Civitas Dei Jóvenes
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Del 9 al 15 de julio, un pequeño grupo de jóvenes se ha acercado al Monasterio para vivir una experiencia de trabajo, de fraternidad y de oración con las hermanas. Hemos vivido este tiempo acompañados de dos hermanos franciscanos conventuales; su presencia ha sido un gran testimonio de la vida religiosa para todos nosotros. El motivo que nos ha convocado ha sido el deseo y la búsqueda de la paz. Este anhelo presente en el corazón de Dios y del hombre, el de una convivencia pacífica fundada y movida por el Amor, ha guiado nuestro itinerario físico y espiritual.
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Los chicos han participado cada día de la Liturgia, centro de nuestra vida y lugar en el que nos encontramos con Aquel que colma de sentido todos nuestros días. Durante las mañanas hemos abordado el trabajo en el campo previsto para este año. Si el año pasado construimos, con la ayuda de nuestro amigo Carolo, una fuente (Sicar) y el inicio de un “camino de los sentidos”, esta vez nos hemos empeñado en terminar este último. Recorriendo este sendero, los sentidos despiertan al asombro, las percepciones se agudizan y así toda nuestra persona se abre a la presencia del Creador inscrita en su obra, la creación.
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Las tardes, con la ayuda de una clave y de una dinámica, han estado destinadas a la reflexión, a la interioridad y a la fraternidad cristianas. La convivencia entre nosotros, el silencio y el compartir se han convertido en espacios de gracia, lugares en los que el Señor ha ido saliendo a nuestro encuentro.
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El miércoles, en el ecuador de nuestra semana, disfrutamos de una salida que no cesaba de invitarnos a la paz interior, a la paz con la creación, a la paz con los demás, a la paz con uno mismo y a la paz con Dios. Por la mañana conocimos el único jardín botánico de nuestro Valle del Tiétar, en el que el dueño y responsable nos acogió y enseñó, con gran respeto y admiración, todas las especies que este jardín custodia. Por la tarde, los chicos pudieron disfrutar de las piscinas naturales de Piedralaves, dando gracias a Dios por el don de la creación.
Ha sido una semana sencilla, llena de detalles y gestos pequeños, alejados del ruido y de las prisas. Y, por todo ello, ha resultado un tiempo extraordinario en el que hemos podido gustar algo de la “Ciudad de Dios” que estamos llamados a hacer posible.