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Cuadro “Pascua del Ágape, 2020”
Acrílico sobre madera. Hna Francis Este cuadro “eucarístico” fue la imagen de este año y preside los días de Pascua en la sala donde nos reunimos al acabar el día. Vivimos este año la Pascua del Ágape Ágape... algo mucho más que un alimento utilitario, algo más allá de la sola comida. En apariencia es solo bodegón, pero habla de la vida cotidiana transida por la eucaristía, por la visita de Dios, por la experiencia de la Cruz y la Resurrección. Cotidianos son los elementos usados, y todo ello espera ser transformado. Como nosotros. Un gran formato cuadrado que es el lienzo extendido del mundo, una cruz que le atraviesa de parte a parte, cruz formada de luz (el brazo horizontal) y sangre derramada (verticalidad), porque Suya es toda la tierra, y la cruz atraviesa el tiempo y el espacio , Él ha inaugurado la plenitud de los tiempos y es todo en todos. En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento De Dios aleteaba por encima de las aguas. Gn 1,1-2
La composición hace esta división. Una parte amplia oscura que es el Misterio profundo insondable. En ella está el misterio de la muerte, del sufrimiento...la noche (tú sola sabes la hora en que Cristo resucitó, dice el Pregón Pascual) La ausencia de Luz...¡la tumba vacía! En el centro Luz. Luz de la Resurrección, el sudario abandonado, el paño del altar, el mantel del ágape. Recuerda también un paisaje, lienzo de colinas bañadas por el sol... Abajo un plano de verde-tierra extenso , el suelo que pisamos, donde el hombre trabaja, amasa el pan y recoge los frutos, hace el vino y lo presenta a Dios como ofrenda, y le es devuelto Dios mismo como alimento que se nos derrama. Gn 1, 3 Dijo Dios: “Haya Luz”, y hubo Luz... La Luz es un atributo por excelencia del Espíritu Santo, es revelación. Paul Eudokimov al hablar de la teología de la Belleza nos dice que el ojo no percibe los objetos sino la Luz reflejada en ellos, la Luz hace a las cosas luminosas, lo que vemos es la Luz que se “desposa” con el objeto y toma su forma, lo figura, lo revela. Por la Luz nos hacemos presentes, somos vistos por el otro. “Hágase la Luz”, no es el primer día de la creación y basta, sino el día ÚNICO, ES DECIR, prefigura EL DÍA DE LA RESURRECCIÓN. Es pues el día que se manifestó la Luz. Yo soy la Luz...vosotros sois la Luz del mundo... La comunidad, la Iglesia, se reúne y dejándose atravesar por la Luz de Dios puede participar de los dones y la belleza de los demás. Todo en este mundo es una armonía relacional. Vivimos en un Monasterio en un valle entre montañas y vemos la sinfonía de la creación cada día, la belleza profunda de cada árbol, espiga de avena, cantueso, vides que se abren paso entre las piedras... aves, ranas, grillos, conejos...y en medio de ellos, nosotras podemos ofrecer nuestras voces y cantar la alabanza a Dios, contemplando la vida. Pero cuidar la relación entre nosotras es la tarea más importante porque si no participamos de la Luz que cada una recibe y a su vez rebota no seremos comunión. Este el altar del mundo, creado desde el principio como una relación de “comunión” en la que todo se implica. La relación en un cuadro también se hace por La Luz: color.
Pregunta una hermana ¿Cómo puedes pintar el vidrio? Y sonriendo pienso para mí: igual que pintas otra textura, mirando la relación entre ellos, la luz, el color. En el caso del vidrio: "no pintándolo", sino mostrando lo que se desvela a través de él. Cada objeto participa del otro, sobre el vidrio se reflejan las telas, sobre las telas el vino, sobre el pan la luz del vaso...esto es figura de la comunión, la belleza de entrar en comunión.
Cada año la pascua trae enganchada toda la historia de salvación. Moisés va a sacar al pueblo en una noche terrible donde la muerte silenciosa está pasando por las casas de Egipto... fácil poder comparar con la situación actual de pandemia... Y este es el pistoletazo de salida para una multitud de esclavos que va a ser convertida en pueblo, y pueblo de Dios, que entrará en un desierto y experimentará que la salvación le viene de Dios. Y cada generación posterior celebrará por siempre esta Pascua que también vivió Cristo. Cristo se reúne para comer la Pascua, es en esta fiesta donde comían el cordero y se daban gracias a Dios por la tierra prometida, el pan el vino...
En esta fiesta Jesucristo, sacerdote eterno, presenta la ofrenda y Él mismo es la ofrenda. Este punto donde se centra la Cruz, punto central del cuadro, es donde está la ofrenda eucarística es lo menos desenfocado, lo más concreto. Es donde cobra sentido otras mesas: la mesa de Abraham en Mambré, la mesa de la última cena,...la mesa del mundo, de cada eucaristía, que nos mete en un tiempo y espacio eternos...la mesa de la Cruz. Gn 14, 18: Entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo, (ya desde el Génesis, rey de Salem, Principe de la Paz, rey de Jerusalén) Sal 110, 4: Lo ha jurado Yahveh y no se arrepiente: “Tú eres sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec” Y explica la Epístola de los Hebreos capítulo 5 y 7, no como Aarón ... Jesús no come, explica el signo y da el alimento: "Esto es mi cuerpo...” No presenta corderos a Yahveh como otros sacerdotes, puesto que él mismo será el cordero. El vino, será la sangre derramada de este inocente, es sangre del “cielo”, es el cielo en la tierra para nosotros, el perdón de los pecados que es nuestra salvación. Esta es la pascua de nuestra vida. Por eso en el cuadro llueve del cielo como un bautismo de sangre.
En este tiempo de Pandemia, sin movernos de las casas, todos estamos haciendo una relectura de la vida, tomando conciencia de qué es lo importante...esta es la sabiduría de la Cruz. El sufrimiento que rechazamos es el que nos une a los otros, el que nos humaniza y con el que somos capaces de hacernos cargo de otras vidas. No es casualidad que todo pase en este tiempo pascual...la Carta a los Hebreos indica, aprendió sufriendo a obedecer. Alexandre Schmemann, en un libro de precioso título: “Para la vida del mundo” dice que La singularidad del hombre en la creación es que el hombre es el único que puede bendecir a Dios, es decir, su función sacerdotal es la definición primera y fundamental del hombre. El mundo fue creado como “materia” de una eucaristía que lo abarca todo...y el hombre fue creado como sacerdote de este sacramento cósmico. En todas las culturas el banquete sigue siendo un rito. En la mesa nos sentamos con los amigos, la familia,... celebramos. Y Cristo ha querido quedarse en este sacramento. La comida que reúne en la mesa los que ama a los dispersos. Como esas comidas que al menos una vez al año obliga a reunirse la familia... traer a los dispersos Cristo se hace alimento que nos transforma y nos hace otro Cristo, Cristianos. Capaces de hacer de nuestra vida una verdadera acción de Gracias: Eucaristía. Estos 3 días del Triduo queda recogidos e inseparables en estos 3 planos: 1.- Jueves Santo. El Ágape. El pan y el vino en el primer plano 2.- Viernes. La Cruz. Sangre derramada, puente entre eucaristía y la Resurrección. 3.- (Sábado de madrugada) Domingo. Fondo del cuadro, la tumba vacía. 4/5/2020 20:02:21
Muy buenas. Somos una asociación sin ánimo de lucro de católicos artistas cuya finalidad es mostrar al mundo la belleza de nuestra fe a través de todas las disciplinas de las Bellas artes. Y promover la creación de obra religiosa y de arte sacro.
Hna Francis
7/5/2020 16:56:51
Gracias. PARA ALABANZA DE SU GLORIA! Los comentarios están cerrados.
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