Leer las ‘Confesiones’ de San Agustín en clave náutica implica siempre encontrar la manera de hacer el tornaviaje interior, esa búsqueda intensa de Dios en los pliegues del alma hasta descansar cuando se le encuentra. El llamado tornaviaje del Pacífico fue un hallazgo del monje agustino Andrés de Urdaneta, que supo encontrar la ruta que devolvía las naves a América desde las costas de Asia inaugurando así la más estable relación comercial marítima que conectaba Manila y Sevilla (a través de los puertos novohispanos de Acapulco y Veracruz y el Camino Real que atravesaba México de costa a costa para trasladar la mercancía a lomos de acémilas) durante más de dos siglos y medio a través del galeón de Manila, también llamado nao de la China. De Urdaneta y sus conocimientos de cosmografía, de tesoros coloniales de China, Japón y las Filipinas y, por supuesto, de ‘tornaviaje interior’ hemos oído mucho en este Oikos de la Fraternidad Laical del monasterio de las agustinas de la Conversión, en Valladolid, durante el fin de semana del 21 al 23 de junio. La visita al Museo Oriental, en el Real Colegio de los Agustinos Filipinos (por la provincia misional a la que arribaron tres millares de frailes a partir de 1575), ocupó la mañana del sábado después del ensayo musical para preparar la adoración a la que se había invitado a cuantos feligreses de la archidiócesis de Valladolid quisieran acompañar la oración cantada de las hermanas, ya por la tarde. La experiencia resultó un éxito. No sólo en términos numéricos con casi cuarenta asistentes a esa toma de contacto con las hermanas agustinas sino por la calidez y la hondura de los encuentros que se propiciaron. Muchos de los presentes expresaron su reconocimiento del carisma de las agustinas de la Conversión y las habían conocido en tiempos de su estancia en la cercana Becerril de Campos (Palencia). En cierto sentido, este Oikos era una especie de tornaviaje a las raíces fundacionales de la federación de la Conversión, que el 6 de septiembre inaugura un año jubilar por el veinticinco aniversario de la primera fundación en San Andrés de Arroyo, en una abadía cisterciense a donde se trasladaron las primeras cuatro religiosas. Estuvo muy presente esa mirada retrospectiva, llena de gratitud por lo vivido, en todos los actos que jalonaron este encuentro de la Fraternidad Laical que forma parte de la familia agustiniana de Sotillo de la Adrada. Especialmente intenso resultó el sábado, cuando se incorporaron los últimos participantes en este Oikos de primavera (aunque por unas horas se internara en el verano). A la misa en la parroquia de San Agustín oficiada por Miguel de la Lastra OSA siguió la exposición del Santísimo, subrayada con la interpretación musical de las propias hermanas y los laicos miembros del coro. Fue una tarde de muchos abrazos, de muchos saludos, de ponerse cara y de plantar semillas de fraternidad para que germinen, si Dios quiere, a su debido tiempo. Después de la cena, en la intimidad del seminario menor de Valladolid donde se alojaron los participantes, se improvisó una velada en torno a la memoria de los comienzos de la Federación de la Conversión. Uno por uno, todos los asistentes detallaron los primeros contactos con las hermanas y los caminos inefables por los que Dios los había conducido para vivir la fe en los monasterios que a lo largo de estos veinticinco años han ido ocupando las agustinas de la Conversión. Fue de esos momentos de grato recuerdo, lleno de risas, de anécdotas y de agradecimiento por lo vivido junto a las hermanas en todo este tiempo.
Para el domingo se reservó la asamblea de la Fraternidad, con el anticipo de los actos del año jubilar que a partir del 6 de septiembre rememorará la fundación de la Federación de la Conversión hace un cuarto de siglo. El numeroso grupo celebró la eucaristía en la basílica nacional de la Gran Promesa, templo expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús, presidida por el obispo emérito de Santander Manuel Sánchez Monge. El almuerzo compartido puso fin a este Oikos que bien puede calificarse como del tornaviaje.
Lo que puede esperar:
Las plazas son limitadas, para tratar de buscar que viváis verdaderamente una experiencia personal, por eso os animamos a todos los que estéis interesados en participar que os inscribais lo antes posible. Para ellos sólo tenéis que escribir un correo: [email protected] ¡No perdáis esta oportunidad de descansar y fortalecer vuestra relación con Dios a través de la oración y los salmos! Monasterio de la Conversión Cañada Real Leonesa Oriental s/n 05420 Sotillo de la Adrada Correo electrónico: [email protected] Teléfono: 918660244 ¡Esperamos darte la bienvenida y compartir juntos esta semana de retiro espiritual!
Será un momento propicio para conocernos y dar gracias a Dios juntos, celebrando y haciendo memoria de todo lo que Él hace en nosotros y a través de nosotros.
Con una sola alma y un solo corazón. Comunidad de la Conversión. Os invitamos a todos a participar en las Jornadas de Estudio que se llevarán a cabo del 14 al 16 de junio en el Monasterio de la Conversión. Si estás buscando un espacio de reflexión, aprendizaje y crecimiento personal en un entorno de paz y espiritualidad, no dejes de venir.
Será en el MONASTERIO DE LA CONVERSIÓN, del día 14 al 20 de JULIO. Está abierto a todo joven mayor de 18 años. Contacta con nosotras, para inscribirte o para resolver cualquier duda.
¡Te esperamos! El Noviciado –que ahora comienzan— es un tiempo de formación y mayor conocimiento de Cristo y del carisma de nuestra Comunidad de hermanas Agustinas. Una nueva etapa en la que se irán preparando para el siguiente paso, que sería la Consagración. Acogemos con gran alegría el sí de nuestras hermanas, para seguir viviendo todas unidas con un solo corazón hacia Dios. Queridos amigos, os queremos invitar a vivir junto a nosotras un espacio de oración.
Tendrán lugar el JUEVES 16 de mayo en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h. y en la parroquia Santa María del Pinar de Madrid a las 20:45 h. Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión. “Mi peso es mi amor; Él me lleva” (San Agustín, Confesiones XIII, 9, 10)
Acompañada de sus hermanas: Sara y Verónica; de familiares, amigos, de los laicos de nuestra fraternidad y de todas las personas cercanas que han querido estar con ella en este paso tan importante de la Consagración, nuestra Hermana Sofía decía sí a Cristo con los votos de castidad, pobreza y obediencia Varios sacerdotes concelebraron la Eucaristía, presidida por el obispo emérito de la Diócesis de Ávila, don Jesús García Burillo. Un día de inmensa alegría con el que comienza para nuestra Hermana Sofía un tiempo fuerte de entrega en la Comunidad, en la Iglesia, dentro de nuestra Orden de San Agustín. Eso sí, con el descanso de saber que su peso es su amor y que es Cristo el que la lleva cada día más hacia Él. Acción de graciasMi peso es mi Amor; él me lleva son también las palabras que hablan de ti, Señor. Empiezo mi acción de gracias reconociendo con gratitud el gran amor que me has revelado en estos años a través de tu Palabra y la Eucaristía, llamándome cada día y sosteniéndome en mi respuesta. Tú me has llevado; has sido columna de nube en el día y columna de fuego en la noche, y por amor de tu amor, yo, pequeña parte de tu Creación, quiero alabarte hoy, junto a estos hermanos míos que me acompañan y celebran conmigo tu inmenso amor.
Gracias, Señor, por el don de mi vida; por pensarla, desearla y custodiarla. Gracias por hacerla hoy conmigo ofrenda como respuesta al AMOR. Tú has dicho hágase y mi vida ha sido. Has creado y recreado mi historia continuamente, hasta llegar al día de hoy. Por este misterio de amor, te doy gracias. Gracias por mi familia y mis amigos, por cada persona que has puesto en mi camino que como el Buen Samaritano se han acercado a mí y me han subido a su propia cabalgadura hasta llevarme a Ti. Gracias por regalarme a mis hermanas Sara y Vero que han sido para mí testimonio claro de entrega y amor. Gracias por el don de la fe que me regalaste en el seno de mi colegio CEU San Pablo, a donde fui llevada por Ti sin saberlo, para que ellos me llevaran a Ti sabiéndolo. Gracias porque a través de la enfermedad te revelaste como Dios con nosotros y has seguido haciéndolo con fuerza hasta el día de hoy. En mi fragilidad has hecho alianza conmigo y me has enseñado que me basta tu Gracia. Gracias por mi parroquia que ha acompañado mis primeros pasos de seguimiento; por Ángel y Miguel, que me han ayudado a escuchar tu voz de Buen Pastor. Gracias también porque a través de la parroquia llegué a este lugar que Tú me habías preparado como hogar. Gracias por cada hermana a la que has llamado de nuestra Federación, a las que hoy me vinculas por amor, con ellas empecé este camino y con ellas deseo entregar mi vida. Gracias por su compañía fiel en el camino; por concederme experimentar cuán bello y gozoso es que los hermanos vivan unidos. Gracias por nuestra fraternidad de laicos, por cada uno de nuestros hermanos que ha respondido a tu llamada y caminan con nosotras hacia Ti. Gracias por llamarme a formar parte de la Orden de san Agustín, por tantos hermanos y hermanas que me han precedido y me preceden en este Santo Viaje; gracias por Nuestro Gran Padre Agustín, por su testimonio que en mi noviciado me ha ayudado a volverme una y otra vez a Ti. Te has fijado en mi pequeñez y has hecho obras grandes por mí, por eso te cantará mi alma sin callarse, Señor y te daré gracias por siempre. El sábado, 27 de abril, fue el día reservado a las claves, con las que se alternaban los tiempos de reflexión personal. La primera clave de la mañana, a cargo del padre Agustino, Gonzalo Tejerina, planteaba el tema del cristianismo como una religión de convertidos, centrándose también en la Conversión de San Agustín. A las doce del mediodía, Madre Prado nos adentraba en la segunda clave del día con la fenomenología de la conversión. En ella, recordaba que el hombre es capaz de Dios porque Dios se ha acercado al hombre, propiciando una conversión. En este sentido, Madre Prado explicaba cómo se estructura una conversión a través de tres pasos: la iniciativa siempre es de Dios, que irrumpe e interrumpe la vida; es una iniciativa que nos provoca en un instante y, además, es inesperada; y, en tercer lugar, el conocimiento, el instante en el que se resuelve, pues la conversión no es un paso previo sino una consecuencia de la acogida. Madre Prado decía que el Libro VIII de las Confesiones de San Agustín incluye varios núcleos temáticos que provocan que ese momento de dolor ante el mal hasta derramar lágrimas, ese momento de catástrofe, se transforme en conversión: la mediación humana; el ejemplo de los otros; la ‘interrogatio cordis’, es decir, lo que oye y ve lo interioriza y se interroga a sí mismo; también la amistad y el diálogo, el coloquio con alguien que te puede comprender. El único peligro que hay en la vida, decía Madre Prado, es no convertirnos a Dios, no volver a Él. Y eso forma parte de la fenomenología humana, depende de una decisión humana. Después, a primera hora de la tarde del sábado, tenía lugar la última charla de este Járis, en la que Madre Carolina explicó las claves para permanecer en conversión continua. Por la tarde también hubo tiempo para una puesta común entre los participantes en este Járis y las hermanas, y por la noche terminábamos el día con un encuentro fraterno. El domingo, 28 de abril, después de la Eucaristía, tenía lugar en nuestra Iglesia de la Reconciliación la lectura del Libro VIII de las Confesiones de San Agustín, con la que culminaba este LIII Járis. En pleno tiempo pascual celebramos la Profesión Solemne de nuestras hermanas Charo, Karol e Isabel. El pasado sábado, 13 de abril, nuestra Iglesia de la Reconciliación se llenaba de familiares y amigos que quisieron acompañarlas en este paso tan importante y definitivo en nuestra Comunidad. “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28) era el lema de esta Profesión sustentada en una sólida confesión de fe: Cristo, la roca firme, el Dios y Señor que ha traído hasta aquí a nuestras hermanas es el centro y el esposo que permanecerá en sus vidas para siempre. En esta Eucaristía, en la que cada momento de la liturgia se cuida especialmente, pedimos insistentemente, con la intercesión de todos los santos, por las hermanas que dicen sí a Cristo. Las letanías nos recuerdan que, los que nos preceden en el camino de la santidad, están ahí para interceder por nosotros y llevarnos hacia Dios. Unos quince sacerdotes concelebraron la Eucaristía, presidida por el padre Agustino, Gonzalo Tejerina. Al júbilo pascual de la Resurrección de nuestro Señor, sumamos la alegría de ser testigos del sí de nuestras hermanas Charo, Karol e Isabel a Cristo. Un sí para toda la eternidad al que es el Camino, la Verdad y la Vida. Acción de gracias SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO, Creemos y confesamos tu humanidad y tu divinidad. Tú nos has amado desde siempre y para siempre, has salido a nuestro encuentro ofreciéndonos un horizonte de eternidad. Has hecho de nuestra historia una historia de salvación, nos has reconciliado contigo, con nosotras mismas, con los hermanos.
Te has hecho necesario en nuestra existencia. Sin Ti nada tiene sentido. Eres el Hijo amado, enviado por el Padre, el hermano, que apura hasta el fondo el drama de lo humano para conducirnos a Dios. En el Misterio Pascual, que celebramos, nos has entregado el don de la filiación divina: ser Hijas en el Hijo, partícipes de la vida intradivina. SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO, tu compasión y tu misericordia nos sostiene, has acompañado nuestras pérdidas, nuestros silencios y omisiones, has descendido hasta lo más profundo de nosotras mismas. Te hemos reconocido en nuestras heridas, en la herida del altar de la que mana sangre y agua, manantial que sacia nuestra sed. Señor tus heridas nos han curado. Nos has rescatado, con tu muerte, de nuestra propia muerte otorgándonos tu Vida, una vida que se hace ofrenda y se renueva, cada día, en la Eucaristía. Señor todo viene de Ti. Nos has dado una familia, amigos, hermanos y hermanas, la gran familia de la Iglesia que hoy nos acompaña y arropa en este momento tan importante, gracias por tu Amor en ellos: nuestros padres, hermanos y hermanas, cada familiar y cada amigo que de cerca y de lejos, de ahora o de siempre estáis aquí, los hermanos de la Orden, los sacerdotes de la Diócesis, los sacerdotes amigos, la fraternidad de laicos, las familias de las hermanas… en todos ellos reconocemos tu cuidado, Señor, tu Amor hacia nosotras. SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO, nos has dado el don de la fe, nos has llamado a vivir con radicalidad nuestra consagración bautismal en esta comunidad. Somos hermanas unidas por los vínculos del Amor, un Amor que se hace carne en cada una de nosotras y transciende los límites de nuestra propia humanidad: ama, custodia, libera, cura, sana, levanta, sostiene. Tu fidelidad hace posible la fidelidad de cada una de nosotras, sostiene nuestra Vida, una vida querida, reconciliada. Ensanchas los espacios de nuestra tienda para acoger y custodiar la vida que nos entregas. Cada una de las hermanas y cada persona que pones en nuestro camino es tierra sagrada. Haz que nuestra consagración haga de nosotras una casa para todos, un espacio de acogida donde descansar en tu Amor. Tu presencia en medio de nosotras acrecienta la comunión y configura nuestra comunidad como espacio seguro donde vivir con plenitud y libertad nuestra vocación: ser hijas, discípulas, esposas, madres… Tu Espíritu nos lo recuerda todo y nos mueve a amar hasta el extremo, transparentando en nuestra existencia tu Rostro. SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO, nos has atraído hacia Ti, hemos reconocido en ti al Tú de nuestra vida, a pesar de nuestras traiciones, junto a Pedro exclamamos: Señor tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero. ¡Ya tenemos fechas para los próximos Civitas Dei, 2024! A continuación encontrarás enlaces para obtener más información, nuestros datos de contacto y, sobre todo, los formularios de inscripción. Si ya sabes que quieres venir a Civitas Dei este verano, te animamos a inscribirte cuanto antes - ¡tenemos plazas limitadas! Y como siempre, no dudes en invitar a nuevos amigos a vivir esta experiencia, y construir así juntos la Ciudad de Dios. ¡Os esperamos!
LIII Encuentro JARISTestigos y caminos de conversión
ArtículoHna. Carolina Blázquez OSA Empieza el tiempo de Pascua que en la Iglesia antigua se llamaba el tiempo de la mistagogía. Era la meta de todo el camino del catecumenado que marcaba el ritmo de las comunidades cristianas que se preparaban cada cuaresma, de forma especial, para la acogida de nuevos miembros.
La Pascua, por tanto, en la Iglesia de los siglos IV y V, era tanto la cumbre en el camino de preparación para los candidatos a entrar en la comunidad de los salvados como el manantial de constante renovación de las propias comunidades. Estas se percibían, realmente, como un seno materno. En ellas se revivía constantemente el misterio de María: generando, gestando y alumbrando la vida de los nuevos hijos de Dios, los neófitos, que, al mismo tiempo, a su vez, vivificaban y renovaban la vida de los ya creyentes. Se cumplía así la palabra de Jesús a Nicodemo al que invitaba a nacer de nuevo, aún siendo viejo (cf. Jn 3,3-7). Evolución histórica Tras el Edicto de Milán y, finalmente, con el reconocimiento del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano, las conversiones a la fe cristiana crecieron considerablemente. Aunque ya venía perfilándose, esto provocó que el proceso de incorporación al cristianismo se institucionalizara con unos pasos bien definitivos. En la conciencia de que “los cristianos no nacen, se hacen” (Tertuliano, Apología contra los Gentiles, 18,4), el proceso de catecumenado era largo y podía llegar a durar varios años, en algunos casos. Ahora bien, como la entrada en la economía de la gracia es el mayor bien, estos procesos de preparación se fueron acortando para que una espera prolongada no provocara un sentido elitista de la fe, confundiendo una buena preparación con una cierta dignidad personal para recibir los sacramentos. Se podría olvidar así el sentido auténtico de la palabra que la Iglesia nos invita a decir justo en el momento antes de recibir la comunión eucarística: “Oh Señor, no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme” (cf. Mt 8,8). Por otro lado, porque los ya bautizados deseaban hacer partícipes a sus hijos de la gracia, el bautismo de niños se impuso hasta extinguirse prácticamente el bautismo de adultos. De aquí el olvido de todo este itinerario catequético y mistagógico de incorporación a la Iglesia que, desde el Concilio Vaticano II, estamos tratando de recuperar de forma creativa y actualizada como propuesta de revitalización de la fe de los creyentes y de evangelización e incorporación a la Iglesia de nuevos fieles. De hecho, algunas realidades eclesiales hijas de la renovación conciliar han asumido pasos o el itinerario, más o menos completo, de todo este proceso catecumenal en el que se integran equilibradamente la experiencia personal de encuentro con Cristo —el despertar en la fe—, la inserción eclesial a través de la vía litúrgico-sacramental y el proceso existencial de conversión. Hay aquí algo clave para este momento de la Iglesia que vivimos. Se nos ofrece un marco o guía para todos nuestros proyectos educativos o catequéticos en la fe que siempre corren el peligro de moverse en los esfuerzos, un tanto infecundos, de una intensa educación externa puesto que, en muchos casos, la fe no ha sido despertada al no haber acontecido el encuentro personal con Cristo o, en cambio, en la promoción de propuestas de despertar en la fe que, sin un cuidado itinerario posterior catequético y formativo a todos los niveles y, especialmente, litúrgico-sacramentalmente, suelen ser experiencias eminentemente subjetivas que corren el riesgo de apagarse pronto, al ritmo de las emociones. El Papa Francisco nos recordaba estos dos peligros en Desiderio Desideravi conectando con su magisterio anterior en el que reiteradas veces nos ha pedido atención y cuidado para evitar las tendencias neopelagianas o, su contrario, neognósticas en la Iglesia (cf. DD 17). Para lograr esta vitalidad litúrgica la clave está en la propuesta formativa a través de catequesis litúrgicas o mistagógicas retomando la práctica de la Iglesia antigua y readaptándola a las necesidades del presente en la fidelidad creativa que caracteriza siempre los pasos de renovación en la Iglesia. Ya en Sacrosanctum Concilium se nos invitaba a trabajar en este sentido (cf. SC 36), también Evangelii Gaudium trata el tema de la catequesis mistagógica (cf. EG 163-168) y el Nuevo Directorio para la Catequesis del año 2020 retoma esta cuestión (nn. 61-65; 73-78). Continuamente dados a luz El proceso está detalladamente explicado en el RICA, el Ritual para el Catecumenado de Adultos, redactado en 1972. En 2022 celebramos los 50 años de su publicación y, a pesar de haber transcurrido tantos años y de ser uno de los frutos significativos de la reforma litúrgica conciliar, es un documento aún poco conocido y valorado, aunque puede ser un magnífico instrumento para desarrollar procesos catequéticos y de formación litúrgica que ayuden a profundizar en la vida cristiana para los ya creyentes. La profundización en el proceso de catecumenado ayuda a vivir en la memoria de que el cristiano es siempre un pecador perdonado experimentando así que la alegría de la salvación brota, no de nuestros logros o nuestra perfección personal, sino de la acogida constante de la misericordia de Dios. Esta posición de verdad y humildad ante Dios nos libra de la tentación de creernos el hijo mayor frente al hijo pródigo (cf. Lc 15,29-32) o el fariseo frente al publicano (cf. Lc 18,9-14). Vivimos en un proceso de conversión ininterrumpida, siendo continuamente dados a luz en la fe hasta que Cristo sea formado en nosotros (cf. Ga 4,19). Tras el período kerigmático, en el que se anuncia el corazón del evangelio, que se correspondería con los métodos hoy de evangelización o primer anuncio, para aquellos que tras la conversión a la fe expresaban el deseo de iniciar un proceso de incorporación a la Iglesia se ofrecía la entrada en el catecumenado. Este se concebía como un tiempo largo acompañado por algunos cristianos, los catequistas, que debían introducir, poco a poco, en el conocimiento de la fe y en la experiencia de oración con la consiguiente conversión de las costumbres, que esto traía consigo. En el itinerario era fundamental la oración y la familiarización con la Palabra de Dios, la tarea educativa en la doctrina y la fe de la Iglesia, así como la conversión de costumbres, que para muchos podía suponer un cambio significativo en hábitos de vida, mentalidad y criterios, incluso profesión… San Agustín, por ejemplo, abandonó su oficio de orador tras la conversión. Se avergonzaba de vivir vendiendo mentiras vestidas de verdad solo por estar bien dichas buscando, además en ello, ser estimado y gozar de prestigio. Ante la verdad de Cristo, se cayeron las máscaras en las que se había escondido ante sí mismo durante años (Cf. Confesiones IX, II, 2). Este proceso del catecumenado se intensificaba en la última cuaresma antes del momento del bautismo que se recibía siempre en el contexto de la Pascua, concretamente en la Vigilia Pascua. Esta última cuaresma se la llamaba tiempo de la purificación o iluminación y era un tiempo absolutamente único y especial. Cada semana, marcada por el domingo, estaba ligada a un paso o gesto sumamente bello y expresivo: la elección o inscripción del nombre, los escrutinios o tiempos fuertes de discernimiento sobre la verdad de la propia vida ante la luz de la Palabra, los exorcismos, la entrega de la profesión de fe, del Padre Nuestro, las unciones, el rito del Effetá… En este momento toda la gestualidad y ritualidad eclesial expresa la gestación, la preparación para el nuevo nacimiento que encontrará en la noche de Pascua, la gran noche bautismal, su expresión definitiva. En la Pascua la memoria cuaresmal de la misericordia de Dios se transforma en memoria agradecida por la salvación ante la última y definitiva de las mirabilia Dei: la Resurrección de Cristo de entre los muertos. Esta gracia de la resurrección durante la Pascua no solo se proclama, se realiza en nosotros a través de los sacramentos que nos incorporan al Cuerpo glorioso de Cristo, Su vida entra en la nuestra. Se trata de un recorrido de transformación en Cristo, de modo que el camino de toda una vida cristiana, de años de seguimiento y conformación progresiva con Cristo, se nos entrega en la noche de Pascua, especialmente, durante la cincuenta pascual y, como prolongación de esta, en cada eucaristía cotidiana, que es prenda de lo que ya somos y de lo que estamos llamados a ser. En tu Luz vemos la luz Como somos limitados, como necesitamos el tiempo para asumir, acoger, comprender esta claridad ofrecida del Misterio de Dios en Cristo, la Iglesia madre despliega la mistagogía. El tiempo justamente posterior a la celebración del Triduo Pascual, la cincuentena pascual, tiene este sentido pedagógico de rumia para asimilar mejor y de profundización para tomar conciencia del don ya recibido. La vida cristiana de cada uno de nosotros puede entenderse como un prolongado tiempo de mistagogía hasta la entrada plena en el Misterio en la vida del Cielo. Muchos de nosotros, bautizados en la infancia, necesitamos este tiempo para ir comprendiendo lo que celebramos, lo que creemos y, en definitiva, lo que somos. Vamos asimilando lo que hemos recibido como identidad por la fe y los sacramentos. Es necesario, por tanto, desarrollar procesos mistagógicos como hacían los Padres del siglo IV con los neófitos que asistían por primera vez a las celebraciones sacramentales. Puesto que habían recibido en una sola noche, durante la Vigilia, los sacramentos de iniciación necesitaban después ahondar en lo vivido para, al conocerlo mejor, ir configurándose según esta nueva condición recibida a imagen de Cristo. Hay un modo nuevo de percibir la realidad como portadora del Misterio de Dios en el que vamos siendo introducidos por la acción litúrgica y la Pascua es el tiempo propicio para esto. En ella, la dimensión mistagógica está acentuada y potenciada porque es el tiempo de la plenitud, del cumplimiento donde todo vuelve a su realidad primera y última, a su referencialidad creada y a su verdad en Dios desvelada en Cristo Resucitado. Esta mistagogía litúrgica pascual tiene, especialmente, varias dimensiones o niveles: Mistagogía creacional En la Pascua los signos litúrgicos nos conectan con la creación: el Fuego que purifica e ilumina desde dentro, la luz del cirio pascual y la cera pura elaborada por las abejas, el agua bautismal, el aceite del santo crisma, el viento del Espíritu, la vida que misteriosamente despierta del letargo invernal en la primavera y que irrumpe en el Templo a través de las decoraciones florales, el blanco y dorado de los tejidos… Estas dimensiones cósmicas de la liturgia requieren ser explicadas detenidamente. No son meros elementos decorativos. A través de ellas, la Iglesia expresa la dimensión creacional del acontecimiento de la resurrección, superando todo subjetivismo o reduccionismo emotivista de la fe. Cristo resucitado ha colmado de luz la realidad desde dentro. Esto significa el velo del templo rasgado, el suelo rasgado por los terremotos y las lápidas corridas según nos transmiten los evangelistas al narrar el momento de la Muerte y Resurrección (cf. Mt 27,51-54.28,2). El nudo de las relaciones vitales: con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la creación, ha sido desatado. Desde este momento, todo está transido de Dios y es portador de Dios, como si el misterio de María se cumpliera en cada criatura, todo se abre al Espíritu y el antagonismo carne-pneuma queda reconciliado, la vida de la gracia se alumbra a través de la carne de este mundo. En la liturgia nada es opaco, ni está cerrado sobre sí, ni separado del resto. Todo está transfigurado, irradia claridad y vida. El pan y el vino se hacen totalmente dóciles a la Palabra de Dios y la acción del Espíritu. Esto, que sucede en la liturgia, traspasa los muros del templo y, por la mirada sacramental del creyente transformado por la celebración en la que participa, toca su realidad cotidiana haciendo de ella un espacio y un tiempo sacramental. Mistagogía histórico-salvífica El cristiano, a lo largo de toda su vida, como si toda la historia de Israel se actualizara en su propia historia, es invitado a pasar de la esclavitud a la libertad, de la noche a la luz, del desierto a la tierra prometida, de la tristeza a la fiesta, del hambre al banquete de bodas, de la muerte a la vida, introducido con Cristo, en el último mar rojo de la vida, la muerte y la sepultura para resucitar con Él a una vida nueva, participando de su propia vida resucitada. Para vivir esta experiencia es fundamental la familiaridad con la Historia Sagrada a través de la Palabra de Dios leída, proclamada, celebrada en la liturgia. La Vigilia Pascual es maestra de esta tarea mistagógica. Su recorrido a través del Antiguo Testamento por los libros históricos, proféticos y sapienciales expresan los miedos, los anhelos, los límites, la sed del corazón del hombre salvados constantemente por la mano poderosa de Dios. Toda esta pedagogía de Dios con el pueblo encuentra en el Nuevo Testamento, con el acontecimiento Cristo y su Resurrección, su cumplimiento. Hay que detenerse en las lecturas de cada celebración, iluminar su sentido en Cristo y existencialmente para el hombre de hoy, confiar en la fuerza performativa de la Palabra que encuentra en el marco sacramental su máxima expresión. Ella hace lo que dice. Mistagogía sacramental La Pascua es, por excelencia, el tiempo de los sacramentos. La fuerza salvadora que brotaba del Cuerpo de Cristo ha pasado a su Iglesia y, gracias a su acción, toda la existencia del hombre ha quedado bendecida y salvada. Los sacramentos nos conectan con Cristo resucitado, son la oportunidad del encuentro con su carne gloriosa. Así, vamos siendo incorporados a Él, principalmente, por la comunión eucarística que cumple la comunión inaugurada en el bautismo: Cristo en nosotros, nosotros en Él, con un sentido esponsal: unidos en una sola carne, la Carne ofrecida por Cristo para la vida del mundo. Esta comunión nos alimenta, nos transforma y nos mueve a vivir todo lo humano desde esta dimensión de resurrección. En Pascua se celebran los sacramentos de iniciación y, como gracia que de ellos brota, es el momento propicio para la celebración también de los sacramentos de vocación: el matrimonio y el orden, así como la consagración de vírgenes. Es el tiempo en el que lo humano con su misterio de crecimiento, amor, misión y límite puede desplegarse sin miedo, en una fecundidad cuyo fruto es la presencia del Reino, la santidad. Que a lo largo de esta Pascua que iniciamos seamos capaces los ministros, religiosos, catequistas, responsables de pastoral de desplegar una acción mistagógica creativa en nuestras celebraciones, en las tareas catequéticas, en las homilías, para que realmente seamos transformados por aquello y en aquello que recibimos. Esta es una tarea de conocimiento en el sentido judío de esta palabra: un saber que es comunión y amor, que abarca todas las dimensiones de la persona hasta tocar lo más profundo del ser, hasta mover el corazón, introducir en la intimidad, iluminar la existencia según Cristo. Esta es la acción propia del Espíritu Santo, el gran Mistagogo, por eso la Pascua, el tiempo de la mistagogía, es el tiempo del Espíritu, de hecho, su meta está en Pentecostés. “El Espíritu os lo recordará todo” (Jn 14, 26) La clave del Sábado Santo llevaba por título “El Espíritu os lo recordará todo” (Jn 14, 26). La encargada de adentrarnos tanto en el Pórtico Marial como en el Pórtico de la Iglesia –que completan los Pórticos de la Memoria Pascual— era Madre Prado. María, como madre de Jesús, recibió del Hijo una nueva maternidad, ya que se convierte en Madre de la Iglesia, morada de la memoria del Hijo, muerto y resucitado. Por otro lado, del Espíritu brota la Iglesia. Es el Espíritu el que otorga la fuerza que “pone en pie a la Iglesia en medio de las plazas”. Tras la muerte y resurrección de Jesús, el Espíritu nos da una nueva identidad: ser la Memoria Iesu, Memoria de Jesús. Este soplo del Espíritu implica, a su vez, hacerse uno con Cristo y ser sus testigos en medio de este mundo. El Sábado Santo es un día de desierto porque en medio del silencio y la contemplación acompañamos a Jesús, hacemos memorial de su muerte con la esperanza puesta en la Resurrección. Este año, debido a la lluvia, no hemos podido realizar la habitual marcha que hacemos cada año para caminar, hacer silencio, rezar, comer juntos en el campo, compartir… en su lugar, nos quedamos en el monasterio, donde hubo también tiempos de oración y contemplación, comimos por grupos y, por la tarde, tuvimos un momento de compartir, también por grupos, para compartir lo vivido durante el Triduo Pascual. Por la noche llegaba el momento culmen del Triduo con la Gran Vigilia Pascual, en la que celebramos nuestra gran fiesta cristiana: ¡Cristo ha resucitado! La riqueza de la liturgia nos regala en esta celebración todo un elenco de lecturas y salmos que nos recuerdan la Historia de Salvación que Dios ha realizado con el pueblo de Israel. En el transcurso de la Vigilia vamos pasando de la oscuridad a la luz, dando todo ese sentido de pasar de la Muerte a la Resurrección de Cristo para cantar todos juntos el Aleluya. Además, esta Vigilia Pascual la hemos vivido muy unidos a dos catecúmenos, Javier y Alba, amigos de la Comunidad, que durante la Vigilia en sus respectivas parroquias recibieron los sacramentos de iniciación cristiana. Javier llegaba al final de nuestra celebración para compartir con nosotros su alegría de ser cristiano. Alba, acompañada de su familia, estuvo presente en nuestra Eucaristía del Domingo, para poder celebrar juntos su nueva vida en Cristo. Precisamente, el Domingo de Resurrección cerrábamos ese Triduo Pascual con un tiempo de testimonios y, en la Eucaristía de Resurrección, dábamos gracias a Dios con gran júbilo y alegría por tanta gracia recibida. ¡Feliz Pascua de Resurrección a todos! ¡Aleluya!
“Acuérdate de mí” (Lc 23, 42) El pasaje bíblico del “buen ladrón” y, en concreto, la parte en la que dice a Jesús: “Acuérdate de mí” (Lc 23, 42), ha servido para guiar nuestras oraciones y claves en este Viernes Santo, marcado por la Pasión y Muerte de nuestro Señor. Por la mañana, la encargada de dar la segunda clave de este Triduo Pascual fue Marta Redondo, de nuestra Fraternidad de Laicos. Precisamente, “Acuérdate de mí” era el título de esta charla que nos introdujo en el segundo Pórtico de la Memoria de esta Pascua: el Pórtico de la Cruz. Partiendo de la figura del “buen ladrón”, que es el que pide a Jesús que se acuerde de él, se abría ante nosotros toda una fuente de reflexión y contemplación sobre la necesidad de pedir a Cristo, no sólo que se acuerde de mí, sino que se acuerde de los otros. De todas aquellas personas y situaciones que acompañan nuestro día a día y también aquellas realidades que, probablemente, nos quedan lejanas pero que necesitan ser redimidas por Jesús. Pedimos el perdón para otros y nos convertimos en intercesores ante Cristo crucificado del dolor y el sufrimiento de los que viven en circunstancias difíciles. A las doce del mediodía tenía lugar el Vía Crucis que fue guiado por los niños que participan en nuestra Pascua. Ya por la tarde, tras un tiempo previo de preparación de la liturgia y de ensayo en la mistagogía, a las cinco comenzaba la celebración de la Pasión del Señor. Uno de los momentos más significativos fue la adoración a la Cruz en la que todos nos acercamos a acompañar a Jesús en este duelo en el que hacemos memoria de su muerte. Por grupos de familias, hermanas, amigos… nos arrodillamos ante Él para permanecer a su lado y hacernos partícipes de su sufrimiento. El día culminaba por la noche con la oración ante la Cruz, en la que la contemplación, los cantos y las reflexiones en torno al momento de la muerte de Jesús guiaron esta oración. También hubo un pequeño gesto de adoración a la Cruz, encendiendo una vela a su lado y pidiendo a Jesús que se acuerde de tantas personas y situaciones que necesitan ser salvadas por Cristo.
“Haced esto en memoria mía” (Lc 22, 19) El Triduo Pascual comenzaba este Jueves Santo con la acogida de todos los participantes en el mismo: nuestra Fraternidad de Laicos –familias por grupos de adultos, jóvenes, adolescentes y niños—; familiares de las hermanas; amigos de la Comunidad; un grupo de Alcalá de Henares; así como otras personas llegadas de otros lugares. También ha venido un nutrido grupo de personas que participan por primera vez en nuestra Pascua.
A las siete de la tarde llegaba el momento central del día con la celebración de la Cena del Señor, presidida por el sacerdote que nos acompaña en todo este Triduo Pascual, el Padre Miguel Ángel Arribas. Por la noche, terminábamos el día acompañando al Señor en oración en la Hora de Jesús.
EL ESPÍRITU SANTO OS LO RECORDARÁ TODO Jn 14,26 |
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INGLÉS
THE HOLY SPIRIT WILL REMIND YOU OF EVERYTHING Jn 14, 26
MEMORIA IESU EASTER 2024
THE PORTICOES OF EASTER MEMORY. "Remember Jesus Christ" (2Tim 2, 8)
Every Easter of the Lord is an intense time of Gospel, personal, and ecclesial memory. If the whole life of the believer is an explosion born of the Spirit, during Easter He works in us the grace of remembering the Gift received in time, in history, through the Kerygma, through Tradition, and through the Church.
The loss of the Gospel memory is the root of despair, its darkening or extinguishing, and therefore its unfruitfulness, annuls the future, establishes irreversible fear of facing tomorrow, preferring a present without history, without meaning, and without value.
It is urgent, therefore, to reminisce, and the Spirit is our Giver and "helper" because it will be a grace united to a task, but He is the rest in fatigue, He revives the fire and becomes the heart of the human being in a burning fire and a torch that guides, He infuses fraternal charity, and gives life to what lies in the shadows of death.
The liturgy sustains our memory, and in the Hour of Jesus' Easter, it intensifies and concentrates on a TODAY (Cf. Mt 6,11; Hb 3,7-4,11; Ps 95,7) around which existence revolves, our origin, meaning, destination, the profound Mystery that guards the closest encounter that can occur in this life, between our Humanity and God. Let us enter with confidence and hope into the Porticoes of Easter Memory, which is not only to remember facts and words but to relive, reinvigrate the event, to enter through them and let ourselves be carried away, to turn in that whirlwind of grace that is the Love of the Father, the Son, and the Spirit.
THE PORTICO OF FLESH AND BLOOD. "Do this in remembrance of me" (Lk 22:19)
In every Eucharist we celebrate Holy Thursday, the Day on which Jesus Christ opened Himself from His depths so that from there the Bread, the Water, and the Blood of Life may flow (Fons Vitae). He allowed His Flesh to be torn and left open the Door of Life, the hidden, distant room, the Promised Land. "Look wide open at paradise, opened by the force of a Lamb" (Lauds hymn, Good Friday). Therefore, life is Eucharist; He has opened His Humanity to rescue ours, and we have been invited to enter (cf. Heb 6:19-20), He has made us sit at His Table, washed our feet, and served us Bread and Wine. Thus, Humanity is also the Way of salvation, and therefore, we make a Memorial of His Flesh and His Blood. We are all, from that Paschal encounter, MEMORES IESU, Memory of Jesus Christ, who, being God, Priest, Victim, and Altar, has restored to humanity its dignity and its destiny, as the Way to the Father (Pope Francis, Evangelii Gaudium, 13).
THE PORTICO OF THE CROSS. "Remember me" (Lk 23:42)
"Remember me" is the cry of human frailty, recognizing his Savior in his final hour, and He has opened Paradise to him with His forgiveness. With the repentant thief (Ps 50:5), we also remember the forgiveness received, the need we have to live reconciled with God and with our brothers and sisters, not to be forgotten by Him, giver of grace and love capable of rescuing us from evil (Cf. Lam 5:20-21a; Mt 8:25).
But we not only ask for this memory of the Lord upon us, we implore forgiveness for others, intercede for them, and atone, also from our own pain, for the sins of the world. Remember all of us, Lord and Mediator between God and humanity, remember the lost and confused, those who have nothing and lack security. Remember the weak and vulnerable, those wounded by all wars and by all weapons. Remember the violent and those who suffer violence, the abandoned and those who abandon, the victims and the executioners. Remember all of us, Lord, remember us TODAY, when you return to the Father.
THE MARIAN PORTICO. "Woman, behold your son" (Jn 19:26)
The Church, like Mary, is a Mother with a dilated womb. By the work of the Spirit, Mary opened the doors of her flesh to "the King without a City" and conceived, gave birth to, and guarded the life of Jesus Christ and sustained the disciples until the coming of the Paraclete Spirit. She, the Maternal Memory, received from the Son a new motherhood: she will be the Mother of the Church, the dwelling place of the memory of the Son, dead and risen.
THE PORTICO OF THE CHURCH. "The Spirit will remind you of everything" (Jn 14:26)
The Gift of the Spirit made us remember. "The Spirit comes gently and softly, experienced as the finest fragrance, His yoke cannot be lighter" (Catechesis of Jerusalem, 16). The wind of the Spirit blows where it wills, it is free and bold, gentle and incisive, peaceful and transformative, it comes, goes, brings, carries, sustains, fertilizes, arouses... Thus, by His hand, His air, His breath, His grace, the Church arises. He is present in so many men and women because it is He, the Spirit, who has called them "from among the people." The Spirit as a force that "raises the Church in the midst of the squares" and "raises witnesses in the people to speak with words like swords before the judges." The Spirit, as the loving Father of the poor, has sown the greatest Love in the heart of Humanity, being in the Church there is comfort, rest, truce, breeze, joy, health, company, hospitality, mercy…
The Spirit, after the death and resurrection of Jesus, gave us a new identity, to be the Memory of Jesus (pneumatic memory). To those who had eaten and drunk with Him, who had touched Him and followed Him while He lived (Cf. 1 Jn 1:1-3), the Spirit impelled them not only to remember the events but to recall, recount their own lived experience, which gave meaning to existence, even to giving their lives for Him and becoming one with Him, Being Jesus Christ in the midst of this world. Memores et Martyres Iesu. By the power of the Spirit, we are His Rememberers, of Jesus Christ, dead and risen, and we are His Witnesses, giving our lives for Love, and we are Prophets, proclaiming the Good News of the Gospel (Lumen Gentium, 7).
Easter is therefore a Path of continuous Conversion until the most sincere, full, and luminous christification. For such a Gift received and faithfully kept: Let all the hearts rejoice, those of every person in this world, those of the believers, those of our Mother, the Church! Christ has risen! Hallelujah! Holy and Happy Easter!
MEMORIA IESU EASTER 2024
THE PORTICOES OF EASTER MEMORY. "Remember Jesus Christ" (2Tim 2, 8)
Every Easter of the Lord is an intense time of Gospel, personal, and ecclesial memory. If the whole life of the believer is an explosion born of the Spirit, during Easter He works in us the grace of remembering the Gift received in time, in history, through the Kerygma, through Tradition, and through the Church.
The loss of the Gospel memory is the root of despair, its darkening or extinguishing, and therefore its unfruitfulness, annuls the future, establishes irreversible fear of facing tomorrow, preferring a present without history, without meaning, and without value.
It is urgent, therefore, to reminisce, and the Spirit is our Giver and "helper" because it will be a grace united to a task, but He is the rest in fatigue, He revives the fire and becomes the heart of the human being in a burning fire and a torch that guides, He infuses fraternal charity, and gives life to what lies in the shadows of death.
The liturgy sustains our memory, and in the Hour of Jesus' Easter, it intensifies and concentrates on a TODAY (Cf. Mt 6,11; Hb 3,7-4,11; Ps 95,7) around which existence revolves, our origin, meaning, destination, the profound Mystery that guards the closest encounter that can occur in this life, between our Humanity and God. Let us enter with confidence and hope into the Porticoes of Easter Memory, which is not only to remember facts and words but to relive, reinvigrate the event, to enter through them and let ourselves be carried away, to turn in that whirlwind of grace that is the Love of the Father, the Son, and the Spirit.
THE PORTICO OF FLESH AND BLOOD. "Do this in remembrance of me" (Lk 22:19)
In every Eucharist we celebrate Holy Thursday, the Day on which Jesus Christ opened Himself from His depths so that from there the Bread, the Water, and the Blood of Life may flow (Fons Vitae). He allowed His Flesh to be torn and left open the Door of Life, the hidden, distant room, the Promised Land. "Look wide open at paradise, opened by the force of a Lamb" (Lauds hymn, Good Friday). Therefore, life is Eucharist; He has opened His Humanity to rescue ours, and we have been invited to enter (cf. Heb 6:19-20), He has made us sit at His Table, washed our feet, and served us Bread and Wine. Thus, Humanity is also the Way of salvation, and therefore, we make a Memorial of His Flesh and His Blood. We are all, from that Paschal encounter, MEMORES IESU, Memory of Jesus Christ, who, being God, Priest, Victim, and Altar, has restored to humanity its dignity and its destiny, as the Way to the Father (Pope Francis, Evangelii Gaudium, 13).
THE PORTICO OF THE CROSS. "Remember me" (Lk 23:42)
"Remember me" is the cry of human frailty, recognizing his Savior in his final hour, and He has opened Paradise to him with His forgiveness. With the repentant thief (Ps 50:5), we also remember the forgiveness received, the need we have to live reconciled with God and with our brothers and sisters, not to be forgotten by Him, giver of grace and love capable of rescuing us from evil (Cf. Lam 5:20-21a; Mt 8:25).
But we not only ask for this memory of the Lord upon us, we implore forgiveness for others, intercede for them, and atone, also from our own pain, for the sins of the world. Remember all of us, Lord and Mediator between God and humanity, remember the lost and confused, those who have nothing and lack security. Remember the weak and vulnerable, those wounded by all wars and by all weapons. Remember the violent and those who suffer violence, the abandoned and those who abandon, the victims and the executioners. Remember all of us, Lord, remember us TODAY, when you return to the Father.
THE MARIAN PORTICO. "Woman, behold your son" (Jn 19:26)
The Church, like Mary, is a Mother with a dilated womb. By the work of the Spirit, Mary opened the doors of her flesh to "the King without a City" and conceived, gave birth to, and guarded the life of Jesus Christ and sustained the disciples until the coming of the Paraclete Spirit. She, the Maternal Memory, received from the Son a new motherhood: she will be the Mother of the Church, the dwelling place of the memory of the Son, dead and risen.
THE PORTICO OF THE CHURCH. "The Spirit will remind you of everything" (Jn 14:26)
The Gift of the Spirit made us remember. "The Spirit comes gently and softly, experienced as the finest fragrance, His yoke cannot be lighter" (Catechesis of Jerusalem, 16). The wind of the Spirit blows where it wills, it is free and bold, gentle and incisive, peaceful and transformative, it comes, goes, brings, carries, sustains, fertilizes, arouses... Thus, by His hand, His air, His breath, His grace, the Church arises. He is present in so many men and women because it is He, the Spirit, who has called them "from among the people." The Spirit as a force that "raises the Church in the midst of the squares" and "raises witnesses in the people to speak with words like swords before the judges." The Spirit, as the loving Father of the poor, has sown the greatest Love in the heart of Humanity, being in the Church there is comfort, rest, truce, breeze, joy, health, company, hospitality, mercy…
The Spirit, after the death and resurrection of Jesus, gave us a new identity, to be the Memory of Jesus (pneumatic memory). To those who had eaten and drunk with Him, who had touched Him and followed Him while He lived (Cf. 1 Jn 1:1-3), the Spirit impelled them not only to remember the events but to recall, recount their own lived experience, which gave meaning to existence, even to giving their lives for Him and becoming one with Him, Being Jesus Christ in the midst of this world. Memores et Martyres Iesu. By the power of the Spirit, we are His Rememberers, of Jesus Christ, dead and risen, and we are His Witnesses, giving our lives for Love, and we are Prophets, proclaiming the Good News of the Gospel (Lumen Gentium, 7).
Easter is therefore a Path of continuous Conversion until the most sincere, full, and luminous christification. For such a Gift received and faithfully kept: Let all the hearts rejoice, those of every person in this world, those of the believers, those of our Mother, the Church! Christ has risen! Hallelujah! Holy and Happy Easter!
M. Prado, Federal President | Federation of the Conversion of Saint Agustin
Sotillo de la Adrada, Ávila | Palm Sunday, 2024
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HÚNGARO
A SZENTLÉLEK MAJD ESZETEKBE JUTTAT MINDENT (Jn 14, 26)
MEMORIA IESU 2024 Húsvét
A HÚSVÉTI EMLÉKEZET TORNÁCAI: "Emlékezz Jézus Krisztusra" (2Tim 2, 8).
Minden húsvét az evangéliumi, személyes és egyházi emlékezés intenzív időszaka. Ha a hívő egész életét a Lélek izzítja, akkor húsvétkor az a kegyelem munkál bennünk, hogy emlékezzünk az időben és a történelemben a Kerygma, a Hagyomány és az egyház által kapott Ajándékra.
Az evangéliumi emlékezet elvesztése, elhomályosulása vagy kioltása a kétségbeesés gyökere; meddővé tesz, eltörli a jövőt, a holnappal való szembenézéstől visszafordíthatatlan félelmet kelt; a történelem nélküli, értelem és érték nélküli jelen mellett tör lándzsát.
Sürgős tehát emlékezni, és a Lélek a mi Ajándékunk és "segítőnk". Az emlékezés kegyelem és feladat, de a Lélek enyhület a fáradtságban, felízzik, lángra lobban és fáklyává válik az emberi szívben; vezet, testvéri szeretetet éleszt, és életet ad annak, ami a halál árnyékában fekszik.
A liturgia ébren tartja emlékezetünket. Jézus húsvéti órája egyetlen napban, egyetlen MÁ-ban összpontosul (Mt 6,11; Zsid 3,7-4,11; Zsolt 95,7). Létünk, eredetünk, értelmünk, sorsunk itt koncentrálódik, ebben a mélységes misztériumban, amely Emberségünk és az Isten között lehető legszorosabb találkozást tartogatja. Lépjünk bizalommal és reménységgel a húsvéti emlékezet tornácaira, amely nem csupán a tényekre és szavakra való emlékezést jelent, hanem az esemény újraélése, aktualizálása. Lépjünk be rajtuk keresztül és hagyjuk, hogy magával ragadjon, bevonjon bennünket a kegyelem örvényébe, az Atya, a Fiú és a Lélek szeretetébe.
A HÚS ÉS VÉR TORNÁCA. "Ezt cselekedjétek az én emlékezetemre" (Lk 22:19)
Minden szentmisében megünnepeljük a nagycsütörtököt, azt a napot, amikor Jézus Krisztus megnyitotta oldalát, hogy abból (Fons Vitae) az Élet Kenyere, Vize és Vére folyjék. Engedte, hogy Teste felszakadjon, és megnyíljon egyszer s mindenkorra az Élet Kapuja, a rejtett, távoli szoba, az Ígéret Földje. "Íme, tágra nyílt a paradicsom kapuja/ megnyílt a Bárány ereje által". Az élet ezért szentmise; Ő megnyitotta Emberi mivoltát, hogy megváltsa a miénket, minket pedig meghívott, hogy belépjünk, leültetett minket asztalához, megmosta a lábunkat, és kiszolgáltatta nekünk a Kenyeret és a Bort. Így az Emberség egyben az üdvösség útja is; emléket állítunk az Ő Testének és Vérének. Mindannyian, e húsvéti találkozás révén, MEMORES IESU, Krisztus Jézus emlékezete vagyunk, aki Isten, Pap, Áldozat és Oltár, aki mint az Atyához vezető Út, visszaadta az ember méltóságát és célját.
A KERESZT TORNÁCA: "Emlékezzél meg rólam" (Lk 23, 42-43)
"Emlékezzél meg rólam" - ez annak a kegyeletsértő kiáltása, aki utolsó órájában felismerte Megváltóját, aki megbocsátásával megnyitotta előtte a Paradicsomot. A bűnbánó latorral együtt (Zsolt 50,5) mi is emlékezünk a kapott megbocsátásra; arra, hogy szükségünk van arra, hogy Istennel és testvéreinkkel megbékélve éljünk; hogy ne feledkezzen meg rólunk Ő, a kegyelem és szeretet adományozója, aki képes megmenteni minket a gonosztól.
De nemcsak magunknak kérjük ezt az emlékezést az Úrtól, hanem mások számára is bocsánatért esedezünk. Közbenjárunk értük, és a saját fájdalmunkon keresztül is engesztelünk a világ bűneiért. "Emlékezz meg mindnyájunkról, Urunk és Közvetítőnk Isten és ember között, a legelvesztettebbekről és legzavarosabbakról, azokról, akiknek semmijük sincs és akiknek nincs biztonságuk. Emlékezz meg a gyengékről és a kiszolgáltatottakról, mindazokról, akiket háború és fegyver sebesített. Emlékezz meg az erőszakosokról és azokról, akik erőszakot szenvednek, az elhagyottakról és azokról, akik elhagynak, az áldozatokról és a hóhérokról. Emlékezz meg mindannyiunkról, Uram, ma, amikor visszatérsz az Atyához.
MÁRIA TORNÁCA "Asszony, íme a te fiad" Jn 19,26
Az Egyház, akárcsak Mária, a nyitott méhű Anya. A Lélek által Mária megnyitotta testének kapuit "a város nélküli Királynak". Ő nemzette, szülte és őrizte Jézus életét, és bátorította a tanítványokat a Vígasztaló Lélek eljöveteléig. Ő, az Anyai Emlékezet, új anyaságot kapott a Fiútól: ő az Egyház Anyja, a halott és feltámadott Fiú emlékezetének lakhelye.
AZ EGYHÁZ TORNÁCA. "A Lélek majd eszetekbe juttat mindent (Jn 14,26)
A Lélek ajándéka emlékeztetett bennünket. "Ő - a Lélek - gyengéden és lágyan jön, úgy tapasztaljuk, mint a legfinomabb illatot, igája nem is lehetne könnyebb" (Jeruzsálemi katekézis, 16). A Lélek szele ott fúj, ahol akar, szabad és merész, szelíd és metsző, békés és átalakító; jön, megy, hoz, visz, hordoz, fenntart, gyümölcsözővé tesz, felébreszt... Így az ő kezéből, az ő levegőjéből, az ő leheletéből, az ő kegyelméből születik meg az Egyház. Azért van jelen oly sok férfiban és nőben, mert Ő, a Lélek az, aki elhívta őket "a nép közül". A Lélek, mint az az erő, amely "talpra állítja az Egyházat az utcák közepén", és "tanúkat támaszt a nép között, hogy szavakkal, mint karddal szóljanak a bírák előtt". A Lélek, mint a szegények szerető Atyja, a legnagyobb Szeretetet ültette az Emberiség szívébe: vigasztalás, enyhület, megnyugvás, szellő, öröm, egészség, társaság, vendégszeretet, irgalom... az Egyházban.
Jézus halála és feltámadása után a Lélek új identitást adott nekünk, hogy Memoria Iesu (pneumatikus emlékezet) legyünk. Azokat, akik vele ettek és ittak, akik megérintették és követték őt, amíg élt (vö. 1Jn 1, 1-3), a Lélek arra buzdította, hogy ne csak emlékezzenek az eseményekre, hanem idézzék fel, meséljék el saját megélt tapasztalatukat, amely értelmet adott létezésüknek, egészen odáig, hogy életüket adják Érte, és eggyé váljanak Vele, hogy Jézus Krisztus legyenek a világban. Memores et Martyres Iesu. A Lélek ereje által mi vagyunk a halottaiból feltámadt Jézus Krisztus Memores , és mi vagyunk az ő Tanúi, akik életünket adjuk a Szeretetért, és mi vagyunk a próféták, akik hirdetjük az evangélium örömhírét (Lumen gentium, 7).
A húsvét tehát a folyamatos Megtérés Útja a legőszintébb, teljes és sugárzó krisztusivá válásig. Kapott és hűségesen megőrzött ajándék: A világ minden embere, hívők és Anyánk, az Egyház szívét töltse el az öröm: Krisztus feltámadt! Alleluja!
Szent és boldog húsvétot!
MEMORIA IESU 2024 Húsvét
A HÚSVÉTI EMLÉKEZET TORNÁCAI: "Emlékezz Jézus Krisztusra" (2Tim 2, 8).
Minden húsvét az evangéliumi, személyes és egyházi emlékezés intenzív időszaka. Ha a hívő egész életét a Lélek izzítja, akkor húsvétkor az a kegyelem munkál bennünk, hogy emlékezzünk az időben és a történelemben a Kerygma, a Hagyomány és az egyház által kapott Ajándékra.
Az evangéliumi emlékezet elvesztése, elhomályosulása vagy kioltása a kétségbeesés gyökere; meddővé tesz, eltörli a jövőt, a holnappal való szembenézéstől visszafordíthatatlan félelmet kelt; a történelem nélküli, értelem és érték nélküli jelen mellett tör lándzsát.
Sürgős tehát emlékezni, és a Lélek a mi Ajándékunk és "segítőnk". Az emlékezés kegyelem és feladat, de a Lélek enyhület a fáradtságban, felízzik, lángra lobban és fáklyává válik az emberi szívben; vezet, testvéri szeretetet éleszt, és életet ad annak, ami a halál árnyékában fekszik.
A liturgia ébren tartja emlékezetünket. Jézus húsvéti órája egyetlen napban, egyetlen MÁ-ban összpontosul (Mt 6,11; Zsid 3,7-4,11; Zsolt 95,7). Létünk, eredetünk, értelmünk, sorsunk itt koncentrálódik, ebben a mélységes misztériumban, amely Emberségünk és az Isten között lehető legszorosabb találkozást tartogatja. Lépjünk bizalommal és reménységgel a húsvéti emlékezet tornácaira, amely nem csupán a tényekre és szavakra való emlékezést jelent, hanem az esemény újraélése, aktualizálása. Lépjünk be rajtuk keresztül és hagyjuk, hogy magával ragadjon, bevonjon bennünket a kegyelem örvényébe, az Atya, a Fiú és a Lélek szeretetébe.
A HÚS ÉS VÉR TORNÁCA. "Ezt cselekedjétek az én emlékezetemre" (Lk 22:19)
Minden szentmisében megünnepeljük a nagycsütörtököt, azt a napot, amikor Jézus Krisztus megnyitotta oldalát, hogy abból (Fons Vitae) az Élet Kenyere, Vize és Vére folyjék. Engedte, hogy Teste felszakadjon, és megnyíljon egyszer s mindenkorra az Élet Kapuja, a rejtett, távoli szoba, az Ígéret Földje. "Íme, tágra nyílt a paradicsom kapuja/ megnyílt a Bárány ereje által". Az élet ezért szentmise; Ő megnyitotta Emberi mivoltát, hogy megváltsa a miénket, minket pedig meghívott, hogy belépjünk, leültetett minket asztalához, megmosta a lábunkat, és kiszolgáltatta nekünk a Kenyeret és a Bort. Így az Emberség egyben az üdvösség útja is; emléket állítunk az Ő Testének és Vérének. Mindannyian, e húsvéti találkozás révén, MEMORES IESU, Krisztus Jézus emlékezete vagyunk, aki Isten, Pap, Áldozat és Oltár, aki mint az Atyához vezető Út, visszaadta az ember méltóságát és célját.
A KERESZT TORNÁCA: "Emlékezzél meg rólam" (Lk 23, 42-43)
"Emlékezzél meg rólam" - ez annak a kegyeletsértő kiáltása, aki utolsó órájában felismerte Megváltóját, aki megbocsátásával megnyitotta előtte a Paradicsomot. A bűnbánó latorral együtt (Zsolt 50,5) mi is emlékezünk a kapott megbocsátásra; arra, hogy szükségünk van arra, hogy Istennel és testvéreinkkel megbékélve éljünk; hogy ne feledkezzen meg rólunk Ő, a kegyelem és szeretet adományozója, aki képes megmenteni minket a gonosztól.
De nemcsak magunknak kérjük ezt az emlékezést az Úrtól, hanem mások számára is bocsánatért esedezünk. Közbenjárunk értük, és a saját fájdalmunkon keresztül is engesztelünk a világ bűneiért. "Emlékezz meg mindnyájunkról, Urunk és Közvetítőnk Isten és ember között, a legelvesztettebbekről és legzavarosabbakról, azokról, akiknek semmijük sincs és akiknek nincs biztonságuk. Emlékezz meg a gyengékről és a kiszolgáltatottakról, mindazokról, akiket háború és fegyver sebesített. Emlékezz meg az erőszakosokról és azokról, akik erőszakot szenvednek, az elhagyottakról és azokról, akik elhagynak, az áldozatokról és a hóhérokról. Emlékezz meg mindannyiunkról, Uram, ma, amikor visszatérsz az Atyához.
MÁRIA TORNÁCA "Asszony, íme a te fiad" Jn 19,26
Az Egyház, akárcsak Mária, a nyitott méhű Anya. A Lélek által Mária megnyitotta testének kapuit "a város nélküli Királynak". Ő nemzette, szülte és őrizte Jézus életét, és bátorította a tanítványokat a Vígasztaló Lélek eljöveteléig. Ő, az Anyai Emlékezet, új anyaságot kapott a Fiútól: ő az Egyház Anyja, a halott és feltámadott Fiú emlékezetének lakhelye.
AZ EGYHÁZ TORNÁCA. "A Lélek majd eszetekbe juttat mindent (Jn 14,26)
A Lélek ajándéka emlékeztetett bennünket. "Ő - a Lélek - gyengéden és lágyan jön, úgy tapasztaljuk, mint a legfinomabb illatot, igája nem is lehetne könnyebb" (Jeruzsálemi katekézis, 16). A Lélek szele ott fúj, ahol akar, szabad és merész, szelíd és metsző, békés és átalakító; jön, megy, hoz, visz, hordoz, fenntart, gyümölcsözővé tesz, felébreszt... Így az ő kezéből, az ő levegőjéből, az ő leheletéből, az ő kegyelméből születik meg az Egyház. Azért van jelen oly sok férfiban és nőben, mert Ő, a Lélek az, aki elhívta őket "a nép közül". A Lélek, mint az az erő, amely "talpra állítja az Egyházat az utcák közepén", és "tanúkat támaszt a nép között, hogy szavakkal, mint karddal szóljanak a bírák előtt". A Lélek, mint a szegények szerető Atyja, a legnagyobb Szeretetet ültette az Emberiség szívébe: vigasztalás, enyhület, megnyugvás, szellő, öröm, egészség, társaság, vendégszeretet, irgalom... az Egyházban.
Jézus halála és feltámadása után a Lélek új identitást adott nekünk, hogy Memoria Iesu (pneumatikus emlékezet) legyünk. Azokat, akik vele ettek és ittak, akik megérintették és követték őt, amíg élt (vö. 1Jn 1, 1-3), a Lélek arra buzdította, hogy ne csak emlékezzenek az eseményekre, hanem idézzék fel, meséljék el saját megélt tapasztalatukat, amely értelmet adott létezésüknek, egészen odáig, hogy életüket adják Érte, és eggyé váljanak Vele, hogy Jézus Krisztus legyenek a világban. Memores et Martyres Iesu. A Lélek ereje által mi vagyunk a halottaiból feltámadt Jézus Krisztus Memores , és mi vagyunk az ő Tanúi, akik életünket adjuk a Szeretetért, és mi vagyunk a próféták, akik hirdetjük az evangélium örömhírét (Lumen gentium, 7).
A húsvét tehát a folyamatos Megtérés Útja a legőszintébb, teljes és sugárzó krisztusivá válásig. Kapott és hűségesen megőrzött ajándék: A világ minden embere, hívők és Anyánk, az Egyház szívét töltse el az öröm: Krisztus feltámadt! Alleluja!
Szent és boldog húsvétot!
M. Prado, Presidenta Federal | Federación de la Conversión
Sotillo de la Adrada, Ávila | 2024 Virágvasárnap
Sotillo de la Adrada, Ávila | 2024 Virágvasárnap
carta_de_comunión_pascua_2024_-_hun.pdf | |
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POLACO
DUCH ŚWIĘTY PRZYPOMNI WAM WSZYSTKO J 14,26
WIELKANOC “MEMORIA IESU” 2024
PORTYKI PASCHALNEJ PAMIĘCI. “Pamiętaj o Jezusie Chrystusie” (2 Tm 2, 8)
Każda Wielkanoc jest intensywnym czasem ewangelicznego, osobistego i wspólnotowego upamiętnienia. Jeśli całe życie wierzącego jest narodzinami z Ducha, to w czasie Paschy działa On w nas łaską przypominania nam Daru otrzymanego w czasie, w historii, poprzez Kerygmat, poprzez Tradycję i poprzez Kościół.
Utrata ewangelicznej pamięci jest źródłem rozpaczy, jej zaciemnienie lub wygaśnięcie, a zatem jej bezpłodność, przekreśla przyszłość, wywołuje nieodwracalny lęk przed jutrem, jest wyborem teraźniejszości pozbawionej historii sensu i wartości.
Dlatego należy wspominać, Duch Święty jest w tym naszym Dawcą i "pomocnikiem", gdyż łaska wiąże się z zadaniem, a On jest odpoczynkiem w zmęczeniu, rozpala na nowo ogień i staje się w sercu człowieka gorejącym płomieniem i pochodnią, która wskazuje drogę; ożywia braterską miłość i daje życie temu, co pozostawało w cieniu śmierci.
Liturgia wspomaga naszą pamięć, a w godzinie Paschy Jezusa intensyfikuje i skupia się na DZISIAJ (Mt 6,11; Hbr 3,7-4,11; Ps 95,7), na którym opiera się nasza egzystencja, nasze pochodzenie, znaczenie, przeznaczenie; to głęboka Tajemnica, która stanowi najważniejsze spotkanie, jakie może się wydarzyć w życiu, między naszym człowieczeństwem a Bogiem. Wejdźmy z ufnością i nadzieją do portyków pamiątki paschalnej, która nie jest jedynie rozpamiętywaniem faktów i słów, ale przeżywaniem, urzeczywistnieniem wydarzenia; wchodząc przez nie i pozwalając się przeprowadzić, obracamy się w wirze łaski, którym jest Miłość Ojca, Syna i Ducha.
PORTYK CIAŁA I KRWI. “To czyńcie na moją pamiątkę” Łk 22, 19
W czasie każdej Eucharystii przeżywamy Wielki Czwartek, dzień, w którym Chrystus Jezus otworzył swoje wnętrze, aby wypłynęły z niego (Fons Vitae) Chleb, Woda i Krew Życia. Pozwolił, aby Jego Ciało zostało rozdarte, a Brama Życia, ta ukryta, odległa Ziemia Obiecana, została otwarta. "Spójrzcie oto raj na oścież, otwarty dzięki mocy Baranka" (Hymn Jutrzni, Wielki Piątek, hiszpańska Liturgia Godzin). I dlatego życie jest Eucharystią, On otworzył swoje człowieczeństwo, aby odkupić nasze, a my zostaliśmy zaproszeni, aby w nie wejść (por. Hbr 6, 19-20), posadził nas przy swoim stole, umył nam nogi i podał nam Chleb i Wino. Dlatego że Człowieczeństwo jest także Drogą zbawienia, sprawujemy pamiątkę Jego Ciała i Krwi. Wszyscy, od tego paschalnego spotkania, jesteśmy MEMORES IESU, Pamiątką Chrystusa Jezusa, który będąc Bogiem, Kapłanem, Ofiarą i Ołtarzem, przywrócił człowiekowi jego godność i przeznaczenie, jako Drogę do Ojca (Papież Franciszek, Evangelii Gaudium, 13)
PORTYK KRZYŻA. “Wspomnij na mnie” Łk 23, 42
"Wspomnij na mnie" jest niepewnym wołaniem człowieka, który rozpoznał swojego Zbawiciela w swojej ostatniej godzinie, a Ten otworzył przed nim Raj dzięki swojemu przebaczeniu. Wraz ze skruszonym łotrem (Ps 50, 5) my również przypominamy sobie o przebaczeniu, które otrzymaliśmy, o potrzebie życia w pojednaniu z Bogiem i braćmi, aby nie zostać zapomnianymi przez Niego, dawcę łaski i miłości, która jest zdolna wybawić nas od zła (por. Lam 5, 20-21a; por. Mt 8, 25).
Ale nie tylko prosimy o to wspomnienie Pana wobec nas samych, błagamy o przebaczenie dla innych, wstawiamy się za nimi i czynimy przebłaganie, także poprzez nasze własne cierpienie, za grzechy świata. Wspomnij nas wszystkich, Panie i Pośredniku między Bogiem a ludźmi, tych najbardziej zagubionych i zdezorientowanych, tych, którzy nie mają nic i brakuje im poczucia bezpieczeństwa. Wspomnij na słabych i bezbronnych, na poranionych przez wszystkie wojny i wszelkiego rodzaju broń. Wspomnij na sprawców przemocy i na tych, którzy jej doświadczają, na opuszczonych i tych, którzy porzucają, na ofiary i katów. Wspomnij nas wszystkich, Panie, DZISIAJ, kiedy powrócisz do Ojca.
PORTYK MARYI "Niewiasto, oto syn Twój" J 19, 26
Kościół, podobnie jak Maryja, jest Matką o poszerzonym sercu. Dzięki działaniu Ducha Maryja otworzyła bramy swego ciała "Królowi bez Miasta" i poczęła, zrodziła i otaczała opieką Jezusa Chrystusa oraz umacniała uczniów aż do przyjścia Ducha Pocieszyciela. Ona, Matczyna Pamiątka, otrzymała od Syna nowe macierzyństwo: bycie Matką Kościoła, miejscem pamięci o Synu, który umarł i zmartwychwstał.
PORTYK KOŚCIOŁA. “Duch Święty przypomni wam wszystko” J 14, 26
Dar Ducha Świętego został nam udzielony, abyśmy pamiętali. "Przybycie Jego jest łagodne i pełne dobroci; pełna słodyczy jest Jego wonność, a Jego jarzmo jest nader lekkie." (Katecheza 16, św. Cyryl Jerozolimski). Duch wieje tam, gdzie chce, jest wolny i śmiały, łagodny i przeszywający, pełen pokoju i przemieniający, przychodzi, odchodzi, przynosi, przenosi, podtrzymuje, owocuje, pobudza... W ten sposób z Jego ręki, z Jego powiewu, z Jego tchnienia, z Jego łaski rodzi się Kościół. Jest On obecny w tak wielu mężczyznach i kobietach, ponieważ to On, Duch Święty, powołał ich "spośród ludu". Duch jako siła, która "stawia Kościół na nogi pośród ulic" i "wzbudza świadków pośród ludu, aby przemawiali przed sędziami słowami jak mieczami"(tekst z hiszpańskiej Liturgii godzin). Duch Święty, jako miłujący Ojciec ubogich, zasiał w sercu ludzkości największą Miłość, stając się w Kościele pocieszeniem, odpoczynkiem, wytchnieniem, powiewem, radością, zdrowiem, wsparciem, schronieniem, miłosierdziem.....
Duch Święty, po śmierci i zmartwychwstaniu Jezusa, podarował nam nową tożsamość - Memoria Iesu ("pneumatyczna pamięć"). Tych, którzy z Nim jedli i pili, tych, którzy Go dotykali i szli za Nim, gdy żył (por. 1 J 1, 1-3), Duch Święty wezwał nie tylko do wspominania wydarzeń, ale do upamiętniania, do opowiadania o własnym doświadczeniu, które nadało sens ich istnieniu, do oddania za Niego życia i zjednoczenia się z Nim, do bycia Chrystusem Jezusem na tym świecie. Memores et Martyres Iesu. Mocą Ducha jesteśmy Memores Chrystusa Jezusa, Tego, który umarł i zmartwychwstał, jesteśmy Jego Świadkami, kiedy oddajemy życie dla Miłości, i jesteśmy Prorokami, którzy głoszą Dobrą Nowinę Ewangelii (Lumen Gentium, 7).
Wielkanoc jest zatem drogą nieustannego nawrócenia, aż do osiągnięcia najpełniejszej chrystyfikacji, całkowitego i jasnego upodobnienia się do Chrystusa. Za ten dar otrzymany i wiernie przechowywany niech serca wszystkich ludzi na tym świecie, ludzi wierzących oraz naszej Matki, Kościoła, rozgłaszają z radością: Chrystus zmartwychwstał! Alleluja! Świętych i błogosławionych Świąt Wielkanocnych!
WIELKANOC “MEMORIA IESU” 2024
PORTYKI PASCHALNEJ PAMIĘCI. “Pamiętaj o Jezusie Chrystusie” (2 Tm 2, 8)
Każda Wielkanoc jest intensywnym czasem ewangelicznego, osobistego i wspólnotowego upamiętnienia. Jeśli całe życie wierzącego jest narodzinami z Ducha, to w czasie Paschy działa On w nas łaską przypominania nam Daru otrzymanego w czasie, w historii, poprzez Kerygmat, poprzez Tradycję i poprzez Kościół.
Utrata ewangelicznej pamięci jest źródłem rozpaczy, jej zaciemnienie lub wygaśnięcie, a zatem jej bezpłodność, przekreśla przyszłość, wywołuje nieodwracalny lęk przed jutrem, jest wyborem teraźniejszości pozbawionej historii sensu i wartości.
Dlatego należy wspominać, Duch Święty jest w tym naszym Dawcą i "pomocnikiem", gdyż łaska wiąże się z zadaniem, a On jest odpoczynkiem w zmęczeniu, rozpala na nowo ogień i staje się w sercu człowieka gorejącym płomieniem i pochodnią, która wskazuje drogę; ożywia braterską miłość i daje życie temu, co pozostawało w cieniu śmierci.
Liturgia wspomaga naszą pamięć, a w godzinie Paschy Jezusa intensyfikuje i skupia się na DZISIAJ (Mt 6,11; Hbr 3,7-4,11; Ps 95,7), na którym opiera się nasza egzystencja, nasze pochodzenie, znaczenie, przeznaczenie; to głęboka Tajemnica, która stanowi najważniejsze spotkanie, jakie może się wydarzyć w życiu, między naszym człowieczeństwem a Bogiem. Wejdźmy z ufnością i nadzieją do portyków pamiątki paschalnej, która nie jest jedynie rozpamiętywaniem faktów i słów, ale przeżywaniem, urzeczywistnieniem wydarzenia; wchodząc przez nie i pozwalając się przeprowadzić, obracamy się w wirze łaski, którym jest Miłość Ojca, Syna i Ducha.
PORTYK CIAŁA I KRWI. “To czyńcie na moją pamiątkę” Łk 22, 19
W czasie każdej Eucharystii przeżywamy Wielki Czwartek, dzień, w którym Chrystus Jezus otworzył swoje wnętrze, aby wypłynęły z niego (Fons Vitae) Chleb, Woda i Krew Życia. Pozwolił, aby Jego Ciało zostało rozdarte, a Brama Życia, ta ukryta, odległa Ziemia Obiecana, została otwarta. "Spójrzcie oto raj na oścież, otwarty dzięki mocy Baranka" (Hymn Jutrzni, Wielki Piątek, hiszpańska Liturgia Godzin). I dlatego życie jest Eucharystią, On otworzył swoje człowieczeństwo, aby odkupić nasze, a my zostaliśmy zaproszeni, aby w nie wejść (por. Hbr 6, 19-20), posadził nas przy swoim stole, umył nam nogi i podał nam Chleb i Wino. Dlatego że Człowieczeństwo jest także Drogą zbawienia, sprawujemy pamiątkę Jego Ciała i Krwi. Wszyscy, od tego paschalnego spotkania, jesteśmy MEMORES IESU, Pamiątką Chrystusa Jezusa, który będąc Bogiem, Kapłanem, Ofiarą i Ołtarzem, przywrócił człowiekowi jego godność i przeznaczenie, jako Drogę do Ojca (Papież Franciszek, Evangelii Gaudium, 13)
PORTYK KRZYŻA. “Wspomnij na mnie” Łk 23, 42
"Wspomnij na mnie" jest niepewnym wołaniem człowieka, który rozpoznał swojego Zbawiciela w swojej ostatniej godzinie, a Ten otworzył przed nim Raj dzięki swojemu przebaczeniu. Wraz ze skruszonym łotrem (Ps 50, 5) my również przypominamy sobie o przebaczeniu, które otrzymaliśmy, o potrzebie życia w pojednaniu z Bogiem i braćmi, aby nie zostać zapomnianymi przez Niego, dawcę łaski i miłości, która jest zdolna wybawić nas od zła (por. Lam 5, 20-21a; por. Mt 8, 25).
Ale nie tylko prosimy o to wspomnienie Pana wobec nas samych, błagamy o przebaczenie dla innych, wstawiamy się za nimi i czynimy przebłaganie, także poprzez nasze własne cierpienie, za grzechy świata. Wspomnij nas wszystkich, Panie i Pośredniku między Bogiem a ludźmi, tych najbardziej zagubionych i zdezorientowanych, tych, którzy nie mają nic i brakuje im poczucia bezpieczeństwa. Wspomnij na słabych i bezbronnych, na poranionych przez wszystkie wojny i wszelkiego rodzaju broń. Wspomnij na sprawców przemocy i na tych, którzy jej doświadczają, na opuszczonych i tych, którzy porzucają, na ofiary i katów. Wspomnij nas wszystkich, Panie, DZISIAJ, kiedy powrócisz do Ojca.
PORTYK MARYI "Niewiasto, oto syn Twój" J 19, 26
Kościół, podobnie jak Maryja, jest Matką o poszerzonym sercu. Dzięki działaniu Ducha Maryja otworzyła bramy swego ciała "Królowi bez Miasta" i poczęła, zrodziła i otaczała opieką Jezusa Chrystusa oraz umacniała uczniów aż do przyjścia Ducha Pocieszyciela. Ona, Matczyna Pamiątka, otrzymała od Syna nowe macierzyństwo: bycie Matką Kościoła, miejscem pamięci o Synu, który umarł i zmartwychwstał.
PORTYK KOŚCIOŁA. “Duch Święty przypomni wam wszystko” J 14, 26
Dar Ducha Świętego został nam udzielony, abyśmy pamiętali. "Przybycie Jego jest łagodne i pełne dobroci; pełna słodyczy jest Jego wonność, a Jego jarzmo jest nader lekkie." (Katecheza 16, św. Cyryl Jerozolimski). Duch wieje tam, gdzie chce, jest wolny i śmiały, łagodny i przeszywający, pełen pokoju i przemieniający, przychodzi, odchodzi, przynosi, przenosi, podtrzymuje, owocuje, pobudza... W ten sposób z Jego ręki, z Jego powiewu, z Jego tchnienia, z Jego łaski rodzi się Kościół. Jest On obecny w tak wielu mężczyznach i kobietach, ponieważ to On, Duch Święty, powołał ich "spośród ludu". Duch jako siła, która "stawia Kościół na nogi pośród ulic" i "wzbudza świadków pośród ludu, aby przemawiali przed sędziami słowami jak mieczami"(tekst z hiszpańskiej Liturgii godzin). Duch Święty, jako miłujący Ojciec ubogich, zasiał w sercu ludzkości największą Miłość, stając się w Kościele pocieszeniem, odpoczynkiem, wytchnieniem, powiewem, radością, zdrowiem, wsparciem, schronieniem, miłosierdziem.....
Duch Święty, po śmierci i zmartwychwstaniu Jezusa, podarował nam nową tożsamość - Memoria Iesu ("pneumatyczna pamięć"). Tych, którzy z Nim jedli i pili, tych, którzy Go dotykali i szli za Nim, gdy żył (por. 1 J 1, 1-3), Duch Święty wezwał nie tylko do wspominania wydarzeń, ale do upamiętniania, do opowiadania o własnym doświadczeniu, które nadało sens ich istnieniu, do oddania za Niego życia i zjednoczenia się z Nim, do bycia Chrystusem Jezusem na tym świecie. Memores et Martyres Iesu. Mocą Ducha jesteśmy Memores Chrystusa Jezusa, Tego, który umarł i zmartwychwstał, jesteśmy Jego Świadkami, kiedy oddajemy życie dla Miłości, i jesteśmy Prorokami, którzy głoszą Dobrą Nowinę Ewangelii (Lumen Gentium, 7).
Wielkanoc jest zatem drogą nieustannego nawrócenia, aż do osiągnięcia najpełniejszej chrystyfikacji, całkowitego i jasnego upodobnienia się do Chrystusa. Za ten dar otrzymany i wiernie przechowywany niech serca wszystkich ludzi na tym świecie, ludzi wierzących oraz naszej Matki, Kościoła, rozgłaszają z radością: Chrystus zmartwychwstał! Alleluja! Świętych i błogosławionych Świąt Wielkanocnych!
M. Prado, Przewodnicząca Federacji | Federacja Nawrócenia św. Augustyna
Sotillo de la Adrada, Ávila | Niedziela Palmowa, 2024 r.
Sotillo de la Adrada, Ávila | Niedziela Palmowa, 2024 r.
carta_de_comunión_pascua_2024_el_espíritu_os_lo_recordará_todo.-4pl.pdf | |
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L’esperienza di una giovane comunità spagnola.
Nuove agostiniane
Le Agostiniane della Conversione sono nate in Spagna nel 2000 come un germoglio del tronco dell'Ordine di Sant'Agostino. «In un ordine con una tradizione antica come la nostra - spiega la loro fondatrice, madre Prado González -i cammini nuovi non lo sono mai tanto da essere qualcosa di diverso né sono tanto antichi da non essere più necessari. Sappiamo di essere e ci sentiamo l'umile inizio di un'esperienza 'sempre antica e sempre nuova'. Il carisma rimane intatto».
A vent’anni, nella sua città natale Talavera de la Reina, grosso centro nella comunità autonoma di Castiglia-La Mancia, Prado Gonzales è entrata in un convento di agostiniane votate all’insegnamento, attività a cui si è dedicata nei vent'anni successivi. Ha iniziato un percorso spirituale con un'esperienza della contemplazione illuminata dalle nuove forme di vita religiosa e con un intimo desiderio di vivere l'ecumenismo e un dialogo profondo con il mondo. Ascoltata e incoraggiata dal suo direttore spirituale, ha potuto in seguito incontrare il Generale dell'Ordine agostiniano, padre Miguel Ángel Orcasitas. È in quel momento che ha preso il via il progetto, a cui si sono unite altre sei suore, ospitate dal vescovo di Palencia nel monastero cistercense di S. Andrés de Arroyo e Becerril de Campos. «Lì, per dodici anni, come piccola comunità, abbiamo vissuto un'esperienza di grazia nella povertà, nella solitudine, nella preghiera umile e silenziosa, nello studio approfondito della teologia, dell'antropologia e della filosofia. Volevamo scoprire il nostro carisma all'interno di quello agostiniano, la spiritualità, il pensiero, la liturgia, il modo di vivere che ci erano propri». Pian piano sono cresciute. «Eravamo poco conosciute, non ricevevamo visite né applausi. Ma questo ci ha dato la libertà di ascoltare chiaramente la voce dello Spirito», afferma.
Ciò che all’inizio sembrava una novità, di dubbia fedeltà al carisma, dopo diversi anni di cammino si è consolidato in un'esperienza chiaramente agostiniana, «com’è accaduto alle comunità che dopo il Concilio hanno adottato la clausura costituzionale per poter esercitare la pastorale educativa o aprire una residenza per studenti interpretando i desideri dei loro fondatori», racconta Prado González. «Ci hanno aiutate i vescovi di Palencia e i nostri Generali: padre Robert Prèvost (oggi cardinale e prefetto del Dicastero per i Vescovi) e padre Alejandro Moral, come pure altri sacerdoti che ci hanno accompagnate con discrezione e saggezza».
La fonte ispiratrice di questa giovane comunità consiste «nell'urgenza di un ritorno dell'uomo a Dio, a cui vogliamo contribuire con la nostra vita, per renderlo possibile, luminoso, fecondo». Lo fanno nel quadro di una fedeltà creativa a una tradizione che conferisce sicurezza e fiducia ai loro passi. Le loro chiavi sono quelle della vita religiosa: contemplazione, fratellanza e apostolato, nutrite a loro volta dalle tre fonti del loro carisma: la Parola di Dio, il patrimonio spirituale e teologico di Agostino e i tratti distintivi degli Ordini Mendicanti. «Viviamo con molta umiltà, perché sappiamo che il cammino è ancora da fare. Desideriamo vivere una vita profondamente umana, completamente impegnata nella ricerca di Dio, nell'amore per Cristo, la sua Parola e la Chiesa; una vita che lasci trasparire la bellezza, l'amore, la verità e l'unità di Dio, il nostro unico bene comune», rivela Gonzales.
Già costituite come Federazione della Conversione, si definiscono Monache Agostiniane Contemplative, con un modo nuovo di vivere la contemplazione e il carisma agostiniano. Riconosciute dall'Ordine e dalla Chiesa nella loro novità e fedeltà al carisma, la loro singolarità è una clausura aperta che consente un lavoro pastorale all'interno del monastero e anche, occasionalmente, al di fuori di esso. Oggi sono presenti nel Monastero della Conversione, a Sotillo de la Adrada, (Ávila); nel Monastero dell'Incarnazione, a Lima (Perù) e nel Monastero di Mother Good Councel, a New Lenox, Illinois ( USA ). Rendono inoltre testimonianza con la loro presenza nel Cammino di Santiago, nell'Ostello di Santa Maria, a Carrión de los Condes, a Palencia, e attualmente stanno fondando in Italia. Come spiega la stessa madre Prado, «i nostri monasteri vogliono essere un luogo di evangelizzazione a partire dalla fratellanza apostolica (hanno accolto alcuni rifugiati ucraini fuggiti dalla guerra, ndr.), dalla contemplazione, dallo studio e dalla predicazione; uno spazio di preghiera, conversione, comunione in mezzo al mondo, di accoglienza dove la ricerca e l'incontro, il dialogo e la comunione, la liturgia, la preghiera e una vita impegnata nei valori evangelici siano per l’uomo di oggi un'offerta, una proposta, una possibilità attraverso cui scoprire il senso della propria esistenza, la fede, il modo di viverla e l'impegno che comporta nel nostro mondo». Per questo, ogni settimana organizzano incontri di spiritualità, ritiri, esercizi, accompagnamento, campus.
La loro quotidianità è segnata dalla preghiera personale e comunitaria, dal silenzio, dallo studio, dai lavori domestici, dalle arti grafiche, dalla pastorale e dagli incontri fraterni, anche con tutte le comunità della Federazione, con le quali condividono uno spazio on line che hanno chiamato Laboratorio della Fede (Labfe) e un altro dedicato alle situazioni sociali emergenti che richiedono la loro attenzione e il loro impegno. Si mantengono con il lavoro. Oltre alla loro attività pastorale con adulti, giovani e bambini, le suore si dedicano alla lavorazione artigianale del cuoio e del legno, alla rilegatura e anche alla creazione artistica, con la realizzazione di icone, ceri, candele, biglietti e piccole pubblicazioni. A tutto ciò si aggiunge il contributo economico delle persone che le sostengono e le aiutano.
L’ingresso di nuove vocazioni nella Federazione generalmente è frutto dell'incontro con le suore della comunità, nelle attività che organizzano, nei corsi di teologia, nel Cammino di Santiago (al quale devono l'ingresso delle suore provenienti dall'estero) o anche in pellegrinaggi ad altri luoghi o nella Giornata Mondiale della Gioventù. «La motivazione principale per entrare nella nostra Comunità - spiega madre Prado - è la ricerca di Dio e l'incontro con una realtà religiosa e spirituale attraente, perché promette un incontro sincero con Gesù Cristo e con la Chiesa, nella fratellanza. I giovani di oggi non sono indifferenti né alla Verità né all'Amore, né alla ricerca di significato né alla responsabilità nella vita. Per molte giovani è questo il dramma dell’esistenza, e vengono al monastero stanche di una vita priva di significato, con molte domande, mancanze, desideri e chiamate a dare la vita per Cristo e per tutto ciò che da Lui proviene. Entrano cercando e nel monastero scoprono che è Lui a trovarle».
Poiché vivono nel tempo presente, si sentono chiamate ad ascoltare la voce dello Spirito, spogliandola «di alcune vesti della storia che oggi potrebbero non avere più valore o che possono e devono essere lette da angolazioni diverse e vissute in modi diversi», spiega.
di Ana Medina
Giornalista della Diocesi di Malaga e scrittrice
A vent’anni, nella sua città natale Talavera de la Reina, grosso centro nella comunità autonoma di Castiglia-La Mancia, Prado Gonzales è entrata in un convento di agostiniane votate all’insegnamento, attività a cui si è dedicata nei vent'anni successivi. Ha iniziato un percorso spirituale con un'esperienza della contemplazione illuminata dalle nuove forme di vita religiosa e con un intimo desiderio di vivere l'ecumenismo e un dialogo profondo con il mondo. Ascoltata e incoraggiata dal suo direttore spirituale, ha potuto in seguito incontrare il Generale dell'Ordine agostiniano, padre Miguel Ángel Orcasitas. È in quel momento che ha preso il via il progetto, a cui si sono unite altre sei suore, ospitate dal vescovo di Palencia nel monastero cistercense di S. Andrés de Arroyo e Becerril de Campos. «Lì, per dodici anni, come piccola comunità, abbiamo vissuto un'esperienza di grazia nella povertà, nella solitudine, nella preghiera umile e silenziosa, nello studio approfondito della teologia, dell'antropologia e della filosofia. Volevamo scoprire il nostro carisma all'interno di quello agostiniano, la spiritualità, il pensiero, la liturgia, il modo di vivere che ci erano propri». Pian piano sono cresciute. «Eravamo poco conosciute, non ricevevamo visite né applausi. Ma questo ci ha dato la libertà di ascoltare chiaramente la voce dello Spirito», afferma.
Ciò che all’inizio sembrava una novità, di dubbia fedeltà al carisma, dopo diversi anni di cammino si è consolidato in un'esperienza chiaramente agostiniana, «com’è accaduto alle comunità che dopo il Concilio hanno adottato la clausura costituzionale per poter esercitare la pastorale educativa o aprire una residenza per studenti interpretando i desideri dei loro fondatori», racconta Prado González. «Ci hanno aiutate i vescovi di Palencia e i nostri Generali: padre Robert Prèvost (oggi cardinale e prefetto del Dicastero per i Vescovi) e padre Alejandro Moral, come pure altri sacerdoti che ci hanno accompagnate con discrezione e saggezza».
La fonte ispiratrice di questa giovane comunità consiste «nell'urgenza di un ritorno dell'uomo a Dio, a cui vogliamo contribuire con la nostra vita, per renderlo possibile, luminoso, fecondo». Lo fanno nel quadro di una fedeltà creativa a una tradizione che conferisce sicurezza e fiducia ai loro passi. Le loro chiavi sono quelle della vita religiosa: contemplazione, fratellanza e apostolato, nutrite a loro volta dalle tre fonti del loro carisma: la Parola di Dio, il patrimonio spirituale e teologico di Agostino e i tratti distintivi degli Ordini Mendicanti. «Viviamo con molta umiltà, perché sappiamo che il cammino è ancora da fare. Desideriamo vivere una vita profondamente umana, completamente impegnata nella ricerca di Dio, nell'amore per Cristo, la sua Parola e la Chiesa; una vita che lasci trasparire la bellezza, l'amore, la verità e l'unità di Dio, il nostro unico bene comune», rivela Gonzales.
Già costituite come Federazione della Conversione, si definiscono Monache Agostiniane Contemplative, con un modo nuovo di vivere la contemplazione e il carisma agostiniano. Riconosciute dall'Ordine e dalla Chiesa nella loro novità e fedeltà al carisma, la loro singolarità è una clausura aperta che consente un lavoro pastorale all'interno del monastero e anche, occasionalmente, al di fuori di esso. Oggi sono presenti nel Monastero della Conversione, a Sotillo de la Adrada, (Ávila); nel Monastero dell'Incarnazione, a Lima (Perù) e nel Monastero di Mother Good Councel, a New Lenox, Illinois ( USA ). Rendono inoltre testimonianza con la loro presenza nel Cammino di Santiago, nell'Ostello di Santa Maria, a Carrión de los Condes, a Palencia, e attualmente stanno fondando in Italia. Come spiega la stessa madre Prado, «i nostri monasteri vogliono essere un luogo di evangelizzazione a partire dalla fratellanza apostolica (hanno accolto alcuni rifugiati ucraini fuggiti dalla guerra, ndr.), dalla contemplazione, dallo studio e dalla predicazione; uno spazio di preghiera, conversione, comunione in mezzo al mondo, di accoglienza dove la ricerca e l'incontro, il dialogo e la comunione, la liturgia, la preghiera e una vita impegnata nei valori evangelici siano per l’uomo di oggi un'offerta, una proposta, una possibilità attraverso cui scoprire il senso della propria esistenza, la fede, il modo di viverla e l'impegno che comporta nel nostro mondo». Per questo, ogni settimana organizzano incontri di spiritualità, ritiri, esercizi, accompagnamento, campus.
La loro quotidianità è segnata dalla preghiera personale e comunitaria, dal silenzio, dallo studio, dai lavori domestici, dalle arti grafiche, dalla pastorale e dagli incontri fraterni, anche con tutte le comunità della Federazione, con le quali condividono uno spazio on line che hanno chiamato Laboratorio della Fede (Labfe) e un altro dedicato alle situazioni sociali emergenti che richiedono la loro attenzione e il loro impegno. Si mantengono con il lavoro. Oltre alla loro attività pastorale con adulti, giovani e bambini, le suore si dedicano alla lavorazione artigianale del cuoio e del legno, alla rilegatura e anche alla creazione artistica, con la realizzazione di icone, ceri, candele, biglietti e piccole pubblicazioni. A tutto ciò si aggiunge il contributo economico delle persone che le sostengono e le aiutano.
L’ingresso di nuove vocazioni nella Federazione generalmente è frutto dell'incontro con le suore della comunità, nelle attività che organizzano, nei corsi di teologia, nel Cammino di Santiago (al quale devono l'ingresso delle suore provenienti dall'estero) o anche in pellegrinaggi ad altri luoghi o nella Giornata Mondiale della Gioventù. «La motivazione principale per entrare nella nostra Comunità - spiega madre Prado - è la ricerca di Dio e l'incontro con una realtà religiosa e spirituale attraente, perché promette un incontro sincero con Gesù Cristo e con la Chiesa, nella fratellanza. I giovani di oggi non sono indifferenti né alla Verità né all'Amore, né alla ricerca di significato né alla responsabilità nella vita. Per molte giovani è questo il dramma dell’esistenza, e vengono al monastero stanche di una vita priva di significato, con molte domande, mancanze, desideri e chiamate a dare la vita per Cristo e per tutto ciò che da Lui proviene. Entrano cercando e nel monastero scoprono che è Lui a trovarle».
Poiché vivono nel tempo presente, si sentono chiamate ad ascoltare la voce dello Spirito, spogliandola «di alcune vesti della storia che oggi potrebbero non avere più valore o che possono e devono essere lette da angolazioni diverse e vissute in modi diversi», spiega.
di Ana Medina
Giornalista della Diocesi di Malaga e scrittrice
Un Encuentro Espiritual para meditar juntos esta Cuaresma
Queridos amigos:
os queremos invitar a asistir, en este tiempo de Cuaresma, a esta charla titulada "Corro hacia mi Jesús", inspirada y guiada por la sabiduría espiritual de Santa Teresa del Niño Jesús.
En esta ocasión única, nos reuniremos el miércoles 20 de marzo a las 20:45 h en la Parroquia Santa María del Pinar de Madrid, para sumergirnos en la espiritualidad y el legado de esta santa tan querida. Santa Teresa del Niño Jesús, conocida por su camino de humildad, amor y entrega total a Dios.
"Corro hacia mi Jesús" es más que un título; es una invitación a acercarnos con fervor y pasión a nuestro Señor en este tiempo de preparación y renovación espiritual. En la charla, exploraremos las enseñanzas de Santa Teresa del Niño Jesús y cómo su vida y escritos pueden iluminar nuestro propio camino de fe en este tiempo litúrgico.
¡Os esperamos a todos!
Detalles del Evento:
os queremos invitar a asistir, en este tiempo de Cuaresma, a esta charla titulada "Corro hacia mi Jesús", inspirada y guiada por la sabiduría espiritual de Santa Teresa del Niño Jesús.
En esta ocasión única, nos reuniremos el miércoles 20 de marzo a las 20:45 h en la Parroquia Santa María del Pinar de Madrid, para sumergirnos en la espiritualidad y el legado de esta santa tan querida. Santa Teresa del Niño Jesús, conocida por su camino de humildad, amor y entrega total a Dios.
"Corro hacia mi Jesús" es más que un título; es una invitación a acercarnos con fervor y pasión a nuestro Señor en este tiempo de preparación y renovación espiritual. En la charla, exploraremos las enseñanzas de Santa Teresa del Niño Jesús y cómo su vida y escritos pueden iluminar nuestro propio camino de fe en este tiempo litúrgico.
¡Os esperamos a todos!
Detalles del Evento:
- Fecha: Miércoles 20 de marzo
- Hora: 20:45 h
- Lugar: Parroquia Santa María del Pinar C/Jazmin 7 (Madrid)
En este encuentro de oración y teología hemos contado, en esta ocasión, con una novedad: la presencia del Padre agustino Tomás Marcos, que nos habló en la segunda charla del sábado sobre “La revelación y la entrega del rostro del Padre”, en la que, en primer lugar, realizó una comparación entre las figuras de Juan el Bautista y Jesucristo; después, explicó la centralidad del Reino de Dios en el contenido de la predicación de Jesús; y, por último, desgranó las características de la revelación cristiana. Esas características están fundamentadas en que nuestra fe tiene que ser misionera; debe ser una fe esperanzada, alegre, una esperanza que resista al mal; y una fe fraterna, teniendo en cuenta que somos corresponsables de los demás. |
El mismo sábado, el Padre agustino Gonzalo Tejerina abordó en dos charlas –una por la mañana y otra por la tarde— “la fascinación de la humanidad de Jesús” y “el Hijo eterno encarnado”.
En esta última, el Padre Gonzalo profundizaba en la condición filial de Jesús, como Hijo de Dios: “Jesús aparece como el Dios revelado”, decía Gonzalo Tejerina.
Tras las tres claves del sábado, por la tarde hubo un tiempo de puesta en común entre los participantes y los ponentes, y por la noche, las hermanas y todos los presentes compartimos una velada para compartir experiencias y canciones.
El domingo por la mañana, Madre Carolina exponía la última charla de este Járis bajo el título: “La cruz de Jesús y la cruz del cristiano”. En ella, hizo un recorrido por la cruz de Jesús en perspectiva histórica; la cruz de Jesús en el Plan del Padre y, por último, la cruz del cristiano. En esta última perspectiva, Madre Carolina explicaba que la cruz del cristiano “es una llamada del cuidado de unos sobre otros”, en definitiva, “una forma de relacionarnos con la que no nos hagamos daño”. “Cuando releemos la historia desde la fe, se abre un camino de salvación y reconciliación. Nada está perdido”, decía Madre Carolina.
Tras las tres claves del sábado, por la tarde hubo un tiempo de puesta en común entre los participantes y los ponentes, y por la noche, las hermanas y todos los presentes compartimos una velada para compartir experiencias y canciones.
El domingo por la mañana, Madre Carolina exponía la última charla de este Járis bajo el título: “La cruz de Jesús y la cruz del cristiano”. En ella, hizo un recorrido por la cruz de Jesús en perspectiva histórica; la cruz de Jesús en el Plan del Padre y, por último, la cruz del cristiano. En esta última perspectiva, Madre Carolina explicaba que la cruz del cristiano “es una llamada del cuidado de unos sobre otros”, en definitiva, “una forma de relacionarnos con la que no nos hagamos daño”. “Cuando releemos la historia desde la fe, se abre un camino de salvación y reconciliación. Nada está perdido”, decía Madre Carolina.
Después de esta clave, Járis concluía con un diálogo conclusivo de todos los participantes y la Eucaristía final en nuestra Iglesia de la Reconciliación, dando gracias por todo lo vivido durante el fin de semana.
Si quieres ver las charlas pulsa aquí: |
“Padre, me has amado antes de la creación del mundo”
(Jn 17, 24)
Coincidiendo con la festividad de Nuestra Señora de Lourdes, el pasado domingo celebrábamos con nuestra hermana Aisling, natural de Irlanda, su Profesión Simple. Con el paso de la Consagración, a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia, comienza un tiempo de mayor intimidad con Cristo y de afianzar su vida en nuestra Comunidad. |
“Padre, me has amado antes de la creación del mundo” (Jn 17, 24) es el lema que nuestra hermana Aisling ha elegido para su Profesión Simple, con el que ha querido expresar que el amor de Dios por ella, antes de todo lo creado, es el que ha hecho posible esta respuesta a su amor y a su llamada.
La creación, en la que se puede contemplar la obra de Dios, y la peregrinación, como hombres y mujeres en camino hacia la casa del Padre, son dos de los pilares que han acompañado a nuestra hermana Aisling en su camino vocacional y en su vida.
La creación, en la que se puede contemplar la obra de Dios, y la peregrinación, como hombres y mujeres en camino hacia la casa del Padre, son dos de los pilares que han acompañado a nuestra hermana Aisling en su camino vocacional y en su vida.
Acompañada por su familia que vino desde Irlanda, así como de amigos llegados también de Irlanda y de otros países, la ceremonia estuvo presidida por el Padre Agustino, Miguel de la Lastra, con el que concelebraron varios sacerdotes y padres agustinos, ante la mirada atenta de todos los que fuimos testigos de este paso de nuestra hermana Aisling en su vida consagrada.
Durante la celebración, la liturgia destilaba un aire irlandés a través de los cantos y los instrumentos que nos ayudaron a adentrarnos en el misterio de la Eucaristía y en cada signo propio de esta celebración litúrgica de la Profesión Simple.
Continuamos en este clima orante y pedimos para nuestra hermana Aisling el don de la fidelidad para poder responder cada día al amor de Dios, que nos ama a cada uno antes de la creación del mundo.
Queridos amigos, os queremos invitar a vivir junto a nosotras un espacio de oración.
Tendrán lugar el JUEVES 15 de febrero en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h. y, el MIÉRCOLES 21 de febrero en la parroquia Santa María del Pinarde Madrid a las 20:45 h.
Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión.
Tendrán lugar el JUEVES 15 de febrero en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h. y, el MIÉRCOLES 21 de febrero en la parroquia Santa María del Pinarde Madrid a las 20:45 h.
Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión.
Semana Ecuménica 2024
Concluida la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, hacemos memoria de lo vivido, recordando que, este año, el encargado de preparar los materiales ha sido un equipo ecuménico que representa diferentes tradiciones cristianas en Burkina Faso propuesto por la comunidad local Chemin Neuf.
Hay que señalar que Burkina Faso –situada en África occidental— se encuentra actualmente en una grave crisis de seguridad, que afecta a todas las comunidades de fe. Por ello, el hecho de trabajar juntos en los textos de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2024 ha sido un reto para las diversas Iglesias de Burkina Faso, con el fin de caminar, rezar y colaborar juntas en el amor mutuo durante este momento difícil.
El pasaje del Evangelio elegido para esta Semana Ecuménica: “Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 25-37), nos recuerda que los cristianos estamos llamados a actuar como Cristo, teniendo un corazón como el del buen samaritano que ama a los necesitados, mostrando compasión y misericordia hacia ellos, más allá de su identidad religiosa, étnica o social.
Con este espíritu de concordia y unidad celebrábamos del 18 al 25 de enero esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en nuestro Monasterio de la Conversión. Un tiempo que se ha convertido para nuestra comunidad en un momento clave para recordar varios de los pilares de nuestro carisma: la unidad, la conversión y la reconciliación.
Cada tarde, durante esta semana, teníamos un tiempo dedicado a la formación sobre esta Semana Ecuménica, especialmente, en torno al pasaje evangélico del buen samaritano, elegido para este año.
Hay que señalar que Burkina Faso –situada en África occidental— se encuentra actualmente en una grave crisis de seguridad, que afecta a todas las comunidades de fe. Por ello, el hecho de trabajar juntos en los textos de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2024 ha sido un reto para las diversas Iglesias de Burkina Faso, con el fin de caminar, rezar y colaborar juntas en el amor mutuo durante este momento difícil.
El pasaje del Evangelio elegido para esta Semana Ecuménica: “Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 25-37), nos recuerda que los cristianos estamos llamados a actuar como Cristo, teniendo un corazón como el del buen samaritano que ama a los necesitados, mostrando compasión y misericordia hacia ellos, más allá de su identidad religiosa, étnica o social.
Con este espíritu de concordia y unidad celebrábamos del 18 al 25 de enero esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en nuestro Monasterio de la Conversión. Un tiempo que se ha convertido para nuestra comunidad en un momento clave para recordar varios de los pilares de nuestro carisma: la unidad, la conversión y la reconciliación.
Cada tarde, durante esta semana, teníamos un tiempo dedicado a la formación sobre esta Semana Ecuménica, especialmente, en torno al pasaje evangélico del buen samaritano, elegido para este año.
Varios momentos destacados han sido los vividos durante el fin de semana, del 20 al 21 de enero, en los que las hermanas y todos los que acudieron a nuestro monasterio para participar en las actividades programadas pudimos compartir momentos de oración; una mesa redonda con la participación de representantes de distintas confesiones cristianas y, después de la misma, una oración especial ecuménica el sábado por la tarde.
El domingo por la mañana fue el momento de escuchar el testimonio de Carlos Busto, de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid. Un movimiento de laicos nacido en Roma en 1968, cuyos pilares son la oración, la evangelización, la solidaridad con los pobres, el diálogo y el ecumenismo, vivido como amistad, oración y búsqueda de la unidad entre cristianos del mundo entero.
Otro momento significativo fue la participación de nuestra comunidad en la oración ecuménica celebrada en la Catedral Ortodoxa Rumana de Madrid, el martes, 23 de enero, por la tarde. Fue un momento de gran alegría, de afianzar lazos, a través de ese ecumenismo de la amistad que compartimos con nuestros hermanos cristianos y, sobre todo, de rezar juntos por la unidad.
Con este deseo, que es el de Cristo, seguimos rezando por la unidad de los cristianos.
Otro momento significativo fue la participación de nuestra comunidad en la oración ecuménica celebrada en la Catedral Ortodoxa Rumana de Madrid, el martes, 23 de enero, por la tarde. Fue un momento de gran alegría, de afianzar lazos, a través de ese ecumenismo de la amistad que compartimos con nuestros hermanos cristianos y, sobre todo, de rezar juntos por la unidad.
Con este deseo, que es el de Cristo, seguimos rezando por la unidad de los cristianos.