«Esperanza para la Tierra. Esperanza para la Humanidad» es el lema con el que este año se celebra, del 21 al 28 de mayo, el aniversario de la publicación de la encíclica del Papa Francisco «Laudato Si».
Este documento del Papa invita a una conversión ecológica que promueva cambios en los modos de vida y de consumo, que sean más respetuosos con el medio ambiente y con todas las personas. La Semana Laudato Si es uno de los grandes eventos globales propuestos por el Vaticano a través del Movimiento Laudato Si’ para promover un mayor compromiso con «la casa común». El otro evento es el Tiempo de la Creación que se llevará a cabo del 1 de septiembre al 4 de octubre, con el lema: «Que la justicia y la paz fluyan». Desde el primero de septiembre, Jornada Mundial de Oración, habrá iniciativas ecuménicas de oración y acción por el bien de nuestra casa común, seguido del Mensaje del Papa Francisco. El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ofrece herramientas a la Iglesia para participar en manera sinodal: La encíclica Laudato Si’, que después de ocho años sigue siendo muy actual, y el dicasterio aconseja que se puede leer en comunidad; el folleto la guía «nuestra Casa Común», una publicación a la luz de la encíclica donde se informa, sensibiliza y se ofrecen consejos prácticos sobre el cuidado de la creación; la película «La carta» ,con la participación del Papa Francisco, una oportunidad para sensibilizar sobre el cuidado de la creación y que está disponible de forma gratuita; por último la plataforma de iniciativas Laudato Si’, una herramienta clave para ayudar a personas e instituciones a crear «Planes Laudato Si», ya así realizar acciones concretas en su territorio. Queridos amigos,
con motivo de la celebración de la Pascua, como en años anteriores, mañana jueves 25 de mayo, las hermanas del Monasterio de la Conversión, viviremos junto a todos los que queráis compartir este momento con nosotras, un espacio de oración a través de la música. será a 20:15 h. en la parroquia Nuestra Señora del Rosario, situada en Plaza Franciscanos, 3, Madrid. Desde las 18:00 h. de la tarde, podéis encontraros con nosotras allí, ya que pondremos a la venta nuestros productos de Artesanía. A través de la Palabra, la presencia, el canto, la música... deseamos abrir nuestros corazones junto a los vuestros al cielo para entonar la alegría de la Resurrección: ¡Aleluya es nuestro canto! y recibir unidos el don pascual por excelencia: el Espíritu Santo. Os esperamos a todos. Cor Unum in Deum. Queridos amigos, os queremos invitar a vivir junto a nosotras un espacio de oración.
Tendrán lugar mañana, miércoles 17 de mayo en la parroquia Santa María del Pinar de Madrid a las 20:45 h. Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión Queridas familias y amigos,
Continuando con la iniciativa que comenzamos el pasado octubre de El Santo Viaje, os proponemos un día de peregrinación partiendo desde el Monasterio. Tendrá lugar el domingo 30 de abril y está previsto comenzar la pequeña peregrinación pascual a las 9:30. Durante el camino, a medio día, celebraremos la Eucaristía en la montaña, seguido de un espacio de ágape fraterno: la comida. Después algunas hermanas nos introducirán en el tema espiritual de la peregrinación. Y la jornada concluirá con el regreso al monasterio, compartiendo lo vivido durante el día. A las 18.30 la Comunidad tendrá el rezo de vísperas en la iglesia, al que también podréis uniros. Para apuntaros tenéis aquí un link con un pequeño formulario: https://forms.gle/bEGv6jKRr8MCcp5g8 Os esperamos a todos: ¡mayores, jóvenes y niños! Queridos amigos,
con motivo de la celebración de la Pascua, como en años anteriores, el jueves 25 de mayo, las hermanas del Monasterio de la Conversión, viviremos junto a todos los que queráis compartir este momento con nosotras, un espacio de oración a través de la música. será a 20:15 h. en la parroquia Nuestra Señora del Rosario, situada en Plaza Franciscanos, 3, Madrid. Desde las 18:00 h. de la tarde, podéis encontraros con nosotras allí, ya que pondremos a la venta nuestros productos de Artesanía. A través de la Palabra, la presencia, el canto, la música... deseamos abrir nuestros corazones junto a los vuestros al cielo para entonar la alegría de la Resurrección: ¡Aleluya es nuestro canto! y recibir unidos el don pascual por excelencia: el Espíritu Santo. Os esperamos a todos. Cor Unum in Deum. Queridas familias y amigos,
¡Feliz Pascua a todos! Desde el Monasterio de la Conversión os comunicamos que ya está abierto el plazo de inscripción para participar en las actividades de verano Civitas Dei - 2023, bajo el lema "Artesanos de Paz". Quedamos atentas para responder a posibles dudas a través del siguiente correo electrónico: civitasdei@monasteriodelaconversion.com Queridos amigos, os queremos invitar a vivir junto a nosotras un espacio de oración.
Tendrán lugar hoy, miércoles 19 de abril en la parroquia Santa María del Pinar de Madrid a las 20:45 h. y, mañana, jueves 20 de abril en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h. Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión Queridos amigos, os invitamos a participar con todas nosotras, el 22 de Abril, en la Celebración de la Conversión de San Agustín, obispo, doctor y Padre de la Iglesia, que también es patrono de los que buscan a Dios. En este día, tenemos un espacio dedicado a la lectura del libro VIII de ‘Las Confesiones’. Para venir, sólo tienes que escribir a: hospederia@monasteriodelaconversion.com
¡Te esperamos! "Él es nuestra paz... ¡Aleluya!"![]() “La fuente de la paz está en la sabiduría de la cruz”, decía Madre Prado, destacando que la paz es la armonía de lo creado y esto solo se ha podido lograr por Jesucristo: “La paz sale del que murió en la cruz”. La paz, la unión de los pueblos que, estando cerca o lejos, estaban divididos, encuentran en Jesucristo muerto y resucitado la paz. Dios quiere sentar en la mesa de la fraternidad universal a todos. “La sabiduría de la cruz no es otra cosa que amar hasta el fin […] siempre, siempre, siempre, incluso a los que nos han hecho el mal”, explicaba Madre Prado. El acercamiento a todos, la sabiduría y ponerse al servicio del diálogo son algunas claves para conseguir la paz. Asumir en la propia vida la sabiduría de la cruz da cinco frutos a los que hacía referencia Madre Prado: la paz, relacionada con la armonía, el orden; la alegría; la unidad, como signo de paz; la confesión de fe y el envío. Todo esto vivido también con la mirada puesta en María, Reina de la Paz, que nos enseña la sabiduría de la cruz: acoger para comprender y creer Además, este año hemos realizado una misión especial relacionada con el tema que nos acompaña esta Semana Santa y todo este año: la paz. Y es que, los grupos de jóvenes y adolescentes presentes en nuestra Pascua, acompañados por algunas hermanas, desearon la paz a los vecinos de Sotillo de la Adrada. Durante la marcha –que comenzó en nuestro monasterio—, al pasar por Sotillo, de dos en dos se acercaban a las personas que veían por la calle y también en algunos comercios para desearles la paz a cada uno de ellos: la paz de Cristo. Caminamos a oscuras hasta llegar a la puerta de la iglesia, donde encendimos cada uno nuestra vela con el fuego procedente del cirio pascual. Fuimos pasando de la oscuridad a la luz en esta celebración en la que la Palabra, los Salmos y los cánticos de júbilo acompañan la alegría de recordar la historia de salvación que Dios ha hecho con nosotros a través de su Hijo Jesucristo y la alegría de celebrar que Cristo ha resucitado.
¡Feliz Pascua de Resurrección!"Ten misericordia de nosotros"El Viernes Santo por la mañana tenía lugar la segunda clave dentro del Triduo Pascual: ‘Ten Piedad. La Tierra Santa, la Túnica Santa, el Cuerpo único, desgarrados’. Esta charla nos llegaba desde Perú de la mano de Madre Carmen Toledano, con un carácter especialmente orante a través de un continuo “Señor, ten piedad”. Madre Carmen recordaba que “el Cordero de Dios es llevado a la muerte por nosotros. Su cuerpo está dividido” porque Jesucristo nos ofreció la comunión y le hemos dado división, “nos ofreció paz y seguimos en guerra”.
![]() A través de los personajes del fariseo y el publicano que aparecen en Lc 18, 9-14, se nos recordaba en esta clave las dos actitudes que podemos adoptar ante Dios. Por un lado, la del fariseo egocéntrico, orgulloso, que se vanagloria de ser distinto y mejor que los demás; y, por otro lado, la actitud del publicano avergonzado de sí mismo porque se siente pecador, inmerecidamente amado, se muestra humilde en su oración a Dios clamando: Ten piedad, ‘¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’. Madre Carmen señalaba que, ante la conciencia de nuestra miseria, solo podemos pedir piedad y misericordia. Ante el grito de los pobres y desvalidos, Jesús se hace ternura y abraza lo pequeño, lo frágil, lo humilde.
El día terminaba con la oración ante la Cruz como un tiempo especial de intercesión silenciosa, presentando cada uno a Jesús a todos los que sufren, a los enfermos, a los que viven en medio de la guerra y a todos aquellos que llevamos en el corazón. El silencio intercalado con música acompañó esta oración de lamento, pero a la vez, de espera confiada.
"Cordero de Dios |
El itinerario de esta Semana Santa se centra en el pasaje bíblico de Jn 14, 26-27: “Mi paz os dejo, mi paz os doy”. Como en cada Triduo Pascual, las claves de cada día cargadas de la Palabra de Dios, la liturgia y los Oficios nos adentran en este misterio de la Muerte y la Resurrección de Jesucristo. |
Este Jueves Santo comenzaba por la mañana con la acogida de todos los que vienen a vivir estos días en nuestro monasterio este tiempo fuerte y fundamental para los cristianos. Por la tarde, desde primera hora, ya nos reuníamos por grupos de distintas edades –niños, adolescentes, jóvenes y adultos— para tener una presentación y una primera toma de contacto entre todos. Después, como cada día de este Triduo Pascual hay un espacio dedicado a la Mistagogía –explicación y ensayo de lo que vamos a vivir en la liturgia, principalmente en los Oficios de la tarde—.
Tras estos primeros momentos, todos juntos nos reunimos para tener una presentación por pequeños grupos de todos los que vamos a participar en esta Pascua.
Esta primera charla, a cargo de Madre Carolina, nos introducía en el misterio de este día a través del deseo de Dios que nos ha enviado a su Hijo, Jesús, para salvarnos y que quiere que todos participemos de la mesa de la comunión que es la Eucaristía. “El deseo de Dios es reunirnos a todos alrededor de Él. Hacer de la Trinidad una casa para todos, una mesa abierta donde todos podamos sentarnos y celebrar la comunión y el amor”, apuntaba Madre Carolina. Jesús, que es la expresión plena de este deseo de comunión y paz de Dios con los hombres, “ha venido a vivir en esta tienda y se ha sentado a la mesa, ha comido con todos, con los pecadores y con los indignos también”. |
El hombre con el pecado rompió esta comunión, por eso Jesús viene a restaurar esta ruptura. Él mismo se sienta a esta mesa ofreciendo su cuerpo y su sangre para llegar a la mesa de la reconciliación porque en esa mesa también caben los que nosotros consideramos nuestros enemigos: “Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos” (Sal 23). El Cordero ha cargado con su pecado –con el de los enemigos— y con el mío haciendo posible una alianza de paz entre todos.
El acto central del Jueves Santo tenía lugar a partir de las siete de la tarde con la Celebración de la Cena del Señor, cargada de significado y de símbolos, donde Jesús parte el pan para sus discípulos, dejándonos desde ese momento la Eucaristía y donde también Jesús lava los pies a sus discípulos como signo de amor, de entrega y de servicio. Él no vino a ser servido sino a servir y así también quiere que lo hagamos nosotros.
Ya por la noche, terminábamos el día en oración con la Hora de Jesús haciendo memoria de su oración al Padre en Getsemaní.

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MI PAZ OS DEJO, MI PAZ OS DOY
Jn 14, 26
Jn 14, 26
CARTA DE COMUNIÓN | PASCUA 2023
En la Carta de Comunión de Navidad nuestra mirada recayó en la infancia protegida y en la esperanza que traía consigo el cuidado de lo pequeño, de lo débil y vulnerable, de lo recién nacido y, sobre todo, cómo el cuidado de la infancia podía hacernos a los adultos parar nuestras piedras, trabajar por la Paz. Al menos por ellos, por los niños, por nuestros niños, por los hijos e hijas del mundo entero. Pero parecen haber fracasado todos los corredores de paz y, al final, hemos vuelto a las trincheras, al cuerpo a cuerpo, al quemarropa y a la sangre.
En la Carta de Comunión de Navidad nuestra mirada recayó en la infancia protegida y en la esperanza que traía consigo el cuidado de lo pequeño, de lo débil y vulnerable, de lo recién nacido y, sobre todo, cómo el cuidado de la infancia podía hacernos a los adultos parar nuestras piedras, trabajar por la Paz. Al menos por ellos, por los niños, por nuestros niños, por los hijos e hijas del mundo entero. Pero parecen haber fracasado todos los corredores de paz y, al final, hemos vuelto a las trincheras, al cuerpo a cuerpo, al quemarropa y a la sangre.
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¿Qué es la guerra sino ese original deseo de apropiarse del don, de retenerlo para sí, de consumirlo como bien propio, de manipularlo para uso egoísta? ¿Qué es la guerra sino la conversión del don en posesión, del acto de donación en un robo? Un hurto avaricioso y siempre insatisfecho. Nos aferramos a las cosas en un intento de no ser arrastrados por el río impetuoso de la muerte. ¿No es cierto que la guerra es fruto del corazón que nunca batalló contra sí mismo ni contra sus demonios, ni contra sus iras y sus gulas, sus desenfrenos y sus violencias? Agustín lo comprendió bien: toda guerra comienza siendo una guerra civil, que se lleva a cabo primero en nuestro interior. De ahí, las palabras de su conversión: “La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no cuidéis de la carne con demasiados deseos” (Rm 13, 12-14).
JUEVES SANTO. LA MESA FRENTE A NUESTROS ENEMIGOS. Hemos subido a Jerusalén a celebrar la Pascua con Jesús. ¿No era Jerusalén la Ciudad de Paz? ¿Es posible que hoy como ayer hayan fracasado los lugares seguros, las tiendas del encuentro, las mesas del diálogo, de la fraternidad, los cenáculos del amor más grande, de la comunión más estrecha?
En el salmo 23 el salmista, que en el exterior se identifica con el humilde y manso animal al que el Pastor conduce por prados tranquilos y por valles de muerte (cf. Sal 23, 1-4), pasa a un escenario interior en el que el mismo Pastor le conduce hasta su propia Tienda sentándole a la mesa frente a sus enemigos (cf. Sal 23, 5). Es una escena dramática e inesperada, obra también del amor del Pastor que tiene para nosotros reservada una Tienda Segura en medio de un lugar inhóspito, como lo es todo desierto, pero que no nos libra de una necesaria reconciliación. En esa Tienda del Encuentro Él ha puesto una mesa en la que nos sienta frente a nuestros enemigos y Él mismo se ofrece como altar, mediador, víctima y ofrenda. Él ha abierto la Tienda del diálogo, de la reconciliación y de la paz y en ella ha ofrecido la Mesa de su Cuerpo, de su Pan y Vino, de su Palabra, de su Perdón, de su Paz. Todos hemos sido invitados en cada Pascua a participar de esta Mesa única.
El camino hacia la comunión verdadera tiene afrontamientos inexcusables. Hoy esa mesa en la que la humanidad está sentada, frente a frente, no es mesa de paz sino de amenazas. No sirven los gestos de acercamiento, los múltiples diálogos, la invocación constante. Esa mesa a la que nos sentamos los adultos es en realidad un vasto campo de batalla, una nueva torre de Babel, el ara inmensa en la que yace el Cuerpo de Cristo, nuevamente llevado a la muerte ignominiosa. ¡Volvamos a esta Tienda Segura, a esa Mesa en la que es posible degustar el Pan y el Vino de la Vida, del Amor más auténtico y de la Paz!
VIERNES SANTO. LA ORACIÓN Y LA MUERTE. Este Cuerpo dividido es HOY el Cordero de Dios llevado a la muerte (cf. Is 53, 7) por nosotros.
Si después de su muerte hay alguna esperanza, “¡Ay de los que habéis perdido la esperanza!” (Si 2, 14), ha de venir del Amor del Padre y de nuestros gemidos, lágrimas y plegarias por la paz. Ante este fracaso constante, este escándalo de la cruz, un coro de niños canta en arameo el padrenuestro y los adultos rezamos un “Señor, ten piedad de nosotros” (Salm 123, 3; cf. Lc 18, 9-14). No solo pedimos la paz, pedimos tu piedad, Señor, por todos nosotros, por esta mayoría que no batallamos en Bucha, ni en Lugansk, ni en Donetsk, ni en Kiev… pero tampoco lo hacemos en la batalla de cada día, en la guerra contra el orgullo y la pasión de someter a otros o de manipular o de arruinar la vida de muchos con nuestras palabras y desprecios, gestos y violencias… sin sangre. Ten piedad, Señor. Seguimos como al inicio, sin saber resolver nuestros conflictos internos, sociales, políticos; nuestras armas son más sofisticadas pero el fin sigue siendo el mismo; llamamos a puertas que se niegan a abrirse, a dialogar; seguimos encerrados en nuestras razones de muerte sin acoger las razones de la Vida. Ten piedad de nosotros.
No bastan los gemidos, las lágrimas y la oración, será necesaria también nuestra propia muerte ¡Si definitivamente diésemos muerte a tanto odio, indiferencia, comodidad, individualismo y frivolidad! Hoy es tiempo de batallas inaplazables (cf. Hb 12, 4). “Santo Dios, Santo fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.”
DOMINGO DE RESURRECCIÓN. EL DON DE LA PAZ Y LA MISIÓN. No podemos ni imaginar la esperanza y la fe que suscitó el saludo pascual del Resucitado en los discípulos. Volver a escucharle decir no temáis, mi paz os dejo, mi paz os doy. Salid al mundo y llevad la buena nueva. No temáis… “Shalom alejem” (Jn 20, 21; Lc 24, 36). Era el colofón de consuelo, de gracia, de perdón, de ánimo, de salvación… “Estoy con vosotros” (Mt 28, 20). Solo pensar que estas palabras también están dichas para los hombres de hoy, para el mundo de hoy, para ti y para mí, nos han de colmar de esperanza y confianza, nos han de poner en pie y en camino.
La Paz que pedimos y la que deseamos es la Paz del Resucitado. Y, aunque no la merezcamos, nos atrevemos a pedírtela, Señor: danos la paz, DANOS TU PAZ. Desata los nudos y restablece los vínculos rotos, deja abierta tu Tienda, puesta la Mesa del Encuentro, danos tu Pan y tu Vino, tu Palabra, tu Perdón, para que todos nos reconozcamos hermanos, un solo Cuerpo en Ti.
Tú, que nos dejaste a tu Paso la PAZ e hiciste de tus discípulos una PROFECÍA DE PAZ para el mundo, haz de todos nosotros ARTESANOS DE PAZ (cf. Mt 5, 9) y CUSTODIOS DE ELLA.
Hagamos de tu Paz nuestro saludo de amistad y fraternidad universal, de bienvenida y de despedida, de reconciliación y de comunión, saludo y don de bendición y de compromiso de cada día, sin ruidos y sin pausas. La Paz, mil veces desgarrada y mil veces recosida, mil veces herida de muerte y mil veces sanada de nuevo. La Paz desarmada que Tú viniste a traer al mundo corra como un río, como un torrente en crecida (cf. Is 66, 12) por nuestras trincheras y campos de batalla, por nuestros pueblos y ciudades, por nuestras familias y nuestros corazones... Que así sea. Feliz Pascua, el Señor de la Paz ha resucitado, dando muerte a la muerte. ¡Aleluya!
Os saludo con un abrazo de Paz.
M. Prado
Presidenta Federal
Federación de la Conversión de S. Agustín
JUEVES SANTO. LA MESA FRENTE A NUESTROS ENEMIGOS. Hemos subido a Jerusalén a celebrar la Pascua con Jesús. ¿No era Jerusalén la Ciudad de Paz? ¿Es posible que hoy como ayer hayan fracasado los lugares seguros, las tiendas del encuentro, las mesas del diálogo, de la fraternidad, los cenáculos del amor más grande, de la comunión más estrecha?
En el salmo 23 el salmista, que en el exterior se identifica con el humilde y manso animal al que el Pastor conduce por prados tranquilos y por valles de muerte (cf. Sal 23, 1-4), pasa a un escenario interior en el que el mismo Pastor le conduce hasta su propia Tienda sentándole a la mesa frente a sus enemigos (cf. Sal 23, 5). Es una escena dramática e inesperada, obra también del amor del Pastor que tiene para nosotros reservada una Tienda Segura en medio de un lugar inhóspito, como lo es todo desierto, pero que no nos libra de una necesaria reconciliación. En esa Tienda del Encuentro Él ha puesto una mesa en la que nos sienta frente a nuestros enemigos y Él mismo se ofrece como altar, mediador, víctima y ofrenda. Él ha abierto la Tienda del diálogo, de la reconciliación y de la paz y en ella ha ofrecido la Mesa de su Cuerpo, de su Pan y Vino, de su Palabra, de su Perdón, de su Paz. Todos hemos sido invitados en cada Pascua a participar de esta Mesa única.
El camino hacia la comunión verdadera tiene afrontamientos inexcusables. Hoy esa mesa en la que la humanidad está sentada, frente a frente, no es mesa de paz sino de amenazas. No sirven los gestos de acercamiento, los múltiples diálogos, la invocación constante. Esa mesa a la que nos sentamos los adultos es en realidad un vasto campo de batalla, una nueva torre de Babel, el ara inmensa en la que yace el Cuerpo de Cristo, nuevamente llevado a la muerte ignominiosa. ¡Volvamos a esta Tienda Segura, a esa Mesa en la que es posible degustar el Pan y el Vino de la Vida, del Amor más auténtico y de la Paz!
VIERNES SANTO. LA ORACIÓN Y LA MUERTE. Este Cuerpo dividido es HOY el Cordero de Dios llevado a la muerte (cf. Is 53, 7) por nosotros.
Si después de su muerte hay alguna esperanza, “¡Ay de los que habéis perdido la esperanza!” (Si 2, 14), ha de venir del Amor del Padre y de nuestros gemidos, lágrimas y plegarias por la paz. Ante este fracaso constante, este escándalo de la cruz, un coro de niños canta en arameo el padrenuestro y los adultos rezamos un “Señor, ten piedad de nosotros” (Salm 123, 3; cf. Lc 18, 9-14). No solo pedimos la paz, pedimos tu piedad, Señor, por todos nosotros, por esta mayoría que no batallamos en Bucha, ni en Lugansk, ni en Donetsk, ni en Kiev… pero tampoco lo hacemos en la batalla de cada día, en la guerra contra el orgullo y la pasión de someter a otros o de manipular o de arruinar la vida de muchos con nuestras palabras y desprecios, gestos y violencias… sin sangre. Ten piedad, Señor. Seguimos como al inicio, sin saber resolver nuestros conflictos internos, sociales, políticos; nuestras armas son más sofisticadas pero el fin sigue siendo el mismo; llamamos a puertas que se niegan a abrirse, a dialogar; seguimos encerrados en nuestras razones de muerte sin acoger las razones de la Vida. Ten piedad de nosotros.
No bastan los gemidos, las lágrimas y la oración, será necesaria también nuestra propia muerte ¡Si definitivamente diésemos muerte a tanto odio, indiferencia, comodidad, individualismo y frivolidad! Hoy es tiempo de batallas inaplazables (cf. Hb 12, 4). “Santo Dios, Santo fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.”
DOMINGO DE RESURRECCIÓN. EL DON DE LA PAZ Y LA MISIÓN. No podemos ni imaginar la esperanza y la fe que suscitó el saludo pascual del Resucitado en los discípulos. Volver a escucharle decir no temáis, mi paz os dejo, mi paz os doy. Salid al mundo y llevad la buena nueva. No temáis… “Shalom alejem” (Jn 20, 21; Lc 24, 36). Era el colofón de consuelo, de gracia, de perdón, de ánimo, de salvación… “Estoy con vosotros” (Mt 28, 20). Solo pensar que estas palabras también están dichas para los hombres de hoy, para el mundo de hoy, para ti y para mí, nos han de colmar de esperanza y confianza, nos han de poner en pie y en camino.
La Paz que pedimos y la que deseamos es la Paz del Resucitado. Y, aunque no la merezcamos, nos atrevemos a pedírtela, Señor: danos la paz, DANOS TU PAZ. Desata los nudos y restablece los vínculos rotos, deja abierta tu Tienda, puesta la Mesa del Encuentro, danos tu Pan y tu Vino, tu Palabra, tu Perdón, para que todos nos reconozcamos hermanos, un solo Cuerpo en Ti.
Tú, que nos dejaste a tu Paso la PAZ e hiciste de tus discípulos una PROFECÍA DE PAZ para el mundo, haz de todos nosotros ARTESANOS DE PAZ (cf. Mt 5, 9) y CUSTODIOS DE ELLA.
Hagamos de tu Paz nuestro saludo de amistad y fraternidad universal, de bienvenida y de despedida, de reconciliación y de comunión, saludo y don de bendición y de compromiso de cada día, sin ruidos y sin pausas. La Paz, mil veces desgarrada y mil veces recosida, mil veces herida de muerte y mil veces sanada de nuevo. La Paz desarmada que Tú viniste a traer al mundo corra como un río, como un torrente en crecida (cf. Is 66, 12) por nuestras trincheras y campos de batalla, por nuestros pueblos y ciudades, por nuestras familias y nuestros corazones... Que así sea. Feliz Pascua, el Señor de la Paz ha resucitado, dando muerte a la muerte. ¡Aleluya!
Os saludo con un abrazo de Paz.
M. Prado
Presidenta Federal
Federación de la Conversión de S. Agustín
italiano
VI LASCIO LA MIA PACE, VI DO LA MIA PACE (Gv 14,27)
LETTERA DI COMUNIONE - PASQUA 2023
Nella Lettera di Natale il nostro sguardo si è posato sull'infanzia protetta e sullasperanza che deriva dalla cura dei piccoli, dei deboli e dei vulnerabili, dei neonati e, soprattutto, su come la cura dei bambini possa far sì che noi adulti fermiamo le nostre armi, lavoriamo per la Pace. Almeno per loro, per i bambini, per i nostri figli, per i figli e le figlie di tutto il mondo. Ma tutti i corridoi della pace sembrano aver fallito e, alla fine, siamo tornati alle trincee, al corpo a corpo, alla distanza a bruciapelo e al sangue.
Che cos'è la guerra se non quel desiderio originario di appropriarsi del dono, di trattenerlo per sé, di consumarlo come proprio bene, di manipolarlo per uso egoistico? Che cos'è la guerra se non la trasformazione del dono in possesso, in furto? Un furto avido e sempre insoddisfatto. Non è forse vero che la guerra è il frutto di un cuore che non ha mai lottato contro se stesso e i suoi demoni, le sue rabbie e le sue golosità, le sue dissolutezze e le sue violenze? Agostino l'aveva capito bene: ogni guerra inizia come una guerra civile, che si scatena prima di tutto dentro di noi. Da qui le parole della sua conversione: “La notte è avanzata, il giorno è vicino. Perciò gettiamo via le opere delle tenebre e indossiamo le armi della luce. Comportiamoci onestamente, come in pieno giorno: non in mezzo a orge e ubriachezze, non fra lussurie e impurità, non in litigi e gelosie. Rivestitevi invece del Signore Gesù Cristo e non lasciatevi prendere dai desideri della carne”. (Rm 13,12-14).
GIOVEDI' SANTO. LA TAVOLA DI FRONTE AI NOSTRI NEMICI. Siamo saliti a Gerusalemme per celebrare la Pasqua con Gesù. Non era forse Gerusalemme la città della pace? È possibile che oggi come ieri siano venuti meno i luoghi sicuri, le tende dell'incontro, le tavole del dialogo, della fraternità, i cenacoli dell'amore più grande, della comunione più stretta?
Nel Salmo 23 il salmista, che all'esterno si identifica con l'animale umile e mansueto che il Pastore conduce attraverso pascoli tranquilli e valli di morte (cfr. Sal 23,1-4), passa a una scena interiore in cui lo stesso Pastore lo conduce alla propria Tenda, facendolo sedere a tavola di fronte ai suoi nemici (cfr. Sal 23,5). È una scena drammatica e inaspettata, anch'essa opera dell'amore del Pastore che ci ha riservato una Tenda sicura in mezzo a un luogo inospitale, come è ogni deserto, ma che non ci libera da una necessaria riconciliazione. In quella Tenda dell'Incontro ha imbandito una tavola alla quale ci fa sedere davanti ai nostri nemici e si offre come altare, mediatore, vittima e offerta. Ha aperto la Tenda del dialogo, della riconciliazione e della pace, e lì ha offerto la Tavola del Suo Corpo, del Suo Pane e del Suo Vino, della Sua Parola, del Suo Perdono, della Sua Pace. Tutti noi siamo stati invitati ad ogni Pasqua a partecipare a questa tavola unica.
Il cammino verso la vera comunione comporta il superamento di ostacoli. inevitabili. Oggi quella tavola a cui l'umanità è seduta, faccia a faccia, non è una tavola pacificata, ma minacciosa. Gesti di avvicinamento, dialoghi multipli e invocazioni continue non servono a nulla. Quella tavola a cui noi adulti sediamo è in realtà un vasto campo di battaglia, una nuova torre di Babele, l'immenso altare su cui giace il Corpo di Cristo, ancora una volta condotto a morte ignominiosa. Torniamo a questa Tenda Sicura, a quella Tavola dove è possibile gustare il Pane e il Vino della Vita, dell'Amore più autentico e della Pace!
VENERDI' SANTO. LA PREGHIERA E LA MORTE. Questo Corpo diviso è OGGI l'Agnello di Dio portato alla morte (cfr. Is 53, 7) per noi.
Se dopo la sua morte c'è una speranza, "Guai a voi che avete perso la speranza" (Sir 2,14), essa deve venire dall'Amore del Padre e dai nostri gemiti, lacrime e preghiere di pace. Di fronte a questo continuo fallimento, a questo scandalo della croce, un coro di bambini canta il Padre Nostro in aramaico e noi adulti preghiamo "Signore, abbi pietà di noi" (Salmo 123,3; cfr. Lc 18,9-14).
Non chiediamo solo la pace, chiediamo la tua misericordia, Signore, per tutti noi, per questa maggioranza che non combatte a Bucha, né a Lugansk, né a Donetsk, né a Kiev... ma nemmeno combatte nella battaglia quotidiana, nella guerra contro l'orgoglio e la passione di sottomettere gli altri o di manipolare o di rovinare la vita di molti con le nostre parole e il disprezzo, i gesti e la violenza... senza sangue. Abbi pietà, Signore. Continuiamo come sempre, senza sapere come risolvere i nostri conflitti interni, sociali e politici; le nostre armi sono più sofisticate ma il fine rimane lo stesso; bussiamo a porte che rifiutano di aprirsi, di dialogare; rimaniamo chiusi nelle nostre ragioni di morte senza accettare le ragioni della Vita. Abbi pietà di noi. Non bastano i lamenti, le lacrime e le preghiere; è necessaria anche la nostra morte, se solo mettessimo finalmente a morte tanto odio, indifferenza, comodità, individualismo e frivolezza! Oggi è un tempo di battaglie improrogabili (cfr. Eb 12, 4). "Dio Santo, Santo Potente, Santo Immortale, abbi pietà di noi e del mondo intero. Amen!".
DOMENICA DELLA RESURREZIONE. Non possiamo nemmeno immaginare la speranza e la fede che il saluto pasquale del Risorto ha suscitato nei discepoli. Sentirlo dire di nuovo: non temete, vi lascio la mia pace, vi do la mia pace. Andate per il mondo e portate la buona notizia. Non abbiate paura... "Shalom alejem" (Gv 20, 21; Lc 24, 36). Era il culmine della consolazione, della grazia, del perdono, dell'incoraggiamento, della salvezza... "Io sono con voi" (Mt 28, 20). Il solo pensare che queste parole sono state pronunciate anche per gli uomini di oggi, per il mondo di oggi, per voi e per me, deve riempirci di speranza e di fiducia, deve metterci in piedi e in cammino.
La Pace che chiediamo e desideriamo è la Pace del Risorto. E, anche se non la meritiamo, osiamo chiederla, Signore: donaci la pace, DONACI LA TUA PACE. Sciogli i nodi e ristabilisci i legami spezzati, lascia aperta la tua Tenda, apparecchia la Tavola dell'incontro, donaci il tuo Pane e il tuo Vino, la tua Parola, il tuo Perdono, perché ci riconosciamo tutti fratelli, un solo Corpo in te.
Tu che ci hai lasciato la PACE al tuo passaggio e hai fatto dei tuoi discepoli una PROFEZIA DI PACE per il mondo, rendici tutti ARTIGIANI DELLA PACE (cfr. Mt 5, 9) e CUSTODI DELLA PACE.
Facciamo della tua Pace il nostro saluto di amicizia e di fratellanza universale, di benvenuto e di arrivederci, di riconciliazione e di comunione, saluto e dono di benedizione e di impegno quotidiano, senza rumore e senza sosta. Pace, mille volte lacerata e mille volte ricostruita, mille volte ferita a morte e mille volte guarita. Che la Pace disarmata che sei venuto a portare al mondo scorra come un fiume, come un torrente in piena (cfr. Is 66, 12) attraverso le nostre trincee e i nostri campi di battaglia, attraverso i nostri villaggi e le nostre città, attraverso le nostre famiglie e i nostri cuori.... Che sia così. Buona Pasqua, il Signore della Pace è risorto, mettendo a morte la morte. Alleluia!
Vi saluto con un abbraccio di Pace.
M. Prado
Presidente federale
Federazione della Conversione di Sant'Agostino
LETTERA DI COMUNIONE - PASQUA 2023
Nella Lettera di Natale il nostro sguardo si è posato sull'infanzia protetta e sullasperanza che deriva dalla cura dei piccoli, dei deboli e dei vulnerabili, dei neonati e, soprattutto, su come la cura dei bambini possa far sì che noi adulti fermiamo le nostre armi, lavoriamo per la Pace. Almeno per loro, per i bambini, per i nostri figli, per i figli e le figlie di tutto il mondo. Ma tutti i corridoi della pace sembrano aver fallito e, alla fine, siamo tornati alle trincee, al corpo a corpo, alla distanza a bruciapelo e al sangue.
Che cos'è la guerra se non quel desiderio originario di appropriarsi del dono, di trattenerlo per sé, di consumarlo come proprio bene, di manipolarlo per uso egoistico? Che cos'è la guerra se non la trasformazione del dono in possesso, in furto? Un furto avido e sempre insoddisfatto. Non è forse vero che la guerra è il frutto di un cuore che non ha mai lottato contro se stesso e i suoi demoni, le sue rabbie e le sue golosità, le sue dissolutezze e le sue violenze? Agostino l'aveva capito bene: ogni guerra inizia come una guerra civile, che si scatena prima di tutto dentro di noi. Da qui le parole della sua conversione: “La notte è avanzata, il giorno è vicino. Perciò gettiamo via le opere delle tenebre e indossiamo le armi della luce. Comportiamoci onestamente, come in pieno giorno: non in mezzo a orge e ubriachezze, non fra lussurie e impurità, non in litigi e gelosie. Rivestitevi invece del Signore Gesù Cristo e non lasciatevi prendere dai desideri della carne”. (Rm 13,12-14).
GIOVEDI' SANTO. LA TAVOLA DI FRONTE AI NOSTRI NEMICI. Siamo saliti a Gerusalemme per celebrare la Pasqua con Gesù. Non era forse Gerusalemme la città della pace? È possibile che oggi come ieri siano venuti meno i luoghi sicuri, le tende dell'incontro, le tavole del dialogo, della fraternità, i cenacoli dell'amore più grande, della comunione più stretta?
Nel Salmo 23 il salmista, che all'esterno si identifica con l'animale umile e mansueto che il Pastore conduce attraverso pascoli tranquilli e valli di morte (cfr. Sal 23,1-4), passa a una scena interiore in cui lo stesso Pastore lo conduce alla propria Tenda, facendolo sedere a tavola di fronte ai suoi nemici (cfr. Sal 23,5). È una scena drammatica e inaspettata, anch'essa opera dell'amore del Pastore che ci ha riservato una Tenda sicura in mezzo a un luogo inospitale, come è ogni deserto, ma che non ci libera da una necessaria riconciliazione. In quella Tenda dell'Incontro ha imbandito una tavola alla quale ci fa sedere davanti ai nostri nemici e si offre come altare, mediatore, vittima e offerta. Ha aperto la Tenda del dialogo, della riconciliazione e della pace, e lì ha offerto la Tavola del Suo Corpo, del Suo Pane e del Suo Vino, della Sua Parola, del Suo Perdono, della Sua Pace. Tutti noi siamo stati invitati ad ogni Pasqua a partecipare a questa tavola unica.
Il cammino verso la vera comunione comporta il superamento di ostacoli. inevitabili. Oggi quella tavola a cui l'umanità è seduta, faccia a faccia, non è una tavola pacificata, ma minacciosa. Gesti di avvicinamento, dialoghi multipli e invocazioni continue non servono a nulla. Quella tavola a cui noi adulti sediamo è in realtà un vasto campo di battaglia, una nuova torre di Babele, l'immenso altare su cui giace il Corpo di Cristo, ancora una volta condotto a morte ignominiosa. Torniamo a questa Tenda Sicura, a quella Tavola dove è possibile gustare il Pane e il Vino della Vita, dell'Amore più autentico e della Pace!
VENERDI' SANTO. LA PREGHIERA E LA MORTE. Questo Corpo diviso è OGGI l'Agnello di Dio portato alla morte (cfr. Is 53, 7) per noi.
Se dopo la sua morte c'è una speranza, "Guai a voi che avete perso la speranza" (Sir 2,14), essa deve venire dall'Amore del Padre e dai nostri gemiti, lacrime e preghiere di pace. Di fronte a questo continuo fallimento, a questo scandalo della croce, un coro di bambini canta il Padre Nostro in aramaico e noi adulti preghiamo "Signore, abbi pietà di noi" (Salmo 123,3; cfr. Lc 18,9-14).
Non chiediamo solo la pace, chiediamo la tua misericordia, Signore, per tutti noi, per questa maggioranza che non combatte a Bucha, né a Lugansk, né a Donetsk, né a Kiev... ma nemmeno combatte nella battaglia quotidiana, nella guerra contro l'orgoglio e la passione di sottomettere gli altri o di manipolare o di rovinare la vita di molti con le nostre parole e il disprezzo, i gesti e la violenza... senza sangue. Abbi pietà, Signore. Continuiamo come sempre, senza sapere come risolvere i nostri conflitti interni, sociali e politici; le nostre armi sono più sofisticate ma il fine rimane lo stesso; bussiamo a porte che rifiutano di aprirsi, di dialogare; rimaniamo chiusi nelle nostre ragioni di morte senza accettare le ragioni della Vita. Abbi pietà di noi. Non bastano i lamenti, le lacrime e le preghiere; è necessaria anche la nostra morte, se solo mettessimo finalmente a morte tanto odio, indifferenza, comodità, individualismo e frivolezza! Oggi è un tempo di battaglie improrogabili (cfr. Eb 12, 4). "Dio Santo, Santo Potente, Santo Immortale, abbi pietà di noi e del mondo intero. Amen!".
DOMENICA DELLA RESURREZIONE. Non possiamo nemmeno immaginare la speranza e la fede che il saluto pasquale del Risorto ha suscitato nei discepoli. Sentirlo dire di nuovo: non temete, vi lascio la mia pace, vi do la mia pace. Andate per il mondo e portate la buona notizia. Non abbiate paura... "Shalom alejem" (Gv 20, 21; Lc 24, 36). Era il culmine della consolazione, della grazia, del perdono, dell'incoraggiamento, della salvezza... "Io sono con voi" (Mt 28, 20). Il solo pensare che queste parole sono state pronunciate anche per gli uomini di oggi, per il mondo di oggi, per voi e per me, deve riempirci di speranza e di fiducia, deve metterci in piedi e in cammino.
La Pace che chiediamo e desideriamo è la Pace del Risorto. E, anche se non la meritiamo, osiamo chiederla, Signore: donaci la pace, DONACI LA TUA PACE. Sciogli i nodi e ristabilisci i legami spezzati, lascia aperta la tua Tenda, apparecchia la Tavola dell'incontro, donaci il tuo Pane e il tuo Vino, la tua Parola, il tuo Perdono, perché ci riconosciamo tutti fratelli, un solo Corpo in te.
Tu che ci hai lasciato la PACE al tuo passaggio e hai fatto dei tuoi discepoli una PROFEZIA DI PACE per il mondo, rendici tutti ARTIGIANI DELLA PACE (cfr. Mt 5, 9) e CUSTODI DELLA PACE.
Facciamo della tua Pace il nostro saluto di amicizia e di fratellanza universale, di benvenuto e di arrivederci, di riconciliazione e di comunione, saluto e dono di benedizione e di impegno quotidiano, senza rumore e senza sosta. Pace, mille volte lacerata e mille volte ricostruita, mille volte ferita a morte e mille volte guarita. Che la Pace disarmata che sei venuto a portare al mondo scorra come un fiume, come un torrente in piena (cfr. Is 66, 12) attraverso le nostre trincee e i nostri campi di battaglia, attraverso i nostri villaggi e le nostre città, attraverso le nostre famiglie e i nostri cuori.... Che sia così. Buona Pasqua, il Signore della Pace è risorto, mettendo a morte la morte. Alleluia!
Vi saluto con un abbraccio di Pace.
M. Prado
Presidente federale
Federazione della Conversione di Sant'Agostino
ALEMÁN
MEINEN FRIEDEN HINTERLASSE ICH BEI EUCH, MEINEN FRIEDEN GEBE ICH EUCH
Joh 14,26
BRIEF DER EINHEIT - OSTERN 2023
Im vergangenen Weihnachtsbrief fiel unser Blick auf die behütete Kindheit und die Hoffnung, die mit der Sorge um die Kleinen, die Schwachen und Verletzlichen, die Neugeborenen verbunden ist, und vor allem darauf, wie die Sorge um die Kinder uns Erwachsene dazu bringen kann, unsere Steine niederzulegen und für den Frieden zu arbeiten. Zumindest für sie, für die Kinder, für unsere Kinder, für die Söhne und Töchter der ganzen Welt. Aber alle Korridore des Friedens scheinen gescheitert zu sein, und am Ende sind wir in die Schützengräben zurückgekehrt, in den Nahkampf, in die Schusslinie und in das Blutvergiessen.
Was ist der Krieg, wenn nicht der Urtrieb, sich die Gabe anzueignen, sie für sich selbst zu behalten, sie als eigenes Gut zu konsumieren, sie für den eigenen Gebrauch zu manipulieren? Was ist der Krieg, wenn nicht die Umwandlung des Geschenks in Besitz, der Akt des Gebens in Diebstahl? Ein gieriger und immer unbefriedigter Diebstahl. Ist es nicht so, dass der Krieg die Frucht des Herzens ist, das nie gegen sich selbst und seine Dämonen, seine Wut und seine Völlerei, seine Ausschweifungen und seine Gewalt gekämpft hat? Augustinus hat es gut verstanden: Jeder Krieg beginnt als ein Bürgerkrieg, der zuerst in uns selbst geführt wird. Daher die Worte seiner Bekehrung: " Die Nacht ist vorgerückt, der Tag ist nahe. Darum lasst uns ablegen die Werke der Finsternis und anlegen die Waffen des Lichts! 13 Lasst uns ehrenhaft leben wie am Tag, ohne maßloses Essen und Trinken, ohne Unzucht und Ausschweifung, ohne Streit und Eifersucht! Vielmehr zieht den Herrn Jesus Christus an und sorgt nicht so für euren Leib, dass die Begierden erwachen." (Röm 13,12-14).
GRÜNDONNERSTAG. DER TISCH IM ANGESICHT UNSERER FEINDE. Wir sind nach Jerusalem hinaufgezogen, um mit Jesus das Passahfest zu feiern. War Jerusalem nicht die Stadt des Friedens? Ist es möglich, dass heute wie gestern die sicheren Orte, die Zelte der Begegnung, die Tische des Dialogs, der Brüderlichkeit, die Obergemache der größten Liebe, der engsten Gemeinschaft, versagt haben?
In Psalm 23 wird der Psalmist, der äußerlich mit dem demütigen und sanftmütigen Tier identifiziert wird, das der Hirte durch stille Weiden und durch Täler des Todes führt (vgl. Ps 23,1-4), zu einer inneren Szene übergehen, in der derselbe Hirte ihn zu seinem eigenen Zelt führt und ihn angesichts seiner Feinde zu Tisch setzt (vgl. Ps 23,5). Es ist eine dramatische und unerwartete Szene, die auch das Werk der Liebe des Hirten ist, der für uns ein sicheres Zelt inmitten eines unwirtlichen Ortes reserviert hat, wie es jede Wüste ist, was uns aber nicht von einer notwendigen Versöhnung befreit. In diesem Zelt der Begegnung hat er einen Tisch gedeckt, an dem er uns vor unseren Feinden sitzen lässt und sich selbst als Altar, Vermittler, Opfer und Gabe anbietet. Er hat das Zelt des Dialogs, der Versöhnung und des Friedens geöffnet und dort den Tisch seines Leibes, seines Brotes und Weines, seines Wortes, seiner Vergebung und seines Friedens angeboten. Wir alle sind zu jedem Osterfest eingeladen, an diesem einzigartigen Tisch teilzunehmen.
Auf dem Weg zur wahren Gemeinschaft gibt es unausweichliche Konfrontationen. Heute ist dieser Tisch, an dem die Menschheit von Angesicht zu Angesicht sitzt, kein Tisch des Friedens, sondern ein Tisch der Bedrohung. Gesten der Annäherung, vielfältige Dialoge und konstante Beschwörungen nützen nichts. Der Tisch, an dem wir Erwachsenen sitzen, ist in Wirklichkeit ein riesiges Schlachtfeld, ein neuer Turm zu Babel, der immense Altar, auf dem der Leib Christi liegt, der von neuem in den schändlichen Tod geführt wird. Kehren wir zu diesem sicheren Zelt zurück, zu jenem Tisch, an dem es möglich ist, das Brot und den Wein des Lebens, der echten Liebe und des Friedens zu kosten!
KARFREITAG. GEBET UND TOD. Dieser geteilte Leib ist HEUTE das Lamm Gottes, das für uns in den Tod gegangen ist (vgl. Jes 53,7).
Wenn es nach seinem Tod irgendeine Hoffnung gibt - "Weh euch, die ihr die Hoffnung verloren habt" (Sir 2,14) -, dann muss sie aus der Liebe des Vaters und aus unserem Seufzen, unseren Tränen und unseren Gebeten um Frieden kommen. Angesichts dieses ständigen Scheiterns, dieses Skandals des Kreuzes, singt ein Kinderchor das Vaterunser auf Aramäisch und wir Erwachsenen beten "Herr, erbarme dich unser" (Psalm 123,3; vgl. Lk 18,9-14). Wir bitten nicht nur um Frieden, wir bitten um deine Barmherzigkeit, Herr, für uns alle, für diese Mehrheit, die weder in Bucha noch in Lugansk, noch in Donezk, noch in Kiew kämpfen... aber auch nicht im täglichen Kampf, im Krieg gegen den Stolz und die Leidenschaft, andere zu unterjochen oder zu manipulieren oder das Leben vieler zu ruinieren mit unseren Worten und unserem Spott, unseren Gesten und unserer Gewalt... ohne Blut. Erbarme dich, Herr. Wir machen weiter wie seit jeher, ohne zu wissen, wie wir unsere inneren, sozialen und politischen Konflikte lösen sollen; unsere Waffen sind raffinierter geworden, aber das Ende bleibt dasselbe; wir klopfen an Türen, die verweigern, sich zu öffnen, den Dialog aufzunehmen; wir bleiben in unseren Argumentationen des Todes gefangen, ohne die Argumente des Lebens zu akzeptieren. Habt Erbarmen mit uns.
Es genügt nicht, zu stöhnen, zu weinen und zu beten, sondern auch unser eigener Tod ist notwendig, wenn wir endlich so viel Hass, Gleichgültigkeit, Bequemlichkeit, Individualismus und Leichtsinn abtöten wollen! Heute ist eine Zeit der unaufschiebbaren Kämpfe (vgl. Hebr 12,4). "Heiliger Gott, heiliger Mächtiger, heiliger Unsterblicher, sei uns und der ganzen Welt gnädig. Amen!"
SONNTAG DER AUFERSTEHUNG. DAS GESCHENK DES FRIEDENS UND DER MISSION: Wir können uns nicht einmal vorstellen, welche Hoffnung und welchen Glauben der Ostergruß des Auferstandenen in den Jüngern weckte. Ihn noch einmal sagen zu hören: Fürchtet euch nicht, meinen Frieden hinterlasse ich bei euch, meinen Frieden gebe ich euch. Geht hinaus in die Welt und verkündet die frohe Botschaft. Fürchtet euch nicht... "Shalom alejem" (Joh 20,21; Lk 24,36). Es war die Krönung des Trostes, der Gnade, der Vergebung, der Ermutigung, des Heils... "Ich bin bei euch" (Mt 28,20). Allein der Gedanke, dass diese Worte auch für die Menschen von heute, für die Welt von heute, für Sie und für mich gesprochen werden, sollte uns mit Hoffnung und Zuversicht erfüllen, sollte uns auf die Beine und auf den Weg bringen.
Der Friede, um den wir bitten und den wir ersehnen, ist der Friede des Auferstandenen. Und obwohl wir ihn nicht verdienen, wagen wir es, ihn zu erbitten, Herr: Schenke uns Frieden, SCHENKE UNS DEINEN FRIEDEN. Löse die Knoten und stelle die zerrissenen Bande wieder her, lass dein Zelt offen, decke den Tisch der Begegnung, gib uns dein Brot und deinen Wein, dein Wort, deine Vergebung, damit wir uns alle als Brüder erkennen, als ein Leib in dir.
Du, der du uns deinen FRIEDEN hinterlassen hast und deine Jünger zu einem FRIEDENSPROFETEN für die Welt gemacht hast, mache uns alle zu FRIEDENSSTIFTERN (vgl. Mt 5,9) und HÜTERN DES FRIEDENS.
Lass uns deinen Frieden zu unserem Gruß der Freundschaft und der universalen Brüderlichkeit machen, zum Willkommen und zum Abschied, zur Versöhnung und zur Gemeinschaft, zum Gruß und zum Geschenk des Segens und zur täglichen Verpflichtung, ohne Lärm und ohne Pause. Friede, tausendmal zerrissen und tausendmal wiederhergestellt, tausendmal tödlich verwundet und tausendmal wieder geheilt. Möge der unbewaffnete Friede, den du in die Welt bringen wolltest, wie ein Fluss, wie ein überschwemmender Strom (vgl. Jes 66,12) durch unsere Schützengräben und Schlachtfelder, durch unsere Dörfer und Städte, durch unsere Familien und unsere Herzen fließen.... Möge es so sein.
Frohe Ostern, der Herr des Friedens ist auferstanden und hat den Tod besiegt. Alleluja!
Ich grüße euch mit einer Umarmung des Friedens.
M. Prado
Präsidentin
Föderation der Bekehrung des Heiligen Augustinus
Joh 14,26
BRIEF DER EINHEIT - OSTERN 2023
Im vergangenen Weihnachtsbrief fiel unser Blick auf die behütete Kindheit und die Hoffnung, die mit der Sorge um die Kleinen, die Schwachen und Verletzlichen, die Neugeborenen verbunden ist, und vor allem darauf, wie die Sorge um die Kinder uns Erwachsene dazu bringen kann, unsere Steine niederzulegen und für den Frieden zu arbeiten. Zumindest für sie, für die Kinder, für unsere Kinder, für die Söhne und Töchter der ganzen Welt. Aber alle Korridore des Friedens scheinen gescheitert zu sein, und am Ende sind wir in die Schützengräben zurückgekehrt, in den Nahkampf, in die Schusslinie und in das Blutvergiessen.
Was ist der Krieg, wenn nicht der Urtrieb, sich die Gabe anzueignen, sie für sich selbst zu behalten, sie als eigenes Gut zu konsumieren, sie für den eigenen Gebrauch zu manipulieren? Was ist der Krieg, wenn nicht die Umwandlung des Geschenks in Besitz, der Akt des Gebens in Diebstahl? Ein gieriger und immer unbefriedigter Diebstahl. Ist es nicht so, dass der Krieg die Frucht des Herzens ist, das nie gegen sich selbst und seine Dämonen, seine Wut und seine Völlerei, seine Ausschweifungen und seine Gewalt gekämpft hat? Augustinus hat es gut verstanden: Jeder Krieg beginnt als ein Bürgerkrieg, der zuerst in uns selbst geführt wird. Daher die Worte seiner Bekehrung: " Die Nacht ist vorgerückt, der Tag ist nahe. Darum lasst uns ablegen die Werke der Finsternis und anlegen die Waffen des Lichts! 13 Lasst uns ehrenhaft leben wie am Tag, ohne maßloses Essen und Trinken, ohne Unzucht und Ausschweifung, ohne Streit und Eifersucht! Vielmehr zieht den Herrn Jesus Christus an und sorgt nicht so für euren Leib, dass die Begierden erwachen." (Röm 13,12-14).
GRÜNDONNERSTAG. DER TISCH IM ANGESICHT UNSERER FEINDE. Wir sind nach Jerusalem hinaufgezogen, um mit Jesus das Passahfest zu feiern. War Jerusalem nicht die Stadt des Friedens? Ist es möglich, dass heute wie gestern die sicheren Orte, die Zelte der Begegnung, die Tische des Dialogs, der Brüderlichkeit, die Obergemache der größten Liebe, der engsten Gemeinschaft, versagt haben?
In Psalm 23 wird der Psalmist, der äußerlich mit dem demütigen und sanftmütigen Tier identifiziert wird, das der Hirte durch stille Weiden und durch Täler des Todes führt (vgl. Ps 23,1-4), zu einer inneren Szene übergehen, in der derselbe Hirte ihn zu seinem eigenen Zelt führt und ihn angesichts seiner Feinde zu Tisch setzt (vgl. Ps 23,5). Es ist eine dramatische und unerwartete Szene, die auch das Werk der Liebe des Hirten ist, der für uns ein sicheres Zelt inmitten eines unwirtlichen Ortes reserviert hat, wie es jede Wüste ist, was uns aber nicht von einer notwendigen Versöhnung befreit. In diesem Zelt der Begegnung hat er einen Tisch gedeckt, an dem er uns vor unseren Feinden sitzen lässt und sich selbst als Altar, Vermittler, Opfer und Gabe anbietet. Er hat das Zelt des Dialogs, der Versöhnung und des Friedens geöffnet und dort den Tisch seines Leibes, seines Brotes und Weines, seines Wortes, seiner Vergebung und seines Friedens angeboten. Wir alle sind zu jedem Osterfest eingeladen, an diesem einzigartigen Tisch teilzunehmen.
Auf dem Weg zur wahren Gemeinschaft gibt es unausweichliche Konfrontationen. Heute ist dieser Tisch, an dem die Menschheit von Angesicht zu Angesicht sitzt, kein Tisch des Friedens, sondern ein Tisch der Bedrohung. Gesten der Annäherung, vielfältige Dialoge und konstante Beschwörungen nützen nichts. Der Tisch, an dem wir Erwachsenen sitzen, ist in Wirklichkeit ein riesiges Schlachtfeld, ein neuer Turm zu Babel, der immense Altar, auf dem der Leib Christi liegt, der von neuem in den schändlichen Tod geführt wird. Kehren wir zu diesem sicheren Zelt zurück, zu jenem Tisch, an dem es möglich ist, das Brot und den Wein des Lebens, der echten Liebe und des Friedens zu kosten!
KARFREITAG. GEBET UND TOD. Dieser geteilte Leib ist HEUTE das Lamm Gottes, das für uns in den Tod gegangen ist (vgl. Jes 53,7).
Wenn es nach seinem Tod irgendeine Hoffnung gibt - "Weh euch, die ihr die Hoffnung verloren habt" (Sir 2,14) -, dann muss sie aus der Liebe des Vaters und aus unserem Seufzen, unseren Tränen und unseren Gebeten um Frieden kommen. Angesichts dieses ständigen Scheiterns, dieses Skandals des Kreuzes, singt ein Kinderchor das Vaterunser auf Aramäisch und wir Erwachsenen beten "Herr, erbarme dich unser" (Psalm 123,3; vgl. Lk 18,9-14). Wir bitten nicht nur um Frieden, wir bitten um deine Barmherzigkeit, Herr, für uns alle, für diese Mehrheit, die weder in Bucha noch in Lugansk, noch in Donezk, noch in Kiew kämpfen... aber auch nicht im täglichen Kampf, im Krieg gegen den Stolz und die Leidenschaft, andere zu unterjochen oder zu manipulieren oder das Leben vieler zu ruinieren mit unseren Worten und unserem Spott, unseren Gesten und unserer Gewalt... ohne Blut. Erbarme dich, Herr. Wir machen weiter wie seit jeher, ohne zu wissen, wie wir unsere inneren, sozialen und politischen Konflikte lösen sollen; unsere Waffen sind raffinierter geworden, aber das Ende bleibt dasselbe; wir klopfen an Türen, die verweigern, sich zu öffnen, den Dialog aufzunehmen; wir bleiben in unseren Argumentationen des Todes gefangen, ohne die Argumente des Lebens zu akzeptieren. Habt Erbarmen mit uns.
Es genügt nicht, zu stöhnen, zu weinen und zu beten, sondern auch unser eigener Tod ist notwendig, wenn wir endlich so viel Hass, Gleichgültigkeit, Bequemlichkeit, Individualismus und Leichtsinn abtöten wollen! Heute ist eine Zeit der unaufschiebbaren Kämpfe (vgl. Hebr 12,4). "Heiliger Gott, heiliger Mächtiger, heiliger Unsterblicher, sei uns und der ganzen Welt gnädig. Amen!"
SONNTAG DER AUFERSTEHUNG. DAS GESCHENK DES FRIEDENS UND DER MISSION: Wir können uns nicht einmal vorstellen, welche Hoffnung und welchen Glauben der Ostergruß des Auferstandenen in den Jüngern weckte. Ihn noch einmal sagen zu hören: Fürchtet euch nicht, meinen Frieden hinterlasse ich bei euch, meinen Frieden gebe ich euch. Geht hinaus in die Welt und verkündet die frohe Botschaft. Fürchtet euch nicht... "Shalom alejem" (Joh 20,21; Lk 24,36). Es war die Krönung des Trostes, der Gnade, der Vergebung, der Ermutigung, des Heils... "Ich bin bei euch" (Mt 28,20). Allein der Gedanke, dass diese Worte auch für die Menschen von heute, für die Welt von heute, für Sie und für mich gesprochen werden, sollte uns mit Hoffnung und Zuversicht erfüllen, sollte uns auf die Beine und auf den Weg bringen.
Der Friede, um den wir bitten und den wir ersehnen, ist der Friede des Auferstandenen. Und obwohl wir ihn nicht verdienen, wagen wir es, ihn zu erbitten, Herr: Schenke uns Frieden, SCHENKE UNS DEINEN FRIEDEN. Löse die Knoten und stelle die zerrissenen Bande wieder her, lass dein Zelt offen, decke den Tisch der Begegnung, gib uns dein Brot und deinen Wein, dein Wort, deine Vergebung, damit wir uns alle als Brüder erkennen, als ein Leib in dir.
Du, der du uns deinen FRIEDEN hinterlassen hast und deine Jünger zu einem FRIEDENSPROFETEN für die Welt gemacht hast, mache uns alle zu FRIEDENSSTIFTERN (vgl. Mt 5,9) und HÜTERN DES FRIEDENS.
Lass uns deinen Frieden zu unserem Gruß der Freundschaft und der universalen Brüderlichkeit machen, zum Willkommen und zum Abschied, zur Versöhnung und zur Gemeinschaft, zum Gruß und zum Geschenk des Segens und zur täglichen Verpflichtung, ohne Lärm und ohne Pause. Friede, tausendmal zerrissen und tausendmal wiederhergestellt, tausendmal tödlich verwundet und tausendmal wieder geheilt. Möge der unbewaffnete Friede, den du in die Welt bringen wolltest, wie ein Fluss, wie ein überschwemmender Strom (vgl. Jes 66,12) durch unsere Schützengräben und Schlachtfelder, durch unsere Dörfer und Städte, durch unsere Familien und unsere Herzen fließen.... Möge es so sein.
Frohe Ostern, der Herr des Friedens ist auferstanden und hat den Tod besiegt. Alleluja!
Ich grüße euch mit einer Umarmung des Friedens.
M. Prado
Präsidentin
Föderation der Bekehrung des Heiligen Augustinus
‘Bajo la primacía de la gracia’ llevaba por título la edición número 50 de Járis.
El fin de semana del 24 al 26 de marzo nos reunimos en nuestro Monasterio de la Conversión para celebrar este encuentro de oración y teología que acaba de cumplir sus bodas de oro.
De este espacio –en el que las Hermanas Agustinas junto con religiosos y laicos de la familia agustiniana buscamos a Dios a través de la reflexión y de la celebración del misterio cristiano— han nacido verdaderos vínculos de comunión, fraternidad y amistad con las personas que han venido participando en estos encuentros Járis a lo largo de los años. Por eso, esta edición no sólo era especial por ser la número 50, sino también porque tuvimos la ocasión de compartir las experiencias vividas en todo este tiempo.
El fin de semana del 24 al 26 de marzo nos reunimos en nuestro Monasterio de la Conversión para celebrar este encuentro de oración y teología que acaba de cumplir sus bodas de oro.
De este espacio –en el que las Hermanas Agustinas junto con religiosos y laicos de la familia agustiniana buscamos a Dios a través de la reflexión y de la celebración del misterio cristiano— han nacido verdaderos vínculos de comunión, fraternidad y amistad con las personas que han venido participando en estos encuentros Járis a lo largo de los años. Por eso, esta edición no sólo era especial por ser la número 50, sino también porque tuvimos la ocasión de compartir las experiencias vividas en todo este tiempo.

La primera clave del sábado por la mañana, a cargo del Padre Gonzalo Tejerina, sobre ‘El principio de la gracia, la vida en el horizonte del don’ incidía en la necesidad de abrirse al primado de la gracia porque, en la vida, “lo más importante nos es dado”. “En el compromiso personal siempre hemos actuado por la generosidad de otros que nos han precedido”, decía el Padre Gonzalo, y añadía que “la gracia nos precede porque fuimos amados antes de que existiéramos”. En este sentido, explicaba que las cuatro actitudes derivadas de este don son la gratitud; la receptividad y la acogida; dar lo recibido y dejar que Dios tome la iniciativa.
En la segunda clave que tenía lugar también el sábado por la mañana, titulada ‘Plenitud del don de Dios. En Cristo gracia sobre gracia’, Madre Prado destacaba que la gracia está desde el principio. “Solo un amor de gracia, gratuito, puede transformar la vida del hombre”, señalaba Madre Prado, centrándose también en las figuras de María, como recipiente de la gracia al llevar en su seno a Jesús, el Hijo de Dios; la figura de Pablo, en el que se produce un cambio radical, al pasar de perseguidor a seguidor de Cristo, por pura gracia de conversión; y la figura de Juan. El Evangelio según san Juan es un evangelio de gracia en el que se aúnan Palabra, Vida y Luz.
El sábado por la tarde fue tiempo de hacer memoria de estas 50 ediciones de Járis. En este espacio, pudimos ver un vídeo donde los protagonistas eran los rostros, las imágenes y las palabras que nos han acompañado a lo largo de todo este camino de fe compartida. Además, tres laicos que llevan acompañándonos en Járis casi desde los inicios nos contaron su testimonio personal sobre lo vivido en estos encuentros.
El domingo por la mañana tenía lugar la tercera clave, a cargo de Madre Carolina, bajo el título ‘La Iglesia, la comunidad para hacer el camino’, en la que se puso sobre la mesa la diversidad de procedencias eclesiales y la importancia de acoger al otro y su propuesta. No es posible ser cristiano sin la Iglesia porque “la Iglesia nos permite vivir en el horizonte de la gracia. La fe es un don que recibo”, apuntaba Madre Carolina, porque “todos vivimos en la Iglesia acogiendo un don que no es nuestro”. Además, “Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo, en la acción litúrgica”. La Iglesia nos da hermanos, por eso es una experiencia de comunidad eclesial. “El encuentro con Cristo nos abre a un encuentro con los hermanos”.
Tras esta última clave, hubo un tiempo de reflexión personal –como después de cada una de las charlas— y un espacio de diálogo para concluir este encuentro número 50 de Járis.
Para terminar, celebramos todos juntos la Eucaristía en nuestra Iglesia de la Reconciliación.
Gracias a todos los que hacen posible que Járis siga siendo un lugar de vida y de gracia compartida.
Queridos amigos, os queremos invitar a vivir junto a nosotras un espacio de oración.
Tendrán lugar el miércoles 15 de marzo en la parroquia Santa María del Pinar de Madrid a las 20:45 h. y el jueves 16 de marzo en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h.
Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión
Tendrán lugar el miércoles 15 de marzo en la parroquia Santa María del Pinar de Madrid a las 20:45 h. y el jueves 16 de marzo en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h.
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San Agustín, celebraciones en Pavía San Agustín, celebraciones en Pavía por el XIII centenario de la llegada de las reliquias.... (+) |
Las reliquias de San Agustín
Monasterio de la Conversión | "Mucha admiración me causa esto y me llena de estupor. Viajan los hombres por admirar las alturas de los montes, y las ingentes olas del mar, y las anchurosas corrientes de los ríos, y la inmensidad del océano, y el giro de los astros, y se olvidan de sí mismos" San Agustín, Confesiones X, VIII, 15. La vía de la interioridad es uno de los ejes centrales de nuestro carisma agustino. Queremos compartir con vosotros el itinerario que san Agustín recorrió y trazó para ayudarnos a todos a entrar en el corazón, en la interioridad, en el centro interior donde se encuentra nuestra verdad más profunda: Dios, que nos habita. | aMonasterio de la Conversión |
Monasterio de la Conversión | Si te interesa, puedes participar de nuestro taller de interioridad en el fin de semana del 17 al 19 de marzo. Para venir, sólo tienes que escribir a:hospederia@monasteriodelaconversion.com ¡Te esperamos! | Monasterio de la Conversión |
El viernes 24 se cumple un año del inicio de la Guerra en Ucrania. Os invitamos a todos a tener una Jornada de oración y ayuno por la paz. Podéis venir al monasterio a vivirla o podéis hacerlo en casa, en el trabajo, donde os encontréis... lo importante es rezar unidos confiados en el poder de la oración que puede mover montañas, sanar heridas, abrir los corazones endurecidos al don de la paz.
Compartimos con todos vosotros nuestro horario.
Unidos por la paz.
Compartimos con todos vosotros nuestro horario.
Unidos por la paz.
QueridoS amigos, os queremos invitar a vivir junto a nosotras un espacio de oración.
Tendrán lugar el miércoles 15 de febrero en la parroquia Santa María del Pinar de Madrid a las 20:45 h. y el jueves 16 de febrero en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h.
Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión
Tendrán lugar el miércoles 15 de febrero en la parroquia Santa María del Pinar de Madrid a las 20:45 h. y el jueves 16 de febrero en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h.
Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión
Hoy 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor, la Iglesia también celebra la XXVII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, instituida por el Papa San Juan Pablo II en 1997.
Que en este día la Luz del Mundo, Cristo Jesús, se levante sobre nuestros valles, montes y montañas, sobre el horizonte de los mares y los océanos, se deje ver en las ciudades, sobre las azoteas, las calles y la avenidas, a pesar de la polución, que entre en el espesor de las selvas y las cuevas escondidas... que ilumine el rostro de todo ser humano, ¡todo ser humano y toda la Creación!, hasta hacerle ver y contemplar la maravilla del Amor de Dios.
Que en este día la Luz del Mundo, Cristo Jesús, se levante sobre nuestros valles, montes y montañas, sobre el horizonte de los mares y los océanos, se deje ver en las ciudades, sobre las azoteas, las calles y la avenidas, a pesar de la polución, que entre en el espesor de las selvas y las cuevas escondidas... que ilumine el rostro de todo ser humano, ¡todo ser humano y toda la Creación!, hasta hacerle ver y contemplar la maravilla del Amor de Dios.
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El Papa Francisco ha aceptado este 30 de enero la renuncia del Cardenal Marc Oullet por razones de edad como Prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina y ha nombrado en su lugar a Mons. Robert Francis Prevost Martínez O.S.A, quien hasta ahora se desempeña como obispo de la Diócesis de Chiclayo, en Perú. El nuevo prefecto asumirá su nuevo cargo el próximo 12 de abril.
Por su labor pastoral, en las Diócesis encomendads y como P. Provincial y P. General de nuestra Orden, por la comprensión que desde el inicio tuvo de nuestra forma de vida y la compañía que ha sido en momentos dolorosos o de gran dificultad, nosotras queremos dar gracias a Dios y a la Sede Apostólica por haberle confiado tan importante ministerio. Nos alegra también por nuestra amada Orden de S. Agustín, viva en medio de la Iglesia y del mundo. Rezamos por él para que el Espíritu le proteja y él se deje llevar siempre por sus inspiraciones.
Por su labor pastoral, en las Diócesis encomendads y como P. Provincial y P. General de nuestra Orden, por la comprensión que desde el inicio tuvo de nuestra forma de vida y la compañía que ha sido en momentos dolorosos o de gran dificultad, nosotras queremos dar gracias a Dios y a la Sede Apostólica por haberle confiado tan importante ministerio. Nos alegra también por nuestra amada Orden de S. Agustín, viva en medio de la Iglesia y del mundo. Rezamos por él para que el Espíritu le proteja y él se deje llevar siempre por sus inspiraciones.
En nuestro monasterio hemos tenido la oportunidad de ahondar en este itinerario a través de distintas actividades formativas, litúrgicas y testimoniales que han enriquecido la celebración de esta semana cuyo principal fin es mantenernos en oración constante por la unidad de los cristianos, conociendo cada vez más las distintas confesiones cristianas para ser conscientes de lo que nos une, pero también, para caer en la cuenta de lo que nos separa, con el objetivo de poder caminar hacia la reconciliación que solo puede darse de la mano de Cristo y que cuenta con nuestra colaboración para que sea posible.
Este año, los materiales para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos han sido realizados por el Consejo de Iglesias de Minnesota (Estados Unidos), después de la ejecución extrajudicial del joven afroamericano George Floyd el 25 de mayo de 2020. Por lo que esta vez, el problema del racismo ha sido el tema de fondo de todo lo vivido durante estos días.
El lema elegido en esta ocasión, “Haz el bien, busca la justicia” (Is 1, 17), nos ha acompañado en este itinerario en el que la compasión y la misericordia son las actitudes necesarias para poder dar culto a Dios desde la verdad, la paz y la justicia.
Tras una semana intensa al adentrarnos en esta realidad del ecumenismo, en la que la Eucaristía y la Liturgia han estado impregnadas por este sello de la unidad, este miércoles terminábamos con la celebración ecuménica en la que recibimos en nuestro Monasterio de la Conversión a los hermanos ortodoxos del monasterio de Cenicientos.
Este año, los materiales para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos han sido realizados por el Consejo de Iglesias de Minnesota (Estados Unidos), después de la ejecución extrajudicial del joven afroamericano George Floyd el 25 de mayo de 2020. Por lo que esta vez, el problema del racismo ha sido el tema de fondo de todo lo vivido durante estos días.
El lema elegido en esta ocasión, “Haz el bien, busca la justicia” (Is 1, 17), nos ha acompañado en este itinerario en el que la compasión y la misericordia son las actitudes necesarias para poder dar culto a Dios desde la verdad, la paz y la justicia.
Tras una semana intensa al adentrarnos en esta realidad del ecumenismo, en la que la Eucaristía y la Liturgia han estado impregnadas por este sello de la unidad, este miércoles terminábamos con la celebración ecuménica en la que recibimos en nuestro Monasterio de la Conversión a los hermanos ortodoxos del monasterio de Cenicientos.
Madre Timotea y la hermana Irina vinieron acompañadas por el Padre Marius, con quienes pudimos compartir un encuentro previo a la celebración ecuménica en el que también estuvieron presentes el delegado diocesano de Ecumenismo, Emeterio Pato, y don Cecilio, párroco de Sotillo de la Adrada (Ávila).
El Padre Marius compartía en este encuentro que la Liturgia nos une a todos los cristianos porque en ella todos nos dirigimos a Cristo y todos estamos ahí por Él. Asimismo, la Creación es un lugar de encuentro porque, siendo tan diversa, todo está integrado para el bien de todos. En este sentido, el Padre Marius decía que lo fundamental es cuidar el alma; si cuidamos el alma, el alma no puede destruir nada.

En la celebración ecuménica también participaron algunos vecinos de Sotillo de la Adrada, que quisieron acompañarnos en este momento de oración por la unidad de los cristianos. Que este deseo de unidad siga acompañándonos en la oración durante todo el año.
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