“No tenemos aquí abajo una ciudad permanente, sino que buscamos la futura” (Hb 13, 14) Con motivo de la celebración de la 108ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2022, el domingo 25 de septiembre, el Papa Francisco lanzaba un mensaje, destacando que “el sentido último de nuestro ‘viaje’ en este mundo es la búsqueda de la verdadera patria, el Reino de Dios inaugurado por Jesucristo”. En este mensaje, el Santo Padre recordaba que “nadie debe ser excluido. Su proyecto –el de Cristo- es esencialmente inclusivo y sitúa en el centro a los habitantes de las periferias existenciales. Entre ellos, hay muchos migrantes y refugiados, desplazados y víctimas de la trata. Es con ellos que Dios quiere edificar su Reino, porque sin ellos no sería el Reino que Dios quiere. La inclusión de las personas más vulnerables es una condición necesaria para obtener la plena ciudadanía”. “Construir el futuro con los migrantes y los refugiados significa también reconocer y valorar lo que cada uno de ellos puede aportar al proceso de edificación”, apuntaba el Papa Francisco, señalando a su vez que “la presencia de los migrantes y los refugiados representa un enorme reto, pero también una oportunidad de crecimiento cultural y espiritual para todos. Gracias a ellos tenemos la oportunidad de conocer mejor el mundo y la belleza de su diversidad. Podemos madurar en humanidad y construir juntos un ‘nosotros’ más grande”. Eucaristía y Adoración por los migrantes y los refugiados En nuestro Monasterio de la Conversión vivimos de manera especial este día porque en Laudes, en la Eucaristía y en la Adoración vespertina tuvimos muy presentes a los Migrantes y Refugiados. En la Oración de los Fieles, las peticiones iban dirigidas a ellos pidiendo por todas las situaciones difíciles que viven en estos momentos las personas que han tenido que marchar a otros países, especialmente los que no lo han hecho por voluntad propia, sino que se han visto obligados por tener que huir de la guerra, sobre todo, por el conflicto que existe actualmente en Ucrania. Además, nuestra Comunidad tiene una especial sensibilidad por los migrantes y refugiados porque en nuestro carisma está grabada a fuego la llamada a la peregrinación, a estar siempre en camino. Caminar todos unidos hacia Dios era el deseo de San Agustín y, por tanto, nuestro deseo como agustinas. La familia Babotenko No queremos terminar estas líneas sin recordar a la familia ucraniana que ha estado viviendo en nuestro Monasterio durante unos meses y que, sin lugar a dudas, ha sido un regalo y una experiencia inolvidable de fraternidad y de enriquecimiento mutuo. Queremos compartir con vosotros un artículo publicado en Vida Nueva digital, con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que recoge la experiencia vivida por la familia Babotenko en nuestro Monasterio. Los comentarios están cerrados.
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