurrección este deseo se cumple de modo evidente en la fiesta judía de Pentecostés. Para la Iglesia es la fiesta por excelencia del Espíritu Santo. Los Hechos de los Apóstoles (Hch 2, 1-11) narran : “Se les aparecieron unas lenguas como de fuego…y se quedaron todos llenos del Espíritu Santo” (Hch 2, 3-4) Este Espíritu es el fuego verdadero que Cristo trajo a la tierra y que se hace mediador del “don de Dios” obtenido para nosotros a través del acto supremo de amor: su muerte en cruz. Y hoy, Dios, quiere seguir dándonos este Fuego que es su propio Hijo Jesús, encarnado, muerto y resucitado. En Pentecostés la Iglesia recibió el Bautismo. Me trae a la memoria lo que ya Juan Bautista anunció: “Yo os bautizo con agua, Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego” (Mt. 3 ,11) El Espíritu de Jesús la hizo su Cuerpo místico para que prolongara su misión en la historia: “Recibid el Espíritu”, dijo el Señor a los apóstoles la tarde de la resurrección con un gesto elocuente: “Sopló sobre ellos” (Jn, 20-22) ¿Qué nos dice hoy a nosotros este día? Lucas describe que estaban reunidos en un mismo lugar. Este lugar era el “Cenáculo”, la sala grande en el piso superior en el que habían celebrado con Jesús la Última Cena. Esta sala se convierte en la sede de la Iglesia naciente. Allí los apóstoles oyeron de sus labios los deseos más íntimos: Amaos, sed uno como el Padre en Mí y yo en Él, que mi alegría esté en vosotros… Hay una intencionalidad que va más allá del lugar físico. “Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo Espíritu”. El Espíritu vino ayer, vendrá hoy y siempre donde haya comunidad; la condición de posibilidad para que venga es que haya concordia y la concordia nace de la oración. La experiencia de Babel será destruida si nuestros corazones se unen para suplicar conversión, para pedir que nos invada iluminando nuestra más íntima oscuridad, para gemir que sin Él nada podemos y mucho menos amar. Con Él la concordia llegará a ser comunión en el seno trinitario. Lucas nos presenta con dos imágenes cómo es el Espíritu y lo que hizo y hace en nosotros. “La tempestad” y el “fuego”. Ambos eran en el Antiguo Testamento signos del poder divino y de la grandeza de Dios. El “viento impetuoso” que irrumpió en el “Cenáculo” descerrajando puertas y abriendo ventanas nos quiere sanear hoy aireando y vivificando nuestras muertes y podredumbres. Sacude nuestras cobardías para que nos embarquemos en la nave que sólo puede avanzar a impulsos del Soplo del Espíritu en una travesía sin retorno. Nos remueve, nos arranca de nuestro infértil suelo como descuajó los “cedros del “Líbano” Nos zarandea como zarandeó a aquellos hombres encerrados en sí mismos por el miedo y la amenaza. Sostenidos por la Mano del Fuerte no pudieron hacer otra labor que anunciarle y testimoniarle hasta la muerte. La imagen del “fuego” deja ver que Lucas tiene en su mente el libro del Éxodo (Ex19, 16-19) y el Deuteronomio (Dt10, 12.36) A mí la “Zarza ardiente” de Moisés que nunca se consumía me sugiere que el Fuego de Dios quiere consagrarnos en Él eternamente, la Columna de Fuego que acompañaba al pueblo de Israel día tras día me habla de su Omnipotencia de Amor hacia nosotras. Que es consuelo y compañía, luz y calor en la noche, fiel permanencia en cada una. No puedo terminar sin nombrar a María, Esposa del Espíritu Santo. La “habitada” por entero de Él, la que hizo de su existencia escucha atenta y silenciosa, acogida y disponibilidad plenas. A Ella, Madre de la Iglesia, le pedimos su intercesión y fiel compañía. Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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