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| Os invitamos a participar, en nuestro Monasterio de la Conversión, de todas las actividades formativas que la comunidad va a vivir con motivo de la semana de oración por la unidad de los cristianos que se celebra del 18 al 25 de enero. |
Queridos hermanos, os invitamos a participar en nuestro monasterio de Sotillo de la Adrada, de todas las actividades que la comunidad prepara para la semana de oración por la unidad de los cristianos que se celebra del 18 al 25 de enero. Principalmente, en el fin de semana, del viernes 20 al domingo 22 tendremos un encuentro dedicado a profundizar en el tema ecuménico de este año 2023. Para venir, sólo tienes que escribir a:
hospederia@monasteriodelaconversion.com
¡Os esperamos!
hospederia@monasteriodelaconversion.com
¡Os esperamos!
Queremos comunicaros con tristeza que ayer el P. Luis Casado Espinosa, OSA, falleció en Bilbao, en su querida Parroquia de san José.
Para nosotras ha sido un hermano importantísimo en el recorrido comunitario. Desde los primeros pasos de nuestra comunidad, en Becerril de Campos, estuvo allí, nos apoyó, nos escuchó y alentó siempre.
En todas las hermanas ha dejado un sello de fidelidad, entrega apasionada a Jesús, amor a la Orden, celo apostólico, cuidado de la vida espiritual, testimonio de vida... Durante muchos años fue asistente del P. General para nuestra comunidad y nos visitaba cada mes, su compañía era fiel, incondicional. Ayer, al enterarnos de la noticia de su fallecimiento, las hermanas recordábamos muchas anécdotas suyas del seminario menor en Becerril de Campos, de sus padres y cómo fueron generosos con Dios, aun siendo él hijo único, para aceptar su vocación, de su experiencia de acompañamiento a religiosas, matrimonios... sus palabras siempre eran fogosas en las homilías y era cuidados de los detalles con cada hermana y con nuestras familias.
Gracias, P. Luis, por ser hermano y padre, por cuidar de nuestra tierra y mirarnos con tanto cariño.
Gracias por tu amor a la Iglesia.
Gracias por tu sí hasta el final.
Te has ido de la mano de María, la Madre de Dios. Espéranos con Jesús, María, san José, san Agustín, todos los santos... y tus padres.
Hasta el cielo.
Para nosotras ha sido un hermano importantísimo en el recorrido comunitario. Desde los primeros pasos de nuestra comunidad, en Becerril de Campos, estuvo allí, nos apoyó, nos escuchó y alentó siempre.
En todas las hermanas ha dejado un sello de fidelidad, entrega apasionada a Jesús, amor a la Orden, celo apostólico, cuidado de la vida espiritual, testimonio de vida... Durante muchos años fue asistente del P. General para nuestra comunidad y nos visitaba cada mes, su compañía era fiel, incondicional. Ayer, al enterarnos de la noticia de su fallecimiento, las hermanas recordábamos muchas anécdotas suyas del seminario menor en Becerril de Campos, de sus padres y cómo fueron generosos con Dios, aun siendo él hijo único, para aceptar su vocación, de su experiencia de acompañamiento a religiosas, matrimonios... sus palabras siempre eran fogosas en las homilías y era cuidados de los detalles con cada hermana y con nuestras familias.
Gracias, P. Luis, por ser hermano y padre, por cuidar de nuestra tierra y mirarnos con tanto cariño.
Gracias por tu amor a la Iglesia.
Gracias por tu sí hasta el final.
Te has ido de la mano de María, la Madre de Dios. Espéranos con Jesús, María, san José, san Agustín, todos los santos... y tus padres.
Hasta el cielo.

Este domingo, 1 de enero, la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial de la Paz, con el objetivo de promover la paz a nivel internacional.
El Papa Francisco ha lanzado un mensaje para esta 56ª Jornada de la Paz, bajo el título ‘Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el COVID-19 para trazar juntos caminos de paz’.
En este mensaje el pontífice señala que “de los momentos de crisis nunca se sale igual: de ellos salimos mejores o peores” y que, en estas circunstancias en las que se pone de manifiesto la fragilidad humana, somos conscientes de que nos necesitamos unos a otros y de que “nadie puede salvarse solo”. Por ello, invita a todos a volver a poner la palabra “juntos” en el centro.
“Ya no podemos pensar sólo en preservar el espacio de nuestros intereses personales o nacionales, sino que debemos concebirnos a la luz del bien común, con un sentido comunitario, es decir, como un nosotros abierto a la fraternidad universal”, añade el Papa Francisco.
En nuestra comunidad del Monasterio de la Conversión, las hermanas agustinas estamos trabajando este año el tema de la paz en nuestro espacio comunitario del Laboratorio de la Fe, por lo que este mensaje nos llega de manera especial en este tiempo en el que nos centramos en el tema de la paz.
El Papa Francisco ha lanzado un mensaje para esta 56ª Jornada de la Paz, bajo el título ‘Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el COVID-19 para trazar juntos caminos de paz’.
En este mensaje el pontífice señala que “de los momentos de crisis nunca se sale igual: de ellos salimos mejores o peores” y que, en estas circunstancias en las que se pone de manifiesto la fragilidad humana, somos conscientes de que nos necesitamos unos a otros y de que “nadie puede salvarse solo”. Por ello, invita a todos a volver a poner la palabra “juntos” en el centro.
“Ya no podemos pensar sólo en preservar el espacio de nuestros intereses personales o nacionales, sino que debemos concebirnos a la luz del bien común, con un sentido comunitario, es decir, como un nosotros abierto a la fraternidad universal”, añade el Papa Francisco.
En nuestra comunidad del Monasterio de la Conversión, las hermanas agustinas estamos trabajando este año el tema de la paz en nuestro espacio comunitario del Laboratorio de la Fe, por lo que este mensaje nos llega de manera especial en este tiempo en el que nos centramos en el tema de la paz.
En este tiempo de Navidad, las hermanas del Monasterio de la Conversión deseamos que la paz llegue a todos a través del Príncipe de la Paz, Jesucristo, que nace para salvarnos y para darnos vida en Él.
Nuestro monasterio se convierte en estas fechas en un lugar donde se respira el nacimiento de Jesús por todos los rincones, porque decoramos los lugares más emblemáticos de nuestra casa con belenes que representan a la Sagrada Familia y el momento clave del Nacimiento de Jesús. Destacamos el belén de nuestra iglesia que se prepara con especial esmero y cuyas figuras nos las cede cada año el coleccionista de belenes Antonio Basanta.
Ahora que nos preparamos también para recibir el nuevo año, hacemos memoria agradecida de todo lo vivido durante 2022. Por eso, despedimos el año adorando al Señor en la Exposición del Santísimo que cada 31 de diciembre por la noche celebramos en nuestra iglesia a nivel comunitario.
Os deseamos a todos una Feliz Navidad y una buena salida y entrada de año. Que Dios, que se ha hecho hombre por cada uno de nosotros, nazca en nuestros corazones infundiendo su Espíritu de paz y unidad.
Os deseamos a todos una Feliz Navidad y una buena salida y entrada de año. Que Dios, que se ha hecho hombre por cada uno de nosotros, nazca en nuestros corazones infundiendo su Espíritu de paz y unidad.
Las hermanas del Monasterio de la Conversión con tristeza por su pérdida y con mucho cariño por su vida y su precioso legado queremos dar gracias a Dios con toda la Iglesia por el Papa Benedicto XVI.
Por su entrega al servicio de la Iglesia, su palabra de profundidad y luz sobre el Misterio de Dios, su búsqueda de la verdad, su amor a Jesucristo, su testimonio de humildad y sabiduría, por sus últimos años de vida oculta...
Rezamos por él, que el Señor perdone todas sus culpas y lo acoja en su Amor, junto a María, san José y todos los santos, con san Agustín, a quien tanto estudió y apreció.
Por su entrega al servicio de la Iglesia, su palabra de profundidad y luz sobre el Misterio de Dios, su búsqueda de la verdad, su amor a Jesucristo, su testimonio de humildad y sabiduría, por sus últimos años de vida oculta...
Rezamos por él, que el Señor perdone todas sus culpas y lo acoja en su Amor, junto a María, san José y todos los santos, con san Agustín, a quien tanto estudió y apreció.
Las hermanas del Monasterio de la Conversión os felicitamos en este tiempo de gracia pidiendo al Príncipe de la Paz que nos conceda la Paz.
Que la contemplación del Niño y su Madre infunda en nosotros un amor tierno y un deseo de custodia de la infancia, el signo que Dios ha elegido como esperanza de Paz.
Feliz Navidad de la Infancia Protegida
Feliz Navidad 2022
Que la contemplación del Niño y su Madre infunda en nosotros un amor tierno y un deseo de custodia de la infancia, el signo que Dios ha elegido como esperanza de Paz.
Feliz Navidad de la Infancia Protegida
Feliz Navidad 2022
Carta de Comunión I Pascua de la Natividad del Señor, 2022
español

carta_de_comunión_-_navidad_2022.pdf | |
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UN NIÑO… SERÁ LLAMADO PRÍNCIPE DE LA PAZ
Is 9, 5
LA INFANCIA PROTEGIDA: FUENTE DE LA PAZ
NUESTROS REFUGIADOS. Llegaron en febrero, huyendo, con la guerra en los talones. Eran tres madres con tres hijos pequeños: Ludmila con Vladik, de seis años, nuestro Príncipe sin Espada del Lago Nemi, Luda con su hija Vika de 10 años, y María con Sofía de apenas seis meses. A ellas se ha añadido Katerina con dos hijas, en un momento desesperado, sin lugar adónde ir. Hemos celebrado el séptimo cumpleaños de Vladik y hemos visto los primeros pasos de Sofía a sus nueve meses. Y crecer a la preciosa adolescente que ya es Vika. Tanto Vladik como Sofía y Vika viven con una sonrisa en la boca, felices, abrigados por la presencia materna, por la compañía y ayuda de Caritas de Genzano y por nuestro cariño y alojo. Son las verdaderas víctimas de la guerra, pero la viven en la seguridad que les dan los adultos que les acogen. Han perdido la infancia entre los suyos, con sus padres en el frente, sin sus abuelos, sin sus primos, sin su escuela, sin sus compañeros de clase… Los vemos diariamente y desearíamos un presente de Paz para ellos y esa es nuestra súplica. “Yo sí, sé el designio que tengo sobre vosotros, designios de paz y no de desgracia: daros porvenir y esperanza” (Jer 29, 11; cf. 33, 9). Que así sea.
En esta Carta de Comunión quisiera deciros que las guerras y el Nacimiento de Jesús han atraído mi atención hacia la filiación, el nacimiento, la infancia. El niño -qué palabra tan bella para nombrar al cachorro humano- ese sujeto paciente, inocente, vulnerable y precario, es un ser de futuro, pero de futuro incierto. Cuando veo a María y a Sofía no puedo dejar de pensar en la Familia de Nazaret y su huida a Egipto ante la inminente amenaza de muerte por parte del dictador. “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto” (Mt 2, 13-15. 19-23). Son nuestros refugiados a causa de una terrible y sangrienta contienda. Hoy, también. Y no puedo dejar de pensar en la INFANCIA como ese tiempo en el que nuestras frágiles vidas están absolutamente en manos de otros.
SER HIJO. El nacimiento es siempre asombroso porque se trata de un acontecimiento que trae consigo un inicio absoluto, una maravilla. Pero también es traumático, y lo que viene después de ese instante posiblemente también lo sea, o al menos lo será en algún momento de la historia. La herida que deja todo nacimiento permanece toda la vida, señalada en el cuerpo mismo. Es la herida de una dolorosa interrupción, separación, distancia, algo que nos hará anhelar siempre el ser amados, queridos, acogidos.
Y hoy, ser hijo es para muchos una deuda intolerable. Si la excarnación moderna detesta la idea de encarnación, más aún la de filiación, porque ser hijo es depender, vivir en la debilidad máxima, perder toda autorreferencialidad, porque estamos ligados a un origen al que hacemos referencia, con el que tengo un vínculo estrecho. Y, por otra parte, tener un hijo es arriesgar mucho en la breve vida que tenemos: no podemos asegurarle un porvenir, un bienestar, requiere nuestra propia, nuestra cómoda tranquilidad, nos saca del solipsismo del uno o del dos, de la felicidad autocontemplativa. Las teorías antinatalistas se nos presentan como la sabia prudencia de nuestros días. E, incluso a veces, no hay nadie que cuide de esa vida engendrada, nacida y tantas veces no amada. Pero sabemos bien que, sin la familia, sin la ternura original que es la cuna del ser, el niño no anida en este mundo ni en esta vida.
“ESTE ES MI HIJO, EL AMADO” Mc 1, 1-11; Mt 1, 20-25. Dios se ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tanto la esencia del cristianismo como la santidad cristiana, o el discipulado, descan-san en la Filiación, que nos lleva a conocer el Ser de Dios, Tres Veces Santo, Inmortal, Tres Veces Bueno, Tres Veces Bello, Padre, Hijo, Espíritu, Uno. Que Dios Padre revele a su Hijo Amado es la contrapartida (¿contracultura?) a la grave crisis ontológica de filiación y pater-maternidad que vivimos.
Celebrando el Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, reconocemos que Él nos ha dado el verdadero valor de la filiación y de la infancia humana. Su Encarnación, por iniciativa y petición del Padre a María, se hizo posible gracias a una mujer que asumiría la gestación en su seno, el nacimiento en la carne. El reconocimiento del Padre le dará el Nombre identitario, “Este es mi Hijo Amado en quien me complazco” (Mc 1, 11; Mt 1, 20-25) y este Nombre, Hijo Amado, encadenará y sellará las puertas del mal, del Dragón, de la serpiente primordial, del Diablo, de la muerte (cfr. Ap 20, 1-15). Sí, el mal quedará desterrado porque no hay más mal que el de no tener nombre (sin documentos) o ser un número (Auschwitz, Jasenovac, Dachau, Gospic, Camboya, Gulag…), no tener ciudadanía, y ser cancelado de la lista de los vivos. El nombre sella las puertas del abismo y funda lo humano y, en este caso, lo humano-divino en Jesús, nuestro Príncipe de la Paz.
Él nos descubrirá, haciéndose hijo-niño, cómo la infancia es la apertura incondicionada al Padre, al “Abbá” (Mc 14, 36), cómo la infancia es pasividad hecha receptividad y gratitud, que marca la vida propia como referencia a Otro, del que procedo, al que me liga un vínculo de amor y cuidado, del que hablo y al que hago conocer. Es desde el origen, desde nuestro ser filial, ser hijos en el Hijo (cfr. Gal 4,4-7; Rm 8,14-1), lo que nos hace comprender lo creado (cfr. Col 1, 16), este mundo, la Humanidad, a nosotros mismos, nuestra verdadera profundidad, altura y gravedad y el “camino que lleva a la paz” (Lc 19, 42) que tanto nos cuesta descubrir.
MADRES QUE PROTEGEN LA INFANCIA. Quedó confiado por el Padre el cuidado del Hijo a María. También nosotros hemos heredado los cuidados de esta Madre (cfr. Jn 19, 26-27). Ella nos reveló que ninguno de nosotros está solo ante Dios. Una multitud nos acompaña, de la que somos responsables y hemos de cuidar. Pero, si alguien está junto a nosotros ante Dios, son los niños (cfr. Mt 19, 13-15; Mc 10, 13-16), los nuestros, los vuestros, todos los niños de este mundo; ellos tienen algo que ver con nosotros y son nuestra “presentación” ante Dios Padre.
Hoy la guerra tiene un escudo humano: Jesús, nacido de María, su Madre, el Príncipe de la Paz: “Paz para los de lejos y para los de cerca” (Is 57, 19), para los pobres, hundidos en el fango, y para los perdidos en todo desierto o mar de esta tierra, para los que lo buscan con pasión y para los que lo destierran de sus vidas.
Hoy nuestras guerras tienen muchos escudos humanos: la infancia, niños y niñas que viven confusos, que pierden, carecen, enferman, mueren… lloran. Dios, que es Madre, oyó al niño llorar (cfr. Gn 21, 17). ¿Y nosotros? Por ellos deberían finalizar nuestras guerras, nuestros genocidios, exterminios y exilios forzados. Ellos deberían ser nuestra razón para la Paz. Benedicto XVI dijo: “La señal de Dios es el niño” (Misa de Nochebuena de 2006). En esta “Palabra Abreviada” (cfr. San Cipriano, Sobre la oración del Señor, c. 28), como llamaron los Padres de la Iglesia a Jesús, está nuestra Paz.
Os invito a ver en la FILIACIÓN el modo de ser y de estar en este mundo, dejándonos salvar en el Hijo, de tal modo que, hijos en el Hijo, vayamos de la mano de María al Padre, que es el sentido último de nuestra existencia.
Os invito en esta nueva Navidad a promover la CULTURA DEL NACIMIENTO a la luz del Nacimiento de Jesús, el Salvador, el Hijo Amado. Si en el designio salvífico de Dios la Encarnación fue el camino, hoy también sigue siendo esta la vía de salvación para el ser humano. Que María, la Madre, ayude a otras madres a engendrar, a alumbrar, a cuidar y proteger al hijo.
Y os invito a CUIDAR DEL NIÑO, a ser padres y madres, como María y José, de los que comienzan a vivir, estos que tienen “la piel más fina” y necesitan el abrigo de la ternura, del amor, de la educación, de la compañía, en los primeros instantes, en los primeros pasos y siempre.
Buena y Santa Navidad de la Infancia Protegida, FUENTE DE LA PAZ.
¡Feliz Navidad a todos los niños del mundo!
M. Prado
Presidenta Federal
Federación de la Conversión de S. Agustín
NUESTROS REFUGIADOS. Llegaron en febrero, huyendo, con la guerra en los talones. Eran tres madres con tres hijos pequeños: Ludmila con Vladik, de seis años, nuestro Príncipe sin Espada del Lago Nemi, Luda con su hija Vika de 10 años, y María con Sofía de apenas seis meses. A ellas se ha añadido Katerina con dos hijas, en un momento desesperado, sin lugar adónde ir. Hemos celebrado el séptimo cumpleaños de Vladik y hemos visto los primeros pasos de Sofía a sus nueve meses. Y crecer a la preciosa adolescente que ya es Vika. Tanto Vladik como Sofía y Vika viven con una sonrisa en la boca, felices, abrigados por la presencia materna, por la compañía y ayuda de Caritas de Genzano y por nuestro cariño y alojo. Son las verdaderas víctimas de la guerra, pero la viven en la seguridad que les dan los adultos que les acogen. Han perdido la infancia entre los suyos, con sus padres en el frente, sin sus abuelos, sin sus primos, sin su escuela, sin sus compañeros de clase… Los vemos diariamente y desearíamos un presente de Paz para ellos y esa es nuestra súplica. “Yo sí, sé el designio que tengo sobre vosotros, designios de paz y no de desgracia: daros porvenir y esperanza” (Jer 29, 11; cf. 33, 9). Que así sea.
En esta Carta de Comunión quisiera deciros que las guerras y el Nacimiento de Jesús han atraído mi atención hacia la filiación, el nacimiento, la infancia. El niño -qué palabra tan bella para nombrar al cachorro humano- ese sujeto paciente, inocente, vulnerable y precario, es un ser de futuro, pero de futuro incierto. Cuando veo a María y a Sofía no puedo dejar de pensar en la Familia de Nazaret y su huida a Egipto ante la inminente amenaza de muerte por parte del dictador. “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto” (Mt 2, 13-15. 19-23). Son nuestros refugiados a causa de una terrible y sangrienta contienda. Hoy, también. Y no puedo dejar de pensar en la INFANCIA como ese tiempo en el que nuestras frágiles vidas están absolutamente en manos de otros.
SER HIJO. El nacimiento es siempre asombroso porque se trata de un acontecimiento que trae consigo un inicio absoluto, una maravilla. Pero también es traumático, y lo que viene después de ese instante posiblemente también lo sea, o al menos lo será en algún momento de la historia. La herida que deja todo nacimiento permanece toda la vida, señalada en el cuerpo mismo. Es la herida de una dolorosa interrupción, separación, distancia, algo que nos hará anhelar siempre el ser amados, queridos, acogidos.
Y hoy, ser hijo es para muchos una deuda intolerable. Si la excarnación moderna detesta la idea de encarnación, más aún la de filiación, porque ser hijo es depender, vivir en la debilidad máxima, perder toda autorreferencialidad, porque estamos ligados a un origen al que hacemos referencia, con el que tengo un vínculo estrecho. Y, por otra parte, tener un hijo es arriesgar mucho en la breve vida que tenemos: no podemos asegurarle un porvenir, un bienestar, requiere nuestra propia, nuestra cómoda tranquilidad, nos saca del solipsismo del uno o del dos, de la felicidad autocontemplativa. Las teorías antinatalistas se nos presentan como la sabia prudencia de nuestros días. E, incluso a veces, no hay nadie que cuide de esa vida engendrada, nacida y tantas veces no amada. Pero sabemos bien que, sin la familia, sin la ternura original que es la cuna del ser, el niño no anida en este mundo ni en esta vida.
“ESTE ES MI HIJO, EL AMADO” Mc 1, 1-11; Mt 1, 20-25. Dios se ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tanto la esencia del cristianismo como la santidad cristiana, o el discipulado, descan-san en la Filiación, que nos lleva a conocer el Ser de Dios, Tres Veces Santo, Inmortal, Tres Veces Bueno, Tres Veces Bello, Padre, Hijo, Espíritu, Uno. Que Dios Padre revele a su Hijo Amado es la contrapartida (¿contracultura?) a la grave crisis ontológica de filiación y pater-maternidad que vivimos.
Celebrando el Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, reconocemos que Él nos ha dado el verdadero valor de la filiación y de la infancia humana. Su Encarnación, por iniciativa y petición del Padre a María, se hizo posible gracias a una mujer que asumiría la gestación en su seno, el nacimiento en la carne. El reconocimiento del Padre le dará el Nombre identitario, “Este es mi Hijo Amado en quien me complazco” (Mc 1, 11; Mt 1, 20-25) y este Nombre, Hijo Amado, encadenará y sellará las puertas del mal, del Dragón, de la serpiente primordial, del Diablo, de la muerte (cfr. Ap 20, 1-15). Sí, el mal quedará desterrado porque no hay más mal que el de no tener nombre (sin documentos) o ser un número (Auschwitz, Jasenovac, Dachau, Gospic, Camboya, Gulag…), no tener ciudadanía, y ser cancelado de la lista de los vivos. El nombre sella las puertas del abismo y funda lo humano y, en este caso, lo humano-divino en Jesús, nuestro Príncipe de la Paz.
Él nos descubrirá, haciéndose hijo-niño, cómo la infancia es la apertura incondicionada al Padre, al “Abbá” (Mc 14, 36), cómo la infancia es pasividad hecha receptividad y gratitud, que marca la vida propia como referencia a Otro, del que procedo, al que me liga un vínculo de amor y cuidado, del que hablo y al que hago conocer. Es desde el origen, desde nuestro ser filial, ser hijos en el Hijo (cfr. Gal 4,4-7; Rm 8,14-1), lo que nos hace comprender lo creado (cfr. Col 1, 16), este mundo, la Humanidad, a nosotros mismos, nuestra verdadera profundidad, altura y gravedad y el “camino que lleva a la paz” (Lc 19, 42) que tanto nos cuesta descubrir.
MADRES QUE PROTEGEN LA INFANCIA. Quedó confiado por el Padre el cuidado del Hijo a María. También nosotros hemos heredado los cuidados de esta Madre (cfr. Jn 19, 26-27). Ella nos reveló que ninguno de nosotros está solo ante Dios. Una multitud nos acompaña, de la que somos responsables y hemos de cuidar. Pero, si alguien está junto a nosotros ante Dios, son los niños (cfr. Mt 19, 13-15; Mc 10, 13-16), los nuestros, los vuestros, todos los niños de este mundo; ellos tienen algo que ver con nosotros y son nuestra “presentación” ante Dios Padre.
Hoy la guerra tiene un escudo humano: Jesús, nacido de María, su Madre, el Príncipe de la Paz: “Paz para los de lejos y para los de cerca” (Is 57, 19), para los pobres, hundidos en el fango, y para los perdidos en todo desierto o mar de esta tierra, para los que lo buscan con pasión y para los que lo destierran de sus vidas.
Hoy nuestras guerras tienen muchos escudos humanos: la infancia, niños y niñas que viven confusos, que pierden, carecen, enferman, mueren… lloran. Dios, que es Madre, oyó al niño llorar (cfr. Gn 21, 17). ¿Y nosotros? Por ellos deberían finalizar nuestras guerras, nuestros genocidios, exterminios y exilios forzados. Ellos deberían ser nuestra razón para la Paz. Benedicto XVI dijo: “La señal de Dios es el niño” (Misa de Nochebuena de 2006). En esta “Palabra Abreviada” (cfr. San Cipriano, Sobre la oración del Señor, c. 28), como llamaron los Padres de la Iglesia a Jesús, está nuestra Paz.
Os invito a ver en la FILIACIÓN el modo de ser y de estar en este mundo, dejándonos salvar en el Hijo, de tal modo que, hijos en el Hijo, vayamos de la mano de María al Padre, que es el sentido último de nuestra existencia.
Os invito en esta nueva Navidad a promover la CULTURA DEL NACIMIENTO a la luz del Nacimiento de Jesús, el Salvador, el Hijo Amado. Si en el designio salvífico de Dios la Encarnación fue el camino, hoy también sigue siendo esta la vía de salvación para el ser humano. Que María, la Madre, ayude a otras madres a engendrar, a alumbrar, a cuidar y proteger al hijo.
Y os invito a CUIDAR DEL NIÑO, a ser padres y madres, como María y José, de los que comienzan a vivir, estos que tienen “la piel más fina” y necesitan el abrigo de la ternura, del amor, de la educación, de la compañía, en los primeros instantes, en los primeros pasos y siempre.
Buena y Santa Navidad de la Infancia Protegida, FUENTE DE LA PAZ.
¡Feliz Navidad a todos los niños del mundo!
M. Prado
Presidenta Federal
Federación de la Conversión de S. Agustín
ITALIANO

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UN BAMBINO... SARÀ CHIAMATO PRINCIPE DELLA PACE
Is 9, 5
L'INFANZIA PROTETTA: FONTE DELLA PACE
I NOSTRI RIFUGIATI. Sono arrivati a febbraio, in fuga, con la guerra alle calcagne. Erano tre madri con tre bambini
piccoli: Ludmila con Vladik di sette anni, il nostro Principe senza spada del lago di Nemi, Luda con la figlia Vika di 10 anni e Maria con Sofia di sei mesi. Sono stati raggiunti da Catherine con due figlie, in un momento disperato, senza un posto dove andare. Abbiamo festeggiato l’ottavo compleanno di Vladik e assistito ai primi passi di Sofia a nove mesi, vedendo crescere Vika fino a diventare la bellissima adolescente che è ora. Vladik, Sofia e Vika vivono con il sorriso sulle labbra, felici, protetti dalla presenza materna, dalla compagnia e dall'aiuto della Caritas di Genzano e dal nostro affetto e accoglienza. Sono le vere vittime della guerra, ma la vivono nella sicurezza che è loro data degli adulti che li accolgono. Hanno perso la loro infanzia tra di essi, con i loro padri al fronte, senza i nonni, senza i cugini, senza la scuola, senza i compagni... Li vediamo ogni giorno e desideriamo per loro un regalo di Pace e questa è la nostra supplica. "Io conosco i progetti che ho fatto a vostro riguardo, progetti di pace e non di sventura, per concedervi un futuro pieno di speranza" (Ger 29,11; cfr. 33,9). Che così sia.
In questa Lettera di Comunione vorrei dirvi che le guerre e la Nascita di Gesù hanno attirato la mia attenzione sulla figliolanza, sulla nascita, sull'infanzia. Il bambino - che bella parola per chiamare il cucciolo d'uomo - quel soggetto paziente, innocente, vulnerabile e precario, è un essere del futuro, ma di un futuro incerto. Quando guardo Maria e Sofia non posso fare a meno di pensare alla Famiglia di Nazareth e alla loro fuga in Egitto di fronte all'imminente minaccia di morte da parte del dittatore. "Àlzati, prendi con te il bambino e sua madre, fuggi in Egitto" (Mt 2,13-15, 19-23). Sono i nostri rifugiati a causa di un conflitto terribile e sanguinoso. Anche oggi. E non posso fare a meno di pensare all'INFANZIA come a quel periodo in cui le nostre fragili vite sono assolutamente nelle mani degli altri.
ESSERE FIGLIO. La nascita è sempre sorprendente perché è un evento che porta con sé un inizio assoluto, una meraviglia. Ma è anche traumatico, e ciò che viene dopo quel momento è probabile che sia anch'esso traumatico, o almeno lo sarà a un certo punto della storia. La ferita lasciata da ogni nascita rimane per tutta la vita, segnata sul corpo stesso. È la ferita di un'interruzione dolorosa, di una separazione, di una distanza, qualcosa che ci farà sempre anelare di essere amati, voluti, accolti.
E oggi essere figlio è per molti un debito insopportabile. Se la disincarnazione moderna detesta l'idea di incarnazione, ancor più quella di filiazione, perché essere figlio è dipendere, vivere nella massima debolezza, perdere ogni autoreferenzialità, perché siamo legati a un'origine a cui ci riferiamo, con cui ho un legame stretto. E, d'altra parte, avere un figlio è rischiare molto nella breve vita che abbiamo: non possiamo assicurargli un futuro, un benessere, richiede la nostra comoda tranquillità, ci fa uscire dal solipsismo dell'uno o dell'altro, della felicità autocontemplativa. Le teorie antinataliste ci vengono presentate come la saggia prudenza dei nostri tempi. E a volte non c'è nessuno che si prenda cura di questa vita generata, nata e così spesso non amata. Ma sappiamo bene che, senza la famiglia, senza la tenerezza originaria che è la culla dell'essere, il bambino non fa il nido in questo mondo e in questa vita.
"QUESTO È IL FIGLIO MIO, L'AMATO" Mc 1,1-11; Mt 1,20-25. Dio si è rivelato come Padre, Figlio e Spirito Santo. Sia l'essenza del cristianesimo che la santità cristiana, o discepolato, riposano nella Figliolanza, che ci porta a conoscere l'Essere di Dio, Tre volte Santo, Immortale, Tre volte Buono, Tre volte Bello, Padre, Figlio, Spirito, Uno. Che Dio Padre riveli il suo Figlio prediletto è la contropartita alla grave crisi ontologica della filiazione e della paternità che stiamo vivendo.
Celebrando la Nascita di Gesù, il Figlio di Dio, riconosciamo che Egli ci ha dato il vero valore della filiazione e dell'infanzia umana. La sua Incarnazione, su iniziativa e richiesta del Padre a Maria, è stata resa possibile da una donna che avrebbe assunto la gestazione nel suo grembo, la nascita nella carne. Il riconoscimento del Padre gli darà il nome identitario: "Questo è il mio Figlio, l’Amato, nel quale mi sono compiaciuto" (Mc 1,11; Mt 1,20-25) e questo nome, Figlio Amato, incatenerà e sigillerà le porte del male, del Drago, del serpente primordiale, del Diavolo, della morte (cfr. Ap 20,1-15). Sì, il male sarà bandito perché non c'è male più grande di quello di non avere un nome (senza documenti) o di essere un numero (Auschwitz, Jasenovac, Dachau, Gospic, Cambogia, Gulag...), di non avere cittadinanza e di essere cancellati dalla lista dei vivi. Il nome segna le porte dell'abisso e fonda l'umano e, in questo caso, l'umano-divino in Gesù, il nostro Principe della Pace.
Egli ci scoprirà, facendosi figlio-bambino, siccome l'infanzia è l’apertura incondizionata al Padre, all'"Abbà" (Mc 14,36), poiché l'infanzia è passività fatta ricettività e gratitudine, che segna la propria vita come riferimento all'Altro, da cui provengo, a cui sono legato da un vincolo di amore e di cura, di cui parlo e che faccio conoscere. È dall'origine, dal nostro essere filiali, figli nel Figlio (cfr. Gal 4,4-7; Rm 8,14-1), che ci fa comprendere il creato (cfr. Col 1,16), questo mondo, l'Umanità, noi stessi, la nostra vera profondità, altezza e gravità e la via "che porta alla pace" (Lc 19,42) che facciamo così fatica a scoprire.
MADRI CHE PROTEGGONO L'INFANZIA. Il Padre ha affidato a Maria la cura del Figlio. Anche noi abbiamo ereditato la cura di questa Madre (cfr. Gv 19, 26-27). Lei ci ha rivelato che nessuno di noi è solo davanti a Dio. Ci accompagna una moltitudine, di cui siamo responsabili e di cui dobbiamo prenderci cura. Ma se c'è qualcuno che sta con noi davanti a Dio, questi sono i bambini (cfr. Mt 19,13-15; Mc 10,13-16), i nostri, i vostri, tutti i bambini di questo mondo; essi hanno a che fare con noi e sono la nostra "presentazione" davanti a Dio Padre.
Oggi la guerra ha uno scudo umano: Gesù, nato da Maria, sua Madre, il Principe della Pace: "Pace ai lontani e ai vicini" (Is 57,19), ai poveri, affondati nel fango, e a coloro che si perdono in ogni deserto o mare di questa terra, a coloro che lo cercano con passione e a coloro che lo bandiscono dalla loro vita.
Oggi le nostre guerre hanno molti scudi umani: bambini, ragazzi e ragazze che vivono nella confusione, che perdono, che sono privati, che si ammalano, che muoiono... che piangono. Dio, che è Madre, ha sentito il pianto del bambino (cfr. Gen 21,17). E noi? Per loro le nostre guerre, i nostri genocidi, gli stermini e gli esili forzati dovrebbero finire. Loro dovrebbero essere la nostra ragione di Pace. Benedetto XVI ha detto: "Il segno di Dio è il bambino" (Messa della Notte di Natale 2006). In questa "Parola abbreviata" (cfr. San Cipriano, Sul Padre Nostro, c. 28), come i Padri della Chiesa chiamavano Gesù, è la nostra Pace.
Vi invito a vedere nella FILIAZIONE il modo di essere e di stare in questo mondo, lasciandoci salvare nel Figlio, in modo che, figli nel Figlio, possiamo andare insieme a Maria verso il Padre, che è il senso ultimo della nostra esistenza.
Vi invito in questo nuovo Natale a promuovere la CULTURA DELLA NASCITA alla luce della Nascita di Gesù, il Salvatore, il Figlio Amato. Se nel piano di salvezza di Dio l'Incarnazione era la via, oggi anche continua ad essere la via di salvezza per gli esseri umani. Maria, la Madre, aiuti le altre madri a generare, a partorire, a prendersi cura e a proteggere il loro bambino.
E vi invito a PRENDERVI CURA DEL BAMBINO, a essere padri e madri, come Maria e Giuseppe, di coloro che iniziano a vivere, di coloro che hanno "la pelle più sottile" e hanno bisogno del riparo della tenerezza, dell'amore, dell'educazione, della compagnia, nei primi instanti, nei primi passi e sempre.
Buon e Santo Natale dell'Infanzia Protetta, FONTE DELLA PACE. Buon Natale a tutti i bambini del mondo!
M. Prado González Heras Presidente federale
Federazione della Conversione di Sant'Agostino
I NOSTRI RIFUGIATI. Sono arrivati a febbraio, in fuga, con la guerra alle calcagne. Erano tre madri con tre bambini
piccoli: Ludmila con Vladik di sette anni, il nostro Principe senza spada del lago di Nemi, Luda con la figlia Vika di 10 anni e Maria con Sofia di sei mesi. Sono stati raggiunti da Catherine con due figlie, in un momento disperato, senza un posto dove andare. Abbiamo festeggiato l’ottavo compleanno di Vladik e assistito ai primi passi di Sofia a nove mesi, vedendo crescere Vika fino a diventare la bellissima adolescente che è ora. Vladik, Sofia e Vika vivono con il sorriso sulle labbra, felici, protetti dalla presenza materna, dalla compagnia e dall'aiuto della Caritas di Genzano e dal nostro affetto e accoglienza. Sono le vere vittime della guerra, ma la vivono nella sicurezza che è loro data degli adulti che li accolgono. Hanno perso la loro infanzia tra di essi, con i loro padri al fronte, senza i nonni, senza i cugini, senza la scuola, senza i compagni... Li vediamo ogni giorno e desideriamo per loro un regalo di Pace e questa è la nostra supplica. "Io conosco i progetti che ho fatto a vostro riguardo, progetti di pace e non di sventura, per concedervi un futuro pieno di speranza" (Ger 29,11; cfr. 33,9). Che così sia.
In questa Lettera di Comunione vorrei dirvi che le guerre e la Nascita di Gesù hanno attirato la mia attenzione sulla figliolanza, sulla nascita, sull'infanzia. Il bambino - che bella parola per chiamare il cucciolo d'uomo - quel soggetto paziente, innocente, vulnerabile e precario, è un essere del futuro, ma di un futuro incerto. Quando guardo Maria e Sofia non posso fare a meno di pensare alla Famiglia di Nazareth e alla loro fuga in Egitto di fronte all'imminente minaccia di morte da parte del dittatore. "Àlzati, prendi con te il bambino e sua madre, fuggi in Egitto" (Mt 2,13-15, 19-23). Sono i nostri rifugiati a causa di un conflitto terribile e sanguinoso. Anche oggi. E non posso fare a meno di pensare all'INFANZIA come a quel periodo in cui le nostre fragili vite sono assolutamente nelle mani degli altri.
ESSERE FIGLIO. La nascita è sempre sorprendente perché è un evento che porta con sé un inizio assoluto, una meraviglia. Ma è anche traumatico, e ciò che viene dopo quel momento è probabile che sia anch'esso traumatico, o almeno lo sarà a un certo punto della storia. La ferita lasciata da ogni nascita rimane per tutta la vita, segnata sul corpo stesso. È la ferita di un'interruzione dolorosa, di una separazione, di una distanza, qualcosa che ci farà sempre anelare di essere amati, voluti, accolti.
E oggi essere figlio è per molti un debito insopportabile. Se la disincarnazione moderna detesta l'idea di incarnazione, ancor più quella di filiazione, perché essere figlio è dipendere, vivere nella massima debolezza, perdere ogni autoreferenzialità, perché siamo legati a un'origine a cui ci riferiamo, con cui ho un legame stretto. E, d'altra parte, avere un figlio è rischiare molto nella breve vita che abbiamo: non possiamo assicurargli un futuro, un benessere, richiede la nostra comoda tranquillità, ci fa uscire dal solipsismo dell'uno o dell'altro, della felicità autocontemplativa. Le teorie antinataliste ci vengono presentate come la saggia prudenza dei nostri tempi. E a volte non c'è nessuno che si prenda cura di questa vita generata, nata e così spesso non amata. Ma sappiamo bene che, senza la famiglia, senza la tenerezza originaria che è la culla dell'essere, il bambino non fa il nido in questo mondo e in questa vita.
"QUESTO È IL FIGLIO MIO, L'AMATO" Mc 1,1-11; Mt 1,20-25. Dio si è rivelato come Padre, Figlio e Spirito Santo. Sia l'essenza del cristianesimo che la santità cristiana, o discepolato, riposano nella Figliolanza, che ci porta a conoscere l'Essere di Dio, Tre volte Santo, Immortale, Tre volte Buono, Tre volte Bello, Padre, Figlio, Spirito, Uno. Che Dio Padre riveli il suo Figlio prediletto è la contropartita alla grave crisi ontologica della filiazione e della paternità che stiamo vivendo.
Celebrando la Nascita di Gesù, il Figlio di Dio, riconosciamo che Egli ci ha dato il vero valore della filiazione e dell'infanzia umana. La sua Incarnazione, su iniziativa e richiesta del Padre a Maria, è stata resa possibile da una donna che avrebbe assunto la gestazione nel suo grembo, la nascita nella carne. Il riconoscimento del Padre gli darà il nome identitario: "Questo è il mio Figlio, l’Amato, nel quale mi sono compiaciuto" (Mc 1,11; Mt 1,20-25) e questo nome, Figlio Amato, incatenerà e sigillerà le porte del male, del Drago, del serpente primordiale, del Diavolo, della morte (cfr. Ap 20,1-15). Sì, il male sarà bandito perché non c'è male più grande di quello di non avere un nome (senza documenti) o di essere un numero (Auschwitz, Jasenovac, Dachau, Gospic, Cambogia, Gulag...), di non avere cittadinanza e di essere cancellati dalla lista dei vivi. Il nome segna le porte dell'abisso e fonda l'umano e, in questo caso, l'umano-divino in Gesù, il nostro Principe della Pace.
Egli ci scoprirà, facendosi figlio-bambino, siccome l'infanzia è l’apertura incondizionata al Padre, all'"Abbà" (Mc 14,36), poiché l'infanzia è passività fatta ricettività e gratitudine, che segna la propria vita come riferimento all'Altro, da cui provengo, a cui sono legato da un vincolo di amore e di cura, di cui parlo e che faccio conoscere. È dall'origine, dal nostro essere filiali, figli nel Figlio (cfr. Gal 4,4-7; Rm 8,14-1), che ci fa comprendere il creato (cfr. Col 1,16), questo mondo, l'Umanità, noi stessi, la nostra vera profondità, altezza e gravità e la via "che porta alla pace" (Lc 19,42) che facciamo così fatica a scoprire.
MADRI CHE PROTEGGONO L'INFANZIA. Il Padre ha affidato a Maria la cura del Figlio. Anche noi abbiamo ereditato la cura di questa Madre (cfr. Gv 19, 26-27). Lei ci ha rivelato che nessuno di noi è solo davanti a Dio. Ci accompagna una moltitudine, di cui siamo responsabili e di cui dobbiamo prenderci cura. Ma se c'è qualcuno che sta con noi davanti a Dio, questi sono i bambini (cfr. Mt 19,13-15; Mc 10,13-16), i nostri, i vostri, tutti i bambini di questo mondo; essi hanno a che fare con noi e sono la nostra "presentazione" davanti a Dio Padre.
Oggi la guerra ha uno scudo umano: Gesù, nato da Maria, sua Madre, il Principe della Pace: "Pace ai lontani e ai vicini" (Is 57,19), ai poveri, affondati nel fango, e a coloro che si perdono in ogni deserto o mare di questa terra, a coloro che lo cercano con passione e a coloro che lo bandiscono dalla loro vita.
Oggi le nostre guerre hanno molti scudi umani: bambini, ragazzi e ragazze che vivono nella confusione, che perdono, che sono privati, che si ammalano, che muoiono... che piangono. Dio, che è Madre, ha sentito il pianto del bambino (cfr. Gen 21,17). E noi? Per loro le nostre guerre, i nostri genocidi, gli stermini e gli esili forzati dovrebbero finire. Loro dovrebbero essere la nostra ragione di Pace. Benedetto XVI ha detto: "Il segno di Dio è il bambino" (Messa della Notte di Natale 2006). In questa "Parola abbreviata" (cfr. San Cipriano, Sul Padre Nostro, c. 28), come i Padri della Chiesa chiamavano Gesù, è la nostra Pace.
Vi invito a vedere nella FILIAZIONE il modo di essere e di stare in questo mondo, lasciandoci salvare nel Figlio, in modo che, figli nel Figlio, possiamo andare insieme a Maria verso il Padre, che è il senso ultimo della nostra esistenza.
Vi invito in questo nuovo Natale a promuovere la CULTURA DELLA NASCITA alla luce della Nascita di Gesù, il Salvatore, il Figlio Amato. Se nel piano di salvezza di Dio l'Incarnazione era la via, oggi anche continua ad essere la via di salvezza per gli esseri umani. Maria, la Madre, aiuti le altre madri a generare, a partorire, a prendersi cura e a proteggere il loro bambino.
E vi invito a PRENDERVI CURA DEL BAMBINO, a essere padri e madri, come Maria e Giuseppe, di coloro che iniziano a vivere, di coloro che hanno "la pelle più sottile" e hanno bisogno del riparo della tenerezza, dell'amore, dell'educazione, della compagnia, nei primi instanti, nei primi passi e sempre.
Buon e Santo Natale dell'Infanzia Protetta, FONTE DELLA PACE. Buon Natale a tutti i bambini del mondo!
M. Prado González Heras Presidente federale
Federazione della Conversione di Sant'Agostino
iNGLÉS

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A CHILD… WILL BE CALLED PRINCE OF PEACE
Is 9, 5
PROTECTED CHILHOOD: SOURCE OF PEACE
OUR REFUGEES. They arrived in February, fleeing, with the war on their heels. They were three mothers with three small children: Ludmila with six year old Vladik, our Prince Without a Sword of Lake Nemi, Luda with her 10-year-old daughter Vika, and Maria with Sofia, barely six months old. Katerina has joined them with two daughters, at a desperate moment, with nowhere to go. We’ve celebrated Vladik's seventh birthday, we’ve seen Sofia's first steps, at the age nine months old and Vika grow into the beautiful teenager that she already is. All three, Vladik, Sofia and Vika live with a smile on their faces, happy, sheltered by the maternal presence, by the company and help of Caritas in Genzano and by our love and hospitality. They are the true victims of the war, but they live it in the safety offered to them by the adults that have received them. They’ve lost their childhood among their own, with their parents at the battlefront, without their grandparents, without their cousins, without their school, without their classmates... We see them every day and we wish for a present of Peace for them, and that is our plea. "I know the plan I have for you, plans of peace and not of misfortune: to give you a future and hope" (Jer 29, 11; cf. 33, 9). May it be this way.
In this Letter of Communion I would like to tell you that both wars and the Birth of Jesus have drawn my attention to filiation, birth and childhood. The child -what a beautiful word to name the human cub- that patient, innocent, vulnerable and precarious creature, is a being of the future, but of an uncertain future. When I see María and Sofía, I cannot stop thinking about the Family of Nazareth and their fleeing to Egypt in the face of the imminent threat of death from the dictator. "Get up, take the child and his mother and flee to Egypt" (Mt 2, 13-15. 19-23). They are our refugees from a terrible and bloody conflict. Also today. And I can't stop thinking of CHILDHOOD as that time when our fragile lives are absolutely in the hands of others.
BEING A SON. Birth is always astonishing, because of it being an event that brings along an absolute beginning, a wonder. But it’s also traumatic, and what comes after that moment may also be so, or at least it will be at some point in time. The wound left by every birth remains for a lifetime, imprinted on the body itself. It’s the wound of a painful interruption, separation, and distance, something that will make us always yearn to be loved and welcomed.
And today, being a son is for many an intolerable debt. If modern excarnation hates the idea of incarnation, even more so that of filiation, because being a son means depending, living in the utmost weakness, losing all self-referentiality, because we are linked to an origin to which we refer, with which we have a close bond. And, on the other hand, having a child is risking a lot in the short life we have: we cannot guarantee a future or well-being, it requires our own and comfortable tranquility, it takes us out of the solipsism of one or two, of self-contemplative happiness. The antinatalist theories appear to us as the wise prudence of our days. And, even sometimes, there is no one to take care of that life which is engendered, born and so many times not loved. But we know well that without the family, without the original tenderness that is the cradle of being, the child does not nest in this world or in this life.
"THIS IS MY SON, THE BELOVED ONE" Mk 1, 1-11; Mt 1, 20-25. God has revealed himself as Father, Son and Holy Spirit. Both the essence of Christianity and Christian holiness, or discipleship, rest upon filiation, which leads us to know the Being of God, Three Times Holy, Immortal, Three Times Good, Three Times Beautiful, Father, Son, Spirit, One. That God the Father reveals his Beloved Son is the counterpart (counterculture?) to the serious ontological crisis of filiation and pater-maternity that we are living.
Celebrating the Birth of Jesus, the Son of God, we recognize that He has given us the true value of filiation and human childhood. His Incarnation, at the initiative and request of the Father to Mary, was made possible thanks to a woman who would assume the gestation in her womb, the birth in the flesh. The recognition of the Father will give him the identifying Name, "This is my Beloved Son in whom I am pleased" (Mk 1, 11; Mt 1, 20-25) and this Name, Beloved Son, will chain and seal the doors of evil, of the Dragon, of the primordial serpent, of the Devil, of death (cf. Rev 20, 1-15). Yes, evil will be banished because there is no more evil than not having a name (without documents) or being a number (Auschwitz, Jasenovac, Dachau, Gospic, Cambodia, Gulag...), not having citizenship, and being canceled from the list of the living. The name seals the doors of the abyss and founds the human and, in this case, the human-divine in Jesus, our Prince of Peace.
He will reveal to us, by becoming a child-son, how childhood is the unconditional openness to the Father, to "Abba" (Mk 14, 36), how childhood is passivity made receptivity and gratitude, which marks one's life as a reference to Another, from which I come, to which a bond of love and care binds me, of which I speak and to which I make known. It is from the origin, from our filial being, to be children in the Son (cf. Gal 4,4-7; Rm 8,14-1), which makes us understand what is created (cf. Col 1, 16), this world, Humanity, ourselves, our true depth, height and gravity and the "path that leads to peace" (Lk 19, 42) that we find so difficult to discover.
MOTHERS PROTECTING CHILDREN. The Father entrusted the care of His Son to Mary. We too have inherited the care of this Mother (cf. Jn 19, 26-27). She revealed to us that none of us is alone before God. A multitude accompanies us, for whom we are responsible and for whom we must care. But, if someone is with us before God, it is children (cf. Mt 19, 13-15; Mk 10, 13-16), ours, yours, all the children of this world; they have something to do with us and they are our "presentation" before God the Father.
Today war has a human shield: Jesus, born of Mary, his Mother, the Prince of Peace: "Peace for those who are far and near" (Is 57, 19), for the poor, sunk in the mire, and for those lost in every desert or sea on this earth, for those who seek him with passion and for those who banish him from their lives.
Today our wars have many human shields: childhood, boys and girls who live confused, who lose, lack, get sick, die... cry. God, who is Mother, heard the child cry (cf. Gn 21, 17). What about us? Our wars, our genocides, exterminations and forced exiles should end for them. They should be our reason for Peace. Benedict XVI said: "The sign of God is the child" (2006 Christmas Eve Mass). In this “Abbreviated Word” (cf. Saint Cyprian, On the Lord's Prayer, c. 28), as the Fathers of the Church called Jesus, is our Peace.
I invite you to see in FILIATION the way of being and living in this world, allowing ourselves to be saved in the Son, in such a way that, children in the Son, we go hand in hand with Mary to the Father, who is the ultimate meaning of our existence.
I invite you in this new Christmas to promote the CULTURE OF BIRTH in light of the Birth of Jesus, the Savior, the Beloved Son. If in the salvific design of God the Incarnation was the way, today this also continues to be the way of salvation for the human being. May Mary, the Mother, help other mothers to engender, give birth, care for and protect their child.
And I invite you to TAKE CARE OF THE CHILD, to be fathers and mothers, like Mary and Joseph, of those who begin to live, those who have "the finest skin" and need the shelter of tenderness, love, education, of the company, in the first moments, in the first steps and always.
May you all have a good and Holy Christmas of Protected Childhood, SOURCE OF PEACE.
Merry Christmas to all the children of the world!
M. Prado, Federal President
Federation of the Conversion of St. Augustine
OUR REFUGEES. They arrived in February, fleeing, with the war on their heels. They were three mothers with three small children: Ludmila with six year old Vladik, our Prince Without a Sword of Lake Nemi, Luda with her 10-year-old daughter Vika, and Maria with Sofia, barely six months old. Katerina has joined them with two daughters, at a desperate moment, with nowhere to go. We’ve celebrated Vladik's seventh birthday, we’ve seen Sofia's first steps, at the age nine months old and Vika grow into the beautiful teenager that she already is. All three, Vladik, Sofia and Vika live with a smile on their faces, happy, sheltered by the maternal presence, by the company and help of Caritas in Genzano and by our love and hospitality. They are the true victims of the war, but they live it in the safety offered to them by the adults that have received them. They’ve lost their childhood among their own, with their parents at the battlefront, without their grandparents, without their cousins, without their school, without their classmates... We see them every day and we wish for a present of Peace for them, and that is our plea. "I know the plan I have for you, plans of peace and not of misfortune: to give you a future and hope" (Jer 29, 11; cf. 33, 9). May it be this way.
In this Letter of Communion I would like to tell you that both wars and the Birth of Jesus have drawn my attention to filiation, birth and childhood. The child -what a beautiful word to name the human cub- that patient, innocent, vulnerable and precarious creature, is a being of the future, but of an uncertain future. When I see María and Sofía, I cannot stop thinking about the Family of Nazareth and their fleeing to Egypt in the face of the imminent threat of death from the dictator. "Get up, take the child and his mother and flee to Egypt" (Mt 2, 13-15. 19-23). They are our refugees from a terrible and bloody conflict. Also today. And I can't stop thinking of CHILDHOOD as that time when our fragile lives are absolutely in the hands of others.
BEING A SON. Birth is always astonishing, because of it being an event that brings along an absolute beginning, a wonder. But it’s also traumatic, and what comes after that moment may also be so, or at least it will be at some point in time. The wound left by every birth remains for a lifetime, imprinted on the body itself. It’s the wound of a painful interruption, separation, and distance, something that will make us always yearn to be loved and welcomed.
And today, being a son is for many an intolerable debt. If modern excarnation hates the idea of incarnation, even more so that of filiation, because being a son means depending, living in the utmost weakness, losing all self-referentiality, because we are linked to an origin to which we refer, with which we have a close bond. And, on the other hand, having a child is risking a lot in the short life we have: we cannot guarantee a future or well-being, it requires our own and comfortable tranquility, it takes us out of the solipsism of one or two, of self-contemplative happiness. The antinatalist theories appear to us as the wise prudence of our days. And, even sometimes, there is no one to take care of that life which is engendered, born and so many times not loved. But we know well that without the family, without the original tenderness that is the cradle of being, the child does not nest in this world or in this life.
"THIS IS MY SON, THE BELOVED ONE" Mk 1, 1-11; Mt 1, 20-25. God has revealed himself as Father, Son and Holy Spirit. Both the essence of Christianity and Christian holiness, or discipleship, rest upon filiation, which leads us to know the Being of God, Three Times Holy, Immortal, Three Times Good, Three Times Beautiful, Father, Son, Spirit, One. That God the Father reveals his Beloved Son is the counterpart (counterculture?) to the serious ontological crisis of filiation and pater-maternity that we are living.
Celebrating the Birth of Jesus, the Son of God, we recognize that He has given us the true value of filiation and human childhood. His Incarnation, at the initiative and request of the Father to Mary, was made possible thanks to a woman who would assume the gestation in her womb, the birth in the flesh. The recognition of the Father will give him the identifying Name, "This is my Beloved Son in whom I am pleased" (Mk 1, 11; Mt 1, 20-25) and this Name, Beloved Son, will chain and seal the doors of evil, of the Dragon, of the primordial serpent, of the Devil, of death (cf. Rev 20, 1-15). Yes, evil will be banished because there is no more evil than not having a name (without documents) or being a number (Auschwitz, Jasenovac, Dachau, Gospic, Cambodia, Gulag...), not having citizenship, and being canceled from the list of the living. The name seals the doors of the abyss and founds the human and, in this case, the human-divine in Jesus, our Prince of Peace.
He will reveal to us, by becoming a child-son, how childhood is the unconditional openness to the Father, to "Abba" (Mk 14, 36), how childhood is passivity made receptivity and gratitude, which marks one's life as a reference to Another, from which I come, to which a bond of love and care binds me, of which I speak and to which I make known. It is from the origin, from our filial being, to be children in the Son (cf. Gal 4,4-7; Rm 8,14-1), which makes us understand what is created (cf. Col 1, 16), this world, Humanity, ourselves, our true depth, height and gravity and the "path that leads to peace" (Lk 19, 42) that we find so difficult to discover.
MOTHERS PROTECTING CHILDREN. The Father entrusted the care of His Son to Mary. We too have inherited the care of this Mother (cf. Jn 19, 26-27). She revealed to us that none of us is alone before God. A multitude accompanies us, for whom we are responsible and for whom we must care. But, if someone is with us before God, it is children (cf. Mt 19, 13-15; Mk 10, 13-16), ours, yours, all the children of this world; they have something to do with us and they are our "presentation" before God the Father.
Today war has a human shield: Jesus, born of Mary, his Mother, the Prince of Peace: "Peace for those who are far and near" (Is 57, 19), for the poor, sunk in the mire, and for those lost in every desert or sea on this earth, for those who seek him with passion and for those who banish him from their lives.
Today our wars have many human shields: childhood, boys and girls who live confused, who lose, lack, get sick, die... cry. God, who is Mother, heard the child cry (cf. Gn 21, 17). What about us? Our wars, our genocides, exterminations and forced exiles should end for them. They should be our reason for Peace. Benedict XVI said: "The sign of God is the child" (2006 Christmas Eve Mass). In this “Abbreviated Word” (cf. Saint Cyprian, On the Lord's Prayer, c. 28), as the Fathers of the Church called Jesus, is our Peace.
I invite you to see in FILIATION the way of being and living in this world, allowing ourselves to be saved in the Son, in such a way that, children in the Son, we go hand in hand with Mary to the Father, who is the ultimate meaning of our existence.
I invite you in this new Christmas to promote the CULTURE OF BIRTH in light of the Birth of Jesus, the Savior, the Beloved Son. If in the salvific design of God the Incarnation was the way, today this also continues to be the way of salvation for the human being. May Mary, the Mother, help other mothers to engender, give birth, care for and protect their child.
And I invite you to TAKE CARE OF THE CHILD, to be fathers and mothers, like Mary and Joseph, of those who begin to live, those who have "the finest skin" and need the shelter of tenderness, love, education, of the company, in the first moments, in the first steps and always.
May you all have a good and Holy Christmas of Protected Childhood, SOURCE OF PEACE.
Merry Christmas to all the children of the world!
M. Prado, Federal President
Federation of the Conversion of St. Augustine
Húngaro

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GYERMEK... AKIT A BÉKE FEJEDELMÉNEK HÍVNAK MAJD
Iz 9, 5
VÉDETT GYERMEKKOR: A BÉKE FORRÁSA
MENEKÜLTJEINK. Februárban érkeztek, menekültek a háborúval a sarkukban. Három édesanya három kisgyermekkel: Ludmila a hatéves Vladikkal, a mi “kard nélküli Nemi-tavi hercegünk”-kel; Luda, tízéves Vika lányával; és Mária, a hat hónapos Szófiával. Hozzájuk csatlakozott Katerina két lányával, kétségbeesett helyzetben, mert sehová sem mehettek. Megünnepeltük Vladik hetedik születésnapját, és láttuk Szófia első lépéseit kilenc hónapos korában. Vika gyönyörű tinédzserré serdült. Vladik, Szófia és Vika mosollyal az arcukon, boldogan élnek; édesanyjuk jelenléte, a Caritas Genzano mellettük állása és segítsége, valamint a mi szeretetünk és menedékünk oltalmában. Ők a háború igazi áldozatai; a felnőttek, akik befogadják őket, biztonságában élnek. Ők viszont elvesztették a gyermekkort az övéik között: szüleik a fronton, nagyszüleik távol, unokatestvéreik távol, iskolájuk távol, osztálytársaik távol... Minden nap látjuk őket, és imádkozunk, hogy megkapják a Béke ajándékát -ez a könyörgésünk. “Tudom, milyen terveket gondoltam el felőletek; ezek a tervek a békére vonatkoznak, nem a pusztulásra, mert reménységgel teli jövőt szánok nektek.” (Jer 29,11; vö. 33,9). Úgy legyen.
Ebben a Közösségi Levélben azt szeretném mondani nektek, hogy a háborúk és Jézus születése felhívta a figyelmemet a fiúságra, a születésre, a gyermekkorra. A gyermek (milyen szép szó az emberkölyök megnevezésére), ez a türelmes, ártatlan, sebezhető és bizonytalan lény a jövő alanya - de bizonytalan jövőé. Amikor Máriára és Szófiára nézek, nem tudok nem gondolni a názáreti családra, egyiptomi menekülésükre a diktátor általi közvetlen halálos fenyegetés miatt. "Kelj fel, fogd a Gyermeket és anyját, és menekülj Egyiptomba" (Mt 2:13-15, 19-23). Ők a mi menekültjeink, egy szörnyű és véres konfliktus áldozatai. Ma is. És nem tudok nem gondolni arra, hogy a GYERMEKKOR az az időszak, amikor törékeny életünk teljesen mások kezében van.
GYERMEKNEK LENNI. A születés mindig csodálatos, mert olyan esemény, amely abszolút kezdetet, csodát hoz magával. De egyben traumatikus is, és ami ezután a pillanat után következik, az valószínűleg szintén traumatikus lesz, vagy legalábbis az élettörténet egy bizonyos pontján az lesz. Minden születés által hagyott seb egy életen át megmarad a testen. Fájdalmas elszakadás, elválás, távolság sebe, ami miatt mindig vágyni fogunk arra, hogy szeressenek, elfogadjanak, befogadjanak bennünket.
Ma sokak számára elviselhetetlen adósságot is jelent gyereknek lenni. Ha a modern exkarnáció elveti a megtestesülés gondolatát, még inkább a fiúságét; mert gyermeknek lenni ráutaltságot jelet, teljes gyengeséget, minden önreferencia elvesztését; mert egy olyan eredethez kapcsolódunk, ragaszkodunk, amelyhez szoros kötelék fűz. Gyermeket vállalni nagy kockázat rövid életünkben: nem tudjuk biztosítani neki a jövőt, a jólétet, elveszi a miénket, a mi kényelmes nyugalmunkat, kivezet minket az egy vagy a kettő önfeledt, boldog szolipszizmusából. A születésellenes elméleteket úgy mutatják be nekünk, mint korunk bölcs óvatosságát. Néha nincs senki, aki gondoskodjék az életről, amely megfogant, megszületett és gyakran nincs, aki szeresse. Jól tudjuk, hogy család nélkül, ősi gyengédség nélkül, amely a lét bölcsője, a gyermek nem lel fészekre ebben a világban vagy ebben az életben.
"EZ AZ ÉN SZERETETT FIAM" (Mk 1:1-11; Mt 1:20-25) Isten Atya– Fiú- és Szentlélekként nyilatkoztatta ki magát. Mind a kereszténység lényege, mind a keresztény szentség, vagyis a tanítványság a Fiúságban nyugszik, amely elvezet bennünket Isten Lényének megismeréséhez, aki Háromszor Szent, Halhatatlan, Háromszor Jó, Háromszor Szép; Atya, Fiú, Lélek; Egy. Az, hogy az Atya Isten kinyilatkoztatja Szeretett Fiát, ellenpontja a gyermekség, az atyaság és anyaság napjainkban tapasztalható súlyos ontológiai válságának.
Jézus, az Isten Fia születésének ünneplésével elismerjük, hogy Ő adta nekünk az emberi hovatartozás és gyermekség igazi értékét. Megtestesülése az Atya kezdeményezésére és Máriához szóló kérésére olyan asszony által vált lehetővé, aki vállalja a méhben való várandósságot, a testben való születést. Az atyaság elismerésére önazonosító nevet ad neki: "Ez az én Szeretett Fiam, akiben kedvem telik" (Mk 1,11; Mt 1,20-25). Ez a név, Szeretett Fiam, lezárja és leláncolja a Gonosz, a Sárkány, az őskígyó, az ördög, a halál kapuit (vö. Jel 20,1-15). Igen, a gonoszt száműzni fogják, mert nincs nagyobb gonoszság annál, mint hogy nincs neved (dokumentumok nélkül), vagy hogy csak egy szám azonosít (Auschwitz, Jasenovac, Dachau, Gospic, Kambodzsa, Gulag...), hogy nincs állampolgárságod és törölnek az élők sorából. A név lezárja a mélység kapuit, és megalapozza az emberi – ebben az esetben: az isten-emberi - létet Jézusban, a Béke Fejedelmében.
Ő gyermekké válva felfedi számunkra, hogy a gyermekkor mennyire feltétel nélküli nyitottság az Atya, az "Abba" (Mk 14,36) felé; hogy a gyermekkor mennyire befogadó és hálás passzívitás, amikor az ember életét a Másiktól való függés jellemzi, akitől származom, akihez a szeretet és a gondoskodás köteléke fűz; Róla beszélek, Őt hirdetem. Az eredetből, a gyermeki létből, a Fiúban való fiúságunkból (vö. Gal 4, 4-7; Róm 8, 14-1) értjük meg a teremtett világot (vö. Kol 1, 16), az Emberiséget, önmagunkat, valódi mélységünket, magasságunkat és súlyunkat, valamint a "békességre vezető utat" (Lk 19, 42), amelyre oly nehéz rátalálni.
ANYÁK, AKIK MEGVÉDIK A GYERMEKKORT. Az Atya Máriára bízta a Fiú gondozását. Mi is örököltük ennek az Anyának a gondoskodását (vö. Jn 19,26-27). Kinyilatkoztatta nekünk, hogy egyikünk sincs egyedül Isten előtt. Sokan vannak mellettünk, akikért felelősek vagyunk, és akikről gondoskodnunk kell. De ha valaki velünk együtt áll Isten előtt, az a gyermek (vö. Mt 19,13-15; Mk 10,13-16); a miénk, a tiétek, e világ összes gyermeke; nekik közük van hozzánk, ők “szószólóink" az Atya Isten előtt.
Ma a háborúnak emberi pajzsa van: Jézus, aki Máriától, Anyjától született, a Béke Fejedelme: "Békesség a távol és közel levőknek" (Iz 57,19), a szegényeknek, a posványba süllyedteknek és a föld minden sivatagában és tengerében elveszetteknek; azoknak, akik szenvedélyesen keresik Őt, és azoknak, akik száműzik Őt az életükből.
Ma a háborúinknak sok emberi pajzsa van: gyerekek, fiúk és lányok, akik zűrzavarban élnek, elvesznek, nélkülöznek, megbetegszenek, meghalnak... sírnak. Isten, aki Anya is, meghallotta a gyermekek sírását (vö. 1Móz 21,17). És mi?
Miattuk kell véget vetnünk háborúinknak, öldöklésinknek, népirtásainknak, és a kényszerű száműzetéseknek. Ők kellene, hogy a béke okai legyenek. XVI. Benedek azt mondta: "Isten jele a gyermek" (2006. Karácsonyi szentmise). Ebben a "Rövidített Igében" - ahogyan az egyházatyák nevezték Jézust (vö. Szent Ciprián, Az Úr imájáról, 28. c) - van a mi Békénk.
Arra hívlak benneteket, hogy a FIÚSÁGBAN lássátok meg a világban való lét és létezés módját. Engedjük, hogy a Fiúban üdvözüljünk, hogy a Fiúban fiakként Máriával kéz a kézben menjünk az Atyához, aki létünk végső értelme.
Arra hívlak benneteket, hogy ezen az új karácsonyon a SZÜLETÉS KULTÚRÁJÁT népszerűsítsétek Jézus, a Megváltó, a Szeretett Fiú születésének fényében. Ha Isten üdvösségtervében a megtestesülés volt az út, akkor ma is ez az ember számára az üdvösség útja. Mária, az Anya segítsen minden anyának, hogy nemzeni, szülni, gondozni és óvni tudja gyermekét.
Arra hívlak benneteket, hogy GONDOSKODJATOK a GYERMEKRŐL, hogy Máriához és Józsefhez hasonlóan legyetek apák és anyák azok számára, akik most kezdenek élni, akiknek "a legsebezhetőbb a bőrük", és akiknek szükségük van a gyengédség, a szeretet, a nevelés, a társaság menedékére, az első pillanatokban, az első lépésekben és mindig.
A védett gyermekkor jó és szent Karácsonya a BÉKESSÉG FORRÁSA.
Boldog Karácsonyt a világ minden gyermekének!
M. Prado
Presidenta Federal
Federación de la Conversión de S. Agustín
Ebben a Közösségi Levélben azt szeretném mondani nektek, hogy a háborúk és Jézus születése felhívta a figyelmemet a fiúságra, a születésre, a gyermekkorra. A gyermek (milyen szép szó az emberkölyök megnevezésére), ez a türelmes, ártatlan, sebezhető és bizonytalan lény a jövő alanya - de bizonytalan jövőé. Amikor Máriára és Szófiára nézek, nem tudok nem gondolni a názáreti családra, egyiptomi menekülésükre a diktátor általi közvetlen halálos fenyegetés miatt. "Kelj fel, fogd a Gyermeket és anyját, és menekülj Egyiptomba" (Mt 2:13-15, 19-23). Ők a mi menekültjeink, egy szörnyű és véres konfliktus áldozatai. Ma is. És nem tudok nem gondolni arra, hogy a GYERMEKKOR az az időszak, amikor törékeny életünk teljesen mások kezében van.
GYERMEKNEK LENNI. A születés mindig csodálatos, mert olyan esemény, amely abszolút kezdetet, csodát hoz magával. De egyben traumatikus is, és ami ezután a pillanat után következik, az valószínűleg szintén traumatikus lesz, vagy legalábbis az élettörténet egy bizonyos pontján az lesz. Minden születés által hagyott seb egy életen át megmarad a testen. Fájdalmas elszakadás, elválás, távolság sebe, ami miatt mindig vágyni fogunk arra, hogy szeressenek, elfogadjanak, befogadjanak bennünket.
Ma sokak számára elviselhetetlen adósságot is jelent gyereknek lenni. Ha a modern exkarnáció elveti a megtestesülés gondolatát, még inkább a fiúságét; mert gyermeknek lenni ráutaltságot jelet, teljes gyengeséget, minden önreferencia elvesztését; mert egy olyan eredethez kapcsolódunk, ragaszkodunk, amelyhez szoros kötelék fűz. Gyermeket vállalni nagy kockázat rövid életünkben: nem tudjuk biztosítani neki a jövőt, a jólétet, elveszi a miénket, a mi kényelmes nyugalmunkat, kivezet minket az egy vagy a kettő önfeledt, boldog szolipszizmusából. A születésellenes elméleteket úgy mutatják be nekünk, mint korunk bölcs óvatosságát. Néha nincs senki, aki gondoskodjék az életről, amely megfogant, megszületett és gyakran nincs, aki szeresse. Jól tudjuk, hogy család nélkül, ősi gyengédség nélkül, amely a lét bölcsője, a gyermek nem lel fészekre ebben a világban vagy ebben az életben.
"EZ AZ ÉN SZERETETT FIAM" (Mk 1:1-11; Mt 1:20-25) Isten Atya– Fiú- és Szentlélekként nyilatkoztatta ki magát. Mind a kereszténység lényege, mind a keresztény szentség, vagyis a tanítványság a Fiúságban nyugszik, amely elvezet bennünket Isten Lényének megismeréséhez, aki Háromszor Szent, Halhatatlan, Háromszor Jó, Háromszor Szép; Atya, Fiú, Lélek; Egy. Az, hogy az Atya Isten kinyilatkoztatja Szeretett Fiát, ellenpontja a gyermekség, az atyaság és anyaság napjainkban tapasztalható súlyos ontológiai válságának.
Jézus, az Isten Fia születésének ünneplésével elismerjük, hogy Ő adta nekünk az emberi hovatartozás és gyermekség igazi értékét. Megtestesülése az Atya kezdeményezésére és Máriához szóló kérésére olyan asszony által vált lehetővé, aki vállalja a méhben való várandósságot, a testben való születést. Az atyaság elismerésére önazonosító nevet ad neki: "Ez az én Szeretett Fiam, akiben kedvem telik" (Mk 1,11; Mt 1,20-25). Ez a név, Szeretett Fiam, lezárja és leláncolja a Gonosz, a Sárkány, az őskígyó, az ördög, a halál kapuit (vö. Jel 20,1-15). Igen, a gonoszt száműzni fogják, mert nincs nagyobb gonoszság annál, mint hogy nincs neved (dokumentumok nélkül), vagy hogy csak egy szám azonosít (Auschwitz, Jasenovac, Dachau, Gospic, Kambodzsa, Gulag...), hogy nincs állampolgárságod és törölnek az élők sorából. A név lezárja a mélység kapuit, és megalapozza az emberi – ebben az esetben: az isten-emberi - létet Jézusban, a Béke Fejedelmében.
Ő gyermekké válva felfedi számunkra, hogy a gyermekkor mennyire feltétel nélküli nyitottság az Atya, az "Abba" (Mk 14,36) felé; hogy a gyermekkor mennyire befogadó és hálás passzívitás, amikor az ember életét a Másiktól való függés jellemzi, akitől származom, akihez a szeretet és a gondoskodás köteléke fűz; Róla beszélek, Őt hirdetem. Az eredetből, a gyermeki létből, a Fiúban való fiúságunkból (vö. Gal 4, 4-7; Róm 8, 14-1) értjük meg a teremtett világot (vö. Kol 1, 16), az Emberiséget, önmagunkat, valódi mélységünket, magasságunkat és súlyunkat, valamint a "békességre vezető utat" (Lk 19, 42), amelyre oly nehéz rátalálni.
ANYÁK, AKIK MEGVÉDIK A GYERMEKKORT. Az Atya Máriára bízta a Fiú gondozását. Mi is örököltük ennek az Anyának a gondoskodását (vö. Jn 19,26-27). Kinyilatkoztatta nekünk, hogy egyikünk sincs egyedül Isten előtt. Sokan vannak mellettünk, akikért felelősek vagyunk, és akikről gondoskodnunk kell. De ha valaki velünk együtt áll Isten előtt, az a gyermek (vö. Mt 19,13-15; Mk 10,13-16); a miénk, a tiétek, e világ összes gyermeke; nekik közük van hozzánk, ők “szószólóink" az Atya Isten előtt.
Ma a háborúnak emberi pajzsa van: Jézus, aki Máriától, Anyjától született, a Béke Fejedelme: "Békesség a távol és közel levőknek" (Iz 57,19), a szegényeknek, a posványba süllyedteknek és a föld minden sivatagában és tengerében elveszetteknek; azoknak, akik szenvedélyesen keresik Őt, és azoknak, akik száműzik Őt az életükből.
Ma a háborúinknak sok emberi pajzsa van: gyerekek, fiúk és lányok, akik zűrzavarban élnek, elvesznek, nélkülöznek, megbetegszenek, meghalnak... sírnak. Isten, aki Anya is, meghallotta a gyermekek sírását (vö. 1Móz 21,17). És mi?
Miattuk kell véget vetnünk háborúinknak, öldöklésinknek, népirtásainknak, és a kényszerű száműzetéseknek. Ők kellene, hogy a béke okai legyenek. XVI. Benedek azt mondta: "Isten jele a gyermek" (2006. Karácsonyi szentmise). Ebben a "Rövidített Igében" - ahogyan az egyházatyák nevezték Jézust (vö. Szent Ciprián, Az Úr imájáról, 28. c) - van a mi Békénk.
Arra hívlak benneteket, hogy a FIÚSÁGBAN lássátok meg a világban való lét és létezés módját. Engedjük, hogy a Fiúban üdvözüljünk, hogy a Fiúban fiakként Máriával kéz a kézben menjünk az Atyához, aki létünk végső értelme.
Arra hívlak benneteket, hogy ezen az új karácsonyon a SZÜLETÉS KULTÚRÁJÁT népszerűsítsétek Jézus, a Megváltó, a Szeretett Fiú születésének fényében. Ha Isten üdvösségtervében a megtestesülés volt az út, akkor ma is ez az ember számára az üdvösség útja. Mária, az Anya segítsen minden anyának, hogy nemzeni, szülni, gondozni és óvni tudja gyermekét.
Arra hívlak benneteket, hogy GONDOSKODJATOK a GYERMEKRŐL, hogy Máriához és Józsefhez hasonlóan legyetek apák és anyák azok számára, akik most kezdenek élni, akiknek "a legsebezhetőbb a bőrük", és akiknek szükségük van a gyengédség, a szeretet, a nevelés, a társaság menedékére, az első pillanatokban, az első lépésekben és mindig.
A védett gyermekkor jó és szent Karácsonya a BÉKESSÉG FORRÁSA.
Boldog Karácsonyt a világ minden gyermekének!
M. Prado
Presidenta Federal
Federación de la Conversión de S. Agustín
ALEMÁN

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EIN KIND ... WIRD FRIEDENSFÜRST GENANNT WERDEN.
Jes 9, 5
GESCHÜTZTE KINDHEIT: QUELLE DES FRIEDENS
UNSERE FLÜCHTLINGE: Sie kamen im Februar, auf der Flucht, den Krieg im Nacken. Es waren drei Mütter mit drei kleinen Kindern: Ludmila mit dem siebenjährigen Vladik, unserem schwertlosen Prinzen vom Nemi-see, Luda mit ihrer 10-jährigen Tochter Vika und Maria mit der sechs Monate alten Sofia. Zu ihnen gesellte sich vorübergehend Catherine mit zwei Töchtern, die in einer verzweifelten Lage keine andere Bleibe fanden. Wir haben den achten Geburtstag von Vladik gefeiert und Sofias erste Schritte mit neun Monaten mitverfolgt, während Vika zu dem hübschen jungen Mädchen heranwuchs, das sie jetzt ist. Vladik, Sofia und Vika leben mit einem Lächeln auf den Lippen, glücklich, beschützt durch die Anwesenheit ihrer Mütter, durch die Begleitung und Hilfe der Caritas Genzano und durch unsere Aufnahme und Zuneigung. Sie sind die wahren Opfer des Krieges, aber sie leben in der Sicherheit der Erwachsenen, die sich um sie kümmern. Sie haben ihre Kindheit in ihrer Heimat verloren, mit ihren Vätern an der Front, ohne ihre Großeltern, ohne ihre Cousins und Cousinen, ohne ihre Schule, ohne ihre Klassenkameraden... Wir sehen sie jeden Tag und wünschen ihnen das Geschenk des Friedens, und dies ist auch unser Gebet. "Ich kenne meine Pläne, die ich für euch habe, Pläne des Heils und nicht des Unheils; denn ich will euch eine Zukunft und eine Hoffnung geben. (Jer 29,11; vgl. 33,9). Möge es so sein.
In dieser Vorweihnachtszeit haben die Kriege und das Fest der Geburt Jesu meine Aufmerksamkeit auf die Sohnschaft, die Geburt, die Kindheit gelenkt. Das Kind - was für ein schönes Wort, um das kleine neue Menschenleben zu benennen -, dieses geduldige, unschuldige, verletzliche und unsichere Geschöpf, ist ein Wesen der Zukunft, aber einer ungewissen Zukunft. Wenn ich Maria und Sofia betrachte, muss ich an die Familie von Nazareth denken und ihre Flucht nach Ägypten angesichts der drohenden Todesgefahr durch den diktatorischen Herrscher. "Steh auf, nimm das Kind und seine Mutter und flieh nach Ägypten" (Mt 2,13-15, 19-23). Sie sind unsere Flüchtlinge vor einem schrecklichen und blutigen Konflikt. Auch heute. Und ich kann nicht umhin, an die KINDHEIT zu denken, als die Zeit, in der unser zerbrechliches Leben absolut in den Händen anderer liegt.
KIND SEIN. Die Geburt ist immer wieder erstaunlich, weil sie ein Ereignis ist, das einen absoluten Anfang, ein Wunder, in sich birgt. Aber sie ist auch ein traumatischer Moment, und das, was ihm folgt, wird wahrscheinlich ebenfalls traumatisch sein, oder zumindest wird es das irgendwann im Laufe des Lebens werden. Die Wunde, die jede Geburt hinterlässt, bleibt ein Leben lang bestehen und prägt den Körper selbst. Es ist die Wunde einer schmerzhaften Unterbrechung, einer Trennung, einer Distanz, etwas, das in uns immer die Sehnsucht wachhalten wird, geliebt zu werden, gewollt, willkommen zu sein.
Und heute ist es für viele eine unerträgliche Last, ein Kind zu sein. Wenn der modernen Exkarnation der Gedanke der Inkarnation zuwider ist, dann noch mehr der der Kindschaft, denn Kind sein bedeutet, abhängig zu sein, in der gröβten Schwäche zu leben, jede Selbstbezogenheit zu verlieren, weil wir mit einem Ursprung verbunden sind, auf den wir uns beziehen, mit dem ich eine enge Verbindung habe. Andererseits stellt die Geburt eines eigenen Kindes, in dem kurzen Leben, das wir haben, ein hohes Risiko dar: Wir können ihm keine Zukunft, kein Wohlergehen sichern, es fordert unsere eigene bequeme Ruhe ein, es holt uns aus unserem Solipsismus des Einen oder des Anderen, des selbstbezogenen Glücks heraus. Antinatalistische Theorien werden uns als die weise Klugheit unserer Zeit präsentiert, und manchmal gibt es niemanden, der sich um das Leben kümmert, das gezeugt, geboren und so oft ungeliebt ist. Aber wir wissen sehr wohl, dass das Kind ohne die Familie, ohne die ureigene begleitende Zärtlichkeit, die die Wiege des Seins ist, sich nicht in dieser Welt bzw. in diesem Leben einnisten kann.
"DIES IST MEIN GELIEBTER SOHN, AN IHM HABE ICH WOHLGEFALLEN GEFUNDEN" Mk 1, 1-11; Mt 1, 20-25. Gott hat sich als Vater, Sohn und Heiliger Geist geoffenbart. Sowohl das Wesen des Christentums als auch das wahre Leben als Christ oder die Jüngerschaft beruhen auf der Kindschaft, die uns dazu führt, das Wesen Gottes zu erkennen, der dreimal heilig, unsterblich, dreimal gut, dreimal schön, Vater, Sohn, Geist, Eins ist. Dass Gott, der Vater, uns seinen geliebten Sohn zeigt und schenkt, ist das Gegengewicht zu der schweren ontologischen Krise der Vater-Mutterschaft, in der wir leben.
Wenn wir die Geburt Jesu, des Sohnes Gottes, feiern, erkennen wir, dass er uns den wahren Wert der Sohn- und Tochterschaft sowie der menschlichen Kindheit geschenkt hat. Seine Menschwerdung, auf Initiative und Anfrage des Vaters an Maria, wurde durch eine Frau ermöglicht, die bereit war, die Schwangerschaft in ihrem Schoß und die leibliche Geburt auf sich zu nehmen. Die Anerkennung des Vaters kommt in der namensgebenden Bezeichnung zum Ausdruck: "Dies ist mein geliebter Sohn, an dem ich Wohlgefallen gefunden habe" (Mk 1,11; Mt 1,20-25), und dieser Name, geliebter Sohn, wird die Pforten des Bösen, des Drachens, der Urschlange, des Teufels, des Todes in Ketten legen und versiegeln (vgl. Offb 20,1-15). Ja, das Böse wird verbannt, denn es gibt kein größeres Übel als namenlos zu sein (ohne Dokumente) bzw. eine bloβe Nummer (Auschwitz, Jasenovac, Dachau, Gospic, Kambodscha, Gulag...), keine Staatsbürgerschaft zu besitzen und von der Liste der Lebenden gestrichen zu werden. Der Name versiegelt die Pforten des Abgrunds und gründet das Menschliche, und in diesem Fall das Menschlich-Göttliche, in Jesus, unserem Friedensfürsten.
Indem er zum Kind wird, lehrt er uns die bedingungslose Offenheit gegenüber dem Vater, dem "Abba" (Mk 14,36), die der Kindheit eigen ist, wie auch die Passivität, die zur Empfänglichkeit und Dankbarkeit wird, die das eigene Leben als Verweis auf den Anderen kennzeichnet, von dem ich komme, mit dem ich durch ein Band der Liebe und der Fürsorge verbunden bin, von dem ich spreche und den ich bekannt mache. Von diesem Ursprung her, unserem kindlichen Sein, dem Kind-sein im Sohn (vgl. Gal 4,4-7; Röm 8,14-1), ist es uns möglich, die Schöpfung (vgl. Kol 1,16) zu verstehen, diese Welt, die Menschheit, uns selbst, unsere wahre Tiefe, Höhe und Schwerkraft und den "Weg, der zum Frieden führt" (Lk 19,42), den zu entdecken wir so oft groβe Mühe haben.
MÜTTER, DIE KINDHEIT SCHÜTZEN: Der Vater hat Maria die Fürsorge für den Sohn anvertraut. Auch wir haben die Fürsorge dieser Mutter geerbt (vgl. Joh 19,26-27). Sie hat uns gezeigt, dass niemand von uns vor Gott allein ist. Eine Vielzahl von Menschen begleitet uns, für die wir verantwortlich sind und für die wir sorgen müssen. Wenn aber jemand mit uns vor Gott steht, dann sind es die Kinder (vgl. Mt 19,13-15; Mk 10,13-16), unsere, eure, alle Kinder dieser Welt; sie haben etwas mit uns zu tun und sind unsere "Präsentation" vor Gott dem Vater.
Heute hat der Krieg ein menschliches Schutzschild: Jesus, geboren von Maria, seiner Mutter, dem Friedensfürsten: "Friede für die Fernen und die Nahen" (Jes 57,19), für die Armen, im Sumpf der Welt versunken, und für die Verlorenen in allen Wüsten und Meeren dieser Erde, für die, die Jesus mit Leidenschaft suchen, und für die, die ihn aus ihrem Leben verbannen.
Heute haben unsere Kriege viele menschliche Schutzschilde: Kinder, Jungen und Mädchen, komplett desorientiert, im Verlust lebend, beraubt, krank, sterbend ... voller Tränen. Gott, der Mutter ist, hat das Weinen seiner Kinder gehört (vgl. Gen 21,17). Und was ist mit uns? Für sie sollten unsere Kriege, unsere Völkermorde, unsere Ausrottungen und Zwangsvertreibungen enden. Sie sollten unser Grund für den Frieden sein. Benedikt XVI. sagte: "Das Zeichen Gottes ist das Kind" (Heiligabendmesse 2006). In diesem "verkürzten Wort" (vgl. Hl. Cyprianus, Über das Vaterunser, c. 28), wie die Kirchenväter Jesus nannten, ist unser Friede.
Ich lade Euch ein, in der KINDSCHAFT den Weg des Seins und des Daseins in dieser Welt zu sehen, indem wir uns im Sohn retten lassen, um als Söhne und Töchter im Sohn Hand in Hand mit Maria zum Vater zu gehen, der der letzte Sinn unserer Existenz ist.
Ich lade Euch ein, Euch an diesem neuen Weihnachtsfest für die KULTUR DER GEBURT im Lichte der Geburt Jesu, des Erlösers, des geliebten Sohnes, einzusetzen. Wenn in Gottes Heilsplan die Menschwerdung der Weg war, so ist sie auch heute noch der Weg des Heils für die Menschen. Maria, die Mutter, möge anderen Müttern helfen, ihr Kind zu empfangen, zu gebären, zu pflegen und zu schützen.
Und ich lade Euch ein, Euch um das Kind zu kümmern, Väter und Mütter zu sein wie Maria und Josef, für diejenigen, die gerade zu leben beginnen, die am zerbrechlichsten sind und den Schutz der Zärtlichkeit, der Liebe, der Erziehung, der Begleitung brauchen, in den ersten Momenten, bei den ersten Schritten und immer.
Gute und heilige Weihnachten der behüteten Kindheit, QUELLE DES FRIEDENS.
Frohe Weihnachten für alle Kinder der Welt!
Mutter Prado Gónzalez Heras
Präsidentin
Föderation der Bekehrung des Heiligen Augustinus
In dieser Vorweihnachtszeit haben die Kriege und das Fest der Geburt Jesu meine Aufmerksamkeit auf die Sohnschaft, die Geburt, die Kindheit gelenkt. Das Kind - was für ein schönes Wort, um das kleine neue Menschenleben zu benennen -, dieses geduldige, unschuldige, verletzliche und unsichere Geschöpf, ist ein Wesen der Zukunft, aber einer ungewissen Zukunft. Wenn ich Maria und Sofia betrachte, muss ich an die Familie von Nazareth denken und ihre Flucht nach Ägypten angesichts der drohenden Todesgefahr durch den diktatorischen Herrscher. "Steh auf, nimm das Kind und seine Mutter und flieh nach Ägypten" (Mt 2,13-15, 19-23). Sie sind unsere Flüchtlinge vor einem schrecklichen und blutigen Konflikt. Auch heute. Und ich kann nicht umhin, an die KINDHEIT zu denken, als die Zeit, in der unser zerbrechliches Leben absolut in den Händen anderer liegt.
KIND SEIN. Die Geburt ist immer wieder erstaunlich, weil sie ein Ereignis ist, das einen absoluten Anfang, ein Wunder, in sich birgt. Aber sie ist auch ein traumatischer Moment, und das, was ihm folgt, wird wahrscheinlich ebenfalls traumatisch sein, oder zumindest wird es das irgendwann im Laufe des Lebens werden. Die Wunde, die jede Geburt hinterlässt, bleibt ein Leben lang bestehen und prägt den Körper selbst. Es ist die Wunde einer schmerzhaften Unterbrechung, einer Trennung, einer Distanz, etwas, das in uns immer die Sehnsucht wachhalten wird, geliebt zu werden, gewollt, willkommen zu sein.
Und heute ist es für viele eine unerträgliche Last, ein Kind zu sein. Wenn der modernen Exkarnation der Gedanke der Inkarnation zuwider ist, dann noch mehr der der Kindschaft, denn Kind sein bedeutet, abhängig zu sein, in der gröβten Schwäche zu leben, jede Selbstbezogenheit zu verlieren, weil wir mit einem Ursprung verbunden sind, auf den wir uns beziehen, mit dem ich eine enge Verbindung habe. Andererseits stellt die Geburt eines eigenen Kindes, in dem kurzen Leben, das wir haben, ein hohes Risiko dar: Wir können ihm keine Zukunft, kein Wohlergehen sichern, es fordert unsere eigene bequeme Ruhe ein, es holt uns aus unserem Solipsismus des Einen oder des Anderen, des selbstbezogenen Glücks heraus. Antinatalistische Theorien werden uns als die weise Klugheit unserer Zeit präsentiert, und manchmal gibt es niemanden, der sich um das Leben kümmert, das gezeugt, geboren und so oft ungeliebt ist. Aber wir wissen sehr wohl, dass das Kind ohne die Familie, ohne die ureigene begleitende Zärtlichkeit, die die Wiege des Seins ist, sich nicht in dieser Welt bzw. in diesem Leben einnisten kann.
"DIES IST MEIN GELIEBTER SOHN, AN IHM HABE ICH WOHLGEFALLEN GEFUNDEN" Mk 1, 1-11; Mt 1, 20-25. Gott hat sich als Vater, Sohn und Heiliger Geist geoffenbart. Sowohl das Wesen des Christentums als auch das wahre Leben als Christ oder die Jüngerschaft beruhen auf der Kindschaft, die uns dazu führt, das Wesen Gottes zu erkennen, der dreimal heilig, unsterblich, dreimal gut, dreimal schön, Vater, Sohn, Geist, Eins ist. Dass Gott, der Vater, uns seinen geliebten Sohn zeigt und schenkt, ist das Gegengewicht zu der schweren ontologischen Krise der Vater-Mutterschaft, in der wir leben.
Wenn wir die Geburt Jesu, des Sohnes Gottes, feiern, erkennen wir, dass er uns den wahren Wert der Sohn- und Tochterschaft sowie der menschlichen Kindheit geschenkt hat. Seine Menschwerdung, auf Initiative und Anfrage des Vaters an Maria, wurde durch eine Frau ermöglicht, die bereit war, die Schwangerschaft in ihrem Schoß und die leibliche Geburt auf sich zu nehmen. Die Anerkennung des Vaters kommt in der namensgebenden Bezeichnung zum Ausdruck: "Dies ist mein geliebter Sohn, an dem ich Wohlgefallen gefunden habe" (Mk 1,11; Mt 1,20-25), und dieser Name, geliebter Sohn, wird die Pforten des Bösen, des Drachens, der Urschlange, des Teufels, des Todes in Ketten legen und versiegeln (vgl. Offb 20,1-15). Ja, das Böse wird verbannt, denn es gibt kein größeres Übel als namenlos zu sein (ohne Dokumente) bzw. eine bloβe Nummer (Auschwitz, Jasenovac, Dachau, Gospic, Kambodscha, Gulag...), keine Staatsbürgerschaft zu besitzen und von der Liste der Lebenden gestrichen zu werden. Der Name versiegelt die Pforten des Abgrunds und gründet das Menschliche, und in diesem Fall das Menschlich-Göttliche, in Jesus, unserem Friedensfürsten.
Indem er zum Kind wird, lehrt er uns die bedingungslose Offenheit gegenüber dem Vater, dem "Abba" (Mk 14,36), die der Kindheit eigen ist, wie auch die Passivität, die zur Empfänglichkeit und Dankbarkeit wird, die das eigene Leben als Verweis auf den Anderen kennzeichnet, von dem ich komme, mit dem ich durch ein Band der Liebe und der Fürsorge verbunden bin, von dem ich spreche und den ich bekannt mache. Von diesem Ursprung her, unserem kindlichen Sein, dem Kind-sein im Sohn (vgl. Gal 4,4-7; Röm 8,14-1), ist es uns möglich, die Schöpfung (vgl. Kol 1,16) zu verstehen, diese Welt, die Menschheit, uns selbst, unsere wahre Tiefe, Höhe und Schwerkraft und den "Weg, der zum Frieden führt" (Lk 19,42), den zu entdecken wir so oft groβe Mühe haben.
MÜTTER, DIE KINDHEIT SCHÜTZEN: Der Vater hat Maria die Fürsorge für den Sohn anvertraut. Auch wir haben die Fürsorge dieser Mutter geerbt (vgl. Joh 19,26-27). Sie hat uns gezeigt, dass niemand von uns vor Gott allein ist. Eine Vielzahl von Menschen begleitet uns, für die wir verantwortlich sind und für die wir sorgen müssen. Wenn aber jemand mit uns vor Gott steht, dann sind es die Kinder (vgl. Mt 19,13-15; Mk 10,13-16), unsere, eure, alle Kinder dieser Welt; sie haben etwas mit uns zu tun und sind unsere "Präsentation" vor Gott dem Vater.
Heute hat der Krieg ein menschliches Schutzschild: Jesus, geboren von Maria, seiner Mutter, dem Friedensfürsten: "Friede für die Fernen und die Nahen" (Jes 57,19), für die Armen, im Sumpf der Welt versunken, und für die Verlorenen in allen Wüsten und Meeren dieser Erde, für die, die Jesus mit Leidenschaft suchen, und für die, die ihn aus ihrem Leben verbannen.
Heute haben unsere Kriege viele menschliche Schutzschilde: Kinder, Jungen und Mädchen, komplett desorientiert, im Verlust lebend, beraubt, krank, sterbend ... voller Tränen. Gott, der Mutter ist, hat das Weinen seiner Kinder gehört (vgl. Gen 21,17). Und was ist mit uns? Für sie sollten unsere Kriege, unsere Völkermorde, unsere Ausrottungen und Zwangsvertreibungen enden. Sie sollten unser Grund für den Frieden sein. Benedikt XVI. sagte: "Das Zeichen Gottes ist das Kind" (Heiligabendmesse 2006). In diesem "verkürzten Wort" (vgl. Hl. Cyprianus, Über das Vaterunser, c. 28), wie die Kirchenväter Jesus nannten, ist unser Friede.
Ich lade Euch ein, in der KINDSCHAFT den Weg des Seins und des Daseins in dieser Welt zu sehen, indem wir uns im Sohn retten lassen, um als Söhne und Töchter im Sohn Hand in Hand mit Maria zum Vater zu gehen, der der letzte Sinn unserer Existenz ist.
Ich lade Euch ein, Euch an diesem neuen Weihnachtsfest für die KULTUR DER GEBURT im Lichte der Geburt Jesu, des Erlösers, des geliebten Sohnes, einzusetzen. Wenn in Gottes Heilsplan die Menschwerdung der Weg war, so ist sie auch heute noch der Weg des Heils für die Menschen. Maria, die Mutter, möge anderen Müttern helfen, ihr Kind zu empfangen, zu gebären, zu pflegen und zu schützen.
Und ich lade Euch ein, Euch um das Kind zu kümmern, Väter und Mütter zu sein wie Maria und Josef, für diejenigen, die gerade zu leben beginnen, die am zerbrechlichsten sind und den Schutz der Zärtlichkeit, der Liebe, der Erziehung, der Begleitung brauchen, in den ersten Momenten, bei den ersten Schritten und immer.
Gute und heilige Weihnachten der behüteten Kindheit, QUELLE DES FRIEDENS.
Frohe Weihnachten für alle Kinder der Welt!
Mutter Prado Gónzalez Heras
Präsidentin
Föderation der Bekehrung des Heiligen Augustinus
En el marco del día de la Inmaculada, el jueves 8 de diciembre, celebramos en nuestro Monasterio de la Conversión –en Sotillo de la Adrada, Ávila— el encuentro anual de hospitaleros que han trabajado durante este año de forma voluntaria en el albergue parroquial de Carrión de los Condes (Palencia), donde las hermanas colaboramos en esta misión de acogida de los peregrinos que caminan a Santiago de Compostela.
La jornada comenzaba a las diez de la mañana con la acogida a los hospitaleros como lo hacemos en el Camino de Santiago, ofreciéndoles un té a su llegada. Después se abrió un espacio para compartir, en un encuentro musical donde los hospitaleros y las hermanas pudimos compartir experiencias vividas en el albergue, y también cantamos algunas de las canciones que entonamos en nuestra misión en Carrión de los Condes.
Tras este encuentro, la hermana Erika dio una clave a los hospitaleros sobre cómo vivir el Adviento, desde esta perspectiva del que acoge a los peregrinos, donde la espera cobra gran relevancia en lo que se refiere a la preparación del albergue, acondicionando todos los espacios del mismo. Pero, también, en el peregrino reconocemos a Jesús, es Él mismo el que nos visita en cada peregrino. En este tiempo de Adviento esperamos la llegada de Jesús y, como hospitaleros, se les invitó a acogerlo en sus vidas.
Después de la clave, celebramos la Eucaristía convertida en acción de gracias por el trabajo de los hospitaleros, por su entrega y por todas las experiencias compartidas.
Antes de ser hospitaleros, muchos de ellos han sido peregrinos, así que no podía faltar una caminata por las inmediaciones del monasterio, que también se convirtió en otro tiempo propicio para compartir.
Para terminar esta intensa jornada, hicimos memoria de los peregrinos que han pasado por nuestro albergue, con un vídeo que incluía fotos, cartas y mensajes enviados por los peregrinos.
La jornada comenzaba a las diez de la mañana con la acogida a los hospitaleros como lo hacemos en el Camino de Santiago, ofreciéndoles un té a su llegada. Después se abrió un espacio para compartir, en un encuentro musical donde los hospitaleros y las hermanas pudimos compartir experiencias vividas en el albergue, y también cantamos algunas de las canciones que entonamos en nuestra misión en Carrión de los Condes.
Tras este encuentro, la hermana Erika dio una clave a los hospitaleros sobre cómo vivir el Adviento, desde esta perspectiva del que acoge a los peregrinos, donde la espera cobra gran relevancia en lo que se refiere a la preparación del albergue, acondicionando todos los espacios del mismo. Pero, también, en el peregrino reconocemos a Jesús, es Él mismo el que nos visita en cada peregrino. En este tiempo de Adviento esperamos la llegada de Jesús y, como hospitaleros, se les invitó a acogerlo en sus vidas.
Después de la clave, celebramos la Eucaristía convertida en acción de gracias por el trabajo de los hospitaleros, por su entrega y por todas las experiencias compartidas.
Antes de ser hospitaleros, muchos de ellos han sido peregrinos, así que no podía faltar una caminata por las inmediaciones del monasterio, que también se convirtió en otro tiempo propicio para compartir.
Para terminar esta intensa jornada, hicimos memoria de los peregrinos que han pasado por nuestro albergue, con un vídeo que incluía fotos, cartas y mensajes enviados por los peregrinos.
Queridos amigos,
con motivo de la celebración de la Navidad, el próximo viernes 23 de diciembre, las hermanas del Monasterio de la Conversión, viviremos junto a todos los que queráis compartir este momento con nosotras, un espacio de oración a través de la música. será a las 19:30 h. en la parroquia Nuestra Señora del Carmen (El Plantío), situada en la Av. de la Victoria, 51, Madrid.
Os esperamos. Cor Unum in Deum.
Hnas. del Monasterio de la Conversión.
con motivo de la celebración de la Navidad, el próximo viernes 23 de diciembre, las hermanas del Monasterio de la Conversión, viviremos junto a todos los que queráis compartir este momento con nosotras, un espacio de oración a través de la música. será a las 19:30 h. en la parroquia Nuestra Señora del Carmen (El Plantío), situada en la Av. de la Victoria, 51, Madrid.
Os esperamos. Cor Unum in Deum.
Hnas. del Monasterio de la Conversión.
Bajo el lema de la próxima JMJ "María se levantó y marchó sin demora" (Lc 1,39), ofrecemos una tanda de Ejercicios Espirituales para jóvenes en el Monasterio, guiado y acompañado por las hermanas. Comenzarán el viernes 2 de diciembre por la tarde, y concluirán el martes 6 de diciembre. Serán días de oración, reflexión y silencio, en el que poder compartir un espacio de búsqueda del Señor. Confiamos en que serán días de gracia para todos los que participen. |
Para venir, sólo tienes que escribir a:
hospederia@monasteriodelaconversion.com
¡Te esperamos!
hospederia@monasteriodelaconversion.com
¡Te esperamos!
Durante la semana de Ejercicios Espirituales de las Hermanas Agustinas, la hospedería de nuestro Monasterio de la Conversión permanecerá cerrada
Del 20 al 27 de noviembre, las hermanas del Monasterio de la Conversión estaremos inmersas en nuestra semana de Ejercicios Espirituales, en la que ahondaremos en la dimensión contemplativa de nuestro carisma.
La persona encargada de dirigir estos Ejercicios Espirituales será el sacerdote Javier García.
Se trata de una semana en la que nos llenamos de Cristo y de su vida evangélica para poder luego compartir lo recibido con las personas con las que nos encontramos en el camino: los que vienen a nuestro monasterio, los que nos encontramos en nuestras distintas actividades pastorales, nuestras familias, amigos, conocidos…
La oración lleva a la acción y, sin ella, no se puede transmitir la vida de Jesús. Por eso, esta semana es importante para nosotras, para poder dar a otros lo contemplado. La oración está integrada cada día en nuestra vida, es lo que nos mueve. Y esta semana, especialmente, la oración nos llena de vida para dar vida.
Debido a esta semana de Ejercicios, la hospedería de nuestro Monasterio de la Conversión (Sotillo de la Adrada, Ávila) permanecerá cerrada.
Os pedimos oración para que este retiro dé fruto abundante.
Rezad por nosotras. Rezamos por vosotros.
Del 20 al 27 de noviembre, las hermanas del Monasterio de la Conversión estaremos inmersas en nuestra semana de Ejercicios Espirituales, en la que ahondaremos en la dimensión contemplativa de nuestro carisma.
La persona encargada de dirigir estos Ejercicios Espirituales será el sacerdote Javier García.
Se trata de una semana en la que nos llenamos de Cristo y de su vida evangélica para poder luego compartir lo recibido con las personas con las que nos encontramos en el camino: los que vienen a nuestro monasterio, los que nos encontramos en nuestras distintas actividades pastorales, nuestras familias, amigos, conocidos…
La oración lleva a la acción y, sin ella, no se puede transmitir la vida de Jesús. Por eso, esta semana es importante para nosotras, para poder dar a otros lo contemplado. La oración está integrada cada día en nuestra vida, es lo que nos mueve. Y esta semana, especialmente, la oración nos llena de vida para dar vida.
Debido a esta semana de Ejercicios, la hospedería de nuestro Monasterio de la Conversión (Sotillo de la Adrada, Ávila) permanecerá cerrada.
Os pedimos oración para que este retiro dé fruto abundante.
Rezad por nosotras. Rezamos por vosotros.
Con motivo de la fiesta de Todos los Santos de la Orden y del cumpleaños de nuestro Padre San Agustín, el colegio de los hermanos agustinos, Nuestra Madre del Buen Consejo de León, nos invitó a vivir con todos los alumnos una semana agustiniana.
Tres hermanas nos insertamos en el corazón del cole compartiendo con todos los cursos un momento de fraternidad, de reflexión y de encuentro con la Palabra a través del testimonio de la vida de San Agustín. Mucho ha cambiado la sociedad desde la época del santo, pero los jóvenes siguen reconociendo esa búsqueda de la verdad y ese anhelo de más que hace que vivamos con un corazón inquieto.
Tras una semana llena de Gracia y de emociones, terminamos nuestra estancia con un acto final que reunió a los mil alumnos y sus profesores. Siguiendo el Espíritu de Agustín, quisimos entregar a cada niño una estrella de papel, pintada y recortada por nosotras, como cada tarde hacemos en nuestro albergue de Carrión de los Condes, significando con esto que en nuestra peregrinación de la vida la luz de Dios siempre ilumina y acompaña el camino y que permaneceremos inquietos hasta descansar en Él.
Tres hermanas nos insertamos en el corazón del cole compartiendo con todos los cursos un momento de fraternidad, de reflexión y de encuentro con la Palabra a través del testimonio de la vida de San Agustín. Mucho ha cambiado la sociedad desde la época del santo, pero los jóvenes siguen reconociendo esa búsqueda de la verdad y ese anhelo de más que hace que vivamos con un corazón inquieto.
Tras una semana llena de Gracia y de emociones, terminamos nuestra estancia con un acto final que reunió a los mil alumnos y sus profesores. Siguiendo el Espíritu de Agustín, quisimos entregar a cada niño una estrella de papel, pintada y recortada por nosotras, como cada tarde hacemos en nuestro albergue de Carrión de los Condes, significando con esto que en nuestra peregrinación de la vida la luz de Dios siempre ilumina y acompaña el camino y que permaneceremos inquietos hasta descansar en Él.
El pasado lunes 7 de noviembre, durante el rezo de Vísperas que tuvo lugar a las siete de la tarde, recibimos en nuestra Comunidad a Valentina, procedente de Manizales (Colombia). En presencia de su madre, de aquellos que estaban en nuestro monasterio durante esos días y acompañada por las hermanas, Valentina dio este paso de iniciación a la vida religiosa en la que entra como Postulante. Este año de Postulantado es un momento propicio para estrechar lazos y para que, tanto la Comunidad como la propia Valentina, confirmen esta vocación que acogemos con gran alegría y esperanza. |
Quién puede saber lo que implica construir una fuente este sencillo lugar de la provincia de Ávila, en el Monasterio de la Conversión. Pero esta no es una fuente sin más. Las horas de esfuerzo empleadas en su construcción han dado su fruto con la creación de un pedacito de tierra en la Ciudad de Dios. |
Son muchos los motivos por los que un grupo de jóvenes se ha acercado estos días al monasterio: por invitación de otros jóvenes, por cariño a la Comunidad, porque “siento que tengo que ir”… Y al final, Sicar ha resultado ser un lugar de gracia en el que, de algún modo, en todos se ha dado un Encuentro.
Durante cinco días Jesús nos ha bendecido a través de la paz, nos sigue bendiciendo y nos promete abundancia con su saludo cariñoso “Shalom”. Qué potencia tiene esta palabra. La paz con uno mismo, la paz con el hermano, con la creación. Incluso las lecturas en la Liturgia de las Horas recuerdan que la paz no es la mera ausencia de guerra, sino algo mucho más significativo y comprometedor: la paz es obra de la justicia, de la Justicia con mayúscula.
En la construcción de Sicar se ha hecho real el esfuerzo de personas que aspiran a implantar en el mundo una justicia cada vez más plena. Porque la paz se va edificando y construyendo cada día piedra por piedra, unidas estas a su vez por cemento y hormigón que también hay que elaborar y trabajar previamente. Todo esto tiene su técnica y su arte, como bien nos ha enseñado Carolo, amigo y bienhechor de la Comunidad. |
Nosotros mismos podemos ser testigos de paz en nuestra vida y para ello nos ayuda beber del agua que renueva, que purifica, hace renacer y llena de Vida y esperanza. Esperamos que este pequeño trozo de tierra sea para todos un lugar de Encuentro como lo ha sido durante el campo de trabajo. Que podamos venir a renovar nuestra agua y dejemos que brote el manantial que nos da la vida eterna.
Una vez concluidos los trabajos de construcción, y acompañados por Cecilio, nuestro párroco, hemos bendecido esta fuente Sicar. Iniciamos el rito con la lectura del pasaje de la Samaritana (Jn 4, 5-30), para quien Sicar fue lugar de encuentro con Jesús, lugar donde escuchó al maestro decirle “Dame de beber”.
Queridos hermanos y amigos, os queremos invitar a vivir junto a nosotras un espacio de oración.
Tendrán lugar el miércoles 16 de noviembre en la parroquia Santa María del Pinar de Madrid a las 20:45 h. y el jueves 17 de noviembre en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h.
Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión
Tendrán lugar el miércoles 16 de noviembre en la parroquia Santa María del Pinar de Madrid a las 20:45 h. y el jueves 17 de noviembre en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h.
Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión
XLIX Encuentro JARIS
Un camino hacia la santidad: el carisma agustiniano
Un camino hacia la santidad: el carisma agustiniano
Consulta el programa, para saber temas y horarios del fin de semana |
El 12 de octubre, fiesta de la Virgen del Pilar y día de la Hispanidad, estrenamos la iniciativa El Santo Viaje, un día de peregrinación junto a aquellos que quisieran compartir la experiencia con nosotras. Un grupo de alrededor de diez personas se acercó al Monasterio, nuestro punto de partida, para caminar con nosotras. |
Desde nuestra casa, pasando por el pueblo de Santa María, llegamos a la garganta de Majalobos, unas cascadas preciosas por las que apenas corría un poco de agua.
Ya que contábamos con la compañía del P. Carlos, tuvimos la gracia de celebrar la Eucaristía al aire libre. Fue una oportunidad de comunión, alabanza y acción de gracias en medio de la creación. A partir de ese momento, unos versos del Cántico espiritual de san Juan de la Cruz nos acompañaron durante el resto del camino:
Ya en las cascadas, abrimos otro espacio más de ágape fraterno: la comida. Después, dos hermanas nos introdujeron en la conversación de nuestro padre Agustín con la creación, correspondiente a un pasaje de Las Confesiones. Con la respuesta de las criaturas "Él nos hizo" entramos en un espacio de contemplación, de silencio, de atención, de escucha y de apertura a la voz de la creación que no cesa de alabar al Señor. En la Presa de Majalobos iniciamos el descenso de vuelta a casa. Concluimos la jornada recogiendo el día, compartiendo lo que cada uno había vivido.
En el rezo de vísperas del 2 de octubre, Fátima, de San Fernando de Henares (Madrid), entró en nuestro Monasterio de la Conversión como postulante. Acompañada de su familia más cercana, tomó la cruz de la Comunidad iniciando así su periodo de formación en la vida religiosa. Rezamos y acompañamos su camino de búsqueda y de consagración al Señor en esta nueva etapa. |
Hoy, 15 de octubre, iniciamos la Asamblea Federal Intermedia de nuestra Federación de la Conversión. Tendrá lugar en nuestra Casa Madre, en Sotillo de la Adrada, entre los días 15 y 25 de octubre.
Para este acontecimiento nos reuniremos hermanas representantes de las diversas comunidades de la Federación, aún siendo un momento importante de encuentro, oración y discernimiento para para cada hermana.
Os pedimos, por favor, vuestra compañía y oración por nosotras, para que vivamos este tiempo abiertas al Espíritu y que la Vida de Dios se abra camino en nuestras propias vidas para la vida del mundo.
Para este acontecimiento nos reuniremos hermanas representantes de las diversas comunidades de la Federación, aún siendo un momento importante de encuentro, oración y discernimiento para para cada hermana.
Os pedimos, por favor, vuestra compañía y oración por nosotras, para que vivamos este tiempo abiertas al Espíritu y que la Vida de Dios se abra camino en nuestras propias vidas para la vida del mundo.
Familiares, amigos, autoridades eclesiales, sacerdotes, laicos de nuestra fraternidad y personas queridas y cercanas a nuestra Comunidad fueron testigos de este paso tan importante en la vida religiosa de nuestra hermana, que quiere vivir para siempre en Cristo y por Cristo.
“Toda mi esperanza está en tu gran misericordia” –del libro X de ‘Las Confesiones’ de nuestro Padre San Agustín—, fue el lema elegido por la hermana Jennifer porque la misericordia del Señor ha renovado en ella la esperanza en una vida sostenida por el amor de Dios.
Ese amor es el que ha hecho posible que nuestra hermana haya dado el paso de decir sí a ser de Cristo para toda la vida. Una vida que crece cada día por la gracia de Dios.
Gracias porque ellas mismas han querido que ese fuera el sentido del paso que dieron el sábado 1 de octubre, en presencia de familiares, amigos, laicos de nuestra fraternidad, sacerdotes y muchas más personas que quisieron ser testigos del sí de nuestras hermanas.
Las dos se sienten especialmente peregrinas y, en ese camino hacia el Padre, buscan cada día el rostro de Dios acompañadas por la Comunidad y también por todas las personas que forman parte de sus vidas, así como de todos aquellos que se van encontrando en este camino.
El sí que Victoria e Inés han dado en su Profesión Simple viene acompañado de una enorme gratitud porque se sienten cuidadas por un Padre providente que les acompaña adonde quiera que vayan. Por eso, las dos quisieron dar las gracias por este tiempo vivido en Comunidad, en el que han ido confirmando la voluntad del Señor sobre sus vidas.
ACCIÓN DE GRACIAS
Al llegar al día de hoy, después de este camino recorrido, aquello que más resuena en nuestros corazones es la gratitud. La gratitud al Padre porque Él nos amó primero, porque antes de nuestro nacimiento nos pensó, nos amó y nos creó. Habiendo reconocido esto en nuestra historia, queremos unirnos a María y proclamar con ella las grandezas que Él hace.
Como más veces nos habéis oído decir, para nosotras gracias es una palabra que abarca más de lo que nuestras humildes palabras o el mejor discurso pueden expresar. Es por ello que queremos elevar juntos estas palabras a Dios:
Te damos gracias, Padre por llamarnos a la vida, por formarnos como criaturas tuyas a imagen y semejanza.
Te damos gracias, Padre porque hemos visto lo que has creado y contigo podemos decir que es muy bueno. Y escuchando el cántico de la creación que nunca cesa de alabarte podemos proclamar junto con ella que Tú nos hiciste.
Te damos gracias, Padre porque nos formaste en el seno materno y nos hiciste el regalo de nuestros padres y hermanos que tanto nos ha custodiado y querido. Cómo tú, que decidiste encarnarte en el seno de María y junto con José formar una familia, siendo así modelo para nuestros padres.
Te damos gracias, Padre por todos aquellos compañeros de camino que nos han visto crecer desde la más tierna infancia y que nos ayudan a volver a ella con tantos bonitos recuerdos.
Te damos gracias, Padre por todos aquellos que nos han enseñado a los más pequeños los misterios de tu Reino, profesores, preceptoras... Al igual, que Jesús al bajar de la montaña, enseñó a rezar a los que le encomendaste.
Con María, en el momento en el que fue a visitar a su prima, hemos aprendido el valor de la Gran Familia. Hoy nosotras, hemos sido visitadas por ellos. Es por esto que, junto a ellos, te damos gracias, Padre.
Alzando los ojos al Cielo, te damos gracias, Padre por nuestros abuelos. Esos luceros brillantes que permanecen en la bóveda celeste proclamando tu nombre.
Te damos gracias, Padre por tantos mensajeros de la Buena Noticia que han sido instrumentos de tu voluntad siendo en el mundo Alter Christus. Cómo aquellos discípulos a lo que enviaste a ir de dos en dos a todos los pueblos y lugares donde pensabas ir. Ellos sacerdotes entregados nos mostraron la belleza de la entrega en el seguimiento.
Te damos gracias, Padre porque nos regalaste una parroquia donde custodiar nuestra fe, donde avivarla y hacerla crecer rodeándonos de peregrinos en la fe que unidos buscamos tu Rostro y deseamos llegar al Cielo en equipo.
Te damos gracias, Padre, tú que eres el buen Pastor y has reunido a tu Iglesia, que unida camina hacia a ti, con el deseo de ser luz en todos los rincones de la tierra.
Te damos gracias, Padre por habernos regalado una Comunnitas con la que peregrinar con un solo corazón y una sola alma hacia Dios, teniéndote a ti cómo nuestra herencia común. Gracias por el don inmerecido de tantas hermanas. Imitando a María, junto a nuestro sí ponemos ante ti el sí de cada hermana.
Para terminar, Padre, con el corazón sobrecogido te damos gracias, porque mirando nuestra pequeñez nos has llamado, y nosotras, sabiéndonos hijas tuyas te respondemos: Heme Aquí.
Gracias, Padre.
Como más veces nos habéis oído decir, para nosotras gracias es una palabra que abarca más de lo que nuestras humildes palabras o el mejor discurso pueden expresar. Es por ello que queremos elevar juntos estas palabras a Dios:
Te damos gracias, Padre por llamarnos a la vida, por formarnos como criaturas tuyas a imagen y semejanza.
Te damos gracias, Padre porque hemos visto lo que has creado y contigo podemos decir que es muy bueno. Y escuchando el cántico de la creación que nunca cesa de alabarte podemos proclamar junto con ella que Tú nos hiciste.
Te damos gracias, Padre porque nos formaste en el seno materno y nos hiciste el regalo de nuestros padres y hermanos que tanto nos ha custodiado y querido. Cómo tú, que decidiste encarnarte en el seno de María y junto con José formar una familia, siendo así modelo para nuestros padres.
Te damos gracias, Padre por todos aquellos compañeros de camino que nos han visto crecer desde la más tierna infancia y que nos ayudan a volver a ella con tantos bonitos recuerdos.
Te damos gracias, Padre por todos aquellos que nos han enseñado a los más pequeños los misterios de tu Reino, profesores, preceptoras... Al igual, que Jesús al bajar de la montaña, enseñó a rezar a los que le encomendaste.
Con María, en el momento en el que fue a visitar a su prima, hemos aprendido el valor de la Gran Familia. Hoy nosotras, hemos sido visitadas por ellos. Es por esto que, junto a ellos, te damos gracias, Padre.
Alzando los ojos al Cielo, te damos gracias, Padre por nuestros abuelos. Esos luceros brillantes que permanecen en la bóveda celeste proclamando tu nombre.
Te damos gracias, Padre por tantos mensajeros de la Buena Noticia que han sido instrumentos de tu voluntad siendo en el mundo Alter Christus. Cómo aquellos discípulos a lo que enviaste a ir de dos en dos a todos los pueblos y lugares donde pensabas ir. Ellos sacerdotes entregados nos mostraron la belleza de la entrega en el seguimiento.
Te damos gracias, Padre porque nos regalaste una parroquia donde custodiar nuestra fe, donde avivarla y hacerla crecer rodeándonos de peregrinos en la fe que unidos buscamos tu Rostro y deseamos llegar al Cielo en equipo.
Te damos gracias, Padre, tú que eres el buen Pastor y has reunido a tu Iglesia, que unida camina hacia a ti, con el deseo de ser luz en todos los rincones de la tierra.
Te damos gracias, Padre por habernos regalado una Comunnitas con la que peregrinar con un solo corazón y una sola alma hacia Dios, teniéndote a ti cómo nuestra herencia común. Gracias por el don inmerecido de tantas hermanas. Imitando a María, junto a nuestro sí ponemos ante ti el sí de cada hermana.
Para terminar, Padre, con el corazón sobrecogido te damos gracias, porque mirando nuestra pequeñez nos has llamado, y nosotras, sabiéndonos hijas tuyas te respondemos: Heme Aquí.
Gracias, Padre.