El Evangelio de Marcos continúa la narración del inicio de la actividad pública de Jesús en Cafarnaún. Lo describe como un único día en que primero Jesús enseña en la sinagoga y expulsa el espíritu inmundo de un hombre allí presente (que fue el evangelio del domingo pasado), y al salir, se dirige a la casa de Simón y Andrés. Es el primer día de Jesús, que es llamado “el Día único”, el Sol que nos visita desde lo alto; que no conoce ocaso; que “sale como el esposo de su alcoba a recorrer su camino”; y es el que “sana los corazones destrozados” y “venda sus heridas” como rezamos en el salmo responsorial (Sal 146). Jesús sana. En la sinagoga expulsa el demonio para sanar la relación del hombre con Dios, con la Palabra que pronuncia con autoridad y con el gesto que realiza. Evangeliza, “no tiene más remedio”, como Pablo que recibirá su misma misión y lo describe como impulso irresistible en la Carta a los Corintios, que leemos como segunda lectura hoy. “Por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes” (1Cor 9,23). Jesús evangeliza, también saliendo de la sinagoga. No solo la casa de Dios es lugar de evangelización, sino todas las casas, pueblos, ciudades… Jesús se dirige a la casa de Simón y Andrés. Y sana. Sana a la suegra de Simón Pedro, trae la sanación a nuestras relaciones primordiales, las más cercanas , las familiares. La suegra de Pedro está con fiebre. Está en cama. Postrada, como Job, en la primera lectura, que no pude con tanto sufrimiento. Se le hace eterna la noche, se encuentra sin fuerzas, falto de esperanza (Job 7,6). Tocado por Jesús, la suegra se sana. La enferma que estuvo obligada a ser servida por otros, está curada y puede volver a servir. Tocado por Jesús, su enfermedad se transforma en servicio; así como los obstáculos - llevados ante Jesús - se vuelven oración; las dificultades se convierten en posibilidad de ofrenda. Hay una bella poesía sobre el servicio del poeta Rabindranath Tagore. Se titula “Dormía y soñaba”. Dice así: Yo dormía y soñaba que la vida era alegría. Desperté, y vi que la vida era servicio. Serví, y vi que el servicio era alegría. El primer día de Jesús no concluye, no tiene ocaso. La narración continúa con la madrugada en que Jesús sale a orar, a solas, para prepararse a “ir a otra parte”. Su misión de evangelizar acaba de empezar porque “para eso ha salido”. Señor, tócanos, levántanos, para que volvamos a servir. Danos la alegría del servicio. Haznos salir de nosotras mismas, impúlsanos a evangelizar más allá de tu casa, en las casas, en las ciudades…ir a otra parte. Lecturas:
Job 7,1-4. 6-7 Sal 146 1Cor 9,16-19. 22-23 Mc 1,29-39 Los comentarios están cerrados.
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TodosMateo1, 18-24 1, 29-39 3, 1-12 3, 13-17 4, 1-11 4, 12-23 5, 1-12a 5, 13-16 5, 38-48 9, 36—10, 8 10, 26-33 11, 2-11 11, 25-30 13, 1-23 13, 24-43 13, 44-52 14, 22-33 15, 21-28 17, 1-9 17, 1-9 18, 15-20 18, 21-35 21, 33-43 22, 1-14 22, 15-21 24, 37-44 25, 1-13 Mt 25, 14-15. 19-21 25, 31-46 27, 11-54 28, 16-20 Marcos
Lucas1,1-4; 4,14-21
1, 26-38 1, 39-56 2, 13-21 2, 16-21 3, 1-6 3, 15-16. 21-22 4, 1-13 4, 21-30 5, 1-11 6, 17. 20-26 6, 27-38 6, 39-45 9, 11b-17 10, 38-42 10, 25-37 11, 1-13 12, 13-21 12, 32-48 12, 49-53 13, 22-30 14, 25-33 15, 1-10 16, 10-13 16-19-31 17, 5-10 17, 11-19 18, 1-8 18, 9-14 19, 1-10 20, 27-38 21, 25-28.34-36 24, 35-48 24, 46-53 Juan
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Marzo 2024
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