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1/9/2019

 

...y llegó el Día

​¡ 31A !


DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DE LA RECONCILIACIÓN​


DEO GRATIAS

Gracias a todos los que han puesto su parte grande o pequeña, para hacer realidad este día que Dios ha bendecido grandemente. Durante esta semana que celebramos la octava de la Dedicación os haremos llegar las fotos y el resumen de este precioso Día 31A
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I Vísperas

En la tarde del día 30 hemos comenzado con una explicación sobre la Iglesia y la teología que encierra cada uno de sus símbolos.
Seguidamente hemos tenido las últimas vísperas en la hospedería del Monasterio.
A las 22.00 h comenzó la Vigilia con las reliquias de los mártires y santos que irán dentro del altar de la Iglesia y que serán procesionadas al comienzo de la Dedicación.
​“He aquí que hago nuevas todas las cosas” 
(Ap 21, 5)

Hoy es el día esperado. Las Hermanas de la Comunidad de la Conversión OSA, concluidos los trabajos de edificación de nuestra iglesia, os hemos convocado...
​​Texto completo...: “He aquí que hago nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5).
DEDICACIÓN DE LA 
IGLESIA DE LA RECONCILIACIÓN​

Hoy es el día esperado. Las Hermanas de la Comunidad de la Conversión OSA, concluidos los trabajos de edificación de nuestra iglesia, os hemos convocado para celebrar su Dedicación. Habéis venido de los cuatro puntos cardinales, como sucede siempre que nos encontramos en el Señor Jesús.  “De la misma manera que este pan, que partimos, estaba disperso sobre los montes, y reunido se hizo uno, así sea reunida tu iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder, por Jesucristo, por los siglos” (Didaché, 9, 4).

Han sido dos años de trabajos intensos y veinte años desde que nuestra comunidad deseó construir una iglesia que fuera “signo de unidad e instrumento de tu paz” en medio de este mundo, como lo es la Iglesia universal. Los materiales que se han empleado han sido extraídos de las canteras de estas montañas y de sus bosques, de los senos de sus ríos y del fuego de sus fraguas. Amontonados para la edificación parecían los restos de una ruina pero el Amor, las manos que sin cesar han trabajado día a día, los han ido ensamblando, en perfecta armonía. Y, al contemplar la obra acabada nos recuerda su mismo origen pues es también ella, un microcosmos, un breve universo, una parábola de la Creación, que a la voz de “Hágase” se ha ido ordenando, levantando, embelleciendo, hasta llegar a ser un espacio que hable de Él. Y, he aquí que está ante nuestros ojos lo que antes habitaba en el corazón de nuestra Comunidad.

Hemos venido a dedicar la Iglesia de la Reconciliación. ¿Por qué queremos dedicar este lugar? Todo lo creado está dedicado a Él porque hace referencia (dice, de-dicare) a Aquél que le creó, le salvó, le santificó, sobre todo el hombre. Dedicamos al Señor lo que queremos recordar y reconocer que es suyo, le pertenece habla de Él. Y queremos dedicarla llevando el Nombre que nos ha señalado un camino de acceso hacia la Comunión plena entre Dios y el hombre, entre los hombres entre sí y del hombre con todo lo creado: la vía de la reconciliación. Cristo, Señor de la Reconciliación.

La IGLESIA DE LA RECONCILIACIÓN hará memoria de Cristo el Señor, Pascua y Paz definitiva, Víctima de Reconciliación, “Él es la palabra que nos salva, la mano que tiendes a los pecadores, el camino que nos conduce a la paz”, Él ha reconciliado al hombre con Dios porque ha hecho de los dos pueblos uno solo (cfr. Ef 2, 14) y solo en Él podemos creer en la unidad y podemos vivirla como era el deseo más ardiente de su corazón y la razón de su vida entre nosotros: que el hombre conozca al Padre y se sienta hijo en Él, y que seamos uno como el Padre y Él son uno. Toda la Creación gime anhelando la comunión total, la unión plena en Él, Cristo el Señor, Sacerdote de la Nueva Alianza, Víctima y Altar, Camino y Puente de reconciliación, Siervo que ha dado la vida por todos nosotros, Hijo que nos ha hecho hijos del Padre…
“A ti, pues, Padre omnipotente, te bendecimos por Jesucristo, tu Hijo, que ha venido en tu nombre. El es la Palabra de salvación para los hombres, la mano que tiendes a los pecadores, el camino que nos conduce a tu paz. Cuando nos habíamos apartado de ti por nuestros pecados, Señor, nos reconciliaste contigo, para que, convertidos a ti, nos amáramos unos a otros por tu Hijo, a quien entregaste a la muerte por nosotros” Plegaria Eucarística de la Reconciliación I y II).

Este título revela un Signo de nuestro tiempo, necesitado de reconciliación y tan sensible a ella, tan urgido de paz, de concordia, de reconciliación, de unidad. En esta Iglesia pediremos al Padre, por medio de Jesucristo, por este mundo dividido por los numerosos conflictos que vivimos, en lo íntimo de nuestras propias vidas, en las familias, en el trabajo, en la sociedad. Pediremos para que el Espíritu nos haga pasar de la orfandad a la filiación en el Hijo, de la enemistad a la fraternidad, de la discordia a la concordia, por el don de la reconciliación.
“Te damos gracias, Dios nuestro y Padre todopoderoso, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, y te alabamos por la obra admirable de la redención.  Pues, en una humanidad dividida por las enemistades y las discordias, tú diriges las voluntades para que se dispongan a la reconciliación. Tu Espíritu mueve los corazones para que los enemigos vuelvan a la amistad, los adversarios se den la mano y los pueblos busquen la unión. Con tu acción eficaz consigues que las luchas se apacigüen y crezca el deseo de la paz; que el perdón venza al odio y la indulgencia a la venganza” (PER II).

Las Hermanas del Monasterio de la Conversión nos hemos sentido llamadas a ofrecer con Cristo el Señor un mismo sacrificio para la reconciliación perfecta y siendo en la vida diaria un instrumento de paz y concordia.
“Al celebrar, pues, el memorial de su muerte y resurrección, te ofrecemos lo mismo que tú nos entregaste: el sacrificio de la reconciliación perfecta. Acéptanos también a nosotros, Padre santo, Juntamente con la ofrenda de tu Hijo, y en la participación de este banquete concédenos tu Espíritu, para que desaparezca todo obstáculo en el camino de la concordia y la Iglesia resplandezca en medio de los hombres como signo de unidad e instrumento de tu paz” (PER II).

Esta Iglesia será un Lugar de Encuentro, como lo son sus paredes orientadas a los cuatro puntos cardinales, abiertas a los cuatro vientos, brújula y rosa de los vientos, cruz y encrucijada de los muchos caminos humanos. Lugar de Encuentro entre el hombre y Dios, de los hombres entre sí, del hombre consigo mismo y esto hará de ella un signo de la ley que mueve todo lo creado hacia la unidad, “que todos sean Uno” (Jn 17, 21-23), siendo así, en medio del pueblo una llama ardiente, cálida y luminosa, que atraiga a muchos hacia el Padre. Queremos llegar a la Comunión plena con el Padre por la vía de una conversión que lleve los sellos de la misericordia y la reconciliación.
“Así como nos has congregado ahora, en torno a la mesa de tu Hijo, reúnenos con la gloriosa Virgen María, Madre de Dios, con tus apóstoles y con todos los santos, con nuestros hermanos y con los hombres de toda raza y lengua, que murieron en tu amistad, en el banquete de la unidad eterna, en los cielos y en la tierra nueva, donde brilla la plenitud de tu paz” (PER II).

Cuando se abran las puertas de esta Iglesia contemplaremos la Puerta Definitiva: Cristo el Señor, El que hace nuevas todas las cosas, el cumplimiento de la profecía de Isaías (cfr. Is 11, 6-9; 65: Mi 4, 3 ), el Vástago que tiende su mano para rescatar a los que andaban perdidos y en sombras de muerte, atrayéndolos hacia sí, que ha hecho de los dos pueblos uno solo, en el que pueden pastar el lobo y el león juntos, el que ha derrumbado definitivamente el muro de la vergüenza, del odio y de la mentira, de la discordia y la indiferencia, de la crueldad y la muerte. “Ahora estamos en Cristo Jesús” (Ef 2, 16). Sí, al abrir la puerta de esta Iglesia contemplamos que, como en el Principio, su Mano ha modelado un Nuevo Mundo, nos ha traído una Nueva Creación. “He aquí que hago nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5).
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Solemnidad de San Agustín
[Triduo Agustino]


"La fiesta que nos congrega es la dedicación de esta casa de oración. Esta es, en efecto, la casa de nuestras oraciones, la casa de Dios somos nosotros mismos(...)
¿Qué tiene de peculiar el cántico nuevo sino un nuevo amor? Cantar es propio de quien ama. La voz de este cantor es el fervor del santo amor(...)"        San Agustín
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Leer el texto completo:
sermón 336
SERMÓN 336Traductor: Pio de Luis Vizcaíno, o.s.a.Fiesta de dedicación de una Iglesia
1. La fiesta que nos congrega es la dedicación de esta casa de oración1. Esta es, en efecto, la casa de nuestras oraciones, la casa de Dios somos nosotros mismos. Si nosotros somos la casa de Dios, somos edificados en este mundo para ser dedicados al fin del mundo. El edificio, mejor, la edificación, requiere fatiga; la dedicación pide alegría. Lo que acontecía aquí cuando se levantaba este edificio, sucede ahora cuando se congregan los fieles en Cristo. El creer equivale, en cierto modo, a arrancar las vigas y piedras de los bosques y montes; a su vez, ser catequizados, bautizados y formados se equipara a la tarea de tallado, pulido y ajustamiento por las manos de los carpinteros y artesanos. Con todo, no edifican la casa de Dios más que cuando están trabados entre sí mediante la caridad. Si estas vigas y estas piedras no estuviesen ensambladas entre sí según un cierto orden, si no se integraran pacíficamente unas con otras, si en cierto modo no se amasen enlazándose entre sí, nadie entraría aquí. Además, cuando ves que las piedras y las vigas están bien conexionadas en algún edificio, entras tranquilo sin temer que se caiga. Así, pues, queriendo Cristo el Señor entrar y habitar en nosotros, como si estuviera edificándonos, decía: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros2. Os doy —dice— un mandamiento (nuevo). Erais viejos, aún no me levantabais una casa, yacíais en medio de vuestras ruinas. Así, pues, para libraros de la vetustez de vuestra ruina amaos los unos a los otros. Considere, por tanto, Vuestra Caridad que, como fue predicho v prometido, esta casa está aún en construcción en todo el orbe de la tierra. Cuando se edificaba el templo después de la cautividad, se decía, según indica otro salmo: Cantad al Señor un cántico nuevo; cantad al Señor toda la tierra3. Las palabras: un cántico nuevo, equivalen a las otras del Señor: un mandamiento nuevo. ¿Qué tiene de peculiar el cántico nuevo sino un nuevo amor? Cantar es propio de quien ama. La voz de este cantor es el fervor del santo amor.
2. Amemos, amemos gratuitamente, pues amamos a Dios, mejor que el cual nada podemos encontrar. Amémosle a él por él mismo y amémonos a nosotros en él, pero por él. De hecho, ama verdaderamente al amigo quien ama a Dios en el amigo o porque ya está o para que esté en él. Este es el verdadero amor. Si nuestro amor tiene otras motivaciones, más que amor, es odio. En efecto, quien ama la maldad4, ¿qué odia? ¿Tal vez a su vecino o a su vecina? Espántese: odia a su alma5. Amar la maldad y odiar el alma son la misma cosa. Dicho, pues, al revés: odiar la maldad es amar al alma. Quienes amáis al Señor, odiad el mal6. Dios es bueno, malo lo que amas, y te amas a ti mismo, que eres malo. ¿Cómo amas a Dios, si aún amas lo que odia Dios? Has escuchado que Dios nos amó; y es verdad que nos amó; y, si miramos cómo éramos cuando nos amó, nos salen los colores de vergüenza. Pero, si no nos salen los colores se debe a que, al amarnos como éramos, nos hizo distintos de como éramos. Nos avergüenza el recordar nuestro pasado y nos llena de gozo lo que esperamos para el futuro. ¿Por qué, pues, avergonzarnos de lo que fuimos y no más bien confiar en que en esperanza hemos sido salvados? Además, hemos oído: Acercaos a él, y seréis iluminados y vuestros rostros no se ruborizarán7. Si se va la luz, caes otra vez en la confusión. Acercaos a él y seréis iluminados. Por tanto, Él es luz, y nosotros, sin él, tinieblas. Si te alejas de la luz, permanecerás en tus tinieblas; pero, si te acercas a ella, iluminarás, pero no con tu luz, pues Fuisteis en otro tiempo tinieblas —dice el apóstol a los fieles que antes fueron infieles—: Fuisteis en otro tiempo tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor8. Si, pues, sois luz en el Señor, sin el Señor sois tinieblas. Por tanto, si sois luz en el Señor y tinieblas sin él, acercaos a él y seréis iluminados.
3. Prestad atención al salmo de la dedicación que acabamos de cantar, al edificio que se levanta de sus ruinas. Has desgarrado mi sayal9: esto pertenece a la ruina. ¿Qué corresponde al edificio? Y me has ceñido de alegría10. El grito de la dedicación: A fin de que mi gloria te cante y no sienta pena11. ¿Quién habla? Reconocedlo por sus palabras. Si trato de exponerlo, es cosa oscura. Por tanto, repetiré sus palabras, para que al instante reconozcáis al que habla y améis al que os habla. ¿Quién pudo decir: Señor, libraste mi alma del infierno12?¿Qué alma ha sido librada ya del infierno sino aquella de quien se dijo en otro lugar: No dejarás mi alma en el infierno?13 Se pone ante los ojos la dedicación y se proclama la liberación; se entona con júbilo el cántico de dedicación de la casa y se dice. Te exaltaré, Señor, porque me recibiste y no alegraste a mis enemigos acosta mía14. Mirad a los judíos, enemigos que pensaban haber dado muerte a Cristo, haberle vencido como si fuera un enemigo y haberlo hecho perecer como a un hombre mortal y semejante a los demás. Resucitó al tercer día, y este es su grito: Te exaltaré, Señor, porque me has recibido. Fijaos en el apóstol, que dice: Por lo cual, Dios lo exaltó y le dio un nombre sobre todo nombre15. Y no alegraste a mis enemigos a costa mía. Ellos, ciertamente, se regocijaron de la muerte de Cristo; pero, una vez resucitado, ascendido y anunciado, algunos se arrepentían. Al ser predicado y anunciado por la constancia de los apóstoles, algunos se arrepentían y se convertían, mientras otros se endurecían y quedaban avergonzados; ninguno, en cambio, se regocijaba. Ahora, cuando las iglesias se encuentran llenas, ¿hemos de pensar que los judíos encuentran gozo en ello? Se edifican, se dedican, se llenan las iglesias, ¿cómo pueden regocijarse ellos? No solo no se regocijan, sino hasta se sienten confundidos y se cumple el grito de quien exultaba de alegría: Te exaltaré, Señor, porque me has recibido y no alegraste a mis enemigos a costa mía. No los regocijaste a costa mía; si me dan crédito a mí, los regocijarás en mí.
4. Para no perdernos en muchas palabras, vengamos a lo que hemos cantado. ¿Cómo dice Cristo: Has desgarrado mi sayal y me has ceñido de alegría16? Su sayal era la semejanza de la carne de pecado. No te parezca vil porque diga: mi sayal; dentro de él estaba tu precio. Has desgarrado mi sayal. En este sayal hemos buscado refugio. Has desgarrado mi sayal. Fue desgarrado en la pasión. ¿Cómo, pues, dice a Dios Padre: Has desgarrado mi sayal? ¿Quieres saber por qué dice a Dios Padre: has desgarrado mi sayal? Porque no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos17. Lo hizo por medio de los judíos, sin que ellos fueran conscientes, para redimir a los que lo sabían y confundir a los que lo negaban. Ellos ignoran, en efecto, el bien que con su mal obrar nos causaron a nosotros. El sayal fue colgado, y el impío pareció llenarse de alegría. El perseguidor rompió el sayal con la lanza, y el redentor derramó nuestro precio. Cante Cristo, el redentor; gima Judas, el vendedor, y ruborícese el judío, comprador. Ved que Judas hizo una venta y el judío una compra: hicieron un mal negocio, ambos sufrieron pérdidas, y se perdieron a sí mismos tanto el vendedor como el comprador. Quisisteis comprar; ¡cuánto mejor os hubiera sido ser rescatados! Judas vendió, el judío compró; ¡desdichado contrato! Ni el primero tiene el precio ni el segundo a Cristo. A uno le digo: «¿Dónde está lo que recibiste?»; y al otro: «¿Dónde está lo que compraste?» A aquel le dijo: «Tu venta fue un engaño a ti mismo». Salta de gozo, cristiano; tú saliste vencedor en el contrato entre tus enemigos. Tú adquiriste lo que uno vendió y el otro compró.
5. Diga, pues, nuestra cabeza; diga nuestra cabeza muerta y dedicada por su cuerpo; diga y oigámosle: Has desgarrado mi sayal y me has ceñido de alegría18; es decir, has desgarrado mi mortalidad y me has ceñido de inmortalidad e incorrupción. Para que mi gloria te cante a ti y nada me punce19. ¿Qué significa nada me punce? Que el perseguidor no arroje su lanza contra mí para que me punce: Pues Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte ya no tiene dominio sobre él, pues lo que ha muerto, ha muerto una vez al pecado; mas lo que vive, vive para Dios. De idéntica manera nosotros --dice— considerémonos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor20. En él, por tanto, cantamos: en él hemos sido dedicados. Adonde nos precedió la cabeza, esperamos seguirle también los miembros. En efecto, estamos salvados en esperanza; mas la esperanza que se ve no es esperanza, pues lo que uno ve, ¿cómo lo espera alguien? Por tanto, si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo esperamos21, con paciencia somos edificados. Quizá encontremos allí también nuestra voz si nos fijamos bien, si miramos con esmero, si aplicamos una mirada atenta, y no como suelen hacer los ciegos amantes de los cuerpos; si, pues, aplicamos el ojo espiritual, nos encontraremos también a nosotros en las palabras mismas de nuestro Señor Jesucristo. Pues no en vano dijo el apóstol: Sabiendo que nuestro hombre viejo ha sido crucificado juntamente con él para anular al cuerpo de pecado y para que ya nunca más sirvamos al pecado22. Reconoce allí tu voz: Para que mi gloria te cante a ti y nada me punce. De hecho, ahora, mientras pujamos por la carga de este cuerpo mortal, nunca falta algo que nos punce. Si el corazón no se siente punzado y compungido, ¿por qué se golpea el pecho? Mas cuando llegue también la dedicación de nuestro cuerpo, precedida en el ejemplo del Señor, entonces no sentiremos las punzadas. La lanza del que lo atravesó fue un símbolo de la punzada que nos causa el pecado. Finalmente, está escrito: El pecado tuvo comienzo en la mujer, y por ella mueren todos23; recordad de qué miembro fue extraída24 y ved dónde punzó la lanza al Señor25. Recordad —repito— vuestra primera creación; como dije, no en vano nuestro hombre viejo fue crucificado juntamente con él, para anular al cuerpo de pecado y para que ya nunca más sirvamos al pecado. Eva, pues, de quien tomó comienzo el pecado, fue formada del costado del varón. Cuando eso aconteció, él yacía durmiendo; Cristo pendía muerto cuando lo otro sucedió. Sueño y muerte son parientes; lo mismo un costado y otro costado: el Señor fue punzado en el lugar de los pecados. Pero de un costado fue creada Eva, que, pecando, nos llevaría a la muerte y del otro fue hecha la Iglesia, que, engendrándonos, nos daría la vida.

Santa Mónica


[Triduo Agustino]
​Patrona de las mujeres casadas y modelo de las madres cristianas.
Hoy, 27 de agosto...oración por las madres a las 18.00 h. en el Monasterio.


¡Felicidades a las Novicias!


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Hoy es día 26, primer día del [Triduo Agustino], donde celebramos el día de los novicios/as
Si quieres conocer la historia de estos mártires:
Santos liberato, bonifacio y compañeros mártires
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A los siete nos reunió el Señor; a los siete nos coronará con el mismo martirio
Transcurría el año séptimo del cruel rey Hunerico. Primero había dispersado a la multitud, grande y numerosa, de sacerdotes y ministros con cruel destierro a regiones lejanas y distantes. Después de algún tiempo, ordenó que los monasterios de varones y de santas vírgenes se entregaran con sus moradores a los gentiles, esto es, a los moros.
Fue entonces cuando fueron apresados siete hermanos, que vivían unidos en un monasterio, según exige la concordia, al servicio del Señor, pues es bueno y dulce habitar los hermanos unidos. Éstos fueron el diácono Bonifacio, el subdiácono Siervo, el subdiácono Rústico, el abad Liberato, y los monjes Rogato, Séptimo y Máximo. Fueron siete, como siete fueron los hermanos macabeos. La única y santa Madre Iglesia Católica les había engendrado y saludablemente dado a luz de las entrañas de la fuente eterna, en el territorio de la ciudad de Gafsa, que presidió el santo Vindemial, sacerdote egregio y fiel obispo de Cristo.
Conducidos a la ciudad de Cartago, la serpiente quiso engañarlos con silbos de seductores halagos, prometiéndoles caducos honores. Pero todo esto lo rechazaron los soldados de Dios como si fuera una peste, clamando a una voz: «Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Guardaos lo que prometisteis, vosotros que pronto pereceréis con vuestras riquezas. En cuanto a nosotros, nadie podrá borrar de nuestras frentes la señal que el Creador, en el bautismo, se dignó grabarnos como posesión de la Trinidad».
¿Para qué más? Fortalecidos divinamente con semejante constancia, se ordenó que fuesen entregados a la guardia de la cárcel, y así, cargados de cadenas, con la mayor crueldad, fueron arrojados en antros tenebrosos, donde ninguna compasión ni piedad les alcanzara. Pero las gentes de dicha ciudad, siempre fieles al Señor, comprando a los carceleros con dádivas, de día y de noche visitaban a los mártires, y ellos les fortalecían con su doctrina y virtud. Esto llegó a oídos del tirano, quien, encendido de ira y en la embriaguez del furor, mandó que fuesen sometidos a inauditos suplicios y cargados con las más pesadas cadenas. Ordenó, además, que se cargase una nave de haces de leña seca y que, atados los siete a ella, se la prendiese fuego en medio del mar.
Los autores de aquellos tormentos trataban de apartar del grupo de los santos, con insistente empeño, a uno de ellos, que se llamaba Máximo, y que les parecía el más joven, diciéndole: «Jovencito, ¿por qué te apresuras a morir? Déjalos a ellos; se han vuelto locos; escucha nuestro consejo para que puedas hallar remedio a tu vida y vivir en el palacio de tan gran rey». Entonces él, adolescente aún, pero viejo por la madurez, clamaba: «Nadie me separe de mi santo padre Liberato ni de mis hermanos, que me criaron en el monasterio. Con ellos he vivido en el temor de Dios; deseo compartir los sufrimientos con los que espero compartir la futura gloria. No penséis que podáis seducir mi niñez: a los siete quiso el Señor reunirnos, a los siete se dignará coronarnos con el mismo martirio».
Habiéndose aplicado el fuego a la leña, al instante, por designio divino, se apagó el fuego, siendo todos testigos. Y como esto llenara de furor y violencia al tirano, mandó que se les diera muerte a golpes de remo.
Los venerables restos de los santos fueron sepultados, al son de cánticos solemnes, en el monasterio de Bigua, contiguo a la basílica llamada Celerina.
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​¡Felicidades, Novicias!
​

Noviciado actual
​Monasterio de la Conversión

Domingo


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Hoy es domingo, menos de una semana para la Dedicación de la Iglesia.

Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha...(Lucas 13, 22)

Dado que se acercan nuestras fiestas Agustinas, la novedad de hoy, 24, es la publicación del horario del 
Triduo Agustino de los días 26, 27 y 28 
que puedes consultar aquí:
TRIDUO AGUSTINO

¡ La Cruz !


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La Cruz de la Comunidad ya ocupa el alto del Presbiterio.
La Cruz que se ha difundido tanto por el Camino de Santiago y por todos los que vienen a casa...sorprendidos por el corazón agustino en su centro y por su forma griega, que da pie a los planos de la Iglesia. Ella es su base y su cimiento.
(fotos de la artesanía en el Monasterio)

Los ensayos...


En la  Dedicación de un templo la  liturgia CANTA la gloria de Dios a través de numerosos salmos que enriquecen la celebración.
Sus textos llenan de sentido cada gesto que se va realizando, recordando las palabras de Jesús, "he venido a dar plenitud"
Dentro de toda la preparación buscar el tiempo de ensayo es obligado. Las piedras vivas del templo deben prepararse para salmodiar con el corazón y dar gracias por este día que llega.
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"Tu Luz, Señor..."


"Tu Luz, Señor, nos hace ver la luz" (Sal 35,10)
Hoy es un día nublado en el valle, pero la luz entra por todos los huecos, "encendiendo" lo que será el Centro de Reconciliación, en el sótano de la Iglesia.
Un lugar donde la LUZ entre en la oscuridad que habita en el hombre
​y rompa las tinieblas del corazón.

Ap 21, 1s


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"Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva - porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya. Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él Dios - con - ellos, será su Dios."

Todo va cambiando...



Visita de nuestro obispo


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Don José María Gil, obispo de Ávila, nos visitó recientemente para ir ultimando los preparativos de la ceremonia. Detalles de una larga liturgia que con lleva la Dedicación de una Iglesia.
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Ábside


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El ábside, que encabeza el Templo, lleva la imagen de la  RECONCILIACIÓN, de Aquél que ha reconciliado en sí todo lo creado y lo conduce al Padre.
La iconografía mostrará la impronta de lo que esperamos y celebramos.

Iluminación


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El equipo de luminotécnicos en compañía de las madres, probando la iluminación de nuestra iglesia. Cada rincón y cada detalle fueron tenidos en cuenta a la hora de optar por un tipo de luz más. El ambón, el presbiterio y el altar son protagonistas.
Todo está pensado y estudiado para crear toda una atmósfera orante desde la iluminación.
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Altar y ambón


​El ALTAR es Cristo. Por eso, cuando el celebrante, como Iglesia-esposa, se acerca a él al inicio de la Eucaristía besa esta Piedra miliar, esta Piedra sacrificial, esta Piedra angular, este Sepulcro abierto,este Cuerpo vivo... esta VÍCTIMA DE RECONCILIACIÓN que es Cristo.
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Es el Esposo del Cantar que se nos ha hecho visible entre los campos, las azucenas, los trigales, en medio de este mundo, como Amante herido por el Amor. Por eso esa llaga en el marco de este mundo festivo, fecundo, pleno de vida.
​Y esa LLAGA del COSTADO abierto nos recuerda una amada leyenda sienesa: "Cuando te resulte duro tu pan, mételo en mi Costado y te será blando".
Ante este altar, metida la mano en este Costado abierto, queremos con Santo Tomás hacer cada día NUESTRA PROFESIÓN DE FE, DE ESPERANZA Y DE AMOR en Él: "Señor mío y Dios mío".
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Gracias por tu ayuda

Banco de Sabadell
Beneficiario: Monasterio de la Conversión 
IBAN: ES55 0081 0663 4200 0124 4633
BIC/SWIFT: BSABESBB

Francisco José Rodríguez Carracedo
20/8/2019 19:54:03

Deseo recibir información y recordatorios de todas las actividades del Monasterio

Monasterio
2/9/2019 11:22:24

Consultar HOSPEDERIA/AGENDA
y mejor aún escriba a la hermana hospedera:

hospederia@monasteriodelaconversion.com

maria teresa cortabitarte
25/8/2019 14:48:10

deseo recibir noticias
datos de hospederìa, precio, etc

Monasterio
2/9/2019 11:20:45

escribir a hospederia@monasteriodelaconversion.com


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