Domingo 22/03/2020Hoy es domingo de alegría dentro de la liturgia cuaresmal. Queremos sumarnos al aplauso, a los ánimos a todos los que trabajan por paliar esta situación. Con nuestra oración os acompañamos cada día. Gracias
AGRADECEMOS a D. Pablo Cervera, Director de Magnificat en España, el acceso temporal GRATUITO. Pinchad el link y podréis acceder a la edición digital y descarga on line para poder rezar la liturgia durante este tiempo. Sábado 21/03/2020 CARTA M. Prado Queridísimas hermanas de comunidad, de la fraternidad, familiares y amigos, paz y unidad. Sé que hay múltiples cartas que proceden de muchos puntos... SIGUE LEYENDO...
CARTA
M. Prado “Y en los tiempos oscuros, ¿habrá canto? Sí. Habrá canto sobre los tiempos oscuros”. Bertolt Brecht “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?” Mt 27, 47 Queridísimas hermanas de comunidad, de la fraternidad, familiares y amigos, paz y unidad. Sé que hay múltiples cartas que proceden de muchos puntos de la Iglesia que nos están ayudando a interpretar los tiempos, a vivirlos, a encontrar el sentido más profundo para que no pasen en vano los días y las horas, los acontecimientos y sucesos que vivimos. Esta puede ser una carta más, dictada eso sí por el afecto a todos y por la responsabilidad de cuidar de algún modo a los que Él me ha dado. Intuimos en lo que sucede una extrañeza, como un tiempo que se nos viene sorprendiéndonos, sin darnos tiempo a reaccionar, a manejarle, a tenerle atado a nuestras bridas. Y es así porque el tiempo que vivimos –yo me atrevo a decir que para el que busca a Dios todo tiempo lo es- es Kairós, tiempo de gracia, tiempo favorable, tiempo SUYO, en el que ÉL ESTÁ ACTUANDO. Tiempo de encrucijadas y de señales claras. Por eso quiero haceros una pequeña reflexión sobre este tiempo. ES TIEMPO DE SILENCIO. Este tiempo de “silencio”, entendiendo así la confinación en nuestras casas y comunidades, no es un castigo y, menos aún, de Dios. No nos viene como pena por nuestras maldades, negligencias, límites, torpezas o pecados. No es un castigo pero sí es una consecuencia, primeramente, ligada a nuestra propia condición humana, sometida a la finitud, al dolor, a la enfermedad y a la muerte. Somos más vulnerable de lo que creemos aunque tantas veces vivamos engañados, inmersos en el presente al que pedimos que sea absoluto, satisfactorio, enervante, lleno de plenitud, al que no perdonamos ninguna insatisfacción, rutina o desaceleración, sin ser conscientes de que no tenemos en la vida nada seguro, sobre todo, la misma vida, que es un regalo y no una deuda. Por eso, este tiempo de silencio debería hacernos más sabios por ser más humildes, más modestos por ser más inteligentes. “Sufrir para comprender”, decía el Agamenón de Sófocles. Si pudiésemos aún aprender y no olvidar… Sí, en el silencio podríamos escuchar la palabra que esta circunstancia de reclusión nos puede estar diciendo, reflexionar sobre nuestra misión en esta vida, que no se descubre hasta que no se nos revela el sentido de por qué estoy en ella. Tal vez en el silencio escuchemos la Voz del Señor llamándonos por nuestro nombre para hacer de este mundo una casa habitable, un recinto de paz y de esperanza, un lugar de hospitalidad y no de hostilidad y de guerra. Todas las distopías que hemos leído o visto en un film son intuiciones sobre un mundo que puede venir si nadie escucha la Voz del Creador, la Voz que se alzó sobre el caos para que la Vida fuese posible. Por eso este tiempo de silencio que, como digo, no es un castigo divino, ha de ser para los creyentes y para toda persona que se pare y piense, una gracia ofrecida para ESCUCHAR Y elaborar un cambio, convertir la vida. Un tiempo de silencio, y silencio orante, porque ante los vértices de la vida, los grandes acantilados de la existencia, no tenemos las respuestas últimas, muchas veces no tenemos a quien acudir, necesitamos una PALABRA dadora de sentido, una MANO que nos rescate en el momento último, que encienda la luz en las tinieblas y que nos acompañe en los valles de la muerte (Salmo 23). No podemos matar a Dios sin matar al hombre. O sea, le necesitamos, es la condición indispensable para esta vida. Esto ha sido un frenazo, para muchos, aún a tiempo. ES TIEMPO DE PAZ. Yo nací en un mundo-el mío- en paz, me he criado en la paz, como casi toda Europa. La guerra la he vivido en las narraciones de otros, de mis padres y de mis abuelos, a través del cine y de la literatura, del arte en todas sus formas de expresión, a través de la filosofía, la sociología y la antropología. He estudiado los orígenes y los efectos de la violencia, de la agresividad, del odio, del mal agazapado siempre en una viga de una casa cualquiera, como termina afirmando el gran libro de A. Camus, La Peste. De hecho nuestra generación ha sido marcada por las filosofías existencialistas, por los brochazos expresionistas, por los cubismos analíticos y sintéticos de un mundo fragmentado. Hemos sido una generación desgarrada, menos que la actual, aunque esta es hija de aquella y, por tanto, con otros desgarros más psíquicos y físicos. Pero era una dramática a la Europea, de postguerras, porque nosotros hemos nacido en el estallido de la paz pero una paz que huye del conflicto, que evita el miedo, que no quiere contagiarse con ningún mal ajeno, sobre todo, el de otros que sí viven guerras y carencias letales. Venimos de una paz cómoda y acomodada, de urbanización sellada con muros y guardias, alejada del mundanal ruido y de la inseguridad. Con tal de que la guerra se quede en nuestros mares… muera en nuestras playas… Con tal de que no entre y quede herida en nuestras costas o colgando de nuestras alambradas… Pero, esta paz ha sido perturbada. Seguimos siendo vulnerables, tenemos enemigos, la muerte está cerca. La PAZ verdadera tiene otros precios y otras exigencias. Hay una Paz que no la puede dar el mundo y que apenas está sin estrenar, que no es cómoda, que requiere la vida entera para que llegue a todos, es la paz que va desde nuestras relaciones más cercanas a las más distantes. Es una Paz capaz de vencer los poderes de este mundo (Jn 14, 27). Y ESA PAZ, LA QUE NOS VIENE DE ÉL, ES LA QUE MERECE LA PENA RECIBIR Y ENTREGAR. Tal vez este tiempo de tanta inseguridad nos ayude a descubrirla. ES TIEMPO DE SOLIDARIDAD. Hemos desplegado un abanico de posibilidades para estar cerca de los que queremos, para hacernos presentes a través de los medios de comunicación que tenemos al alcance y hemos descubierto mucha creatividad a la hora de comunicar esperanza, bondad, comunión, compañía. Hay iniciativas preciosas. Pero no puedo dejar de pensar en aquellos a los que este tiempo de cuarentena les hundirá su pequeño negocio a pie de calle, pendiente de turistas; en los más pobres, en los que sufrirán un despido por la crisis económica y sus obligadas recensiones; no dejo de tener presente a los que no tienen casa donde confinarse y siguen en la calle, ahora más inhóspita, más desierta; en las familias desunidas y en los hijos que no tienen hogar fijo o seguro; en aquellos a los que esta cuarentena en casa avivará sus fantasmas y soledades, sus recaídas y sus oscuridades… A esta sociedad a la que este confinamiento va a romper en mil pedazos, sin posibilidad de suturas y reconstrucciones, yo la cargo en lo más íntimo y personal, porque el silencio, la soledad, el desierto… espacios de gracia para unos, son para otros lugares ruinosos y destructores. Con ellos siento la solidaridad de lo profundo del corazón. Alguien me ha contado que, viviendo tan cerca del centro de Roma, sale por las noches a repartir comida, bocadillos, bebida, a aquellos sin techo, homeless, que duermen al raso, con discreción pero con una caridad inquebrantable. Si esto nos sucede a nosotros que vivimos en un mundo custodiado, ¿qué sucederá en los países a los que además del hambre, el terrorismo, la penuria integral, les llega el coronavirus? Estos pobres de la tierra de los que no tenemos tantos datos, ni nos llegan tantas noticias porque rebasan con creces nuestras proporciones, porque sus muertes se multiplican por diez o por cien o por mucho más. ¡Oh, Dios, las quejas y preocupaciones de nuestro mundo asegurado! YO HE DECIDIDO NO QUEJARME de lo que nosotros vivimos porque no es comparable a sus ébolas, sus hambrunas, sus conflictos bélicos, su mortandad infantil… NI UNA QUEJA MÁS… Y AMAR MÁS Y ORAR MÁS POR ELLOS, sobre todo. ES TIEMPO DE RESPONSABILIDAD. Mientras la vida sigue su ritmo febril, apenas tenemos tiempo de hacernos presentes a la vida del otro, nos sabemos unidos, pero nada hacemos por decírnoslo, por acompañarnos más de cerca. El cuidado del cercano lleva ya mucho tiempo, como para dedicar tiempo al que cae más lejos. Sin embargo, estos días descubrimos la llamada primera, arcana, la vocación del hombre desde su origen: “¿QUÉ HAS HECHO DE TU HERMANO?” Y, entonces, con todo lo dicho y mucho más que queda sin decir, levanto las manos y el corazón al Señor de todos, que hace salir el sol a justos e injustos, que ama a todos los hombres, que tiene un proyecto de paz y de plenitud real y definitivo para todo hombre y que no quiere la muerte sino LA VIDA y la vida para siempre. “Señor, hoy veo mi existencia como la de José cuidando de María y de Jesús, haciéndose responsable de los que tú les habías puesto al cuidado, con la humildad de saberse un sencillo instrumento en tus Manos creadoras y, a la vez, responsable dócil para poder llevar a cabo tu obra en ellos. Hoy, como José, esa es mi vida y así deseo que sea siempre. Te pido el DON DE CUSTODIAR LO RECIBIDO DE TI, QUE SIEMPRE ES LA VIDA Y LA VIDA DEL OTRO, principalmente. Custodiarla en la humildad de lo cotidiano, cada día y cada hora, en la rutina creativa de una familia, de una comunidad, en el trabajo constante que no se cansa porque lo dicta el amor. Danos la gracia de SER JOSÉ, el que fue llamado a CUSTODIAR, sobre todo la vida de los más débiles, de los más necesitados, de los que nadie repara en ellos. No hay mayor responsabilidad que HACER POSIBLE QUE EL OTRO SEA, QUE LA VIDA ESTÉ AMPARADA. Y yo siento que es la respuesta que quiero dar a Dios en este momento de mi historia y la historia de todos. Y, cuando nos llames a tu presencia, poderte decir con Él, con José: “Sencillamente estuve, como era tu deseo”. Haciendo tu Voluntad. Me despido con estas sencillas reflexiones en el día de S. José y pidiendo al Señor que nunca olvidemos este tiempo, lo que vivimos en él, escuchamos y respondimos. De la memoria dependerá el que salgamos de esta cuarentena-cuaresma dispuestos a vivir una Pascua, una Conversión de vida, una Resurrección. M. Prado Monasterio de Montefiolo Casperia. Rieti Sobre el Sacramento de la Reconciliación en la actual situación de pandemiaViernes 20/03/2020EL CORONAVIRUS EN PERÚ
No deja de cuestionarme la paradoja que la misma vida nos ha impuesto. Estos últimos meses hemos hablado en comunidad de abrir la puerta, de anhelar el encuentro, de preparar la casa interior, de disponernos para la acogida, para dejar entrar en nuestra vida al huésped, al extranjero, al pobre, ¡a todos!… Hoy se nos impone el aislamiento social, la distancia y la separación entre nosotros, se nos pide cerrar las puertas… Parece que asumir estas medidas con responsabilidad puede ser puede ser vía de comunión, camino que favorece el bien común. ¿De verdad? ¿Incluye este proceso a todos?
Cuando escribo estas líneas hay en el Perú 234 casos confirmados de coronavirus Covid-19 y hoy, día 19 de marzo, se han producido los tres primeros fallecimientos por este motivo. Aunque se trata de cifras bajas comparadas con las de España, Italia, China, Corea o Estados Unidos, el Gobierno peruano ha decretado medidas bastante restrictivas: en un primer momento se canceló el inicio del curso escolar; desde el domingo 15 de marzo, vivimos en estado de emergencia y aislamiento; y en la tarde del 18 de marzo, el Presidente de la República decretó un “toque de queda”, desde las 8 de la noche hasta las 5 de la mañana, a lo que hay que sumar la prohibición de que circulen vehículos particulares desde las 5 de la mañana. Ojalá que estas estrictas medidas logren frenar la curva antes de que sea demasiado tarde. Los datos del contexto son, sin embargo, mucho más preocupantes que lo que acabo de reseñar. Me limito a tres ejemplos, en tres ámbitos diferentes, recordando las palabras del papa Francisco, que nos invita a poner la mirada en “grandes masas de la población [que] se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida” (Evangelii Gaudium, n. 53).
En el mismo texto antes citado, el Papa criticaba “la cultura del descarte”, por la que muchas personas son excluidas, quedan ubicadas en la periferia y son consideradas como desechos humanos, ‘sobrantes’ (Evangelii Gaudium, n. 53). Esta crisis sanitaria nos impulsa, también desde el Monasterio y unidas a tantas personas de buena voluntad, a trabajar para buscar horizontes y ofrecer salidas a quienes sienten que se les cierran todas ellas. De momento, toca cerrar nuestras puertas físicas, pero no podemos dejar de escuchar la voz de los pueblos más pobres de la tierra, con el corazón bien abierto. Nosotras queremos hacer nuestra esa voz y ese grito, orar con ellos y por ellos. Abrir la puerta a Dios, lleva consigo abrir la puerta a los hermanos… Entonces, ¿abrimos o cerramos la puerta en esta cuaresma-cuarentena? (pulsa para ampliar)
un POEMA
“Iza’s story”, de Grace Ramsay, s.XIX...
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Y la gente se quedó en casa
Y leyó libros y escuchó Y descansó e hizo ejercicios E hizo arte y jugó Y aprendió nuevas formas de ser Y se detuvo Y escuchó más profundamente Alguien meditaba Alguien oraba Alguien bailaba Alguien encontró su sombra Y la gente comenzó a pensar de manera diferente Y la gente se curó. Y en la ausencia de gente que vivía De forma ignorante Peligrosos Sin sentido y sin corazón, Hasta la tierra comenzó a sanar Y cuando se acabó el peligro Y la gente se reencontró Se dolían por los muertos Y tomaron nuevas decisiones Y soñaron con nuevas visiones Y crearon nuevas formas de vivir Y curaron completamente la tierra Igual que ellos se curaron. |
(Italiano)
E la gente rimase a casa E lesse libri e ascoltò E si riposò e fece esercizi E fece arte e giocò E imparò nuovi modi di essere E si fermò E ascoltò più in profondità Qualcuno meditava Qualcuno pregava Qualcuno ballava Qualcuno incontrò la propria ombra E la gente cominciò a pensare in modo differente E la gente guarì. E nell’assenza di gente che viveva In modi ignoranti Pericolosi Senza senso e senza cuore, Anche la terra cominciò a guarire E quando il pericolo finì E la gente si ritrovò Si addolorarono per i morti E fecero nuove scelte E sognarono nuove visioni E crearono nuovi modi di vivere E guarirono completamente la terra Così come erano guariti loro.) |
Jueves 19/03/2020
Fue San José, el Esposo de María, Custodio de Jesús...Patrono y protector de nuestra Orden Agustina. Y no escribimos nada ni publicamos nada... Pero tuvimos en el corazón a todos los padres en nuestras oraciones...especialmente a aquellos que pasaron su día en la UCI, lejos de los suyos...y tan cerca a la vez. Por los que esperaban ser enterrados por los que están solos y quizá asustados y por los que bravamente están pasando estos días comunicando el calor y cariño a sus familias. La seguridad del brazo paterno que te sostiene... Una oración por todos elllos. |
Miércoles 18/03/2020
El amor estrecho
El amor estrecho
M. Carolina
En el precioso poema eucarístico de Góngora "Oveja perdida" hay un paso que dice: “¿Cuál dará mayor asombro / o el traerte yo en el hombro / o el traerme tú en el pecho? / Prendas son de amor estrecho, / que aun los más ciegos las ven.” Hoy, al cantarlo en la comunidad, he pensado en este “amor estrecho” del que nos habla el Señor como clave para vivir este tiempo de aislamiento, separación y distancia entre nosotros, ahondando aún más en nuestras relaciones y en nuestro modo de amar y cuidarnos.
Muchos que nos escriben estos días o con los que hablamos nos comentan la dureza del silencio que acompaña esta cuarentena y lo doloroso de las medidas de distancia para evitar el contagio. No podemos tocar a nuestros seres queridos, aún menos a los enfermos y más vulnerables, incluso a aquellos a los que despedimos, no podemos visitarles, abrazarles, incluso los hablamos detrás de una mascarilla que nos oculta el rostro… Estamos obligados a pasar mucho tiempo solos, en silencio, a la espera.
Es el tiempo del “amor estrecho” del que habla el poema donde lo que más amamos puede acompañarnos de la forma más profunda que el ser humano puede amar: desde el interior, en el corazón, con la memoria del amor, con el recuerdo agradecido, con la presencia íntima que crea el amor dentro de nosotros y que posibilita que los otros nos nos acompañen desde fuera sino que nos habiten, nos vivan desde dentro. Es la gracia de la inhabitación. Es la gracia de la comunión eucarística.
A lo largo del día te propongo que digas los nombres de los que amas —quizá están cerca, en tu misma ciudad, pero llevas ya días sin poder estar con ellos o quizá están lejos, y esto te agobia y preocupa mucho, les echas de menos…—. Recuerda sus rostros, la vida con ellos, piensa en su amor, en su cuidado en tu historia y la gracia de tenerlos, de haberlos tenido. Permite que lentamente esto colme tu interior de su presencia y, así, el vacío, la soledad, la carencia y el silencio se transformarán, poco a poco, en espacio de encuentro y en oportunidad para el amor, un amor aún más auténtico y consciente que cuando nos tocamos y abrazamos.
Tú en mí y yo en tí. Esto que vivimos por la fe en la comunión con Dios se extiende a los hermanos por la comunión de los santos. El hombre es una morada, una casa abierta donde muchos pueden habitar y poner su tienda. Abre la puerta interior y déjate habitar por tus amigos y familiares, por los seres que más amas y no tienes ahora al alcance. Deja entrar también a todos los que están solos y tienen hambre de compañía y ternura, cuando veas las noticias o la televisión, mira cada rostro y recíbelos dentro. Convoca a todos, invita a entrar a todos, deja que tu casa se llene (cf. Lc 14, 23.)
Viven en la gracia del “amor estrecho”, cuando el que amamos está más íntimo que mi más íntima intimidad.
BELLEZA
BELLEZA, es un nombre de Dios
Hna Francis
Una vez, M.Prado me dijo: .-Habría que publicar este cuaderno.
Fue un piropo, y mí me parecía una exageración. Pero ahora que las hermanas van escribiendo algo por estar cerca de vosotros, ahora que sé que muchos que nos queréis nos echáis de menos porque echáis de menos "el encuentro"... aporto con este cuaderno personal, si es posible, algunas notas de belleza.
En él comencé a recoger frases de hombres de Dios que hablan de la Belleza-Bondad de Dios...recordando que "La Belleza salvará al mundo"
Hna Francis
Una vez, M.Prado me dijo: .-Habría que publicar este cuaderno.
Fue un piropo, y mí me parecía una exageración. Pero ahora que las hermanas van escribiendo algo por estar cerca de vosotros, ahora que sé que muchos que nos queréis nos echáis de menos porque echáis de menos "el encuentro"... aporto con este cuaderno personal, si es posible, algunas notas de belleza.
En él comencé a recoger frases de hombres de Dios que hablan de la Belleza-Bondad de Dios...recordando que "La Belleza salvará al mundo"
En estos días, las pinceladas de Belleza (nunca exenta de sufrimiento) comenzarán a embellecer la vida, como el aplauso a los que están apostando su vida por ayudar a la situación mundial, como el "buen uso" de los medios y las redes para decir a tu familiar aislado "te quiero, estoy cerca"... Otros sacan su música al balcón, y abren su corazón... esas son las pinceladas que va dando el Espíritu Santo, verdadero artista de nuestras vidas. Cosas que no mostraríamos normalmente pero ahora comprendemos que no era para nosotros...que todo era para ser compartido...que era una riqueza enterrada.
En medio de esta cuaresma mundial, donde el Espíritu Santo empuja al desierto de nuestras casas de nuestro pensamiento interior en silencio, vamos a experimentar un encuentro diferente...muchas veces estaremos al límite, pero el pobre grita ....y el Señor le escucha. Y este es quien nos pone en pie.
En mi día a día sigo preparando "la Pascua" como recomendó el Maestro a los discípulos. Preparo los cirios que alumbrarán la Iglesia en la Noche Santa. Entrará la columna de fuego en el templo oscuro y quizá vacío (aparentemente)...para romper las tinieblas del mundo. Ojalá haya un pueblo que pueda celebrarla esta noche Santa entrando tras la columna de Luz...
Y algunos de nuestros seres queridos quizá la celebren ya en el cielo...¡Gozan ya de la Resurrección!
En medio de esta cuaresma mundial, donde el Espíritu Santo empuja al desierto de nuestras casas de nuestro pensamiento interior en silencio, vamos a experimentar un encuentro diferente...muchas veces estaremos al límite, pero el pobre grita ....y el Señor le escucha. Y este es quien nos pone en pie.
En mi día a día sigo preparando "la Pascua" como recomendó el Maestro a los discípulos. Preparo los cirios que alumbrarán la Iglesia en la Noche Santa. Entrará la columna de fuego en el templo oscuro y quizá vacío (aparentemente)...para romper las tinieblas del mundo. Ojalá haya un pueblo que pueda celebrarla esta noche Santa entrando tras la columna de Luz...
Y algunos de nuestros seres queridos quizá la celebren ya en el cielo...¡Gozan ya de la Resurrección!
(Pulsa para ampliar las fotos)
Este arco-iris es de ayer, con la nieve sobre los montes.
...para alabanza de su gloria.
Martes 17/03/2020
CARTAenespañol: con motivo de la pandemia de Covid-19.

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File Size: | 1019 kb |
File Type: |
CARTAENINGLES: regarding the Covid-19 pandemic.

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File Size: | 971 kb |
File Type: |
CARTAENITALIANO: in occasione della pandemia di Covid-19.

ama-lettera-it.pdf | |
File Size: | 997 kb |
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Lunes 16/03/2020...
"hay esperanza"
HAY ESPERANZA
Hna. Isabel
Quiero compartir con vosotras mi sentir de este último tiempo azotado por la crisis sanitaria que nos está afectando a todos. Hoy estamos todos más unidos que nunca por un virus que no selecciona, que no hace distinción de raza, género, condición social o política, credo...
Todo el mundo vive bajo la misma amenaza, miedo, inseguridad. Bajo una vulnerabilidad que hace sombra allá donde antes había fortaleza, control, seguridad. El kerygma de hoy, la buena noticia es recordar al hombre que es hombre. Sí señores, somos enfermables, nuestro cuerpo tan cuidado y “trabajado” puede ser fulminado por el estornudo de un afectado. Pero además de enfermables, por si fuera poco....nos podemos morir! Y ante estas dos verdades, dos realidades que procuramos obviar, evitar, no mirar, el hombre entra en un colapso que no sabe gestionar. Llenamos la despensa, nos ponemos guantes, mascarilla, gel, leemos todo tipo de remedios caseros para luchar contra este virus, al que no vemos, pero nos tiene amenazados y en una alerta constante.
Los sabios dicen que toda crisis es oportunidad de cambio. Esta que nos toca puede abrir al hombre a la Vida, a trascender por primera vez ante lo que le rodea, lo que le acontece.La crisis puede traer al hombre la oportunidad de conversión, de cambio,de salir de sí mismo para ponerse a servir al otro. Las fronteras que nos separan en nuestro día a día del otro, esas son las que este coronavirus hará que traspasemos.Esta cuarentena, no es un encerramiento, es la oportunidad de apertura a Dios y al prójimo. Puede ser sin duda un renacer para una sociedad que antes de este virus vivía verdaderamente aislada en su trabajo, sus gimnasios, sin mirarse unos a otros, sin percatarse en la necesidad del vecino, del compañero de trabajo, hoy estamos atentos y sensibles ante lo que ocurre, desde el temor pero también desde la compasión. Hay mucho Bien en medio de tanto dolor.
Tengo una profunda esperanza y certeza de que muchos corazones van a quedar “afectados” por la generosidad y humanidad de tantos. No nos va a aislar, esta crisis es la oportunidad para la unidad, para recuperar los valores perdidos, para recuperar el amor y las ganas de vivir.
Nos tenemos que hacer eco de todos los testimonios de esperanza que nos lleguen y rezar a través de ellos, aprender de ellos. Apuesto por el hombre, el coronavirus será el medio para que muchos hagan un camino de vuelta.
Le pido a Dios que el primer corazón que cambie sea el mío.No vivir esto desde la lejanía sino que me permita extender la preocupación y estremecimiento que vivo por mis seres queridos por toda la humanidad, por cada hombre, por cada caso que para nosotros no puede ser un número, un porcentaje sino una historia sagrada y única como es cada vida para el Padre.
El amor, la fraternidad, la generosidad, el altruismo y la entrega de tantos ganarán la batalla.
Hna. Isabel
Quiero compartir con vosotras mi sentir de este último tiempo azotado por la crisis sanitaria que nos está afectando a todos. Hoy estamos todos más unidos que nunca por un virus que no selecciona, que no hace distinción de raza, género, condición social o política, credo...
Todo el mundo vive bajo la misma amenaza, miedo, inseguridad. Bajo una vulnerabilidad que hace sombra allá donde antes había fortaleza, control, seguridad. El kerygma de hoy, la buena noticia es recordar al hombre que es hombre. Sí señores, somos enfermables, nuestro cuerpo tan cuidado y “trabajado” puede ser fulminado por el estornudo de un afectado. Pero además de enfermables, por si fuera poco....nos podemos morir! Y ante estas dos verdades, dos realidades que procuramos obviar, evitar, no mirar, el hombre entra en un colapso que no sabe gestionar. Llenamos la despensa, nos ponemos guantes, mascarilla, gel, leemos todo tipo de remedios caseros para luchar contra este virus, al que no vemos, pero nos tiene amenazados y en una alerta constante.
Los sabios dicen que toda crisis es oportunidad de cambio. Esta que nos toca puede abrir al hombre a la Vida, a trascender por primera vez ante lo que le rodea, lo que le acontece.La crisis puede traer al hombre la oportunidad de conversión, de cambio,de salir de sí mismo para ponerse a servir al otro. Las fronteras que nos separan en nuestro día a día del otro, esas son las que este coronavirus hará que traspasemos.Esta cuarentena, no es un encerramiento, es la oportunidad de apertura a Dios y al prójimo. Puede ser sin duda un renacer para una sociedad que antes de este virus vivía verdaderamente aislada en su trabajo, sus gimnasios, sin mirarse unos a otros, sin percatarse en la necesidad del vecino, del compañero de trabajo, hoy estamos atentos y sensibles ante lo que ocurre, desde el temor pero también desde la compasión. Hay mucho Bien en medio de tanto dolor.
Tengo una profunda esperanza y certeza de que muchos corazones van a quedar “afectados” por la generosidad y humanidad de tantos. No nos va a aislar, esta crisis es la oportunidad para la unidad, para recuperar los valores perdidos, para recuperar el amor y las ganas de vivir.
Nos tenemos que hacer eco de todos los testimonios de esperanza que nos lleguen y rezar a través de ellos, aprender de ellos. Apuesto por el hombre, el coronavirus será el medio para que muchos hagan un camino de vuelta.
Le pido a Dios que el primer corazón que cambie sea el mío.No vivir esto desde la lejanía sino que me permita extender la preocupación y estremecimiento que vivo por mis seres queridos por toda la humanidad, por cada hombre, por cada caso que para nosotros no puede ser un número, un porcentaje sino una historia sagrada y única como es cada vida para el Padre.
El amor, la fraternidad, la generosidad, el altruismo y la entrega de tantos ganarán la batalla.
Salus Populi Romani - el Papa ora por la pandemia
La especial devoción del Pontífice a la Salus Populi Romani es bien conocida y el Papa Francisco va allí a rezar por tantos motivos...ahora pidiendo el fin de la pandemia.
Puedes entrar en las Noticias del Vaticano para ampliar la noticia: |
Domingo 15/03/2020...
Queridos amigos,
con motivo de la crisis del Covid-19 las hermanas hemos tenido que cerrar el monasterio a cualquier visita y vivimos un momento de soledad y aislamiento como se nos pide desde las autoridades civiles.
Incertidumbre, preocupación, pequeños inconvenientes que esta situación nos acarrean por todos los que están realmente afectados por esta crisis y sufriendo enfermedad, pérdida de seres queridos, situaciones de peligro, trabajos de riesgo y pérdidas económicas profundamente serias...
Nuestra vida cotidiana no ha cambiado mucho a parte de algunas medidas de seguridad y prudencia entre nosotras. Parece que el ritmo monástico de oración, liturgia, silencio, trabajo manual, tiempo de estudio, espacios de fraternidad y servicio puede ser una alternativa para todos los que ahora viven en sus casas sin poder salir.
Queremos acompañar y esclarecer este momento de la historia y, por eso, iremos colgando algunas reflexiones, pistas, propuestas para vivir estos días. Tenemos además un grupo de hermanas de nuestro monasterio viviendo en Italia, cerca de Roma, en el Monasterio de Montefiolo (Casperia, Rieti). Junto a ellas y con ellas, que viven también en un país golpeado especialmente por la crisis, nos haremos eco y presencia hermana.
En unidad y comunión de corazones, Hna. Carolina y Comunidad.
con motivo de la crisis del Covid-19 las hermanas hemos tenido que cerrar el monasterio a cualquier visita y vivimos un momento de soledad y aislamiento como se nos pide desde las autoridades civiles.
Incertidumbre, preocupación, pequeños inconvenientes que esta situación nos acarrean por todos los que están realmente afectados por esta crisis y sufriendo enfermedad, pérdida de seres queridos, situaciones de peligro, trabajos de riesgo y pérdidas económicas profundamente serias...
Nuestra vida cotidiana no ha cambiado mucho a parte de algunas medidas de seguridad y prudencia entre nosotras. Parece que el ritmo monástico de oración, liturgia, silencio, trabajo manual, tiempo de estudio, espacios de fraternidad y servicio puede ser una alternativa para todos los que ahora viven en sus casas sin poder salir.
Queremos acompañar y esclarecer este momento de la historia y, por eso, iremos colgando algunas reflexiones, pistas, propuestas para vivir estos días. Tenemos además un grupo de hermanas de nuestro monasterio viviendo en Italia, cerca de Roma, en el Monasterio de Montefiolo (Casperia, Rieti). Junto a ellas y con ellas, que viven también en un país golpeado especialmente por la crisis, nos haremos eco y presencia hermana.
En unidad y comunión de corazones, Hna. Carolina y Comunidad.
M. Prado desde Montefiolo
Estamos viviendo un apocalipsis, un tiempo extraño que nuestras generaciones recientes no teníamos noticia de algo así. ¡Qué habrá sido los que vivieron una guerra, una enfermedad grave y mortal sin tanta protección! Nosotros vivíamos demasiado seguros.
Pero no os escribo para hacer una reflexión sobre este suceso sino para compartir algunos momentos del día entre todos nosotros. A ello voy. os propongo:
- REZAR EL ÁNGELUS JUNTOS. A las 12h. (sin campana o con campana)
- REZAR EL ROSARIO TODA LA FRATERNIDAD Y COMUNIDAD a las 19´15h. Quien pueda todos los días, mejor. Si no, sabed que estamos rezándolo.
- CREAD EN VUESTROS HOGARES UN PEQUEÑO ORATORIO. Yo os dejo la imagen del nuestro. Os iremos grabando canciones desde aquí, para que nos oigáis.
- TENED TIEMPO DE ESTAR JUNTOS HABLANDO, JUGANDO, LEYENDO, VIENDO UNA BUENA PELÍCULA, ESTUDIANDO... HACIENDO UN TALLER DE COCINA, DE RECICLAJE...
- HACED ALGÚN TRABAJO MANUAL EN EL QUE PUEDAN PARTICIPAR TODOS.
-... SE PUEDEN AÑADIR SUGERENCIAS.
Sé que no hace falta que os diga muchas de las cosas que os escribo pero lo hago solo para recordarnos dos cosas.
- que es una oportunidad de estar juntos sin más distracciones que las que todos podamos hacer de este modo.
- que podemos rezar juntos, cuando quizás no es algo que hacemos habitualmente.
¿Por quiénes pedimos en nuestra oración?
Vamos a pedir especialmente por la Paz porque esta situación nos va a llevar a un conflicto muy serio social.
Pidamos por los más pobres y necesitados, los que perderán el trabajo o no lo tendrán porque dependía del turismo o estaban en empresas dependientes de lo que ahora es imposible obtener.
Pidamos por las familias, las familias rotas, por los ancianos, por los que viven solos, por los más perjudicados en sus relaciones con este problema.
Hay muchas peticiones.
Al fin y al cabo a todos nosotros nos va más o menos bien. Aún tenemos para comer, estamos juntos, nos queremos, nos protegemos mutuamente. Acordémonos de los demás.
Ya me diréis. Pasáoslo y nos vamos comunicando.
Unidísima.
Vuestra hermana, Prado
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EL PEQUEÑO EMIGRANTE QUE CONSIGUIÓ ENTRAR
Hna. Prado
Hace unos días murió Max Von Sydom, el actor fetiche del director sueco Ingmar Bergman y protagonista de películas que quedarán siempre en nuestra memoria fílmica. He recordado especialmente El Séptimo Sello. Allí rondaba la muerte a toda una sociedad pobre, sometida, cansada; todos terminan en la Danza de la Muerte, excepto una pequeña familia, inocente y amable.
Europa huye de las situaciones apocalípticas porque ya hemos sufrido muchas guerras y pestes. A Europa le ha "estallado la paz" o la comodidad o esa suerte de falso armisticio en el que vivimos. Para ello, cerramos nuestras puertas y así mueren nuestros enemigos en nuestras playas, en nuestros mares o tiroteados desde cualquier costa. Y, si no mueren, les devolvemos en caliente.
Sin embargo, ha conseguido pasar todas nuestras fronteras, fortificaciones, protecciones, un pequeño emigrante que vino de lejos, el Coronavirus. Él sí ha conseguido entrar. Ha hecho saltar las alarmas, las protecciones. ¡Estamos siendo invadidos, atacados, por un virus!
Este pequeño emigrante ha puesto en evidencia el miedo a la muerte que tanto nos angustia, como en el film de Bergman; ha puesto en evidencia nuestra originaria vulnerabilidad, nuestra indiferencia al sufrimiento del otro, hasta que nos toca a nosotros; ha puesto en evidencia la necesidad que todos tenemos de protección, de asilo, de cuidados, de acogida. El pequeño virus nos ha hecho tan vulnerables como lo son nuestros emigrantes o las personas más pobres del planeta.
Os proponemos una oración: "Todos somos pobres y necesitados. Todos necesitamos que alguien cuide nuestra debilidad. Todos tememos la muerte, el fracaso de nuestras vidas. Señor, danos un corazón capaz de amar como Tú nos has amado, capaz de amar como queremos ser amados, cuidados, atendidos, liberados del mal". Que así sea.
Pero no os escribo para hacer una reflexión sobre este suceso sino para compartir algunos momentos del día entre todos nosotros. A ello voy. os propongo:
- REZAR EL ÁNGELUS JUNTOS. A las 12h. (sin campana o con campana)
- REZAR EL ROSARIO TODA LA FRATERNIDAD Y COMUNIDAD a las 19´15h. Quien pueda todos los días, mejor. Si no, sabed que estamos rezándolo.
- CREAD EN VUESTROS HOGARES UN PEQUEÑO ORATORIO. Yo os dejo la imagen del nuestro. Os iremos grabando canciones desde aquí, para que nos oigáis.
- TENED TIEMPO DE ESTAR JUNTOS HABLANDO, JUGANDO, LEYENDO, VIENDO UNA BUENA PELÍCULA, ESTUDIANDO... HACIENDO UN TALLER DE COCINA, DE RECICLAJE...
- HACED ALGÚN TRABAJO MANUAL EN EL QUE PUEDAN PARTICIPAR TODOS.
-... SE PUEDEN AÑADIR SUGERENCIAS.
Sé que no hace falta que os diga muchas de las cosas que os escribo pero lo hago solo para recordarnos dos cosas.
- que es una oportunidad de estar juntos sin más distracciones que las que todos podamos hacer de este modo.
- que podemos rezar juntos, cuando quizás no es algo que hacemos habitualmente.
¿Por quiénes pedimos en nuestra oración?
Vamos a pedir especialmente por la Paz porque esta situación nos va a llevar a un conflicto muy serio social.
Pidamos por los más pobres y necesitados, los que perderán el trabajo o no lo tendrán porque dependía del turismo o estaban en empresas dependientes de lo que ahora es imposible obtener.
Pidamos por las familias, las familias rotas, por los ancianos, por los que viven solos, por los más perjudicados en sus relaciones con este problema.
Hay muchas peticiones.
Al fin y al cabo a todos nosotros nos va más o menos bien. Aún tenemos para comer, estamos juntos, nos queremos, nos protegemos mutuamente. Acordémonos de los demás.
Ya me diréis. Pasáoslo y nos vamos comunicando.
Unidísima.
Vuestra hermana, Prado
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EL PEQUEÑO EMIGRANTE QUE CONSIGUIÓ ENTRAR
Hna. Prado
Hace unos días murió Max Von Sydom, el actor fetiche del director sueco Ingmar Bergman y protagonista de películas que quedarán siempre en nuestra memoria fílmica. He recordado especialmente El Séptimo Sello. Allí rondaba la muerte a toda una sociedad pobre, sometida, cansada; todos terminan en la Danza de la Muerte, excepto una pequeña familia, inocente y amable.
Europa huye de las situaciones apocalípticas porque ya hemos sufrido muchas guerras y pestes. A Europa le ha "estallado la paz" o la comodidad o esa suerte de falso armisticio en el que vivimos. Para ello, cerramos nuestras puertas y así mueren nuestros enemigos en nuestras playas, en nuestros mares o tiroteados desde cualquier costa. Y, si no mueren, les devolvemos en caliente.
Sin embargo, ha conseguido pasar todas nuestras fronteras, fortificaciones, protecciones, un pequeño emigrante que vino de lejos, el Coronavirus. Él sí ha conseguido entrar. Ha hecho saltar las alarmas, las protecciones. ¡Estamos siendo invadidos, atacados, por un virus!
Este pequeño emigrante ha puesto en evidencia el miedo a la muerte que tanto nos angustia, como en el film de Bergman; ha puesto en evidencia nuestra originaria vulnerabilidad, nuestra indiferencia al sufrimiento del otro, hasta que nos toca a nosotros; ha puesto en evidencia la necesidad que todos tenemos de protección, de asilo, de cuidados, de acogida. El pequeño virus nos ha hecho tan vulnerables como lo son nuestros emigrantes o las personas más pobres del planeta.
Os proponemos una oración: "Todos somos pobres y necesitados. Todos necesitamos que alguien cuide nuestra debilidad. Todos tememos la muerte, el fracaso de nuestras vidas. Señor, danos un corazón capaz de amar como Tú nos has amado, capaz de amar como queremos ser amados, cuidados, atendidos, liberados del mal". Que así sea.
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FRANCESCO
Hna. Prado
No es el santo ni el Papa. Es el hijo de nuestros amigos italianos, el más pequeño. Ayer, confinada toda la familia en casa (siete en total: los padres, dos adolescentes y dos jóvenes, más Francesco, el pequeño), se hicieron la pregunta ineludible: "¿Qué beneficios puede aportarnos esta cuarentena en casa?" a la que el pequeño Francesco no dudó en responder: "¡Estar todos juntos durante mucho tiempo!" Realmente no puede haber para un pequeño mejor protección y alegría. Pues, ¡todos con Francesco!: esta es la oportunidad de vivir más cerca y más unidos.
FRANCESCO
Hna. Prado
No es el santo ni el Papa. Es el hijo de nuestros amigos italianos, el más pequeño. Ayer, confinada toda la familia en casa (siete en total: los padres, dos adolescentes y dos jóvenes, más Francesco, el pequeño), se hicieron la pregunta ineludible: "¿Qué beneficios puede aportarnos esta cuarentena en casa?" a la que el pequeño Francesco no dudó en responder: "¡Estar todos juntos durante mucho tiempo!" Realmente no puede haber para un pequeño mejor protección y alegría. Pues, ¡todos con Francesco!: esta es la oportunidad de vivir más cerca y más unidos.
CONTAGIANDO UNIDAD
DESDE EL MONTE
Un espacio de reflexión y oración ante la realidad que nos rodea desde Montefiolo (Casperia, Italia)
A nuestros amigos
DEL MIEDO Y NUESTRO INFINITO DESTINO
Hna. Bego
Sentimos peligrar nuestros mundos, los que creímos indestructibles. Se nos rompe la burbuja, atacada por un micro elemento invisible, imperceptible, incontrolable. Ya no podemos asegurarnos la salud, el bienestar, ni ¿la vida? Puede que la letalidad del coronavirus no sea de tal magnitud, `pero causa un pánico desmedido.
Nos aleja, nos esconde unos de otros, blinda las puertas de todos los países. El miedo emerge de la percepción de ser indiscriminadamente vulnerables, de poder ser afectados arbitrariamente. Emerge de las desastrosas previsiones económicas que podrían derivarse de este estado de sitio mundial. Temblamos al pensar que pueda desmoronarse el clímax de prosperidad al que, sobre todo, el primer mundo se ha habituado.
Y al temblar recordamos que la vida no es nuestra, que nos la han regalado. Que el ser humano es frágil y pequeño, y existe colgado de las manos de Otro que le insufla el aliento. Que ninguno de nuestros segundos es debido. Que ninguna de nuestras dichas durarán eternamente, que tampoco el dolor es para siempre. Que en esta tierra estamos de paso, de camino.
Al temblar, alzamos los ojos al cielo, recordamos nuestro destino infinito y la vida desvela sus fundamentos, su esencia.
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EL PÁNICO ¿NOS AÍSLA O NOS UNE?
Hna. Érika
El remedio contra el coronavirus, dicen, es el aislamiento. Se cortan las comunicaciones, nos escondemos detrás de mascarillas, evitamos los lugares donde entraríamos en contacto con otros. Ciertamente el virus nos debilita.
Si las noticias trataran de los esfuerzos que se hacen en cooperación internacional para encontrar la vacuna, del trabajo en equipo de los médicos en los hospitales donde se combate el virus, de los intentos de suscitar solidaridad con los afectados uniéndonos a ellos - si estas voces fueran más fuertes, más relevantes, no perderíamos tan fácilmente las fuerzas, la esperanza; no cundiría el pánico, no nos abatiría la tristeza y la incertidumbre.
¿Tenemos una palabra de esperanza para los demás?
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Un tiempo para compartir
Hna. Ana María
Hay una preocupación mundial por todo lo que estamos viviendo a raíz del Coronavirus. Al leer las noticias, veo que cada país está tomando las medidas necesarias para que no se vaya propagando el virus. Es doloroso saber que muchas personas están muriendo, especialmente los más vulnerables. Pienso en los países más pobres, los que tienen menos recursos... Por nuestra parte debemos cooperar y seguir las indicaciones que se nos dan.
Pero ante todo esto ¿qué podemos hacer en este tiempo de cuarentena? Ahora tenemos una oportunidad para estar juntos, para dialogar, para compartir, para unirnos más como familia, para reconciliarnos...
No dejemos pasar esta circunstancia que, aunque preocupante y dolorosa, puede ser también el espacio para reencontrarnos con los que, aún viviendo en la misma casa, a veces están lejos.
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Manos
Hna. Érika
Nos piden no darnos la mano, ni siquiera como signo de paz en la Eucaristía. Otro gesto
prohibido es introducir la mano en la pila del agua bendita – de hecho, las han vaciado en todas las iglesias. (Me pregunto si habrán vaciado la pila bautismal de San Francisco y Santa Clara en Asís, donde el otro día - como únicos visitantes – introdujimos la mano todas las hermanas que estamos en Italia, una tras otra ….) Estamos privados de gestos.
Sin embargo, en estos días nos llegan indicaciones de cómo lavarnos las manos para prevenir la infección. ¿Por qué no aprovechamos estos momentos y hacemos de este gesto un gesto simbólico, conscientes de su sentido trascendente y también como gesto de comunión y solidaridad? ¿No sería bonito recordar con él el lavatorio de la Eucaristía que ahora en muchas partes no se puede celebrar?
Un espacio de reflexión y oración ante la realidad que nos rodea desde Montefiolo (Casperia, Italia)
A nuestros amigos
DEL MIEDO Y NUESTRO INFINITO DESTINO
Hna. Bego
Sentimos peligrar nuestros mundos, los que creímos indestructibles. Se nos rompe la burbuja, atacada por un micro elemento invisible, imperceptible, incontrolable. Ya no podemos asegurarnos la salud, el bienestar, ni ¿la vida? Puede que la letalidad del coronavirus no sea de tal magnitud, `pero causa un pánico desmedido.
Nos aleja, nos esconde unos de otros, blinda las puertas de todos los países. El miedo emerge de la percepción de ser indiscriminadamente vulnerables, de poder ser afectados arbitrariamente. Emerge de las desastrosas previsiones económicas que podrían derivarse de este estado de sitio mundial. Temblamos al pensar que pueda desmoronarse el clímax de prosperidad al que, sobre todo, el primer mundo se ha habituado.
Y al temblar recordamos que la vida no es nuestra, que nos la han regalado. Que el ser humano es frágil y pequeño, y existe colgado de las manos de Otro que le insufla el aliento. Que ninguno de nuestros segundos es debido. Que ninguna de nuestras dichas durarán eternamente, que tampoco el dolor es para siempre. Que en esta tierra estamos de paso, de camino.
Al temblar, alzamos los ojos al cielo, recordamos nuestro destino infinito y la vida desvela sus fundamentos, su esencia.
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EL PÁNICO ¿NOS AÍSLA O NOS UNE?
Hna. Érika
El remedio contra el coronavirus, dicen, es el aislamiento. Se cortan las comunicaciones, nos escondemos detrás de mascarillas, evitamos los lugares donde entraríamos en contacto con otros. Ciertamente el virus nos debilita.
Si las noticias trataran de los esfuerzos que se hacen en cooperación internacional para encontrar la vacuna, del trabajo en equipo de los médicos en los hospitales donde se combate el virus, de los intentos de suscitar solidaridad con los afectados uniéndonos a ellos - si estas voces fueran más fuertes, más relevantes, no perderíamos tan fácilmente las fuerzas, la esperanza; no cundiría el pánico, no nos abatiría la tristeza y la incertidumbre.
¿Tenemos una palabra de esperanza para los demás?
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Un tiempo para compartir
Hna. Ana María
Hay una preocupación mundial por todo lo que estamos viviendo a raíz del Coronavirus. Al leer las noticias, veo que cada país está tomando las medidas necesarias para que no se vaya propagando el virus. Es doloroso saber que muchas personas están muriendo, especialmente los más vulnerables. Pienso en los países más pobres, los que tienen menos recursos... Por nuestra parte debemos cooperar y seguir las indicaciones que se nos dan.
Pero ante todo esto ¿qué podemos hacer en este tiempo de cuarentena? Ahora tenemos una oportunidad para estar juntos, para dialogar, para compartir, para unirnos más como familia, para reconciliarnos...
No dejemos pasar esta circunstancia que, aunque preocupante y dolorosa, puede ser también el espacio para reencontrarnos con los que, aún viviendo en la misma casa, a veces están lejos.
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Manos
Hna. Érika
Nos piden no darnos la mano, ni siquiera como signo de paz en la Eucaristía. Otro gesto
prohibido es introducir la mano en la pila del agua bendita – de hecho, las han vaciado en todas las iglesias. (Me pregunto si habrán vaciado la pila bautismal de San Francisco y Santa Clara en Asís, donde el otro día - como únicos visitantes – introdujimos la mano todas las hermanas que estamos en Italia, una tras otra ….) Estamos privados de gestos.
Sin embargo, en estos días nos llegan indicaciones de cómo lavarnos las manos para prevenir la infección. ¿Por qué no aprovechamos estos momentos y hacemos de este gesto un gesto simbólico, conscientes de su sentido trascendente y también como gesto de comunión y solidaridad? ¿No sería bonito recordar con él el lavatorio de la Eucaristía que ahora en muchas partes no se puede celebrar?
Pilar
22/3/2020 16:57:59
Un abrazo enorrrme a todas y ¡unidas en la Oracion!
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