Visita de Monseñor Erik Varden al Monasterio de la Conversión: Un Encuentro de Fe y Comunión

El pasado 23 de junio, nuestra comunidad de la Conversión recibió con gran alegría la visita de Monseñor Erik Varden, monje cisterciense y obispo de Trondheim, una diócesis situada en Noruega. Su presencia entre nosotras ha sido un verdadero regalo, no solo por su testimonio de vida y fe, sino también por el profundo sentido de comunión que compartimos durante su estancia.

Monseñor Varden, convertido del luteranismo al catolicismo, nos habló con cercanía de su camino espiritual, marcado por muchos pequeños momentos de gracia. Uno de ellos, profundamente transformador, fue la escucha de la Sinfonía n.º 2 de Gustav Mahler, también conocida como la “Resurrección”. Este acontecimiento, nos dijo, abrió en él una experiencia interior que lo condujo hacia la plenitud de la fe católica.

Durante nuestro encuentro comunitario, también nos compartió cómo la fe católica en Noruega se ha mantenido viva gracias a la entrega silenciosa y generosa de muchas religiosas, que han acompañado a los pocos católicos esparcidos por el extenso y a veces inhóspito territorio noruego. Su testimonio de vida, nos recordó, ha sido decisivo para sostener la llama de la fe en esas tierras.

​En la celebración de la Eucaristía, la lectura sobre la vocación de Abraham resonó especialmente en todas nosotras. Nos sentimos profundamente interpeladas por esta Palabra, que iluminó nuestra propia vocación, nuestro llamado a salir, a ponernos en camino como comunidad naciente. En su homilía, Monseñor Varden nos habló de la prontitud, la ligereza y la disponibilidad como rasgos esenciales del seguimiento de Cristo, actitudes que anhelamos cultivar en nuestra vida cotidiana.

​El clima fue profundamente alegre, sencillo y fraterno. Sentimos cómo se tejían lazos entre nuestras comunidades, cómo tierras hasta ahora lejanas se acercaban y nos resultaban más familiares, incluso entrañables. Monseñor Varden lo expresó bellamente, comparando esta experiencia con la red de relaciones del medioevo, tejida por los caminos de la peregrinación. Trondheim, nos recordó, fue también un centro de peregrinación en Europa, vinculado a la figura de san Olav, y hubo un tiempo en que peregrinos partían incluso desde Santiago de Compostela rumbo a Noruega.

​Agradecemos profundamente esta visita que ha fortalecido nuestra fe y ampliado nuestro horizonte eclesial. Ha sido un signo providencial del Espíritu, que nos impulsa a seguir caminando, disponibles y confiadas, allá donde el Señor nos quiera llevar.