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Civitas Dei Niños 2023El martillo fue quien dio comienzo a la pelea y con dos imponentes golpes ordenó silencio, lo que obligó a las demás herramientas -que parloteaban sin escucharse- a enmudecer asustadas. Reivindicaba la presidencia, pues consideraba que era quien debía dirigir la caja de herramientas por ser el mejor con diferencia, ya que sus opiniones eran firmes y contundentes, saberes respecto de los cuales nadie podía albergar ninguna duda.
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Comenzamos la primera actividad del campamento: ¿quiénes son los artesanos?
Y salimos en búsqueda de nuestros especialistas en trabajar con sus propias manos: una pintora, una hortelana, un carpintero, una cocinera, una herrera y un alfarero. En el momento en que encontramos al maestro de nuestro gremio, nos pusimos manos a la obra nosotros también. El martillo seguía buscando el primer lugar, tratando de llegar primero a cada puesto, corriendo como el que más.
Comenzamos la primera actividad del campamento: ¿quiénes son los artesanos?
Y salimos en búsqueda de nuestros especialistas en trabajar con sus propias manos: una pintora, una hortelana, un carpintero, una cocinera, una herrera y un alfarero. En el momento en que encontramos al maestro de nuestro gremio, nos pusimos manos a la obra nosotros también. El martillo seguía buscando el primer lugar, tratando de llegar primero a cada puesto, corriendo como el que más.
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Sin embargo, poco a poco y superados los primeros golpes, el resto de las herramientas comenzaron a protestar y le exigieron su renuncia; ¿la causa? el martillo hacía demasiado ruido y además se pasaba todo el tiempo golpeando. Era ruidoso y machacante. Definitivamente, no podía presidir la caja de herramientas.
Abrumado el martillo con la acusación, comenzó a sentirse pequeño y resolvió esconderse en un rincón para no intervenir más, no sin antes solicitar a los presentes que también fuera expulsado el destornillador, dado que se trataba de una herramienta que daba demasiadas vueltas para conseguir algo y ser útil. Todos gritaron que le asistía razón al martillo en solicitar esa expulsión. Avergonzado el destornillador se metió dentro de un cajón. |
Dimos comienzo a nuestro aprendizaje de la paz, viendo cómo hacerla y cómo romperla. ¿Qué es la paz? ¿Cómo encontrarla? Observamos cómo lo hace el Maestro y volvimos a ponernos en marcha, buscando la paz y corriendo tras ella (Sal 34, 15).
En ese momento dijo la lija: yo sé acabar bien las cosas que comienzo y me considero la más idónea para poner orden en la caja de herramientas. De inmediato todos vociferaron: ¡no! eres áspera en el trato diario con los demás con quienes tienes constantes fricciones. La lija desolada se quedó quieta en la estantería desde donde hablaba, pero exigió con voz firme que fuera expulsado también el metro, porque prejuicioso como era, medía todo según su propia consideración o medida, como si él fuera el único perfecto. El metro saltó de pronto a lo más alto del taller y dijo: precisamente por esa razón, es decir, por tener la forma de medir, soy el más idóneo para tomar las medidas del asunto que nos ocupa. |
El segundo día de este trabajo por la paz entramos en nuestro interior siguiendo el consejo de san Agustín: entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior reside la verdad. Preparamos en una cajita nuestro mundo interior, con sus ruidos, bucles y asperezas, pero también con sus virtudes, con el amor que hay en él y todas nuestras buenas intenciones. Descansamos esta noche para prepararnos bien para la misión que teníamos que acometer al día siguiente: buscar la paz en la Creación.
¿Cómo podemos ser artesanos de paz con la Creación? Nuestra primera misión fue en nuestro interior, comprendiendo que cada uno de nosotros puede ser constructor de esta paz, aunque no seamos nosotros quienes crean conflicto. Empezamos nuestra peregrinación preparados para recoger toda la basura que encontráramos por el camino. Al llegar a nuestro destino, nos dimos cuenta de que crear la paz no es señalar la suciedad que otros crean en el camino, sino hacer nosotros mismos del camino uno limpio de discordia que alabe a su Creador. ¡Y empezaron nuestros juegos de agua!
Todos dudaron y consideraron que tal vez, el metro tenía razón. Pero pronto comenzaron de nuevo las disputas, no podía ser creíble que alguien como el metro, pudiese ser justo.
Después de estos días intensos de búsqueda de la paz, de empezar a construirla, vimos cómo podemos hacerlo todos juntos. Nos dimos cuenta de que nosotros somos esta caja de herramientas y nos vimos envueltos en la misma discusión. ¿Quién es el más importante? Para resolver esta importante cuestión preguntamos al Artesano cómo vivir la paz con los otros.
Después de estos días intensos de búsqueda de la paz, de empezar a construirla, vimos cómo podemos hacerlo todos juntos. Nos dimos cuenta de que nosotros somos esta caja de herramientas y nos vimos envueltos en la misma discusión. ¿Quién es el más importante? Para resolver esta importante cuestión preguntamos al Artesano cómo vivir la paz con los otros.
De repente fueron interrumpidos, la puerta del taller se abrió y entró el carpintero con un trozo de madera en las manos. Todos callaron.
Nos contó su método: lo primero que hace es ensanchar el corazón del prójimo. ¿Cómo? Resaltando todas las cosas buenas que le caracterizan. ¡Así que eso hicimos! Más tarde el padre Arturo, que nos ha acompañado en esta semana de aprender el oficio de la artesanía, nos llevó al taller del Maestro para ver cómo trabaja. Pusimos ante Jesús la caja de nuestro corazón con todo lo que llevamos dentro y nos dejamos querer por Él.
Se puso el delantal, buscó y reunió a todas las herramientas y comenzó su trabajo. Usó el martillo, la lija, el metro, los tornillos y otras herramientas como la sierra, el destornillador… y convirtió aquel trozo de madera en un precioso mueble. Al terminar la labor, el carpintero miró el resultado de su trabajo con satisfacción, organizó las herramientas en la caja, se quitó el delantal, salió del taller y cerró la puerta con llave. Sin embargo, las herramientas retomaron la deliberación.
Entonces, después de toda esta semana, ¿cómo podemos ser artesanos de paz? Hemos contemplado al Artesano, hemos buscado la paz interior, la paz con la Creación, la paz con los otros. ¿Cómo ser nosotros artesanos? La conclusión de la deliberación de las herramientas responde a nuestra pregunta.
Fue el serrucho el primero en hablar: ha quedado claro que todos tenemos defectos y puntos débiles, pero también virtudes y cualidades. Los primeros nos separan, las segundas nos unen y no existen dudas: es con éstas últimas que trabaja el carpintero.
En esta semana hemos trabajado juntos en los juegos, las gymkanas, los distintos talleres con nuestros invitados especiales: Alba y Carlos para el taller de la cestería y Natalia desde Colombia para el taller construcción de paz. Hemos trabajado en equipo y hemos aprendido que todos somos importantes en esta obra y que juntos sale mejor.
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Y, ante estas palabras, una sonrisa salió de todas las herramientas. La asamblea -en pleno- comprendió que no había razón para continuar peleando por la presidencia: el martillo era fuerte, el destornillador unía y aportaba sostén, la lija servía para limar las asperezas y el metro daba exactitud y precisión. Entendieron que eran un equipo capaz de producir belleza y de repente se emocionaron al ver que era una suerte poder trabajar unidos.
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El resultado final de nuestro trabajo en esta semana fue la velada final en la que todos pudimos participar presentando nuestros dones y talentos delante de nuestros compañeros, las hermanas y los invitados especiales.
De esta forma, la reunión terminó y todas las herramientas se iluminaron de sonrisas, se miraron con complicidad y reconocieron el valor que cada uno de ellos aportaba para la elaboración de preciosos muebles.
Concluimos nuestro campamento dando gracias a Dios con la última Eucaristía, cantando con alegría por todo lo vivido y recibiendo las palabras conclusivas podéis ir en paz sabiendo que nos enviaban a ser artesanos de paz en el mundo.