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Profesión Solemne - Hna. Jennifer

13/10/2022

 
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En un día muy especial para nuestra Orden de San Agustín, el 27 de agosto, día de Santa Mónica, nuestra hermana Jennifer Martínez decía sí para siempre a Cristo en su Profesión Solemne.
Familiares, amigos, autoridades eclesiales, sacerdotes, laicos de nuestra fraternidad y personas queridas y cercanas a nuestra Comunidad fueron testigos de este paso tan importante en la vida religiosa de nuestra hermana, que quiere vivir para siempre en Cristo y por Cristo.
“Toda mi esperanza está en tu gran misericordia” –del libro X de ‘Las Confesiones’ de nuestro Padre San Agustín—, fue el lema elegido por la hermana Jennifer porque la misericordia del Señor ha renovado en ella la esperanza en una vida sostenida por el amor de Dios.
Ese amor es el que ha hecho posible que nuestra hermana haya dado el paso de decir sí a ser de Cristo para toda la vida. Una vida que crece cada día por la gracia de Dios.
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Profesión Simple - Hnas. Victoria e Inés Mª

7/10/2022

 
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“Te doy gracias, Padre”
​(Lc 10, 21)
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Si tuviéramos que resumir en una palabra la Profesión Simple de nuestras hermanas Victoria e Inés, esa palabra sería gracias. 

Gracias porque ellas mismas han querido que ese fuera el sentido del paso que dieron el sábado 1 de octubre, en presencia de familiares, amigos, laicos de nuestra fraternidad, sacerdotes y muchas más personas que quisieron ser testigos del sí de nuestras hermanas.
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El lema que eligieron para su paso a la Consagración, “Te doy gracias, Padre” (Lc 10, 21) resume lo que ambas han vivido durante su tiempo de Noviciado, en el que se han identificado especialmente con una de las dimensiones de nuestra vida comunitaria: la peregrinación. 
Las dos se sienten especialmente peregrinas y, en ese camino hacia el Padre, buscan cada día el rostro de Dios acompañadas por la Comunidad y también por todas las personas que forman parte de sus vidas, así como de todos aquellos que se van encontrando en este camino.
El sí que Victoria e Inés han dado en su Profesión Simple viene acompañado de una enorme gratitud porque se sienten cuidadas por un Padre providente que les acompaña adonde quiera que vayan. Por eso, las dos quisieron dar las gracias por este tiempo vivido en Comunidad, en el que han ido confirmando la voluntad del Señor sobre sus vidas.
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ACCIÓN DE GRACIAS
Al llegar al día de hoy, después de este camino recorrido, aquello que más resuena en nuestros corazones es la gratitud. La gratitud al Padre porque Él nos amó primero, porque antes de nuestro nacimiento nos pensó, nos amó y nos creó. Habiendo reconocido esto en nuestra historia, queremos unirnos a María y proclamar con ella las grandezas que Él hace. 
Como más veces nos habéis oído decir, para nosotras gracias es una palabra que abarca más de lo que nuestras humildes palabras o el mejor discurso pueden expresar. Es por ello que queremos elevar juntos estas palabras a Dios:

Te damos gracias, Padre por llamarnos a la vida, por formarnos como criaturas tuyas a imagen y semejanza. 

Te damos gracias, Padre porque hemos visto lo que has creado y contigo podemos decir que es muy bueno. Y escuchando el cántico de la creación que nunca cesa de alabarte podemos proclamar junto con ella que Tú nos hiciste. 

Te damos gracias, Padre porque nos formaste en el seno materno y nos hiciste el regalo de nuestros padres y hermanos que tanto nos ha custodiado y querido. Cómo tú, que decidiste encarnarte en el seno de María y junto con José formar una familia, siendo así modelo para nuestros padres. 

Te damos gracias, Padre por todos aquellos compañeros de camino que nos han visto crecer desde la más tierna infancia y que nos ayudan a volver a ella con tantos bonitos recuerdos. 

Te damos gracias, Padre por todos aquellos que nos han enseñado a los más pequeños los misterios de tu Reino, profesores, preceptoras... Al igual, que Jesús al bajar de la montaña, enseñó a rezar a los que le encomendaste. 

Con María, en el momento en el que fue a visitar a su prima, hemos aprendido el valor de la Gran Familia. Hoy nosotras, hemos sido visitadas por ellos. Es por esto que, junto a ellos, te damos gracias, Padre. 

Alzando los ojos al Cielo, te damos gracias, Padre por nuestros abuelos. Esos luceros brillantes que permanecen en la bóveda celeste proclamando tu nombre. 

Te damos gracias, Padre por tantos mensajeros de la Buena Noticia que han sido instrumentos de tu voluntad siendo en el mundo Alter Christus. Cómo aquellos discípulos a lo que enviaste a ir de dos en dos a todos los pueblos y lugares donde pensabas ir. Ellos sacerdotes entregados nos mostraron la belleza de la entrega en el seguimiento.

Te damos gracias, Padre porque nos regalaste una parroquia donde custodiar nuestra fe, donde avivarla y hacerla crecer rodeándonos de peregrinos en la fe que unidos buscamos tu Rostro y deseamos llegar al Cielo en equipo. 
Te damos gracias, Padre, tú que eres el buen Pastor y has reunido a tu Iglesia, que unida camina hacia a ti, con el deseo de ser luz en todos los rincones de la tierra. 

Te damos gracias, Padre por habernos regalado una Comunnitas con la que peregrinar con un solo corazón y una sola alma hacia Dios, teniéndote a ti cómo nuestra herencia común. Gracias por el don inmerecido de tantas hermanas. Imitando a María, junto a nuestro sí ponemos ante ti el sí de cada hermana. 

Para terminar, Padre, con el corazón sobrecogido te damos gracias, porque mirando nuestra pequeñez nos has llamado, y nosotras, sabiéndonos hijas tuyas te respondemos: Heme Aquí. 

Gracias, Padre.
Más Fotografías

JORNADA MUNDIAL DEL MIGRANTE Y DEL REFUGIADO 2022

3/10/2022

 

“No tenemos aquí abajo una ciudad permanente,
sino que buscamos la futura” (Hb 13, 14)

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​Con motivo de la celebración de la 108ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2022, el domingo 25 de septiembre, el Papa Francisco lanzaba un mensaje, destacando que “el sentido último de nuestro ‘viaje’ en este mundo es la búsqueda de la verdadera patria, el Reino de Dios inaugurado por Jesucristo”.
 
En este mensaje, el Santo Padre recordaba que “nadie debe ser excluido. Su proyecto –el de Cristo- es esencialmente inclusivo y sitúa en el centro a los habitantes de las periferias existenciales. Entre ellos, hay muchos migrantes y refugiados, desplazados y víctimas de la trata. Es con ellos que Dios quiere edificar su Reino, porque sin ellos no sería el Reino que Dios quiere. La inclusión de las personas más vulnerables es una condición necesaria para obtener la plena ciudadanía”.
 
“Construir el futuro con los migrantes y los refugiados significa también reconocer y valorar lo que cada uno de ellos puede aportar al proceso de edificación”, apuntaba el Papa Francisco, señalando a su vez que “la presencia de los migrantes y los refugiados representa un enorme reto, pero también una oportunidad de crecimiento cultural y espiritual para todos. Gracias a ellos tenemos la oportunidad de conocer mejor el mundo y la belleza de su diversidad. Podemos madurar en humanidad y construir juntos un ‘nosotros’ más grande”.
 
Eucaristía y Adoración por los migrantes y los refugiados
 
En nuestro Monasterio de la Conversión vivimos de manera especial este día porque en Laudes, en la Eucaristía y en la Adoración vespertina tuvimos muy presentes a los Migrantes y Refugiados. En la Oración de los Fieles, las peticiones iban dirigidas a ellos pidiendo por todas las situaciones difíciles que viven en estos momentos las personas que han tenido que marchar a otros países, especialmente los que no lo han hecho por voluntad propia, sino que se han visto obligados por tener que huir de la guerra, sobre todo, por el conflicto que existe actualmente en Ucrania.
 
Además, nuestra Comunidad tiene una especial sensibilidad por los migrantes y refugiados porque en nuestro carisma está grabada a fuego la llamada a la peregrinación, a estar siempre en camino. Caminar todos unidos hacia Dios era el deseo de San Agustín y, por tanto, nuestro deseo como agustinas.

​La familia Babotenko

 
No queremos terminar estas líneas sin recordar a la familia ucraniana que ha estado viviendo en nuestro Monasterio durante unos meses y que, sin lugar a dudas, ha sido un regalo y una experiencia inolvidable de fraternidad y de enriquecimiento mutuo.
 
Queremos compartir con vosotros un artículo publicado en Vida Nueva digital, con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que recoge la experiencia vivida por la familia Babotenko en nuestro Monasterio.
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Jornada "El Santo Viaje"

1/10/2022

 
Santo Viaje es una propuesta del Monasterio de la Conversión que nace del abrazo entre la espiritualidad de la peregrinación y del cuidado de la creación. Las hermanas sentimos estas dos llamadas muy propias y queremos compartirlas y ahondar en ellas con todos los que quieran unirse a nosotras en la búsqueda del Rostro de Dios a través del encuentro con lo creado. 

Por eso, os proponemos una salida, un día de caminata, silencio, contemplación de la belleza que nos rodea, fraternidad y eucaristía. Puedes venir la noche antes y si vienes el mismo 12 de octubre a las 10.00 empieza todo! Tienes que traer ropa y calzado deportivo, comida de pic-nic y una pequeña mochila con agua y todo lo que puedas necesitas para caminar. 

Para apuntarse hay que escribir un correo electrónico a: hospederia@monasteriodelaconversion.com y así sabremos cuántos peregrinos nos aventuramos. 
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Muy unidas, ¡os esperamos!
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12 de octubre a las 10.00 h.
Ropa y calzado deportivo
comida de pic-nic
una pequeña mochila con agua
 
Para apuntarse hay que escribir un correo a: 

hospederia@monasteriodelaconvesion.com

Profesión Simple - Hna. Victoria e Inés María

26/9/2022

 
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Campo de Trabajo - de otoño

23/9/2022

 
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Después de 10 años viviendo un campo de trabajo con jóvenes en el verano, este año queremos ofrecer esta experiencia durante unos días en otoño. Será del viernes 28 de octubre al martes 1 de noviembre, Solemnidad de Todos los Santos. 

Se trata de una iniciativa propuesta por la comunidad desde sus inicios, buscando crear juntos la "Ciudad de Dios". Durante los días del Campo de Trabajo, tendremos la oportunidad de compartir, los jóvenes y las hermanas, tiempos de oración y silencio, la Liturgia de la Palabra y la Eucaristía, el trabajo en el campo y momentos de formación y encuentro.
El Campo de Trabajo es una experiencia de contacto con la Creación, de fraternidad, de encuentro con Dios... a través del trabajo que hacemos juntos, con nuestras manos, y del tiempo vivido en comunión.  ​

EL PROYECTO
​Este verano, un grupo de jóvenes y de hermanas iniciamos un proyecto que consistía en la construcción de una fuente y un camino. No pudimos concluir todo el trabajo que suponía este proyecto, pero con la ayuda de todos, esperamos que el 1 de noviembre podamos tener agua en la fuente.
INSCRIPCIÓN
Si quieres venir al Campo de Trabajo, sólo tienes que inscribirte a través del siguiente formulario. Y si quieres contactar con nosotras para informarte, puedes hacerlo a través de la siguiente dirección de correo electrónico: civitasdei@monasteriodelaconversion.com
FORMULARIO DE INSCRIPCIÓN
¿QUÉ NECESITO?
- Ropa y calzado apropiada para el trabajo (cómodo, que se pueda ensuciar...)
- Ropa y calzado de cambio
- Saco de dormir y toalla
- Útiles de aseo
- Una Biblia y cuaderno
- Guantes de jardinería (disponibles en ferreterías, tiendas de bricolaje...)
- Autorización (menores de edad)
AUTORIZACIÓN

“Escucha la voz de la creación” (Jornada Mundial Cuidado de la Creación)

1/9/2022

 
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La Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación que se celebra el 1 de septiembre, da inicio a un período ecuménico de oración por la creación, culminando el 4 de octubre con la fiesta de San Francisco. Durante este tiempo se invita a todos los cristianos a rezar y cuidar juntos nuestra casa común. 
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Esta iniciativa, instituida por el papa Francisco en agosto de 2015, acoge la sugerencia realizada por el Patriarcado ecuménico de Constantinopla. Este tiempo es una oportunidad para cultivar nuestra “conversión ecológica”, una conversión alentada por san Juan Pablo II como respuesta a la “catástrofe ecológica” anunciada por san Pablo VI ya en 1970.

El tema y la invitación del Tiempo de la Creación de este año es "Escucha la voz de la Creación". Las hermanas nos hemos unido en este día a esta propuesta, escuchando esta voz, contemplando la belleza de la creación y entonando, como San Francisco, nuestro Cántico de las criaturas. ¡Loado seas, mi Señor!​ 

Compartimos algunas fotografías de lo vivido en este día en el Monasterio (y alrededores)
, acompañando el mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación de este año 2022.

Si aprendemos a escucharla, notamos una especie de disonancia en la voz de la creación. Por un lado, es un dulce canto que alaba a nuestro amado Creador; por otro, es un amargo grito que se queja de nuestro maltrato humano.

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En este Tiempo de la Creación, volvamos a rezar en la gran catedral de la creación. Unámonos en el canto a san Francisco de Asís: «Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas» (Cántico de las criaturas). Unámonos al canto del salmista: «Que todos los seres vivientes alaben al Señor» ( Sal 150,6).

Alegrémonos porque, en su amor, el Creador apoya nuestros humildes esfuerzos por la Tierra. Esta es también la casa de Dios, donde su Palabra «se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14), el lugar donde la efusión del Espíritu Santo se renueva constantemente.

Desgraciadamente, esa dulce canción va acompañada de un amargo grito. O más bien, por un coro de clamores amargos. En primer lugar, es la hermana madre tierra la que clama. A merced de nuestros excesos consumistas, ella gime y nos suplica que detengamos nuestros abusos y su destrucción. Son, pues, todas las criaturas las que gritan.

Recordando la exhortación de san Pablo de alegrarse con los que se alegran y llorar con los que lloran (cf. Rm 12,15), lloremos con el amargo grito de la creación, escuchémoslo y respondamos con hechos, para que nosotros y las generaciones futuras podamos seguir alegrándonos con el dulce canto de vida y esperanza de las criaturas.
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TRIDUO AGUSTINIANO 2022

25/8/2022

 

​"Toda mi esperanza está en tu gran misericordia"

​Bajo el lema de profesión de nuestra hermana Jennifer Martínez, que hará su Profesión  Solemne el sábado 27 de agosto, celebramos este año el Triduo Agustiniano, en comunión con toda la Orden de San Agustín. ​
​El horario de estos días es el siguiente:
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Más información

La PEJ, signo de fraternidad y alegría en la Iglesia

10/8/2022

 
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Con motivo de la Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ), que se ha celebrado del 3 al 7 de agosto en Santiago de Compostela, las hermanas agustinas del Monasterio de la Conversión hemos participado con la realización de un taller llamado ‘La gracia de la peregrinación’.
A través de este taller introducimos a todos los presentes en la experiencia de conversión y comunión que supone el hecho de peregrinar. 
La raíz de este taller surge de la misión que las hermanas llevamos a cabo en el albergue parroquial Santa María de Carrión de los Condes (Palencia), donde acogemos a los peregrinos que caminan hacia Santiago de Compostela. ​
Durante las dos horas de taller, las personas que han participado en él han podido conocer los distintos motivos que mueven a los hombres y mujeres de hoy a ‘salir de su tierra’, a ponerse en camino. Además, la mayoría venía a nuestro taller después de haber experimentado en carne propia la experiencia de la peregrinación, caminando varias etapas del Camino de Santiago.
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​El taller comenzaba con una acogida y con la presentación de nuestra comunidad y de nuestra misión en el albergue de Carrión de los Condes. Después, una meditación evangélica sobre el pasaje de los discípulos de Emaús. Y, a continuación, tres testimonios sobre por qué hacemos el camino
También nos adentramos en los tres encuentros principales que tenemos al hacer el camino: el encuentro con el mundo creado –la creación—; el encuentro con uno mismo y con el otro; y el encuentro con Dios, llegando a la meta, a la patria.

La parte final del taller estaba dedicada a la hospitalidad en el camino, como don y fruto de la peregrinación, donde animamos a vivir la experiencia de ser hospitalero voluntario en nuestro albergue de Carrión, acogiendo a los peregrinos en nombre de Jesucristo y, a su vez, viendo a Cristo en cada uno de los peregrinos que viene al albergue buscando un lugar donde reponer fuerzas, pero también un lugar de encuentro.
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Por último, despedimos a los participantes en nuestro taller como lo hacemos en el albergue con los peregrinos: con la bendición y la entrega de una estrella de papel como signo de la luz de Cristo que nos acompaña a cada uno en el
camino. ​
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Santiago, lugar de encuentro
La Peregrinación Europea de Jóvenes se ha convertido en un lugar de encuentro donde miles de jóvenes de distintas diócesis y grupos, acompañados por sus catequistas, sacerdotes, etc., han podido compartir su fe y sus experiencias. 
También ha sido fuerte la presencia de la vida religiosa en este encuentro, que ha terminado siendo un preludio de la JMJ que se celebrará el año que viene en Lisboa.
Además de los talleres, que se desarrollaban por la tarde, y los conciertos por la noche, las mañanas estaban centradas en las catequesis que los obispos participantes en la PEJ han impartido en las distintas sedes habilitadas para la realización de este encuentro. Cada día, la catequesis trataba un tema concreto: el primer día sobre el Espíritu Santo; el segundo día sobre Cristo, el Hijo; y el tercer día sobre el Padre. Tras la catequesis había un tiempo de puesta en común por pequeños grupos de trabajo, que resultó muy enriquecedor para todos. Y, después, celebrábamos la Eucaristía.

Fraternidad en las calles y alegría de los jóvenes
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Dos momentos claves de la PEJ fueron la Vigilia que tuvo lugar el sábado, 6 de agosto, por la noche y la Eucaristía final del domingo, 7 de agosto. 
El mensaje de la homilía de esta Eucaristía se centró en la fraternidad y la alegría. Y es que, la fraternidad se ha podido palpar en las calles de Santiago de Compostela durante estos días en los que, a cada paso que dabas, te encontrabas a alguien que estaba viviendo la experiencia de la PEJ, a personas conocidas o a personas que no conocías pero a las que te brotaba saludar y acompañar.
También la alegría de los jóvenes ha sido palpable y un signo de esperanza para una Iglesia llamada a permanecer en salida y atenta a los signos de los tiempos.

Campamento de verano en Georgia

9/8/2022

 
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Desde la comunidad de New Lenox, compartimos una experiencia de este verano, en comunión con nuestras hermanas en Sotillo. Hemos tenido la oportunidad de participar en un campamento de Life Teen en Georgia, junto a dos hermanos de la Orden de la Provincia de Chicago y más de doscientos cincuenta adolescentes, acompañados de sacerdotes y catequistas, con la preciosa acogida y atención de un numeroso grupo de adultos responsables del movimiento y jóvenes universitarios, que han ofrecido su tiempo a este servicio.

Una llamada que cambió una vida

8/8/2022

 
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En la siguiente entrevista, publicada en PALENCIA EN LA RED, la Hna. Erika explica como tras hacer el camino y vivir una experiencia muy fuerte de Dios, se dio cuenta de su vocación como hospitalera y religiosa.

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Civitas Dei 2022 - Así ha sido

1/8/2022

 
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NIÑOS
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ADOLESCENTES
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JÓVENES

La gracia de la peregrinación - Taller en la PEJ'22

29/7/2022

 
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Del 3 al 7 de agosto se celebrará en Santiago de Compostela la PEJ, bajo el lema "Joven, levántate y sé testigo".
Esta Peregrinación Europea de Jóvenes reúne a miles de jóvenes cada Año Santo Compostelano, y en este año 2022 se espera la llegada de más de 11.000 jóvenes. En su mayoría españoles, pero también provenientes de Grecia, Alemania, Líbano, Hungría, Polonia y Brasil.
Web Oficial

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Solemnidad del Apóstol Santiago

25/7/2022

 
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Desde el corazón del Camino de Santiago, en Carrión de los Condes, con motivo de la Solemnidad del Apóstol Santiago, compartimos algo de lo que aquí vivimos cada día.
La misión que llevamos a cabo en el Albergue de Santa María nos brinda la oportunidad de ser testigos del milagro que cada día sucede en el Camino, donde hombres y mujeres de todo el mundo, de diversas edades, culturas, lenguas, religión, y un largo etcétera, pueden sentarse juntos al rededor de una mesa para compartir su pan. Este es un gesto más que nos habla de que la comunión es verdaderamente posible, cuando nos sabemos todos hermanos.
En las vísperas de esta fiesta tan querida por nuestras comunidades, vivimos un encuentro musical con personas de 30 nacionalidades diferentes. Cada peregrino nos compartía las más diversas motivaciones que les han llevado a emprender este "Santo Viaje".
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En este día del Apóstol hemos recibido un nuevo grupo de hospitaleros que viene desde Roma para vivir esta semana con nosotras, con el deseo de compartir su tiempo con los peregrinos  y ayudar en esta misión.  Su experiencia de años anteriores les hace volver un año más y traer consigo nuevos amigos. 
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Tras el encuentro musical en el que cada tarde nos encontramos con los peregrinos que pasan por nuestro albergue, celebramos la Eucaristía seguida de la bendición a los peregrinos. Terminamos el día juntos compartiendo la cena, recordando que allí donde hay amor, caridad, generosidad, fraternidad... allí está Dios. Con este canto final, Ubi Caritas, concluíamos un día grande, en el que de modo especial hemos recalcado y agradecido esta herencia que hemos recibido, que se transmite de generación en generación, y que hace posible que hoy, siglos después, el Camino de Santiago siga vivo tras haber sido trazado por miles de hombres y mujeres que se ponen en camino.
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En este día damos gracias también por esta llamada que nuestras primeras hermanas recibieron y a la que respondieron con su sí: una llamada a salir a los caminos, a encontrarse con el hombre de hoy, escuchar lo que le inquieta, lo que hace que un día haga su mochila y empiece a caminar siguiendo las flechas amarillas rumbo a Compostela.

Figuras místicas femeninas. La experiencia de Dios como encarnación

17/7/2022

 
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En el siguiente artículo, publicado en OMNES, M. Carolina  presenta la obra Figuras místicas femeninas de Louis Bouyer, en la que aborda las figuras de Hadewijch de Amberes, Teresa de Ávila, Teresa del Niño Jesús, Isabel de la Trinidad y Edith Stein.
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Artículo

Louis Bouyer es una figura sumamente interesante de la teología del siglo XX. Participó activamente en el movimiento de renovación teológica que precedió al Concilio Vaticano II y también vivió —mejor sería decir en su caso, sufrió—la difícil época postconciliar en la Iglesia.
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Entre sus valiosas aportaciones y responsabilidades, podemos destacar que Louis Bouyer participó activamente en la puesta en marcha del Centro de Pastoral litúrgica de París, fue catedrático de Historia de la Espiritualidad en el Instituto Católico de esta misma ciudad, fue nombrado consultor en el Concilio y miembro del organismo eclesial para su aplicación en materia litúrgica y reforma del Canon eucarístico, fue elegido por Pablo VI miembro, por dos períodos, de la Comisión Teológica Internacional y, junto con Balthasar, Rahner y Ratzinger, entre otros de los más relevantes teólogos europeos del momento, fue co-iniciador de la revista Communio. 
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​ Ahora bien, poco a poco, a partir de finales de los años 70 y 80, fue retirado de la actividad pública, sobre todo en Europa, hasta llegar a quedar relegado en el olvido. Esta reacción estuvo provocada por la incomprensión hacia su dura posición crítica en relación con la deriva eclesial, principalmente en cuestiones litúrgicas, disciplinares y eclesiales. Su vida puede ser leída como un proceso de identificación con la kénosis de Cristo a la luz del Misterio Pascual, tema central en su vida personal y en su teología —la obra que escribió con ese mismo nombre ha sido una de las más importantes del autor en materia litúrgica y una valiosísima aportación para el redescubrimiento de la Pascua y su celebración como misterio central de la vida cristiana— .
Bouyer, a lo largo de su vida, fue perdiéndolo todo hasta sufrir, en sus últimos años, una situación extrema de soledad y aislamiento, agudizado trágicamente por el alzheimer del que murió y que llegó a velar completamente su capacidad de reflexión e interrelación.
Hay huellas en Bouyer de un cierto profetismo. Él intuyó, por adelantado, algunas dificultades y problemáticas que, en su presente, aún, no se veían con tanta nitidez. Esta agudeza en ver más allá unida a su carácter difícil e irónico, que se expresaba muchas veces de forma mordaz y provocativa, alimentó esta incomprensión y cierta reserva hacia su persona, de la que venimos hablando.

Está siendo en este siglo XXI cuando su figura y su pensamiento teológico está siendo redescubiertos y re-comprendidos mucho más favorablemente. Probablemente, su tendencia a presentar siempre una perspectiva diacrónica de todos los temas explica esta capacidad audaz de interpretación de la realidad. El pasado ofrece siempre pistas para prever lo que será el futuro en el presente.

Bouyer era un enamorado de la historia, del desarrollo de los procesos —en todos sus libros dedica un gran espacio al análisis histórico del desarrollo de los contenidos—, de la evolución de los conceptos. Esta fue una herencia de su querido Cardenal Newmann, del que se consideró siempre discípulo, y de su común educación reformada.

Esta fue también, paradójicamente, la brújula que le condujo hacia el catolicismo reconociendo en el desarrollo histórico dogmático y teológico la permanencia de un elemento de perennidad que mantenía vivo y remitía al acontecimiento primero y único de la revelación, al acontecimiento Cristo. En este sentido, el descubrimiento y la comprensión del sentido auténtico de la Tradición fue clave.

Nació en el seno de una familia luterana, en París, en 1913. En el ámbito del protestantismo encontró y creció su experiencia personal de fe y su vocación, siendo ordenado pastor protestante en 1936. Ejerció su ministerio pastoral en Estrasburgo y en París. Tuvo como profesores a los mejores teólogos luteranos del siglo XX y, también, tuvo un gran contacto con miembros de otras confesiones cristianas, lo que despertó en él una admiración y estima hacia la tradición ortodoxa y católica, sobre todo, por la dimensión litúrgica y mística de la fe.

Después de una fuerte crisis personal y espiritual que le llevó a reconocer que los principios de la fe protestante: sola gracia, sola fe, solo Cristo, sola Escritura solo podían vivirse en plenitud en el seno de la lglesia Católica —tema que puede encontrarse descrito y fundamentado en su obra, también editada por Encuentro, Del protestantismo a la Iglesia— renuncia a su cargo de pastor y pasa a la Iglesia Católica. En 1944 se ordena sacerdote y, a partir de aquí, se dedica al estudio y a la enseñanza de la teología y otras disciplinas humanistas en diversas universidades, en todo el mundo.

Su producción teológico-literaria es enorme. Ha sido autor de más de treinta volúmenes de temática teológica, una lista enorme de artículos, ha escrito cuatro novelas de ficción sobre la búsqueda del Santo Grial, fascinado por el legado de Tolkien y su obra el Señor de los Anillos, de quien fue discípulo y amigo en Oxford.

Dentro de la teología, las temáticas de sus obras son variadísimas: dogmática, liturgia, biblia, espiritualidad, historia, ecumenismo, estados de vida, pastoral… Muchos de sus escritos fueron concebidos como trilogías, tenemos la trilogía trinitaria: Le Père invisible. Approches du mystère de la divinité (Paris 1976); Le Fils éternel. Théologie de la Parole de Dieu et christologie (Paris 1974); Le Consolateur. L´Esprit et la Grâce (Paris 1980); la trilogía económica: L´ Eglise de Dieu. Corps du Christ et Temple de l´Esprit (Paris 1970); Le Trone de la Sagesse. Essai sur la signification du culte marial (Paris 1957); Cosmos. Le monde et la Gloire de Dieu (Paris 1982); la trilogía sobre el método teológico: Gnosis. Le connaissance de Dieu dans l´Ecriture (Paris 1988); Misterion. Du mystère a la mystique(Paris 1986); Sophia ou le Monde en Dieu (Paris 1994); la trilogía de los estados de vida: Le sens de la vie sacerdotale (Paris 1962); Le sens de la vie monastique (Paris 1950); Introduction à la vie spirituelle. Prècis de théologie ascétique et mystique (Paris 1960) y, bajo mi parecer, podemos también establecer una trilogía sobre lo femenino.

Esta trilogía estaría compuesta por el primer volumen de carácter dogmático, su obra sobre antropología dedicada a María: Le Trône de la Sagesse; el segundo volumen de temática eclesiológica: Mistère et ministère de la femme, Paris 1976; y, el tercero, que es el recién publicado por primera vez en español: Figures mystique femenines (Paris 1989) con una orientación más existencial, testimonial y vital.
Su interés por lo femenino¿Por qué este interés hacia el tema de la mujer en Louis Bouyer?

Podemos encontrar dos motivaciones muy diversas pero que se complementan.

La primera es de índole estrictamente teológica. Louis Bouyer ha llegado a la convicción de que, en la historia de la revelación, de las relaciones de Dios con el orden creado, Dios, que al hablar de sí no permite jamás que se le vincule a ningún sexo como un modo de defender su trascendencia, se relaciona con lo creado y, especialmente, con el ser humano, asumiendo el rol masculino. Esto lo vemos, sobre todo, en la metáfora esponsal y encontrará su cumplimiento en la encarnación del Verbo. Para describir las relaciones de Dios con el hombre a través de esta metáfora, Dios se identifica con el varón, mientras que el ser creado asume el papel femenino. Dios ve siempre ante sí a María cuando mira a la criatura, de la que espera un sí libre de amor que le permita derramar el amor que, desde toda la eternidad, nos precede a cada uno, es la razón de nuestra existencia y, a la vez, espera ser aceptado y consumado en la comunión interpersonal. Lo femenino, como expresión de la libertad que consiente, que recibe, que acoge el don primero, se convierte, por tanto, para Bouyer, en el paradigma del alma cristiana.
Hay también otra razón para explicar esta predilección por la mujer en Bouyer y tiene que ver con su propio recorrido vital. Hijo único, por ser el único superviviente de los cuatro hijos que el matrimonio Bouyer tiene. Louis describe su infancia marcada por una especialísima relación con su madre, que muere joven dejando al niño huérfano con 12 años.
Es tal la conmoción que provoca este suceso en el pequeño Louis que pierde el habla y la conexión con la realidad y su padre tiene que enviarle fuera de París, al campo, a la región de la Lorenne, a la casa de una familia cercana a la madre. Allí, durante un año, gracias al contacto con la belleza del entorno que le rodea y la compañía de una joven de la que se enamorará perdidamente, la hija pequeña de esta familia, Elisabeth, saldrá de esta noche oscura y comenzará a gustar la vida de nuevo.
La belleza y ternura de lo femenino será para él siempre una compañía de gracia y vida y un recuerdo sanador de la presencia y ternura de la madre. De hecho, varias mujeres acompañaron la vida de Bouyer a través de una amistad profunda y probada en el tiempo, expresamente él hablará de Julien Green y de Elisabeth Goudge en sus Memorias. A esta última dedica el libro Misterio y ministerio de la mujer. El lazo que unía a Louis Bouyer con Hedwige de Ursel, marquesa de Maupeou Monbail, a la que dedica el libro de Figuras místicas femeninas, nos es totalmente desconocido.

El libroEste libro, escrito en 1989 y reeditado en Francia en varias ocasiones, es la primera vez que se traduce al español. El autor lo presenta como un intento de  diálogo crítico con el movimiento de liberación de la mujer que había despertado con mucha pujanza en Estados Unidos y en Europa a lo largo del siglo XX.
En el prólogo, el autor presenta claramente sus puntos de partida. Por un lado, se distancia, con una valoración muy negativa, de los intentos por buscar un reconocimiento de la dignidad y capacidad de la mujer luchando por una igualdad con el varón. Esto es un verdadero fracaso, porque significa la renuncia a la peculiar y única forma de vivir lo humano desde la condición femenina.

La mujer, para Bouyer, está dotada de una especial forma de ver e interpretar la realidad y, por tanto, también de vivir la experiencia religiosa. De aquí que el objetivo de que ella sea y actúe como los varones, renunciando a la perspectiva de complementariedad entre los sexos, supone un grave daño tanto para la mujer como para el hombre, que necesita de ella, en la plenitud de su singularidad y peculiaridad, para llegar a ser él mismo y construir así juntos la sociedad y el Reino.

Por otra parte, el autor afirma que, en contra de lo que muchos creen y vocean, el cristianismo tiene en sí un potencial de custodia y respeto hacia la mujer que ha hecho posible el que muchas mujeres, a lo largo de la historia de la Iglesia, abrieran nuevos caminos de espiritualidad, partiendo de su experiencia personal y genuina de encuentro y comunión con Cristo. Desde aquí, ellas han ejercido un significativo liderazgo en la Iglesia desde la paradoja, muchas veces, de una vida escondida.
Podrían haberse elegidos muchos otros nombres, pero Bouyer se decanta por estas cinco figuras de las cuales solo la primera, la beguina Hadewijch de Amberes, no es carmelita. A través de ellas, se nos ofrece una perspectiva diacrónica del tema del papel de la mujer en la Iglesia puesto que la primera mística nos sitúa en el siglo XIII y, con Edith Stein, la última testigo, nos trasladamos hasta la mitad del siglo XX.
En realidad, en los diversos capítulos del libro no encontramos un relato biográfico ni una hagiografía al uso. Aunque siempre hay una breve referencia a los acontecimiento más destacados de la vida de cada una de estas mujeres, en realidad, Bouyer se detiene en la experiencia espiritual particular que cada una vive, en su contexto concreto y con sus circunstancias propias. Esta experiencia personal de encuentro con el amor de Dios manifestado en Cristo es lo que al autor le maravilla y sorprende y lo que manifiesta esa forma propia de la mujer de vivir la experiencia religiosa.

En ellas, dirá Bouyer, el acontecimiento de gracia del amor de Dios dándose al hombre se acoge y recibe con un corazón de mujer que capta la vida de Dios con una capacidad de acogida tal, que renueva el acontecimiento de la encarnación, Dios se hace presente en el mundo a través de ellas que se convierten, por reconocerse hijas y aceptar movidas por el Amor a ser esposas, en madres del mismo Cristo, dándole a luz para y en el mundo; el mundo concreto en el que ellas viven y del que cuidan y al que se entregan.
Bouyer quiere que reconozcamos, en cada una, esta relación particular con Dios que siendo profundamente personal abre un camino de gracia para todos los hombres, ellas son las maestras de las grandes escuelas de espiritualidad en la Iglesia, escuelas que, en muchos casos, han sido los varones, sus discípulos, quienes luego las han formulado conceptualmente y dado a conocer de un modo metódico y expositivo.

El estilo de Louis Bouyer escribiendo no es fácil. Mezcla un serio lenguaje teológico académico, en el que, además, da por supuesta mucha información que maneja con soltura pero que la mayoría de los lectores, mucho menos cultivados que él —gozaba de una tremenda capacidad intelectual y una vastísima cultura teológica y humanista—, no conocemos tanto, con un lenguaje directo, coloquial, irónico. Por ejemplo, algunas opiniones sobre “nuestra santa”, Teresa de Jesús, y sobre España —afirmaciones hechas ,además, por parte de un francés (aunque Bouyer tenía herencia española y manifestaba una especial simpatía por el carácter español que decía conocer bien, así como nuestro país)— pueden parecer un tanto orgullosas.

Otro aspecto muy positivo del libro son las constantes referencias bibliográficas sobre estas mujeres y de ellas mismas. La selección de textos que el autor hace de cada una despierta el deseo de más, de entrar en contacto con la palabra directa de cada una de estas mujeres y conocerlas, así, de primera mano.

Rasgos comunes a estas mujeres:
Para terminar quiero destacar tres elementos comunes a estas cinco mujeres, que cada una vive de un modo particular pero en los que coinciden y que puede ser el motivo de la elección, por parte de Bouyer, de estas cinco figuras:

Experiencia única de Dios
Cada una de ellas ha vivido una experiencia única de encuentro con Dios en la que su talante femenino ha sido clave para captar algo propio del Misterio divino: la comunión con Cristo que nos introduce en el amor trinitario de Hadewijch, la contemplación de Dios a través de la contemplación de la humanidad de Cristo de Teresa, la relación de total confianza y abandono de Teresa de Lisieux en el amor de Dios Padre, la llamada a vivir en la alabanza de la Gloria de la Trinidad de Isabel y el reconocimiento del Amor y la Sabiduría de Dios manifestados, en su plenitud, en la cruz redentora de Cristo de Edith Stein.

Audacia para responder a los retos de su tiempo.
Cada una de ellas traza un itinerario de encuentro con Dios para el hombre y la mujer de su tiempo, del presente en el que viven, asumiendo algunos aspectos propios de ese momento histórico y, a la vez, rompiendo con una audacia única con los moldes, esquemas o clichés que podrían oprimir la novedad del Espíritu para mantener viva la actualidad del acontecimiento de Cristo, hasta ser ellas mismas renovadoras de la espiritualidad cristiana.

Guiadas por las fuentes de la revelación: la Escritura y la Tradición
La luz que guía este camino no es la genialidad de una preparación filosófica o teológica, no es un discurso académico abstracto, sino la experiencia de una vida confrontada con la Palabra de Dios, guiada por ella y alimentada por la Tradición de la Iglesia, principalmente, de la vida litúrgica. La vuelta constante al origen de la vida cristiana permite una originalidad atractiva que conecta con la fuente de la revelación: el amor de Dios y el objeto de esta: el corazón inquieto del hombre que busca, aún a tientas, el Dios para el que ha sido hecho.
En definitiva, el objetivo del autor y lo valioso y oportuno de esta publicación está en que, a través de su lectura, se pueda despertar y mantener vivo el constante renacimiento interior que las mujeres han provocado en la Iglesia, señalando así un camino para esclarecer la cuestión, siempre importante y delicada, del papel de la mujer hoy, en el mundo y en la Iglesia, ante los desafíos de nuestro tiempo.



                  Carolina Blázquez Casado, OSAAhora bien, poco a poco, a partir de finales de los años 70 y 80, fue retirado de la actividad pública, sobre todo en Europa, hasta llegar a quedar relegado en el olvido. Esta reacción estuvo provocada por la incomprensión hacia su dura posición crítica en relación con la deriva eclesial, principalmente en cuestiones litúrgicas, disciplinares y eclesiales. Su vida puede ser leída como un proceso de identificación con la kénosis de Cristo a la luz del Misterio Pascual, tema central en su vida personal y en su teología —la obra que escribió con ese mismo nombre ha sido una de las más importantes del autor en materia litúrgica y una valiosísima aportación para el redescubrimiento de la Pascua y su celebración como misterio central de la vida cristiana— .
Bouyer, a lo largo de su vida, fue perdiéndolo todo hasta sufrir, en sus últimos años, una situación extrema de soledad y aislamiento, agudizado trágicamente por el alzheimer del que murió y que llegó a velar completamente su capacidad de reflexión e interrelación.
Hay huellas en Bouyer de un cierto profetismo. Él intuyó, por adelantado, algunas dificultades y problemáticas que, en su presente, aún, no se veían con tanta nitidez. Esta agudeza en ver más allá unida a su carácter difícil e irónico, que se expresaba muchas veces de forma mordaz y provocativa, alimentó esta incomprensión y cierta reserva hacia su persona, de la que venimos hablando.

Está siendo en este siglo XXI cuando su figura y su pensamiento teológico está siendo redescubiertos y re-comprendidos mucho más favorablemente. Probablemente, su tendencia a presentar siempre una perspectiva diacrónica de todos los temas explica esta capacidad audaz de interpretación de la realidad. El pasado ofrece siempre pistas para prever lo que será el futuro en el presente.

Bouyer era un enamorado de la historia, del desarrollo de los procesos —en todos sus libros dedica un gran espacio al análisis histórico del desarrollo de los contenidos—, de la evolución de los conceptos. Esta fue una herencia de su querido Cardenal Newmann, del que se consideró siempre discípulo, y de su común educación reformada.

Esta fue también, paradójicamente, la brújula que le condujo hacia el catolicismo reconociendo en el desarrollo histórico dogmático y teológico la permanencia de un elemento de perennidad que mantenía vivo y remitía al acontecimiento primero y único de la revelación, al acontecimiento Cristo. En este sentido, el descubrimiento y la comprensión del sentido auténtico de la Tradición fue clave.

Nació en el seno de una familia luterana, en París, en 1913. En el ámbito del protestantismo encontró y creció su experiencia personal de fe y su vocación, siendo ordenado pastor protestante en 1936. Ejerció su ministerio pastoral en Estrasburgo y en París. Tuvo como profesores a los mejores teólogos luteranos del siglo XX y, también, tuvo un gran contacto con miembros de otras confesiones cristianas, lo que despertó en él una admiración y estima hacia la tradición ortodoxa y católica, sobre todo, por la dimensión litúrgica y mística de la fe.

Después de una fuerte crisis personal y espiritual que le llevó a reconocer que los principios de la fe protestante: sola gracia, sola fe, solo Cristo, sola Escritura solo podían vivirse en plenitud en el seno de la lglesia Católica —tema que puede encontrarse descrito y fundamentado en su obra, también editada por Encuentro, Del protestantismo a la Iglesia— renuncia a su cargo de pastor y pasa a la Iglesia Católica. En 1944 se ordena sacerdote y, a partir de aquí, se dedica al estudio y a la enseñanza de la teología y otras disciplinas humanistas en diversas universidades, en todo el mundo.

Su producción teológico-literaria es enorme. Ha sido autor de más de treinta volúmenes de temática teológica, una lista enorme de artículos, ha escrito cuatro novelas de ficción sobre la búsqueda del Santo Grial, fascinado por el legado de Tolkien y su obra el Señor de los Anillos, de quien fue discípulo y amigo en Oxford.

Dentro de la teología, las temáticas de sus obras son variadísimas: dogmática, liturgia, biblia, espiritualidad, historia, ecumenismo, estados de vida, pastoral… Muchos de sus escritos fueron concebidos como trilogías, tenemos la trilogía trinitaria: Le Père invisible. Approches du mystère de la divinité (Paris 1976); Le Fils éternel. Théologie de la Parole de Dieu et christologie (Paris 1974); Le Consolateur. L´Esprit et la Grâce (Paris 1980); la trilogía económica: L´ Eglise de Dieu. Corps du Christ et Temple de l´Esprit (Paris 1970); Le Trone de la Sagesse. Essai sur la signification du culte marial (Paris 1957); Cosmos. Le monde et la Gloire de Dieu (Paris 1982); la trilogía sobre el método teológico: Gnosis. Le connaissance de Dieu dans l´Ecriture (Paris 1988); Misterion. Du mystère a la mystique(Paris 1986); Sophia ou le Monde en Dieu (Paris 1994); la trilogía de los estados de vida: Le sens de la vie sacerdotale (Paris 1962); Le sens de la vie monastique (Paris 1950); Introduction à la vie spirituelle. Prècis de théologie ascétique et mystique (Paris 1960) y, bajo mi parecer, podemos también establecer una trilogía sobre lo femenino.

Esta trilogía estaría compuesta por el primer volumen de carácter dogmático, su obra sobre antropología dedicada a María: Le Trône de la Sagesse; el segundo volumen de temática eclesiológica: Mistère et ministère de la femme, Paris 1976; y, el tercero, que es el recién publicado por primera vez en español: Figures mystique femenines (Paris 1989) con una orientación más existencial, testimonial y vital.
Su interés por lo femenino¿Por qué este interés hacia el tema de la mujer en Louis Bouyer?

Podemos encontrar dos motivaciones muy diversas pero que se complementan.

La primera es de índole estrictamente teológica. Louis Bouyer ha llegado a la convicción de que, en la historia de la revelación, de las relaciones de Dios con el orden creado, Dios, que al hablar de sí no permite jamás que se le vincule a ningún sexo como un modo de defender su trascendencia, se relaciona con lo creado y, especialmente, con el ser humano, asumiendo el rol masculino. Esto lo vemos, sobre todo, en la metáfora esponsal y encontrará su cumplimiento en la encarnación del Verbo. Para describir las relaciones de Dios con el hombre a través de esta metáfora, Dios se identifica con el varón, mientras que el ser creado asume el papel femenino. Dios ve siempre ante sí a María cuando mira a la criatura, de la que espera un sí libre de amor que le permita derramar el amor que, desde toda la eternidad, nos precede a cada uno, es la razón de nuestra existencia y, a la vez, espera ser aceptado y consumado en la comunión interpersonal. Lo femenino, como expresión de la libertad que consiente, que recibe, que acoge el don primero, se convierte, por tanto, para Bouyer, en el paradigma del alma cristiana.
Hay también otra razón para explicar esta predilección por la mujer en Bouyer y tiene que ver con su propio recorrido vital. Hijo único, por ser el único superviviente de los cuatro hijos que el matrimonio Bouyer tiene. Louis describe su infancia marcada por una especialísima relación con su madre, que muere joven dejando al niño huérfano con 12 años.
Es tal la conmoción que provoca este suceso en el pequeño Louis que pierde el habla y la conexión con la realidad y su padre tiene que enviarle fuera de París, al campo, a la región de la Lorenne, a la casa de una familia cercana a la madre. Allí, durante un año, gracias al contacto con la belleza del entorno que le rodea y la compañía de una joven de la que se enamorará perdidamente, la hija pequeña de esta familia, Elisabeth, saldrá de esta noche oscura y comenzará a gustar la vida de nuevo.
La belleza y ternura de lo femenino será para él siempre una compañía de gracia y vida y un recuerdo sanador de la presencia y ternura de la madre. De hecho, varias mujeres acompañaron la vida de Bouyer a través de una amistad profunda y probada en el tiempo, expresamente él hablará de Julien Green y de Elisabeth Goudge en sus Memorias. A esta última dedica el libro Misterio y ministerio de la mujer. El lazo que unía a Louis Bouyer con Hedwige de Ursel, marquesa de Maupeou Monbail, a la que dedica el libro de Figuras místicas femeninas, nos es totalmente desconocido.

El libroEste libro, escrito en 1989 y reeditado en Francia en varias ocasiones, es la primera vez que se traduce al español. El autor lo presenta como un intento de  diálogo crítico con el movimiento de liberación de la mujer que había despertado con mucha pujanza en Estados Unidos y en Europa a lo largo del siglo XX.
En el prólogo, el autor presenta claramente sus puntos de partida. Por un lado, se distancia, con una valoración muy negativa, de los intentos por buscar un reconocimiento de la dignidad y capacidad de la mujer luchando por una igualdad con el varón. Esto es un verdadero fracaso, porque significa la renuncia a la peculiar y única forma de vivir lo humano desde la condición femenina.

La mujer, para Bouyer, está dotada de una especial forma de ver e interpretar la realidad y, por tanto, también de vivir la experiencia religiosa. De aquí que el objetivo de que ella sea y actúe como los varones, renunciando a la perspectiva de complementariedad entre los sexos, supone un grave daño tanto para la mujer como para el hombre, que necesita de ella, en la plenitud de su singularidad y peculiaridad, para llegar a ser él mismo y construir así juntos la sociedad y el Reino.

Por otra parte, el autor afirma que, en contra de lo que muchos creen y vocean, el cristianismo tiene en sí un potencial de custodia y respeto hacia la mujer que ha hecho posible el que muchas mujeres, a lo largo de la historia de la Iglesia, abrieran nuevos caminos de espiritualidad, partiendo de su experiencia personal y genuina de encuentro y comunión con Cristo. Desde aquí, ellas han ejercido un significativo liderazgo en la Iglesia desde la paradoja, muchas veces, de una vida escondida.
Podrían haberse elegidos muchos otros nombres, pero Bouyer se decanta por estas cinco figuras de las cuales solo la primera, la beguina Hadewijch de Amberes, no es carmelita. A través de ellas, se nos ofrece una perspectiva diacrónica del tema del papel de la mujer en la Iglesia puesto que la primera mística nos sitúa en el siglo XIII y, con Edith Stein, la última testigo, nos trasladamos hasta la mitad del siglo XX.
En realidad, en los diversos capítulos del libro no encontramos un relato biográfico ni una hagiografía al uso. Aunque siempre hay una breve referencia a los acontecimiento más destacados de la vida de cada una de estas mujeres, en realidad, Bouyer se detiene en la experiencia espiritual particular que cada una vive, en su contexto concreto y con sus circunstancias propias. Esta experiencia personal de encuentro con el amor de Dios manifestado en Cristo es lo que al autor le maravilla y sorprende y lo que manifiesta esa forma propia de la mujer de vivir la experiencia religiosa.

En ellas, dirá Bouyer, el acontecimiento de gracia del amor de Dios dándose al hombre se acoge y recibe con un corazón de mujer que capta la vida de Dios con una capacidad de acogida tal, que renueva el acontecimiento de la encarnación, Dios se hace presente en el mundo a través de ellas que se convierten, por reconocerse hijas y aceptar movidas por el Amor a ser esposas, en madres del mismo Cristo, dándole a luz para y en el mundo; el mundo concreto en el que ellas viven y del que cuidan y al que se entregan.
Bouyer quiere que reconozcamos, en cada una, esta relación particular con Dios que siendo profundamente personal abre un camino de gracia para todos los hombres, ellas son las maestras de las grandes escuelas de espiritualidad en la Iglesia, escuelas que, en muchos casos, han sido los varones, sus discípulos, quienes luego las han formulado conceptualmente y dado a conocer de un modo metódico y expositivo.

El estilo de Louis Bouyer escribiendo no es fácil. Mezcla un serio lenguaje teológico académico, en el que, además, da por supuesta mucha información que maneja con soltura pero que la mayoría de los lectores, mucho menos cultivados que él —gozaba de una tremenda capacidad intelectual y una vastísima cultura teológica y humanista—, no conocemos tanto, con un lenguaje directo, coloquial, irónico. Por ejemplo, algunas opiniones sobre “nuestra santa”, Teresa de Jesús, y sobre España —afirmaciones hechas ,además, por parte de un francés (aunque Bouyer tenía herencia española y manifestaba una especial simpatía por el carácter español que decía conocer bien, así como nuestro país)— pueden parecer un tanto orgullosas.

Otro aspecto muy positivo del libro son las constantes referencias bibliográficas sobre estas mujeres y de ellas mismas. La selección de textos que el autor hace de cada una despierta el deseo de más, de entrar en contacto con la palabra directa de cada una de estas mujeres y conocerlas, así, de primera mano.

Rasgos comunes a estas mujeres:
Para terminar quiero destacar tres elementos comunes a estas cinco mujeres, que cada una vive de un modo particular pero en los que coinciden y que puede ser el motivo de la elección, por parte de Bouyer, de estas cinco figuras:

Experiencia única de Dios
Cada una de ellas ha vivido una experiencia única de encuentro con Dios en la que su talante femenino ha sido clave para captar algo propio del Misterio divino: la comunión con Cristo que nos introduce en el amor trinitario de Hadewijch, la contemplación de Dios a través de la contemplación de la humanidad de Cristo de Teresa, la relación de total confianza y abandono de Teresa de Lisieux en el amor de Dios Padre, la llamada a vivir en la alabanza de la Gloria de la Trinidad de Isabel y el reconocimiento del Amor y la Sabiduría de Dios manifestados, en su plenitud, en la cruz redentora de Cristo de Edith Stein.

Audacia para responder a los retos de su tiempo.
Cada una de ellas traza un itinerario de encuentro con Dios para el hombre y la mujer de su tiempo, del presente en el que viven, asumiendo algunos aspectos propios de ese momento histórico y, a la vez, rompiendo con una audacia única con los moldes, esquemas o clichés que podrían oprimir la novedad del Espíritu para mantener viva la actualidad del acontecimiento de Cristo, hasta ser ellas mismas renovadoras de la espiritualidad cristiana.

Guiadas por las fuentes de la revelación: la Escritura y la Tradición
La luz que guía este camino no es la genialidad de una preparación filosófica o teológica, no es un discurso académico abstracto, sino la experiencia de una vida confrontada con la Palabra de Dios, guiada por ella y alimentada por la Tradición de la Iglesia, principalmente, de la vida litúrgica. La vuelta constante al origen de la vida cristiana permite una originalidad atractiva que conecta con la fuente de la revelación: el amor de Dios y el objeto de esta: el corazón inquieto del hombre que busca, aún a tientas, el Dios para el que ha sido hecho.
En definitiva, el objetivo del autor y lo valioso y oportuno de esta publicación está en que, a través de su lectura, se pueda despertar y mantener vivo el constante renacimiento interior que las mujeres han provocado en la Iglesia, señalando así un camino para esclarecer la cuestión, siempre importante y delicada, del papel de la mujer hoy, en el mundo y en la Iglesia, ante los desafíos de nuestro tiempo.

                  Carolina Blázquez Casado, OSA
Ahora bien, poco a poco, a partir de finales de los años 70 y 80, fue retirado de la actividad pública, sobre todo en Europa, hasta llegar a quedar relegado en el olvido. Esta reacción estuvo provocada por la incomprensión hacia su dura posición crítica en relación con la deriva eclesial, principalmente en cuestiones litúrgicas, disciplinares y eclesiales. Su vida puede ser leída como un proceso de identificación con la kénosis de Cristo a la luz del Misterio Pascual, tema central en su vida personal y en su teología —la obra que escribió con ese mismo nombre ha sido una de las más importantes del autor en materia litúrgica y una valiosísima aportación para el redescubrimiento de la Pascua y su celebración como misterio central de la vida cristiana— .
Bouyer, a lo largo de su vida, fue perdiéndolo todo hasta sufrir, en sus últimos años, una situación extrema de soledad y aislamiento, agudizado trágicamente por el alzheimer del que murió y que llegó a velar completamente su capacidad de reflexión e interrelación.
Hay huellas en Bouyer de un cierto profetismo. Él intuyó, por adelantado, algunas dificultades y problemáticas que, en su presente, aún, no se veían con tanta nitidez. Esta agudeza en ver más allá unida a su carácter difícil e irónico, que se expresaba muchas veces de forma mordaz y provocativa, alimentó esta incomprensión y cierta reserva hacia su persona, de la que venimos hablando.

Está siendo en este siglo XXI cuando su figura y su pensamiento teológico está siendo redescubiertos y re-comprendidos mucho más favorablemente. Probablemente, su tendencia a presentar siempre una perspectiva diacrónica de todos los temas explica esta capacidad audaz de interpretación de la realidad. El pasado ofrece siempre pistas para prever lo que será el futuro en el presente.

Bouyer era un enamorado de la historia, del desarrollo de los procesos —en todos sus libros dedica un gran espacio al análisis histórico del desarrollo de los contenidos—, de la evolución de los conceptos. Esta fue una herencia de su querido Cardenal Newmann, del que se consideró siempre discípulo, y de su común educación reformada.

Esta fue también, paradójicamente, la brújula que le condujo hacia el catolicismo reconociendo en el desarrollo histórico dogmático y teológico la permanencia de un elemento de perennidad que mantenía vivo y remitía al acontecimiento primero y único de la revelación, al acontecimiento Cristo. En este sentido, el descubrimiento y la comprensión del sentido auténtico de la Tradición fue clave.

Nació en el seno de una familia luterana, en París, en 1913. En el ámbito del protestantismo encontró y creció su experiencia personal de fe y su vocación, siendo ordenado pastor protestante en 1936. Ejerció su ministerio pastoral en Estrasburgo y en París. Tuvo como profesores a los mejores teólogos luteranos del siglo XX y, también, tuvo un gran contacto con miembros de otras confesiones cristianas, lo que despertó en él una admiración y estima hacia la tradición ortodoxa y católica, sobre todo, por la dimensión litúrgica y mística de la fe.

Después de una fuerte crisis personal y espiritual que le llevó a reconocer que los principios de la fe protestante: sola gracia, sola fe, solo Cristo, sola Escritura solo podían vivirse en plenitud en el seno de la lglesia Católica —tema que puede encontrarse descrito y fundamentado en su obra, también editada por Encuentro, Del protestantismo a la Iglesia— renuncia a su cargo de pastor y pasa a la Iglesia Católica. En 1944 se ordena sacerdote y, a partir de aquí, se dedica al estudio y a la enseñanza de la teología y otras disciplinas humanistas en diversas universidades, en todo el mundo.

Su producción teológico-literaria es enorme. Ha sido autor de más de treinta volúmenes de temática teológica, una lista enorme de artículos, ha escrito cuatro novelas de ficción sobre la búsqueda del Santo Grial, fascinado por el legado de Tolkien y su obra el Señor de los Anillos, de quien fue discípulo y amigo en Oxford.

Dentro de la teología, las temáticas de sus obras son variadísimas: dogmática, liturgia, biblia, espiritualidad, historia, ecumenismo, estados de vida, pastoral… Muchos de sus escritos fueron concebidos como trilogías, tenemos la trilogía trinitaria: Le Père invisible. Approches du mystère de la divinité (Paris 1976); Le Fils éternel. Théologie de la Parole de Dieu et christologie (Paris 1974); Le Consolateur. L´Esprit et la Grâce (Paris 1980); la trilogía económica: L´ Eglise de Dieu. Corps du Christ et Temple de l´Esprit (Paris 1970); Le Trone de la Sagesse. Essai sur la signification du culte marial (Paris 1957); Cosmos. Le monde et la Gloire de Dieu (Paris 1982); la trilogía sobre el método teológico: Gnosis. Le connaissance de Dieu dans l´Ecriture (Paris 1988); Misterion. Du mystère a la mystique(Paris 1986); Sophia ou le Monde en Dieu (Paris 1994); la trilogía de los estados de vida: Le sens de la vie sacerdotale (Paris 1962); Le sens de la vie monastique (Paris 1950); Introduction à la vie spirituelle. Prècis de théologie ascétique et mystique (Paris 1960) y, bajo mi parecer, podemos también establecer una trilogía sobre lo femenino.

Esta trilogía estaría compuesta por el primer volumen de carácter dogmático, su obra sobre antropología dedicada a María: Le Trône de la Sagesse; el segundo volumen de temática eclesiológica: Mistère et ministère de la femme, Paris 1976; y, el tercero, que es el recién publicado por primera vez en español: Figures mystique femenines (Paris 1989) con una orientación más existencial, testimonial y vital.
Su interés por lo femenino¿Por qué este interés hacia el tema de la mujer en Louis Bouyer?

Podemos encontrar dos motivaciones muy diversas pero que se complementan.

La primera es de índole estrictamente teológica. Louis Bouyer ha llegado a la convicción de que, en la historia de la revelación, de las relaciones de Dios con el orden creado, Dios, que al hablar de sí no permite jamás que se le vincule a ningún sexo como un modo de defender su trascendencia, se relaciona con lo creado y, especialmente, con el ser humano, asumiendo el rol masculino. Esto lo vemos, sobre todo, en la metáfora esponsal y encontrará su cumplimiento en la encarnación del Verbo. Para describir las relaciones de Dios con el hombre a través de esta metáfora, Dios se identifica con el varón, mientras que el ser creado asume el papel femenino. Dios ve siempre ante sí a María cuando mira a la criatura, de la que espera un sí libre de amor que le permita derramar el amor que, desde toda la eternidad, nos precede a cada uno, es la razón de nuestra existencia y, a la vez, espera ser aceptado y consumado en la comunión interpersonal. Lo femenino, como expresión de la libertad que consiente, que recibe, que acoge el don primero, se convierte, por tanto, para Bouyer, en el paradigma del alma cristiana.
Hay también otra razón para explicar esta predilección por la mujer en Bouyer y tiene que ver con su propio recorrido vital. Hijo único, por ser el único superviviente de los cuatro hijos que el matrimonio Bouyer tiene. Louis describe su infancia marcada por una especialísima relación con su madre, que muere joven dejando al niño huérfano con 12 años.
Es tal la conmoción que provoca este suceso en el pequeño Louis que pierde el habla y la conexión con la realidad y su padre tiene que enviarle fuera de París, al campo, a la región de la Lorenne, a la casa de una familia cercana a la madre. Allí, durante un año, gracias al contacto con la belleza del entorno que le rodea y la compañía de una joven de la que se enamorará perdidamente, la hija pequeña de esta familia, Elisabeth, saldrá de esta noche oscura y comenzará a gustar la vida de nuevo.
La belleza y ternura de lo femenino será para él siempre una compañía de gracia y vida y un recuerdo sanador de la presencia y ternura de la madre. De hecho, varias mujeres acompañaron la vida de Bouyer a través de una amistad profunda y probada en el tiempo, expresamente él hablará de Julien Green y de Elisabeth Goudge en sus Memorias. A esta última dedica el libro Misterio y ministerio de la mujer. El lazo que unía a Louis Bouyer con Hedwige de Ursel, marquesa de Maupeou Monbail, a la que dedica el libro de Figuras místicas femeninas, nos es totalmente desconocido.

El libroEste libro, escrito en 1989 y reeditado en Francia en varias ocasiones, es la primera vez que se traduce al español. El autor lo presenta como un intento de  diálogo crítico con el movimiento de liberación de la mujer que había despertado con mucha pujanza en Estados Unidos y en Europa a lo largo del siglo XX.
En el prólogo, el autor presenta claramente sus puntos de partida. Por un lado, se distancia, con una valoración muy negativa, de los intentos por buscar un reconocimiento de la dignidad y capacidad de la mujer luchando por una igualdad con el varón. Esto es un verdadero fracaso, porque significa la renuncia a la peculiar y única forma de vivir lo humano desde la condición femenina.

La mujer, para Bouyer, está dotada de una especial forma de ver e interpretar la realidad y, por tanto, también de vivir la experiencia religiosa. De aquí que el objetivo de que ella sea y actúe como los varones, renunciando a la perspectiva de complementariedad entre los sexos, supone un grave daño tanto para la mujer como para el hombre, que necesita de ella, en la plenitud de su singularidad y peculiaridad, para llegar a ser él mismo y construir así juntos la sociedad y el Reino.

Por otra parte, el autor afirma que, en contra de lo que muchos creen y vocean, el cristianismo tiene en sí un potencial de custodia y respeto hacia la mujer que ha hecho posible el que muchas mujeres, a lo largo de la historia de la Iglesia, abrieran nuevos caminos de espiritualidad, partiendo de su experiencia personal y genuina de encuentro y comunión con Cristo. Desde aquí, ellas han ejercido un significativo liderazgo en la Iglesia desde la paradoja, muchas veces, de una vida escondida.
Podrían haberse elegidos muchos otros nombres, pero Bouyer se decanta por estas cinco figuras de las cuales solo la primera, la beguina Hadewijch de Amberes, no es carmelita. A través de ellas, se nos ofrece una perspectiva diacrónica del tema del papel de la mujer en la Iglesia puesto que la primera mística nos sitúa en el siglo XIII y, con Edith Stein, la última testigo, nos trasladamos hasta la mitad del siglo XX.
En realidad, en los diversos capítulos del libro no encontramos un relato biográfico ni una hagiografía al uso. Aunque siempre hay una breve referencia a los acontecimiento más destacados de la vida de cada una de estas mujeres, en realidad, Bouyer se detiene en la experiencia espiritual particular que cada una vive, en su contexto concreto y con sus circunstancias propias. Esta experiencia personal de encuentro con el amor de Dios manifestado en Cristo es lo que al autor le maravilla y sorprende y lo que manifiesta esa forma propia de la mujer de vivir la experiencia religiosa.

En ellas, dirá Bouyer, el acontecimiento de gracia del amor de Dios dándose al hombre se acoge y recibe con un corazón de mujer que capta la vida de Dios con una capacidad de acogida tal, que renueva el acontecimiento de la encarnación, Dios se hace presente en el mundo a través de ellas que se convierten, por reconocerse hijas y aceptar movidas por el Amor a ser esposas, en madres del mismo Cristo, dándole a luz para y en el mundo; el mundo concreto en el que ellas viven y del que cuidan y al que se entregan.
Bouyer quiere que reconozcamos, en cada una, esta relación particular con Dios que siendo profundamente personal abre un camino de gracia para todos los hombres, ellas son las maestras de las grandes escuelas de espiritualidad en la Iglesia, escuelas que, en muchos casos, han sido los varones, sus discípulos, quienes luego las han formulado conceptualmente y dado a conocer de un modo metódico y expositivo.

El estilo de Louis Bouyer escribiendo no es fácil. Mezcla un serio lenguaje teológico académico, en el que, además, da por supuesta mucha información que maneja con soltura pero que la mayoría de los lectores, mucho menos cultivados que él —gozaba de una tremenda capacidad intelectual y una vastísima cultura teológica y humanista—, no conocemos tanto, con un lenguaje directo, coloquial, irónico. Por ejemplo, algunas opiniones sobre “nuestra santa”, Teresa de Jesús, y sobre España —afirmaciones hechas ,además, por parte de un francés (aunque Bouyer tenía herencia española y manifestaba una especial simpatía por el carácter español que decía conocer bien, así como nuestro país)— pueden parecer un tanto orgullosas.

Otro aspecto muy positivo del libro son las constantes referencias bibliográficas sobre estas mujeres y de ellas mismas. La selección de textos que el autor hace de cada una despierta el deseo de más, de entrar en contacto con la palabra directa de cada una de estas mujeres y conocerlas, así, de primera mano.

Rasgos comunes a estas mujeres:
Para terminar quiero destacar tres elementos comunes a estas cinco mujeres, que cada una vive de un modo particular pero en los que coinciden y que puede ser el motivo de la elección, por parte de Bouyer, de estas cinco figuras:

Experiencia única de Dios
Cada una de ellas ha vivido una experiencia única de encuentro con Dios en la que su talante femenino ha sido clave para captar algo propio del Misterio divino: la comunión con Cristo que nos introduce en el amor trinitario de Hadewijch, la contemplación de Dios a través de la contemplación de la humanidad de Cristo de Teresa, la relación de total confianza y abandono de Teresa de Lisieux en el amor de Dios Padre, la llamada a vivir en la alabanza de la Gloria de la Trinidad de Isabel y el reconocimiento del Amor y la Sabiduría de Dios manifestados, en su plenitud, en la cruz redentora de Cristo de Edith Stein.

Audacia para responder a los retos de su tiempo.
Cada una de ellas traza un itinerario de encuentro con Dios para el hombre y la mujer de su tiempo, del presente en el que viven, asumiendo algunos aspectos propios de ese momento histórico y, a la vez, rompiendo con una audacia única con los moldes, esquemas o clichés que podrían oprimir la novedad del Espíritu para mantener viva la actualidad del acontecimiento de Cristo, hasta ser ellas mismas renovadoras de la espiritualidad cristiana.

Guiadas por las fuentes de la revelación: la Escritura y la Tradición
La luz que guía este camino no es la genialidad de una preparación filosófica o teológica, no es un discurso académico abstracto, sino la experiencia de una vida confrontada con la Palabra de Dios, guiada por ella y alimentada por la Tradición de la Iglesia, principalmente, de la vida litúrgica. La vuelta constante al origen de la vida cristiana permite una originalidad atractiva que conecta con la fuente de la revelación: el amor de Dios y el objeto de esta: el corazón inquieto del hombre que busca, aún a tientas, el Dios para el que ha sido hecho.
En definitiva, el objetivo del autor y lo valioso y oportuno de esta publicación está en que, a través de su lectura, se pueda despertar y mantener vivo el constante renacimiento interior que las mujeres han provocado en la Iglesia, señalando así un camino para esclarecer la cuestión, siempre importante y delicada, del papel de la mujer hoy, en el mundo y en la Iglesia, ante los desafíos de nuestro tiempo.

                  Carolina Blázquez Casado, OSA
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​El libro:
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Título: Figusras misticas femeninas
Autor: Louis Bouyer
Traducción: Carolina Blázquez Casado, OSA
Páginas: 172
Editorial: Encuentro
Ciudad: Madrid
Año: 2022

Semana Monástica

13/7/2022

 
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Entre los días 17 y 23 de julio, ofrecemos la posibilidad de vivir unos días en el monasterio, compartiendo la vida cotidiana con la comunidad de hermanas,  pudiendo venir toda la semana o solo algunos días.
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Por las mañanas habrá posibilidad de trabajar con las hermanas tanto en nuestros talleres de artesanía como en el campo.

Las tardes en cambio  estarán destinadas a tener tiempos de silencio para la oración y reflexión personal. Compartiremos también la Liturgia de las Horas y la Eucaristía cada día. ​

Más información

Profesión Temporal | Hna. Melanie (Lima, Perú)

30/6/2022

 
Con gran alegría comunicamos que ayer, 29 de junio, nuestra hermana Melanie realizaba la Profesión Simple en la comunidad de Lima, Perú. En el siguiente vídeo pueden ver la celebración que se retransmitía ayer en directo.

Concierto Oración | Madrid

21/6/2022

 
Este viernes 24 de junio, estaremos en la parroquia de Sta. María del Pinar (Madrid) para compartir la Eucaristía y un Concierto-Oración con todos los que queráis acercaros.
​¡Os esperamos!
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Corpus Christi

20/6/2022

 
Con motivo de la celebración de la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, queremos compartir un mensaje de Madre Prado y algunas imágenes que reflejan cómo lo hemos vivido en Sotillo, Carrión y Genzano. 
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PAN DEL AMOR, PAN DE SOBRA | Lc 9, 11b-17
​Quizás sea el hambre la mayor amenaza de la humanidad o de la vida porque la vida requiere ese mantenimiento continuo y seguro, un maná que dé fuerza para seguir caminando hasta la tierra en la que se nos prometen manjares suculentos y abundantes. Sin embargo, el hambre no cesa. Nunca es suficiente lo que se nos da para vivir. Saciarse es un lujo, el pecado de algunos en esta tierra, una pretensión imposible sin restarle a otro lo que es también suyo o lo que necesita.
Cuando “el día comienza a declinar” (cfr. Lc 9, 12) la desesperación se hace más fuerte porque no quedan ya posibilidades de obtener lo que nos falta y el cansancio nos paraliza allí donde estemos, ¿un descampado?, ¿el páramo infinito de una vida sin sentido?, ¿las calles de una ciudad inhóspita?, ¿el abandono de los que amamos? ¿una guerra sin tregua y sin final? Hay muchos escenarios de hambre, de soledad, de pérdida, de muerte. Y todos están ante Él.
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​El Evangelio de esta solemnidad que será proclamado hoy nos habla de que el Señor mismo se hace Mesa a la que quedan invitados todos los hombres de la tierra. “Haced que se sienten” (Lc 9, 14), invitad, que vengan a Mí, que ninguno sea despedido con hambre. Y Él mismo se hace comida y bebida… que nunca faltarán a nadie. Él es el Pan y el Vino de sobra y, por eso, cuando Él está y donde Él está se celebra la fiesta más grande en la que nuestra pobre agua se transforma en el Vino de la gracia y la alegría y nuestra propia carne herida Él la desposa hasta transfigurarla, transformarla en carne redimida.
Jesús el Señor es este Pan que no se acaba, pero solo lo que lo han saboreado alguna vez lo saben.
Es el Pan de todos y para todos. El Pan que se consume y se deja consumir, mansamente, como es el Pan. Él es el Pan más rico, más sabroso.
Jesús el Señor es así, un Pan y un Vino de sobra, Amor de sobra. 

“Dadles vosotros de comer” (Lc 9, 13), haced lo que me habéis visto hacer: sed vosotros también Pan y Vino, dejaos consumir y ser consumidos y habrá pan para todos en esta tierra de bienes abundantes en la que muchos los guardan para sí. Desplegad el mantel de Bodas y daos, ofreceos, entregaos, poned la vida en esta Mesa y, os aseguro, que llegará mi Pan y mi Vino a todos los rincones de la tierra. 

Hoy, como cada día hasta el fin del mundo, Jesús el Señor está en medio de la multitud de los hombres que van y vienen, siguiendo el rastro de la felicidad, de la fecundidad de una vida con sentido, de una gracia sin ocaso, sin atardeceres vacíos de esperanza, y nos invita a ser con Él Eucaristía para el mundo, un Pan y un Vino de sobra, un Pan partido y repartido y un Vino escanciado hasta el fin. Porque Él ha ido delante y nosotros vamos con Él y somos sus Memores. “Haced esto… en memoria mía” (cfr.1Co 11, 25)

Donde prende este Amor dadivoso, a quien contagia, le hace poseedor del mismo Amor. Y ese trasvase del Amor al pobre corazón multiplica el Amor. Ante la escasez, la medida, la limitación de nuestro amor este Amor rebosa por todas partes. “Sobraron muchos panes” (Lc 9, 17). Así es.

Buen día del Corpus Christi, Buen Festín.
Con mi cariño y comunión
M. Prado
  • SOTILLO DE LA ADRADA
  • CARRIÓN DE LOS CONDES
  • GENZANO DI ROMA
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Figuras Místicas Femeninas

17/6/2022

 
El próximo jueves 23 de junio tendrá lugar la presentación del último libro de Louis Bouyer traducido al español. La traducción ha sido realizada por M. Carolina, OSA, quien intervendrá en un coloquio a partir del libro junto con la directora de la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española, Lourdes Groso García, M.Id.

Se trata de un evento abierto al público en el que os invitamos a participar a todos los que queráis asomaros a la vida de estas cinco figuras místicas. ​Haz clic aquí para editar.
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Bodas de Plata  |  Hna. Marian

9/6/2022

 
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​Tu mano me sostiene…


Durante estos días estamos de enhorabuena porque celebramos los 25 años de Consagración de nuestra hermana Marian. El 13 de abril de 1997 profesó los votos de pobreza, castidad y obediencia.

En la Eucaristía celebrada el pasado lunes 23 de mayo, oficiada por el Padre agustino Gonzalo Tejerina, nuestra hermana Marian renovaba sus votos reconociendo que estos años de fidelidad han sido posibles porque Cristo la ha sostenido en todo momento. También ha sido un momento propicio para dar las gracias a todos los que la han acompañado en este camino: en primer lugar, a Dios; a sus padres y a su familia; a su primera comunidad de San Mateo; a nuestra comunidad del Monasterio de la Conversión; a Madre Prado y a las primeras hermanas que la recibieron en Becerril de Campos (Palencia); y a todos y cada uno de los que han hecho posible su entrega y su vocación.

El amor que Dios ha infundido en ella desde siempre, desde la infancia, ha hecho posible su sí, su fidelidad durante estos 25 años de vida consagrada. Y, a la vez, este aniversario es un signo de entrega y confianza, que nos llena de alegría a todas las hermanas de la comunidad y que nos impulsa a seguir caminando unidas.


TESTIMONIO DE LA HERMANA MARIAN
13 de abril 1997 – 13 abril 2022

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¡Dad gracias al Señor conmigo!

Me brota del corazón solo una palabra: GRACIAS por tanto y por todo.
Hace 25 años en el altar de la Comunidad de Agustinas, en la Iglesia Santa Ana, San Mateo (Castellón), el Señor me invitó a seguirle más de cerca, profesando los votos de castidad, pobreza y obediencia en la Orden de San Agustín. 
No imaginé entonces el camino que me esperaba. Frente a muchos avatares de la vida Jesús me ha concedido la gracia de caminar hacia Él y nunca me ha abandonado la certeza de su presencia y cuidado, en cada paso que he dado. Entre este juego de libertad y gracia que todos podemos experimentar cuando le buscamos de corazón, han transcurrido estos 25 años de consagración a Él.

En el año 2001 me incorporé a la Comunidad de Agustinas del Monasterio de la Conversión, que iniciaban recientemente su andadura en la novedad de una vida impulsada por el Espíritu Santo, encarnada en siete hermanas (Prado, Carmen R., Carmen T., Carolina, Amaya, María del Prado, Bárbara) que lo habían dejado todo para abrirse con valentía y audacia a las mociones de este mismo Espíritu. ¡Feliz la hora! Ha sido toda una escuela de vida, de humanidad, de fraternidad, de esperanza… Cada día se va afianzando mi pertenencia a Jesús en esta comunidad donde mi identidad y misión son cada vez más luminosas.

Mi experiencia religiosa ha sido como el Camino de Santiago, toda una peregrinación, un Santo Viaje, con etapas muy diversas, y en el cual todavía me encuentro dando pasos al ritmo del corazón y de la vida misma.

Doy gracias a Dios por mis padres que acogieron mi vida y la custodiaron con tanto cuidado. Gracias a todas las personas que han acompañado este itinerario, que han sido compañeras de camino, que han tomado mi mano y me han levantado. También recuerdo agradecida a tantas personas que a lo largo de estos 25 años se han acercado a mí o se han cruzado nuestros caminos y se ha dado un auténtico Emaús. En mi oración pongo a cada persona que se me ha confiado, aunque haya sido brevemente, encuentros fugaces, que Jesús supla mi carencia y pobreza y su gracia sea fecunda en el misterio de estas vidas.

Gracias al P. Gonzalo Tejerina que ha querido compartir la alegría de este día y ha venido para celebrar la Eucaristía de este día,  siempre ha sido compañero y hermano en el camino.

Por último, quiero agradecer la presencia de cada una de mis hermanas de comunidad, en Sotillo, en Lima, en Genzano, en New Lenox, sin ellas yo no sería la misma, este camino no habría sido posible. Con ellas, con cada una, quiero seguir caminando HACIA Dios con un solo corazón y una sola alma.

Me siento cada día más Agustina del Monasterio de la Conversión, más hija del Padre, más hermana, más esposa de Jesús. Es una alegría haber celebrado estas Bodas el día de Santa Rita de Casia, una mujer de fe que nos custodia con un ejemplo vivo de compasión, misericordia y reconciliación.

Esta celebración es memoria agradecida y renovación de mi consagración a Jesús, con todo el impulso de mi corazón, deseando seguir sirviendo a mi Comunidad, a mi Orden y a la Iglesia hasta el día de mi encuentro con Él.

Termino este breve testimonio con una oración de San Agustín que me ha acompañado durante todos estos años:

“Que el Señor nos conceda servir bien, porque queramos o no queramos somos siervos, si lo somos queriéndolo, no lo somos por necesidad sino por amor.”

Cor Unum in Deum.
Hna. Marian Muñoz Peñaranda.

Nuevo Civitas Dei para niños

1/6/2022

 
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Se han agotado las plazas para el Civitas Dei de niños de este año, del 3 al 9 de julio, pero tendremos una segunda semana también para niños (de 6 a 11 años) del 17 al 23 de julio. 
Para más información sobre Civitas Dei: http://www.monasteriodelaconversion.com/civitas-dei.html
Inscripción para niños, del 17 al 23 de julio: https://forms.gle/ooE76SaDn4YJQW4S7

Concierto - Oración en Madrid

22/5/2022

 
Queridos amigos,
con motivo de la celebración de la Pascua, como en años anteriores, el próximo jueves 26 de mayo, las hermanas del Monasterio de la Conversión, viviremos junto a todos los que queráis compartir este momento con nosotras, un espacio de oración a través de la música. será a 20:15 h. en la parroquia Nuestra Señora del Rosario, situada en Plaza Franciscanos, 3, Madrid.
A través de la Palabra, la presencia, el canto, la música... deseamos abrir nuestros corazones junto a los vuestros al cielo para entonar la alegría de la Resurrección: ¡Aleluya es nuestro canto!
Os esperamos a todos. Cor Unum in Deum.

Hnas. del Monasterio de la Conversión
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Próximo JARIS

13/5/2022

 

 XLIX Encuentro JARIS - El beso de la paz.
​                                                                 "La justicia y la paz se besan" Salmo 84


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Consulta el programa, para saber temas y horarios del fin de semana
PROGRAMA

CIVITAS DEI - Abierto el plazo de inscripción

8/5/2022

 
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Si quieres participar en Civitas Dei este verano, ya puedes inscribirte a través de  los siguientes formularios:
NIÑOS
(6 a 11 años)


ADOLESCENTES
(12 a 17 años)


JÓVENES
​(18 a 25 años)
MÁS INFORMACIÓN
Y si quieres venir como monitor, puedes inscribirte en el siguiente formulario:  MONITORES
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