Toda la Comunidad de Hermanas Agustinas del Monasterio de la Conversión os desea una dichosa celebración del Misterio de la Natividad del Señor. Nos encontramos todos, todos juntos, ante el Dios hecho hombre que revela la dignidad de lo humano y nos levanta de todas las postraciones por la fuerza del amor del Niño de Belén. Unidísimas, ¡Feliz Navidad! Carta de ComuniónESPAÑOL
CARTA DE COMUNIÓN Pascua de la Natividad del Señor 2021 SE LEVANTÓ Y SE PUSO EN CAMINO Lc 1, 39 Queridas hermanas, hermanos de la Fraternidad, familias y todas las personas que están cerca de nosotras o tienen un vínculo que nos hace sentirnos cercanas a ellas. Para todos y todas, Feliz Natividad del Señor. Escribo esta Carta de Comunión sensiblemente tocada por lo que la Iglesia, el Papa Francisco, nos propone ante el paso nuevo de la Historia que estamos viviendo, y conmovida por lo que en el mundo, que ya no podemos catalogar como “cercano” o “lejano”, sino el mundo en que vivimos, está sucediendo. Realmente, nada nos es ajeno: las divisiones de uno son las nuestras, las heridas de muchos, son las nuestras; las debilidades de muchos, son también las nuestras. Las migraciones de muchos han sido y han de ser nuestras mismas migraciones. Hoy también necesitamos un Salvador y esa es la más genuina Esperanza. “Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 20). Jesús viene a este mundo como vino entonces, entrando en las aguas de la temporalidad, aguas de un río, vientre materno, y las contamina de Divinidad. Su Humana Divinidad ha abierto el cielo (Is 45, 8; 64, 1), al fin, y le ha hecho hablar: “Tú eres mi Hijo amado” (Mt 3, 17; Lc 3, 22). Lo insólito no es solo que un cielo cerrado haya sido abierto por el Hijo, sino que se han escuchado sobre Él la Voz del Padre y sus palabras de amor hacia Él. Y, además, su Humana Divinidad no solo ha abierto el Cielo y se ha escuchado en la tierra la Voz del Padre, sino que Cristo, EN PIE, ha abierto las puertas de la Vida y ha rescatado al hombre sumido en el miedo a la muerte, reo del pecado y del mal y, ¡le ha puesto EN PIE! Junto a Él. “Levántate, tú que duermes” (Ef 5, 14; Is 26, 19; 60, 1). Hijos ya con el Hijo. En pie una Humanidad renacida. Cristo ha abierto las puertas del cielo y las de la tierra. Y Él está EN PIE, en medio de Dios y de los hombres. Es una imagen perenne: por el Bautismo el ser humano se yergue, DE PIE, junto al Cristo EN PIE. Rescatado de la muerte, nacido de las aguas, sobre las aguas, dejando atrás todos los sepulcros, todos los signos del pecado y del mal, dejando atrás el yugo de la esclavitud (Gal 5, 1). ¿Quién desea volver a las tierras de la muerte? ¿Quién no se dejará alzar sobre ellas, entrar por las puertas de las aguas bautismales y permanecer de pie junto a Él? ¿Querrá alguien retornar al sepulcro, a la muerte, al miedo, al mal? De aquí parte nuestro CAMINO. Somos criaturas en pie por gracia del Hijo y alzadas, erguidas por la fuerza del Bautismo; resucitadas a una Vida Nueva por la muerte y resurrección de Cristo (¡Anístemi!). Es así, con este signo de filiación divina, como podemos comenzar a caminar. Por eso, el Adviento se abre con este imperativo profético: “Levantaos, alzad la cabeza… se acerca vuestra liberación” (Lc 21, 28). La Iglesia nos ha propuesto que, partiendo de esta condición filial, iniciemos un CAMINO JUNTOS, dejando atrás todo lo que nos sobra y nos impide avanzar hacia Él (Col 3, 9). Toda la rémora que arrastra nuestra desesperanza y nuestra desidia, nuestra infidelidad y nuestro egoísmo, nuestras pobrezas y debilidades, nuestros escondrijos y opacidades. Porque Él ha hecho de nosotros UN PUEBLO EN PIE, UN PUEBLO QUE CAMINA UNIDO, una humanidad nueva, redimida, para que CAMINEMOS UNIDOS A LA LUZ DEL SEÑOR. “Pueblo de Jacob, ven. Caminemos a la Luz del Señor” (Is 2, 5). En Adviento comienza esta Peregrinación de Esperanza que es la vida del redimido por Cristo y que concluye en la Patria definitiva. Es una peregrinación de Hermanos, unidos en una Fraternidad Universal, porque somos hijos en el Hijo y, por ello, todo hombre, criatura salida de las Manos de Dios, es nuestro hermano. Así es posible iniciar un Camino de Fraternidad hacia el Padre, en el Hijo, por el Soplo y el Fuego del Espíritu. Nos precede en el Adviento, y en este camino de unidad, el Vértice luminoso que se yergue ante nosotros en su paradójica humildad: María. Ella abre nuestro peregrinar como plenitud de la profecía sobre lo que habría de venir, ante el Don que se avecinaba a través de su misma carne. Acercándose al último de los Profetas de Israel le avisa de la pronta venida del Salvador, del esperado por todos los tiempos, y este aviso marial es algo absolutamente novedoso, prístino, impensable, inédito: la que lleva en el seno la Promesa anuncia que “Ya está Aquí”. Es así el eslabón entre el tiempo antiguo y el nuevo tiempo de gracia, y la mensajera que corre a fin de aunar en un instante los dos tiempos, en un solo lugar, Ain Karem: la Profecía y su Cumplimiento. “Se levantó y se puso en camino” hacia Isabel, anunciando al último de los profetas la inminente llegada del Salvador. “Y el niño (Juan) saltó de gozo” en su seno (cfr. Lc 1, 39-45). ¡Cómo Cristo dejó la Trinidad para acercarse al hombre como su Señor y Salvador!, y el Universo entero saltó de gozo, aplaudieron los árboles, los montes destilaron leche y miel y los hombres, hundidos en el pecado y la muerte SE PUSIERON EN PIE Y LE SIGUIERON (Joel 3, 18; Is 60ss; Mt 4, 20-22; Lc 5, 1-11; Mt 9, 7-9). Esta salida de María inaugura toda salida humana hacia su Redentor, porque Ella ha puesto en marcha este movimiento hacia el otro, hacia el que ha de venir, que está ya presente en el hermano. Ella ha vivido la espera como una búsqueda de Dios en el otro. Es así cómo la Pascua de la Natividad del Hijo de Dios es a un tiempo la Pascua de María como Madre que da a luz al Hijo que viene a salvar al mundo. Así Ella es quien abre el Adviento en los tiempos nuevos y la que cumple la profecía de los tiempos antiguos: “Se levantó y se puso en camino” (Lc 1, 39). Nos unimos a todos los seres humanos que se ponen en camino sin saber si encontrarán patria, casa, cobijo o acogida; si encontrarán un destino, una vida nueva, una solución a su sin vivir. También los cristianos nos debemos poner en camino con ellos, migrantes, refugiados, varados en Tierra de Nadie. Iniciemos así este Camino Sinodal de la Natividad del Señor con María y con Jesús, con la Sagrada Familia, también en Camino, con toda la Iglesia Peregrina. Feliz Pascua de la Natividad del Señor, Pascua del Camino de Dios con toda la Humanidad. M. Prado Presidenta Federal Genzano di Roma Italia ITALIANO
LETTERA DI COMUNIONE - Pasqua del Natale del Signore 2021 SI ALZÒ E SI MISE IN VIAGGIO Lc 1,39 Care sorelle, fratelli della Fraternità, famiglie e tutti coloro che ci sono vicini o hanno un legame che ci fa sentire vicini. A tutti voi, Buona Natale del Signore. Scrivo questa Lettera di Comunione sensibilmente toccata da ciò che la Chiesa, Papa Francesco, ci propone nel nuovo passo della Storia che stiamo vivendo, e mossa da ciò che sta succedendo nel mondo, che non possiamo più classificare come "vicino" o "lontano", ma il mondo in cui viviamo In verità, nulla ci è estraneo: le divisioni di uno sono nostre; le ferite di molti sono nostre; le debolezze di molti sono anche nostre. Anche oggi abbiamo bisogno di un Salvatore e questa è la Speranza più autentica. "Vieni, Signore Gesù" (Ap 22, 20). Gesù viene in questo mondo come è venuto allora, entrando nelle acque della temporalità, acque di un fiume, del grembo di una madre, e le contamina di Divinità. La sua Divinità Umana ha aperto il cielo (Is 45, 8; 64, 1), finalmente, e lo ha fatto parlare: "Tu sei il mio Figlio diletto" (Mt 3, 17; Lc 3, 22). La cosa insolita non è solo che un cielo chiuso sia stato aperto dal Figlio, ma che hanno ascoltato su di Lui la voce del Padre e le sue parole d'amore a Lui rivolte. E, inoltre, la Sua Divinità Umana non solo ha aperto il Cielo e la Voce del Padre è stata ascoltata sulla terra, ma Cristo, IN PIEDI, ha aperto le porte della Vita e ha salvato l'uomo che ha paura della morte, prigioniero del peccato e del male, e lo ha messo IN PIEDI! Insieme a Lui. "Alzati, tu che dormi" (Ef 5, 14; Is 26, 19; 60, 1). Figli già con il Figlio. Un'Umanità rinata in piedi. Cristo ha aperto le porte del cielo e le porte della terra. Ed è in piedi, in mezzo a Dio e all'umanità. È un'immagine perenne: attraverso il Battesimo l'essere umano si erge, IN PIEDI, accanto a Cristo IN PIEDI. Salvato dalla morte, nato dalle acque, nato sulle acque, lasciandosi alle spalle tutti i sepolcri, tutti i segni del peccato e del male, lasciandosi alle spalle il giogo della schiavitù (Gal 5, 1). Chi desidera tornare nelle terre della morte? Chi non si lascerà elevare al di sopra di esse, di entrare attraverso le porte delle acque battesimali e rimanere in piedi accanto a Lui? Qualcuno vorrà tornare al sepolcro, alla morte, alla paura, al male? Da qui parte il nostro CAMINO. Siamo creature in piedi per la grazia del Figlio e sollevate, innalzate per la potenza del Battesimo; innalzate a una Nuova Vita per la morte e risurrezione di Cristo (Anistemi!). È in questo modo, con questo segno di filiazione divina, che possiamo cominciare a camminare. Ecco perché l'Avvento si apre con questo imperativo profetico: "Risollevatevi, alzate il capo... la vostra liberazione è vicina" (Lc 21,28). La Chiesa ci ha proposto che, partendo da questa condizione filiale, iniziamo un CAMMINO INSIEME, lasciando indietro tutto ciò che è troppo e ci impedisce di andare verso di Lui (Col 3, 9). Tutti gli impedimenti che trascinano la nostra disperazione e la nostra pigrizia, la nostra infedeltà e il nostro egoismo, la nostra povertà e le nostre debolezze, i nostri nascondigli e le nostre opacità. Perché Lui ha fatto di noi UN POPOLO IN PIEDI, UN POPOLO CHE CAMMINA UNITO, una nuova umanità, redenta, in modo che CAMMINIAMO UNITI NELLA LUCE DEL SIGNORE. "Popolo di Giacobbe, vieni. Camminiamo nella luce del Signore" (Is 2,5). Nell'Avvento inizia questo Pellegrinaggio della Speranza che è la vita del redento da Cristo e che si conclude nella Patria definitiva. È un pellegrinaggio di Fratelli, uniti in una Fraternità Universale perché siamo figli nel Figlio e quindi ogni essere umano, creatura delle Mani di Dio, è nostro fratello. Così è possibile iniziare un Cammino di Fraternità verso il Padre, nel Figlio, attraverso il Soffio e il Fuoco dello Spirito. Siamo preceduti nell'Avvento, e in questo cammino di unità, dal Vertice luminoso che sta davanti a noi nella sua umiltà paradossale: Maria. Lei apre il nostro pellegrinaggio come la pienezza della profezia su ciò che doveva venire, davanti al Dono che si avvicinava attraverso la sua stessa carne. Avvicinandosi all'ultimo dei Profeti d'Israele, l'avverte della prossima venuta del Salvatore, l'atteso da tutti i tempi, e questo annuncio mariale è qualcosa di assolutamente nuovo, incontaminato, impensabile, inaudito: colei che porta nel suo grembo la Promessa annuncia che "Egli è già qui". Lei è dunque il legame tra il vecchio tempo e il nuovo tempo della grazia e il messaggero che corre per unire in un istante i due tempi, in un solo luogo, Ain Karem: la Profezia e il suo Compimento. Ella "si alzò e si mise in viaggio" verso Elisabetta, annunciando all'ultimo dei profeti l'arrivo imminente del Salvatore. "E il bambino (Giovanni) saltò di gioia" nel suo grembo (cfr. Lc 1,39-45). Quando Cristo lasciò la Trinità per avvicinarsi all'uomo come suo Signore e Salvatore, tutto l'universo sussultò di gioia, gli alberi batterono le mani, le montagne si riempirono di latte e miele e gli uomini, affondati nel peccato e nella morte, si alzarono e lo seguirono (Gl 3, 18; Is 60ss; Mt 4, 20-22; Lc 5, 1-11; Mt 9, 7-9). Questa partenza di Maria inaugura ogni partenza umana verso il suo Redentore perché ha messo in moto questo movimento verso l'altro, verso colui che deve venire, che è già presente nel fratello. Ha vissuto la sua attesa come una ricerca di Dio nell'altro. É così come la Pasqua del Natale del Figlio di Dio è allo stesso tempo la Pasqua di Maria come Madre che dà alla luce il Figlio che viene a salvare il mondo. Così è lei che apre l'Avvento nei nuovi tempi e che compie la profezia dei tempi antichi: "Si alzò e si mise in viaggio" (Lc 1,39). Iniziamo così questo Cammino Sinodale con Maria e con Gesù, con la Sacra Famiglia, anch'essa in cammino, con tutta la Chiesa Pellegrina. Buona Pasqua del Natale del Signore, Pasqua del Cammino di Dio con tutta l'Umanità. M. Prado Presidente federale Genzano di Roma Italia INGLÉS
LETTER OF COMMUNION Passover of the Nativity of the Lord 2021 "SHE GOT UP AND SET OFF ON HER WAY" (Lk 1,39 ) Dear sisters, brothers of the Fraternity, families and all the people who are close to us or who have a bond that makes us feel close to them. To all of you, Happy Nativity of the Lord. I write this Letter of Communion sensibly touched by what the Church, Pope Francis, proposes to us before the new step of the History that we are living, and moved by what in this world, which we can no longer classify as "near" or far away ", but rather that the world we live in is happening. Nothing is really alien to us: the divisions of one are ours, the wounds of many are ours, the weaknesses of many are also ours. The migrations of many have been and must be our own migrations. Today we also need a Savior and that is the most genuine Hope: "Come, Lord Jesus" (Rev 22, 20). Jesus comes to this world as he came then, entering the waters of temporality, waters of a river, maternal womb, and contaminates them with Divinity. His Human Divinity has finally opened heaven (Is 45, 8; 64, 1), and has made him speak: "You are my beloved Son" (Mt 3:17; Lk 3:22). The unusual thing is not only that a closed heaven has been opened by the Son, but that the Voice of the Father and His words of love towards Him have been heard above Him. And, furthermore, His Human Divinity has not only opened Heaven and He has heard the Voice of the Father on earth, but rather, Christ, STANDING, has opened the doors of Life and has rescued man submerged in the fear of death, guilty of sin and evil, and has put him ON FOOT ! Next to Him. "Get up, you who sleep" (Eph 5, 14; Is 26, 19; 60, 1). Children already with the Son. Standing a reborn Humanity. Christ has opened the doors of heaven and of earth. And He is STANDING, in the midst of God and of the world, of men. He is a perennial image: through Baptism the human being stands up, on his feet, next to Christ who is STANDING. Rescued from death, born of the waters, above the waters, leaving behind all graves, all signs of sin and evil, leaving behind the yoke of slavery (Gal 5, 1). Who wishes to come back to the land of death? Who would not allow themselves to be raised above them, and enter through the gates of the baptismal waters and remain standing next to Him? Will someone want to return to the grave, to death, to fear, to evil? This is where our WAY starts. We are creatures standing by the grace of the Son and raised upright by the force of Baptism; raised to a New Life by the death and resurrection of Christ (Anístemi!). It is thus, with this sign of divine filiation, how we can begin to walk. For this reason, the Advent opens with this prophetic imperative: "Get up, lift up your heads ... your liberation is near" (Lk 21:28). The Church has proposed that, starting from this filial condition, we begin a WAY TOGETHER, leaving behind everything that is left over and prevents us from moving towards Him (Col 3, 9). All the drag that drags away our hopelessness and our indolence, our infidelity and our selfishness, our poverty and weakness, our hiding places and opacities. Because He has made of us A PEOPLE ON FOOT, A PEOPLE THAT WALKS UNITED, a new humanity, redeemed, so that we CAN WALK UNITED IN THE LIGHT OF THE LORD. "People of Jacob, come. Let us walk in the Light of the Lord" (Is 2, 5). In Advent this Pilgrimage of Hope begins, which is the life of the one redeemed by Christ and which concludes in the definitive Homeland. It is a pilgrimage of Brothers, united in a Universal Fraternity, because we are children in the Son and, therefore, every man, creature out of the Hands of God, is our brother. Thus it is possible to initiate a Path of Fraternity towards the Father, in the Son, by the Breath and the Fire of the Spirit. What precedes us in Advent, and on this path of unity, is the lighthouse that stands before us in its paradoxical humility: Mary. She opens our pilgrimage as the fullness of the prophecy about what was to come, before the Gift that was coming through her own flesh. Approaching the last of the Prophets of Israel, she warned him of the soon coming of the Savior, the one expected by all the times, and this marial warning is something absolutely novel, pristine, unthinkable, unprecedented: she who carries the Promise within her is announcing that "He is Here." Thus is the link between the old time and this new time of grace, and the messenger that runs in order to unite in an instant the two times, in a single place, Ain Karem: the Prophecy and its Fulfillment. "He got up and set out" towards Elizabeth, announcing to the last of the prophets the imminent arrival of the Savior. "And the child (John) leaped for joy" in her womb (cf. Lk 1,39-45) How Christ left the Trinity to approach man as his Lord and Savior! and the entire Universe jumped for joy, the trees applauded, the mountains distilled milk and honey, and men who were in sin and death STOOD UP. THEY FOLLOWED HIM (Joel 3, 18; Is 60ss; Mt 4, 20-22; Lk 5, I-11; Mt 9, 7-9). This departure of Mary inaugurates every human departure towards its Redemptor because she has started this movement towards the other, towards the one who is to come, who is already present in the brother. While she was waiting, she lived searching for God in the other. This is how the Passover of the Nativity of the Son of God is at the same time the Passover of Mary as Mother who gives birth to the Son who comes to save the world. Thus, She is the one who opens Advent in new times and the one who fulfills the prophecy of the ancient times: "She got up and went on her way" (Lk I, 39). We unite ourselves with all human beings who set out without knowing if they will find a homeland, home, shelter or a place of welcome; if they will find a destiny, a new life, a solution to their anguish. We christians, too, must set out with them, migrants, refugees, stranded in No Man's Land. Let us thus begin this Synodal Way of the Nativity of the Lord with Mary and with Jesus, with the Holy Family, also on the Way, with the entire Pilgrim Church. Happy Passover of the Nativity of the Lord, Passover of the Way of God with all Humanity. M. Prado Federal President Genzano di Roma Italy FEDERATION CONVERSION OF SAINT AUGUSTINE AGUSTINIAN SISTERS HúNGARO
ÚTNAK INDULT, ÉS A HEGYEKBE SIETETT. Lk 1, 39 Kedves Nővérek, Testvérek, Barátaink, családjaink és mindannyian, akik közel álltok hozzánk, vagy akikhez szoros szálak kötnek bennünket. Mindannyiotoknak áldott Úrjövetet! Amikor ezt a levelet írom, érzékenyen érint mindaz, amire az Egyház, Ferenc pápa buzdít a történelem új fejezetéhez érve napjainkban. Megindít, ami a világban történik, amit már nem nevezhetünk közelinek vagy távolinak; ez a világ amiben élünk. Valóban semmi sem idegen tőlünk: az egyik megosztottsága a mienk; sokak sebe a mienk; sokak gyengesége is a mienk. Tömegek elvándorlása is a mienk, az kell hogy legyen. Ma is szükségünk van a Megváltóra, ez a legelemibb Remény. ” Jöjj el, Uram Jézus!” (Ap 22,20) Jézus úgy jön a világba mint annak idején. Behatol az időlegesség vizeibe, folyóvízbe, magzatvízbe, és megfertőzi istenséggel. Emberré lett istensége megnyitotta az eget (Iz 45,8) s végül szóra bírta: “Te vagy az én szeretett Fiam” (Mt 3, 17; Lk 3,22). Nemcsak az rendkívüli, hogy a bezárt ég megnyílt a Fiú előtt, hanem hogy az Atya hangja hallatszott felette, iránta való szeretetének szava. Emberi istensége nemcsak megnyitotta az Eget. Nem csupán az Atya hangja hallatszott a földön, hanem Kirisztus, talpon állva megnyitotta az Élet kapuját és kiszabadította a halálfélelembe süppedt, a bűn és a rossz fogságába esett embert és talpra állította. Maga mellé. “Ébredj, aki alszol” (Ef 5,14; Iz 26, 19; 60,1) Immár fiak a Fiúban. Talpon az újjászületett emberiség. Krisztus megnyitotta az ég és a föld kapuját. Ő talpon áll Isten és az emberek között. Örök kép: az emberi lény a keresztség által felegyenesedik, talpra áll, Krisztus mellett szilárdan áll. Kiszabadult a halálból, vízből született, maga mögött hagyott minden sírboltot, a bűn és a rossz minden nyomát, maga mögött hagyta a szolgaság igáját (Gal 5,1). Ki vágyik vissza a halál följére? Ki áll ellen annak, hogy kiemelkedjék belőle, a keresztség ajtaján belépve talpra álljon Ő mellette? Van, aki vissza akar térni a sírboltba, a halálba, a félelembe, a rosszba? Innen indul a mi utunk (Camino). A Fiú által talpon álló teremtmények, a keresztség ereje emel fel, egyenesít ki bennünket. Krisztus halála és feltámadása által Új Életre támadtunk (Anístemi!) Így, ezzel az istengyermekséggel megjelölten indulhatunk útnak. Ezért kezdődik az Advent a próféta felszólításával: “Keljetek fel, és emeljétek föl fejeteket, mert elérkezett megváltásotok ideje.” (Lk 21,28) Az Egyház arra buzdít, hogy ebből a fiúi mivoltból kiindulva keljünk együtt útra. Hagyjunk magunk mögött mindent, ami felesleges és gátol abban, hogy hogy előbbre lépjünk Felé (Kol 3,9). Lépjünk túl minden reménytelenségből, kedvtelenségből, hűtlenségből, önzésből, gyengeségből, korlátból, homályosságból, megbúvásból fakadó késlekedést. Ő talpon álló népet alkotott belőlünk, amely együtt jár. Új, megváltott emberiséget, hogy egységben járjunk az Úr fényében. “Jákob háza, gyertek, járjunk az Úr világosságában!” (Iz 2,5) Adventben kezdődik a Remény Zarándoklata, a Krisztus által megváltott élet, ami a végső hazában ér véget. Testvérek zarándoklata, az Egyetemes Testvériségbe egyesült testvéreké, mert a Fiúban fiak vagyunk és ezért minden ember, az Isten keze alól kikerült minden teremtmény a testvérünk. Így lehet elindulni az Atyához vezető testvériség útján, a Fiúban, a Lélek tüze és fuvallata által. Adventben az egység útján előttünk jár Mária: világító oszlop, paradox módon alázatával magasodik elénk. Megnyitja zarándoklásunkat a beteljesülő jövendő előtt, a testében elközelgő Ajándék előtt. Izrael utolsó prófétájához közelítve figyelmeztet a Megváltó eljöveteléről. Ez a máriás figyelmeztetés egészen újszerű, makulátlan, elképzelhetetlen, szokatlan: aki méhében hordozza az Ígéretet, jelzi, hogy “már itt van”. Így válik a kegyelem múlt és jelen közötti láncszemévé, hírnökké, aki futva egy helyre és egy pillanatba sűríti a két időt: Ain Karem, a Jövendő és a Beteljesedés. “Felkelt és útnak indult” Erzsébethez, hogy az utolsó prófétának hírül adja a Megváltó érkezését és “az örömtől megmozdult méhében a gyermek [János].” (Lk 1, 39-45) Hogy hagyhatta ott Krisztus a Szentháromságot, hogy eljöjjön az emberekhez Úrként és Megváltóként? Az egész Világegyetem örömtől ujjongott, tapsoltak a fák, a hegyek tejet és mézet árasztottak és a bűnbe és halálba süllyedt ember talpra állt és követte Őt. (Joel 3,18; Iz 60; Mt 4,20-22; Lk 5,1-11; Mt 9.7-9) Mária útnak indulása vezeti be minden ember útnak indulását a Megváltó felé. Ő indította el ezt a mozgást a másik felé, a testvérben jelenlévő érkező felé. Ő a másikban való Istenkeresésként élte meg a várakozást. Így az Isten Fiának születése Mária ünnepe, aki Anyaként világra hozza a világ megváltására érkező Gyermeket. Ő nyitja meg az új idők Adventjét, beteljesíti a régi idők jövendölését: “Felkelt és útnak indult” (Lk 1,39). Együttérzünk minden emberrel, aki útnak indul, anélkül, hogy tudná, hazára, házra, befogadásra talál-e. Talál-e célt, új életet, megoldást élhetetlen életére. Nekünk keresztényeknek is útra kell kelnünk velük együtt; elvándorlókkal, menekültekkel, a senki földjén rekedtekkel. Kezdjük ígya zsinat útját Krisztus születésével, Máriával, Jézussal, úton a Szent Családdal, az egész zarándok Egyházzal. Boldog Karácsonyt, Isten emberiséggel közös útjának ünnepét M. Prado Presidenta Federal Genzano di Roma Olaszország |
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