En pleno tiempo pascual celebramos la Profesión Solemne de nuestras hermanas Charo, Karol e Isabel. El pasado sábado, 13 de abril, nuestra Iglesia de la Reconciliación se llenaba de familiares y amigos que quisieron acompañarlas en este paso tan importante y definitivo en nuestra Comunidad. “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28) era el lema de esta Profesión sustentada en una sólida confesión de fe: Cristo, la roca firme, el Dios y Señor que ha traído hasta aquí a nuestras hermanas es el centro y el esposo que permanecerá en sus vidas para siempre. En esta Eucaristía, en la que cada momento de la liturgia se cuida especialmente, pedimos insistentemente, con la intercesión de todos los santos, por las hermanas que dicen sí a Cristo. Las letanías nos recuerdan que, los que nos preceden en el camino de la santidad, están ahí para interceder por nosotros y llevarnos hacia Dios. Unos quince sacerdotes concelebraron la Eucaristía, presidida por el padre Agustino, Gonzalo Tejerina. Al júbilo pascual de la Resurrección de nuestro Señor, sumamos la alegría de ser testigos del sí de nuestras hermanas Charo, Karol e Isabel a Cristo. Un sí para toda la eternidad al que es el Camino, la Verdad y la Vida. Acción de gracias SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO, Creemos y confesamos tu humanidad y tu divinidad. Tú nos has amado desde siempre y para siempre, has salido a nuestro encuentro ofreciéndonos un horizonte de eternidad. Has hecho de nuestra historia una historia de salvación, nos has reconciliado contigo, con nosotras mismas, con los hermanos.
Te has hecho necesario en nuestra existencia. Sin Ti nada tiene sentido. Eres el Hijo amado, enviado por el Padre, el hermano, que apura hasta el fondo el drama de lo humano para conducirnos a Dios. En el Misterio Pascual, que celebramos, nos has entregado el don de la filiación divina: ser Hijas en el Hijo, partícipes de la vida intradivina. SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO, tu compasión y tu misericordia nos sostiene, has acompañado nuestras pérdidas, nuestros silencios y omisiones, has descendido hasta lo más profundo de nosotras mismas. Te hemos reconocido en nuestras heridas, en la herida del altar de la que mana sangre y agua, manantial que sacia nuestra sed. Señor tus heridas nos han curado. Nos has rescatado, con tu muerte, de nuestra propia muerte otorgándonos tu Vida, una vida que se hace ofrenda y se renueva, cada día, en la Eucaristía. Señor todo viene de Ti. Nos has dado una familia, amigos, hermanos y hermanas, la gran familia de la Iglesia que hoy nos acompaña y arropa en este momento tan importante, gracias por tu Amor en ellos: nuestros padres, hermanos y hermanas, cada familiar y cada amigo que de cerca y de lejos, de ahora o de siempre estáis aquí, los hermanos de la Orden, los sacerdotes de la Diócesis, los sacerdotes amigos, la fraternidad de laicos, las familias de las hermanas… en todos ellos reconocemos tu cuidado, Señor, tu Amor hacia nosotras. SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO, nos has dado el don de la fe, nos has llamado a vivir con radicalidad nuestra consagración bautismal en esta comunidad. Somos hermanas unidas por los vínculos del Amor, un Amor que se hace carne en cada una de nosotras y transciende los límites de nuestra propia humanidad: ama, custodia, libera, cura, sana, levanta, sostiene. Tu fidelidad hace posible la fidelidad de cada una de nosotras, sostiene nuestra Vida, una vida querida, reconciliada. Ensanchas los espacios de nuestra tienda para acoger y custodiar la vida que nos entregas. Cada una de las hermanas y cada persona que pones en nuestro camino es tierra sagrada. Haz que nuestra consagración haga de nosotras una casa para todos, un espacio de acogida donde descansar en tu Amor. Tu presencia en medio de nosotras acrecienta la comunión y configura nuestra comunidad como espacio seguro donde vivir con plenitud y libertad nuestra vocación: ser hijas, discípulas, esposas, madres… Tu Espíritu nos lo recuerda todo y nos mueve a amar hasta el extremo, transparentando en nuestra existencia tu Rostro. SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO, nos has atraído hacia Ti, hemos reconocido en ti al Tú de nuestra vida, a pesar de nuestras traiciones, junto a Pedro exclamamos: Señor tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero. ¡Ya tenemos fechas para los próximos Civitas Dei, 2024! A continuación encontrarás enlaces para obtener más información, nuestros datos de contacto y, sobre todo, los formularios de inscripción. Si ya sabes que quieres venir a Civitas Dei este verano, te animamos a inscribirte cuanto antes - ¡tenemos plazas limitadas! Y como siempre, no dudes en invitar a nuevos amigos a vivir esta experiencia, y construir así juntos la Ciudad de Dios. ¡Os esperamos!
LIII Encuentro JARISTestigos y caminos de conversión
ArtículoHna. Carolina Blázquez OSA Empieza el tiempo de Pascua que en la Iglesia antigua se llamaba el tiempo de la mistagogía. Era la meta de todo el camino del catecumenado que marcaba el ritmo de las comunidades cristianas que se preparaban cada cuaresma, de forma especial, para la acogida de nuevos miembros.
La Pascua, por tanto, en la Iglesia de los siglos IV y V, era tanto la cumbre en el camino de preparación para los candidatos a entrar en la comunidad de los salvados como el manantial de constante renovación de las propias comunidades. Estas se percibían, realmente, como un seno materno. En ellas se revivía constantemente el misterio de María: generando, gestando y alumbrando la vida de los nuevos hijos de Dios, los neófitos, que, al mismo tiempo, a su vez, vivificaban y renovaban la vida de los ya creyentes. Se cumplía así la palabra de Jesús a Nicodemo al que invitaba a nacer de nuevo, aún siendo viejo (cf. Jn 3,3-7). Evolución histórica Tras el Edicto de Milán y, finalmente, con el reconocimiento del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano, las conversiones a la fe cristiana crecieron considerablemente. Aunque ya venía perfilándose, esto provocó que el proceso de incorporación al cristianismo se institucionalizara con unos pasos bien definitivos. En la conciencia de que “los cristianos no nacen, se hacen” (Tertuliano, Apología contra los Gentiles, 18,4), el proceso de catecumenado era largo y podía llegar a durar varios años, en algunos casos. Ahora bien, como la entrada en la economía de la gracia es el mayor bien, estos procesos de preparación se fueron acortando para que una espera prolongada no provocara un sentido elitista de la fe, confundiendo una buena preparación con una cierta dignidad personal para recibir los sacramentos. Se podría olvidar así el sentido auténtico de la palabra que la Iglesia nos invita a decir justo en el momento antes de recibir la comunión eucarística: “Oh Señor, no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme” (cf. Mt 8,8). Por otro lado, porque los ya bautizados deseaban hacer partícipes a sus hijos de la gracia, el bautismo de niños se impuso hasta extinguirse prácticamente el bautismo de adultos. De aquí el olvido de todo este itinerario catequético y mistagógico de incorporación a la Iglesia que, desde el Concilio Vaticano II, estamos tratando de recuperar de forma creativa y actualizada como propuesta de revitalización de la fe de los creyentes y de evangelización e incorporación a la Iglesia de nuevos fieles. De hecho, algunas realidades eclesiales hijas de la renovación conciliar han asumido pasos o el itinerario, más o menos completo, de todo este proceso catecumenal en el que se integran equilibradamente la experiencia personal de encuentro con Cristo —el despertar en la fe—, la inserción eclesial a través de la vía litúrgico-sacramental y el proceso existencial de conversión. Hay aquí algo clave para este momento de la Iglesia que vivimos. Se nos ofrece un marco o guía para todos nuestros proyectos educativos o catequéticos en la fe que siempre corren el peligro de moverse en los esfuerzos, un tanto infecundos, de una intensa educación externa puesto que, en muchos casos, la fe no ha sido despertada al no haber acontecido el encuentro personal con Cristo o, en cambio, en la promoción de propuestas de despertar en la fe que, sin un cuidado itinerario posterior catequético y formativo a todos los niveles y, especialmente, litúrgico-sacramentalmente, suelen ser experiencias eminentemente subjetivas que corren el riesgo de apagarse pronto, al ritmo de las emociones. El Papa Francisco nos recordaba estos dos peligros en Desiderio Desideravi conectando con su magisterio anterior en el que reiteradas veces nos ha pedido atención y cuidado para evitar las tendencias neopelagianas o, su contrario, neognósticas en la Iglesia (cf. DD 17). Para lograr esta vitalidad litúrgica la clave está en la propuesta formativa a través de catequesis litúrgicas o mistagógicas retomando la práctica de la Iglesia antigua y readaptándola a las necesidades del presente en la fidelidad creativa que caracteriza siempre los pasos de renovación en la Iglesia. Ya en Sacrosanctum Concilium se nos invitaba a trabajar en este sentido (cf. SC 36), también Evangelii Gaudium trata el tema de la catequesis mistagógica (cf. EG 163-168) y el Nuevo Directorio para la Catequesis del año 2020 retoma esta cuestión (nn. 61-65; 73-78). Continuamente dados a luz El proceso está detalladamente explicado en el RICA, el Ritual para el Catecumenado de Adultos, redactado en 1972. En 2022 celebramos los 50 años de su publicación y, a pesar de haber transcurrido tantos años y de ser uno de los frutos significativos de la reforma litúrgica conciliar, es un documento aún poco conocido y valorado, aunque puede ser un magnífico instrumento para desarrollar procesos catequéticos y de formación litúrgica que ayuden a profundizar en la vida cristiana para los ya creyentes. La profundización en el proceso de catecumenado ayuda a vivir en la memoria de que el cristiano es siempre un pecador perdonado experimentando así que la alegría de la salvación brota, no de nuestros logros o nuestra perfección personal, sino de la acogida constante de la misericordia de Dios. Esta posición de verdad y humildad ante Dios nos libra de la tentación de creernos el hijo mayor frente al hijo pródigo (cf. Lc 15,29-32) o el fariseo frente al publicano (cf. Lc 18,9-14). Vivimos en un proceso de conversión ininterrumpida, siendo continuamente dados a luz en la fe hasta que Cristo sea formado en nosotros (cf. Ga 4,19). Tras el período kerigmático, en el que se anuncia el corazón del evangelio, que se correspondería con los métodos hoy de evangelización o primer anuncio, para aquellos que tras la conversión a la fe expresaban el deseo de iniciar un proceso de incorporación a la Iglesia se ofrecía la entrada en el catecumenado. Este se concebía como un tiempo largo acompañado por algunos cristianos, los catequistas, que debían introducir, poco a poco, en el conocimiento de la fe y en la experiencia de oración con la consiguiente conversión de las costumbres, que esto traía consigo. En el itinerario era fundamental la oración y la familiarización con la Palabra de Dios, la tarea educativa en la doctrina y la fe de la Iglesia, así como la conversión de costumbres, que para muchos podía suponer un cambio significativo en hábitos de vida, mentalidad y criterios, incluso profesión… San Agustín, por ejemplo, abandonó su oficio de orador tras la conversión. Se avergonzaba de vivir vendiendo mentiras vestidas de verdad solo por estar bien dichas buscando, además en ello, ser estimado y gozar de prestigio. Ante la verdad de Cristo, se cayeron las máscaras en las que se había escondido ante sí mismo durante años (Cf. Confesiones IX, II, 2). Este proceso del catecumenado se intensificaba en la última cuaresma antes del momento del bautismo que se recibía siempre en el contexto de la Pascua, concretamente en la Vigilia Pascua. Esta última cuaresma se la llamaba tiempo de la purificación o iluminación y era un tiempo absolutamente único y especial. Cada semana, marcada por el domingo, estaba ligada a un paso o gesto sumamente bello y expresivo: la elección o inscripción del nombre, los escrutinios o tiempos fuertes de discernimiento sobre la verdad de la propia vida ante la luz de la Palabra, los exorcismos, la entrega de la profesión de fe, del Padre Nuestro, las unciones, el rito del Effetá… En este momento toda la gestualidad y ritualidad eclesial expresa la gestación, la preparación para el nuevo nacimiento que encontrará en la noche de Pascua, la gran noche bautismal, su expresión definitiva. En la Pascua la memoria cuaresmal de la misericordia de Dios se transforma en memoria agradecida por la salvación ante la última y definitiva de las mirabilia Dei: la Resurrección de Cristo de entre los muertos. Esta gracia de la resurrección durante la Pascua no solo se proclama, se realiza en nosotros a través de los sacramentos que nos incorporan al Cuerpo glorioso de Cristo, Su vida entra en la nuestra. Se trata de un recorrido de transformación en Cristo, de modo que el camino de toda una vida cristiana, de años de seguimiento y conformación progresiva con Cristo, se nos entrega en la noche de Pascua, especialmente, durante la cincuenta pascual y, como prolongación de esta, en cada eucaristía cotidiana, que es prenda de lo que ya somos y de lo que estamos llamados a ser. En tu Luz vemos la luz Como somos limitados, como necesitamos el tiempo para asumir, acoger, comprender esta claridad ofrecida del Misterio de Dios en Cristo, la Iglesia madre despliega la mistagogía. El tiempo justamente posterior a la celebración del Triduo Pascual, la cincuentena pascual, tiene este sentido pedagógico de rumia para asimilar mejor y de profundización para tomar conciencia del don ya recibido. La vida cristiana de cada uno de nosotros puede entenderse como un prolongado tiempo de mistagogía hasta la entrada plena en el Misterio en la vida del Cielo. Muchos de nosotros, bautizados en la infancia, necesitamos este tiempo para ir comprendiendo lo que celebramos, lo que creemos y, en definitiva, lo que somos. Vamos asimilando lo que hemos recibido como identidad por la fe y los sacramentos. Es necesario, por tanto, desarrollar procesos mistagógicos como hacían los Padres del siglo IV con los neófitos que asistían por primera vez a las celebraciones sacramentales. Puesto que habían recibido en una sola noche, durante la Vigilia, los sacramentos de iniciación necesitaban después ahondar en lo vivido para, al conocerlo mejor, ir configurándose según esta nueva condición recibida a imagen de Cristo. Hay un modo nuevo de percibir la realidad como portadora del Misterio de Dios en el que vamos siendo introducidos por la acción litúrgica y la Pascua es el tiempo propicio para esto. En ella, la dimensión mistagógica está acentuada y potenciada porque es el tiempo de la plenitud, del cumplimiento donde todo vuelve a su realidad primera y última, a su referencialidad creada y a su verdad en Dios desvelada en Cristo Resucitado. Esta mistagogía litúrgica pascual tiene, especialmente, varias dimensiones o niveles: Mistagogía creacional En la Pascua los signos litúrgicos nos conectan con la creación: el Fuego que purifica e ilumina desde dentro, la luz del cirio pascual y la cera pura elaborada por las abejas, el agua bautismal, el aceite del santo crisma, el viento del Espíritu, la vida que misteriosamente despierta del letargo invernal en la primavera y que irrumpe en el Templo a través de las decoraciones florales, el blanco y dorado de los tejidos… Estas dimensiones cósmicas de la liturgia requieren ser explicadas detenidamente. No son meros elementos decorativos. A través de ellas, la Iglesia expresa la dimensión creacional del acontecimiento de la resurrección, superando todo subjetivismo o reduccionismo emotivista de la fe. Cristo resucitado ha colmado de luz la realidad desde dentro. Esto significa el velo del templo rasgado, el suelo rasgado por los terremotos y las lápidas corridas según nos transmiten los evangelistas al narrar el momento de la Muerte y Resurrección (cf. Mt 27,51-54.28,2). El nudo de las relaciones vitales: con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la creación, ha sido desatado. Desde este momento, todo está transido de Dios y es portador de Dios, como si el misterio de María se cumpliera en cada criatura, todo se abre al Espíritu y el antagonismo carne-pneuma queda reconciliado, la vida de la gracia se alumbra a través de la carne de este mundo. En la liturgia nada es opaco, ni está cerrado sobre sí, ni separado del resto. Todo está transfigurado, irradia claridad y vida. El pan y el vino se hacen totalmente dóciles a la Palabra de Dios y la acción del Espíritu. Esto, que sucede en la liturgia, traspasa los muros del templo y, por la mirada sacramental del creyente transformado por la celebración en la que participa, toca su realidad cotidiana haciendo de ella un espacio y un tiempo sacramental. Mistagogía histórico-salvífica El cristiano, a lo largo de toda su vida, como si toda la historia de Israel se actualizara en su propia historia, es invitado a pasar de la esclavitud a la libertad, de la noche a la luz, del desierto a la tierra prometida, de la tristeza a la fiesta, del hambre al banquete de bodas, de la muerte a la vida, introducido con Cristo, en el último mar rojo de la vida, la muerte y la sepultura para resucitar con Él a una vida nueva, participando de su propia vida resucitada. Para vivir esta experiencia es fundamental la familiaridad con la Historia Sagrada a través de la Palabra de Dios leída, proclamada, celebrada en la liturgia. La Vigilia Pascual es maestra de esta tarea mistagógica. Su recorrido a través del Antiguo Testamento por los libros históricos, proféticos y sapienciales expresan los miedos, los anhelos, los límites, la sed del corazón del hombre salvados constantemente por la mano poderosa de Dios. Toda esta pedagogía de Dios con el pueblo encuentra en el Nuevo Testamento, con el acontecimiento Cristo y su Resurrección, su cumplimiento. Hay que detenerse en las lecturas de cada celebración, iluminar su sentido en Cristo y existencialmente para el hombre de hoy, confiar en la fuerza performativa de la Palabra que encuentra en el marco sacramental su máxima expresión. Ella hace lo que dice. Mistagogía sacramental La Pascua es, por excelencia, el tiempo de los sacramentos. La fuerza salvadora que brotaba del Cuerpo de Cristo ha pasado a su Iglesia y, gracias a su acción, toda la existencia del hombre ha quedado bendecida y salvada. Los sacramentos nos conectan con Cristo resucitado, son la oportunidad del encuentro con su carne gloriosa. Así, vamos siendo incorporados a Él, principalmente, por la comunión eucarística que cumple la comunión inaugurada en el bautismo: Cristo en nosotros, nosotros en Él, con un sentido esponsal: unidos en una sola carne, la Carne ofrecida por Cristo para la vida del mundo. Esta comunión nos alimenta, nos transforma y nos mueve a vivir todo lo humano desde esta dimensión de resurrección. En Pascua se celebran los sacramentos de iniciación y, como gracia que de ellos brota, es el momento propicio para la celebración también de los sacramentos de vocación: el matrimonio y el orden, así como la consagración de vírgenes. Es el tiempo en el que lo humano con su misterio de crecimiento, amor, misión y límite puede desplegarse sin miedo, en una fecundidad cuyo fruto es la presencia del Reino, la santidad. Que a lo largo de esta Pascua que iniciamos seamos capaces los ministros, religiosos, catequistas, responsables de pastoral de desplegar una acción mistagógica creativa en nuestras celebraciones, en las tareas catequéticas, en las homilías, para que realmente seamos transformados por aquello y en aquello que recibimos. Esta es una tarea de conocimiento en el sentido judío de esta palabra: un saber que es comunión y amor, que abarca todas las dimensiones de la persona hasta tocar lo más profundo del ser, hasta mover el corazón, introducir en la intimidad, iluminar la existencia según Cristo. Esta es la acción propia del Espíritu Santo, el gran Mistagogo, por eso la Pascua, el tiempo de la mistagogía, es el tiempo del Espíritu, de hecho, su meta está en Pentecostés. “El Espíritu os lo recordará todo” (Jn 14, 26) La clave del Sábado Santo llevaba por título “El Espíritu os lo recordará todo” (Jn 14, 26). La encargada de adentrarnos tanto en el Pórtico Marial como en el Pórtico de la Iglesia –que completan los Pórticos de la Memoria Pascual— era Madre Prado. María, como madre de Jesús, recibió del Hijo una nueva maternidad, ya que se convierte en Madre de la Iglesia, morada de la memoria del Hijo, muerto y resucitado. Por otro lado, del Espíritu brota la Iglesia. Es el Espíritu el que otorga la fuerza que “pone en pie a la Iglesia en medio de las plazas”. Tras la muerte y resurrección de Jesús, el Espíritu nos da una nueva identidad: ser la Memoria Iesu, Memoria de Jesús. Este soplo del Espíritu implica, a su vez, hacerse uno con Cristo y ser sus testigos en medio de este mundo. El Sábado Santo es un día de desierto porque en medio del silencio y la contemplación acompañamos a Jesús, hacemos memorial de su muerte con la esperanza puesta en la Resurrección. Este año, debido a la lluvia, no hemos podido realizar la habitual marcha que hacemos cada año para caminar, hacer silencio, rezar, comer juntos en el campo, compartir… en su lugar, nos quedamos en el monasterio, donde hubo también tiempos de oración y contemplación, comimos por grupos y, por la tarde, tuvimos un momento de compartir, también por grupos, para compartir lo vivido durante el Triduo Pascual. Por la noche llegaba el momento culmen del Triduo con la Gran Vigilia Pascual, en la que celebramos nuestra gran fiesta cristiana: ¡Cristo ha resucitado! La riqueza de la liturgia nos regala en esta celebración todo un elenco de lecturas y salmos que nos recuerdan la Historia de Salvación que Dios ha realizado con el pueblo de Israel. En el transcurso de la Vigilia vamos pasando de la oscuridad a la luz, dando todo ese sentido de pasar de la Muerte a la Resurrección de Cristo para cantar todos juntos el Aleluya. Además, esta Vigilia Pascual la hemos vivido muy unidos a dos catecúmenos, Javier y Alba, amigos de la Comunidad, que durante la Vigilia en sus respectivas parroquias recibieron los sacramentos de iniciación cristiana. Javier llegaba al final de nuestra celebración para compartir con nosotros su alegría de ser cristiano. Alba, acompañada de su familia, estuvo presente en nuestra Eucaristía del Domingo, para poder celebrar juntos su nueva vida en Cristo. Precisamente, el Domingo de Resurrección cerrábamos ese Triduo Pascual con un tiempo de testimonios y, en la Eucaristía de Resurrección, dábamos gracias a Dios con gran júbilo y alegría por tanta gracia recibida. ¡Feliz Pascua de Resurrección a todos! ¡Aleluya!
“Acuérdate de mí” (Lc 23, 42) El pasaje bíblico del “buen ladrón” y, en concreto, la parte en la que dice a Jesús: “Acuérdate de mí” (Lc 23, 42), ha servido para guiar nuestras oraciones y claves en este Viernes Santo, marcado por la Pasión y Muerte de nuestro Señor. Por la mañana, la encargada de dar la segunda clave de este Triduo Pascual fue Marta Redondo, de nuestra Fraternidad de Laicos. Precisamente, “Acuérdate de mí” era el título de esta charla que nos introdujo en el segundo Pórtico de la Memoria de esta Pascua: el Pórtico de la Cruz. Partiendo de la figura del “buen ladrón”, que es el que pide a Jesús que se acuerde de él, se abría ante nosotros toda una fuente de reflexión y contemplación sobre la necesidad de pedir a Cristo, no sólo que se acuerde de mí, sino que se acuerde de los otros. De todas aquellas personas y situaciones que acompañan nuestro día a día y también aquellas realidades que, probablemente, nos quedan lejanas pero que necesitan ser redimidas por Jesús. Pedimos el perdón para otros y nos convertimos en intercesores ante Cristo crucificado del dolor y el sufrimiento de los que viven en circunstancias difíciles. A las doce del mediodía tenía lugar el Vía Crucis que fue guiado por los niños que participan en nuestra Pascua. Ya por la tarde, tras un tiempo previo de preparación de la liturgia y de ensayo en la mistagogía, a las cinco comenzaba la celebración de la Pasión del Señor. Uno de los momentos más significativos fue la adoración a la Cruz en la que todos nos acercamos a acompañar a Jesús en este duelo en el que hacemos memoria de su muerte. Por grupos de familias, hermanas, amigos… nos arrodillamos ante Él para permanecer a su lado y hacernos partícipes de su sufrimiento. El día culminaba por la noche con la oración ante la Cruz, en la que la contemplación, los cantos y las reflexiones en torno al momento de la muerte de Jesús guiaron esta oración. También hubo un pequeño gesto de adoración a la Cruz, encendiendo una vela a su lado y pidiendo a Jesús que se acuerde de tantas personas y situaciones que necesitan ser salvadas por Cristo.
“Haced esto en memoria mía” (Lc 22, 19) El Triduo Pascual comenzaba este Jueves Santo con la acogida de todos los participantes en el mismo: nuestra Fraternidad de Laicos –familias por grupos de adultos, jóvenes, adolescentes y niños—; familiares de las hermanas; amigos de la Comunidad; un grupo de Alcalá de Henares; así como otras personas llegadas de otros lugares. También ha venido un nutrido grupo de personas que participan por primera vez en nuestra Pascua.
A las siete de la tarde llegaba el momento central del día con la celebración de la Cena del Señor, presidida por el sacerdote que nos acompaña en todo este Triduo Pascual, el Padre Miguel Ángel Arribas. Por la noche, terminábamos el día acompañando al Señor en oración en la Hora de Jesús.
EL ESPÍRITU SANTO OS LO RECORDARÁ TODO Jn 14,26 |
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INGLÉS
THE HOLY SPIRIT WILL REMIND YOU OF EVERYTHING Jn 14, 26
MEMORIA IESU EASTER 2024
THE PORTICOES OF EASTER MEMORY. "Remember Jesus Christ" (2Tim 2, 8)
Every Easter of the Lord is an intense time of Gospel, personal, and ecclesial memory. If the whole life of the believer is an explosion born of the Spirit, during Easter He works in us the grace of remembering the Gift received in time, in history, through the Kerygma, through Tradition, and through the Church.
The loss of the Gospel memory is the root of despair, its darkening or extinguishing, and therefore its unfruitfulness, annuls the future, establishes irreversible fear of facing tomorrow, preferring a present without history, without meaning, and without value.
It is urgent, therefore, to reminisce, and the Spirit is our Giver and "helper" because it will be a grace united to a task, but He is the rest in fatigue, He revives the fire and becomes the heart of the human being in a burning fire and a torch that guides, He infuses fraternal charity, and gives life to what lies in the shadows of death.
The liturgy sustains our memory, and in the Hour of Jesus' Easter, it intensifies and concentrates on a TODAY (Cf. Mt 6,11; Hb 3,7-4,11; Ps 95,7) around which existence revolves, our origin, meaning, destination, the profound Mystery that guards the closest encounter that can occur in this life, between our Humanity and God. Let us enter with confidence and hope into the Porticoes of Easter Memory, which is not only to remember facts and words but to relive, reinvigrate the event, to enter through them and let ourselves be carried away, to turn in that whirlwind of grace that is the Love of the Father, the Son, and the Spirit.
THE PORTICO OF FLESH AND BLOOD. "Do this in remembrance of me" (Lk 22:19)
In every Eucharist we celebrate Holy Thursday, the Day on which Jesus Christ opened Himself from His depths so that from there the Bread, the Water, and the Blood of Life may flow (Fons Vitae). He allowed His Flesh to be torn and left open the Door of Life, the hidden, distant room, the Promised Land. "Look wide open at paradise, opened by the force of a Lamb" (Lauds hymn, Good Friday). Therefore, life is Eucharist; He has opened His Humanity to rescue ours, and we have been invited to enter (cf. Heb 6:19-20), He has made us sit at His Table, washed our feet, and served us Bread and Wine. Thus, Humanity is also the Way of salvation, and therefore, we make a Memorial of His Flesh and His Blood. We are all, from that Paschal encounter, MEMORES IESU, Memory of Jesus Christ, who, being God, Priest, Victim, and Altar, has restored to humanity its dignity and its destiny, as the Way to the Father (Pope Francis, Evangelii Gaudium, 13).
THE PORTICO OF THE CROSS. "Remember me" (Lk 23:42)
"Remember me" is the cry of human frailty, recognizing his Savior in his final hour, and He has opened Paradise to him with His forgiveness. With the repentant thief (Ps 50:5), we also remember the forgiveness received, the need we have to live reconciled with God and with our brothers and sisters, not to be forgotten by Him, giver of grace and love capable of rescuing us from evil (Cf. Lam 5:20-21a; Mt 8:25).
But we not only ask for this memory of the Lord upon us, we implore forgiveness for others, intercede for them, and atone, also from our own pain, for the sins of the world. Remember all of us, Lord and Mediator between God and humanity, remember the lost and confused, those who have nothing and lack security. Remember the weak and vulnerable, those wounded by all wars and by all weapons. Remember the violent and those who suffer violence, the abandoned and those who abandon, the victims and the executioners. Remember all of us, Lord, remember us TODAY, when you return to the Father.
THE MARIAN PORTICO. "Woman, behold your son" (Jn 19:26)
The Church, like Mary, is a Mother with a dilated womb. By the work of the Spirit, Mary opened the doors of her flesh to "the King without a City" and conceived, gave birth to, and guarded the life of Jesus Christ and sustained the disciples until the coming of the Paraclete Spirit. She, the Maternal Memory, received from the Son a new motherhood: she will be the Mother of the Church, the dwelling place of the memory of the Son, dead and risen.
THE PORTICO OF THE CHURCH. "The Spirit will remind you of everything" (Jn 14:26)
The Gift of the Spirit made us remember. "The Spirit comes gently and softly, experienced as the finest fragrance, His yoke cannot be lighter" (Catechesis of Jerusalem, 16). The wind of the Spirit blows where it wills, it is free and bold, gentle and incisive, peaceful and transformative, it comes, goes, brings, carries, sustains, fertilizes, arouses... Thus, by His hand, His air, His breath, His grace, the Church arises. He is present in so many men and women because it is He, the Spirit, who has called them "from among the people." The Spirit as a force that "raises the Church in the midst of the squares" and "raises witnesses in the people to speak with words like swords before the judges." The Spirit, as the loving Father of the poor, has sown the greatest Love in the heart of Humanity, being in the Church there is comfort, rest, truce, breeze, joy, health, company, hospitality, mercy…
The Spirit, after the death and resurrection of Jesus, gave us a new identity, to be the Memory of Jesus (pneumatic memory). To those who had eaten and drunk with Him, who had touched Him and followed Him while He lived (Cf. 1 Jn 1:1-3), the Spirit impelled them not only to remember the events but to recall, recount their own lived experience, which gave meaning to existence, even to giving their lives for Him and becoming one with Him, Being Jesus Christ in the midst of this world. Memores et Martyres Iesu. By the power of the Spirit, we are His Rememberers, of Jesus Christ, dead and risen, and we are His Witnesses, giving our lives for Love, and we are Prophets, proclaiming the Good News of the Gospel (Lumen Gentium, 7).
Easter is therefore a Path of continuous Conversion until the most sincere, full, and luminous christification. For such a Gift received and faithfully kept: Let all the hearts rejoice, those of every person in this world, those of the believers, those of our Mother, the Church! Christ has risen! Hallelujah! Holy and Happy Easter!
MEMORIA IESU EASTER 2024
THE PORTICOES OF EASTER MEMORY. "Remember Jesus Christ" (2Tim 2, 8)
Every Easter of the Lord is an intense time of Gospel, personal, and ecclesial memory. If the whole life of the believer is an explosion born of the Spirit, during Easter He works in us the grace of remembering the Gift received in time, in history, through the Kerygma, through Tradition, and through the Church.
The loss of the Gospel memory is the root of despair, its darkening or extinguishing, and therefore its unfruitfulness, annuls the future, establishes irreversible fear of facing tomorrow, preferring a present without history, without meaning, and without value.
It is urgent, therefore, to reminisce, and the Spirit is our Giver and "helper" because it will be a grace united to a task, but He is the rest in fatigue, He revives the fire and becomes the heart of the human being in a burning fire and a torch that guides, He infuses fraternal charity, and gives life to what lies in the shadows of death.
The liturgy sustains our memory, and in the Hour of Jesus' Easter, it intensifies and concentrates on a TODAY (Cf. Mt 6,11; Hb 3,7-4,11; Ps 95,7) around which existence revolves, our origin, meaning, destination, the profound Mystery that guards the closest encounter that can occur in this life, between our Humanity and God. Let us enter with confidence and hope into the Porticoes of Easter Memory, which is not only to remember facts and words but to relive, reinvigrate the event, to enter through them and let ourselves be carried away, to turn in that whirlwind of grace that is the Love of the Father, the Son, and the Spirit.
THE PORTICO OF FLESH AND BLOOD. "Do this in remembrance of me" (Lk 22:19)
In every Eucharist we celebrate Holy Thursday, the Day on which Jesus Christ opened Himself from His depths so that from there the Bread, the Water, and the Blood of Life may flow (Fons Vitae). He allowed His Flesh to be torn and left open the Door of Life, the hidden, distant room, the Promised Land. "Look wide open at paradise, opened by the force of a Lamb" (Lauds hymn, Good Friday). Therefore, life is Eucharist; He has opened His Humanity to rescue ours, and we have been invited to enter (cf. Heb 6:19-20), He has made us sit at His Table, washed our feet, and served us Bread and Wine. Thus, Humanity is also the Way of salvation, and therefore, we make a Memorial of His Flesh and His Blood. We are all, from that Paschal encounter, MEMORES IESU, Memory of Jesus Christ, who, being God, Priest, Victim, and Altar, has restored to humanity its dignity and its destiny, as the Way to the Father (Pope Francis, Evangelii Gaudium, 13).
THE PORTICO OF THE CROSS. "Remember me" (Lk 23:42)
"Remember me" is the cry of human frailty, recognizing his Savior in his final hour, and He has opened Paradise to him with His forgiveness. With the repentant thief (Ps 50:5), we also remember the forgiveness received, the need we have to live reconciled with God and with our brothers and sisters, not to be forgotten by Him, giver of grace and love capable of rescuing us from evil (Cf. Lam 5:20-21a; Mt 8:25).
But we not only ask for this memory of the Lord upon us, we implore forgiveness for others, intercede for them, and atone, also from our own pain, for the sins of the world. Remember all of us, Lord and Mediator between God and humanity, remember the lost and confused, those who have nothing and lack security. Remember the weak and vulnerable, those wounded by all wars and by all weapons. Remember the violent and those who suffer violence, the abandoned and those who abandon, the victims and the executioners. Remember all of us, Lord, remember us TODAY, when you return to the Father.
THE MARIAN PORTICO. "Woman, behold your son" (Jn 19:26)
The Church, like Mary, is a Mother with a dilated womb. By the work of the Spirit, Mary opened the doors of her flesh to "the King without a City" and conceived, gave birth to, and guarded the life of Jesus Christ and sustained the disciples until the coming of the Paraclete Spirit. She, the Maternal Memory, received from the Son a new motherhood: she will be the Mother of the Church, the dwelling place of the memory of the Son, dead and risen.
THE PORTICO OF THE CHURCH. "The Spirit will remind you of everything" (Jn 14:26)
The Gift of the Spirit made us remember. "The Spirit comes gently and softly, experienced as the finest fragrance, His yoke cannot be lighter" (Catechesis of Jerusalem, 16). The wind of the Spirit blows where it wills, it is free and bold, gentle and incisive, peaceful and transformative, it comes, goes, brings, carries, sustains, fertilizes, arouses... Thus, by His hand, His air, His breath, His grace, the Church arises. He is present in so many men and women because it is He, the Spirit, who has called them "from among the people." The Spirit as a force that "raises the Church in the midst of the squares" and "raises witnesses in the people to speak with words like swords before the judges." The Spirit, as the loving Father of the poor, has sown the greatest Love in the heart of Humanity, being in the Church there is comfort, rest, truce, breeze, joy, health, company, hospitality, mercy…
The Spirit, after the death and resurrection of Jesus, gave us a new identity, to be the Memory of Jesus (pneumatic memory). To those who had eaten and drunk with Him, who had touched Him and followed Him while He lived (Cf. 1 Jn 1:1-3), the Spirit impelled them not only to remember the events but to recall, recount their own lived experience, which gave meaning to existence, even to giving their lives for Him and becoming one with Him, Being Jesus Christ in the midst of this world. Memores et Martyres Iesu. By the power of the Spirit, we are His Rememberers, of Jesus Christ, dead and risen, and we are His Witnesses, giving our lives for Love, and we are Prophets, proclaiming the Good News of the Gospel (Lumen Gentium, 7).
Easter is therefore a Path of continuous Conversion until the most sincere, full, and luminous christification. For such a Gift received and faithfully kept: Let all the hearts rejoice, those of every person in this world, those of the believers, those of our Mother, the Church! Christ has risen! Hallelujah! Holy and Happy Easter!
M. Prado, Federal President | Federation of the Conversion of Saint Agustin
Sotillo de la Adrada, Ávila | Palm Sunday, 2024
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HÚNGARO
A SZENTLÉLEK MAJD ESZETEKBE JUTTAT MINDENT (Jn 14, 26)
MEMORIA IESU 2024 Húsvét
A HÚSVÉTI EMLÉKEZET TORNÁCAI: "Emlékezz Jézus Krisztusra" (2Tim 2, 8).
Minden húsvét az evangéliumi, személyes és egyházi emlékezés intenzív időszaka. Ha a hívő egész életét a Lélek izzítja, akkor húsvétkor az a kegyelem munkál bennünk, hogy emlékezzünk az időben és a történelemben a Kerygma, a Hagyomány és az egyház által kapott Ajándékra.
Az evangéliumi emlékezet elvesztése, elhomályosulása vagy kioltása a kétségbeesés gyökere; meddővé tesz, eltörli a jövőt, a holnappal való szembenézéstől visszafordíthatatlan félelmet kelt; a történelem nélküli, értelem és érték nélküli jelen mellett tör lándzsát.
Sürgős tehát emlékezni, és a Lélek a mi Ajándékunk és "segítőnk". Az emlékezés kegyelem és feladat, de a Lélek enyhület a fáradtságban, felízzik, lángra lobban és fáklyává válik az emberi szívben; vezet, testvéri szeretetet éleszt, és életet ad annak, ami a halál árnyékában fekszik.
A liturgia ébren tartja emlékezetünket. Jézus húsvéti órája egyetlen napban, egyetlen MÁ-ban összpontosul (Mt 6,11; Zsid 3,7-4,11; Zsolt 95,7). Létünk, eredetünk, értelmünk, sorsunk itt koncentrálódik, ebben a mélységes misztériumban, amely Emberségünk és az Isten között lehető legszorosabb találkozást tartogatja. Lépjünk bizalommal és reménységgel a húsvéti emlékezet tornácaira, amely nem csupán a tényekre és szavakra való emlékezést jelent, hanem az esemény újraélése, aktualizálása. Lépjünk be rajtuk keresztül és hagyjuk, hogy magával ragadjon, bevonjon bennünket a kegyelem örvényébe, az Atya, a Fiú és a Lélek szeretetébe.
A HÚS ÉS VÉR TORNÁCA. "Ezt cselekedjétek az én emlékezetemre" (Lk 22:19)
Minden szentmisében megünnepeljük a nagycsütörtököt, azt a napot, amikor Jézus Krisztus megnyitotta oldalát, hogy abból (Fons Vitae) az Élet Kenyere, Vize és Vére folyjék. Engedte, hogy Teste felszakadjon, és megnyíljon egyszer s mindenkorra az Élet Kapuja, a rejtett, távoli szoba, az Ígéret Földje. "Íme, tágra nyílt a paradicsom kapuja/ megnyílt a Bárány ereje által". Az élet ezért szentmise; Ő megnyitotta Emberi mivoltát, hogy megváltsa a miénket, minket pedig meghívott, hogy belépjünk, leültetett minket asztalához, megmosta a lábunkat, és kiszolgáltatta nekünk a Kenyeret és a Bort. Így az Emberség egyben az üdvösség útja is; emléket állítunk az Ő Testének és Vérének. Mindannyian, e húsvéti találkozás révén, MEMORES IESU, Krisztus Jézus emlékezete vagyunk, aki Isten, Pap, Áldozat és Oltár, aki mint az Atyához vezető Út, visszaadta az ember méltóságát és célját.
A KERESZT TORNÁCA: "Emlékezzél meg rólam" (Lk 23, 42-43)
"Emlékezzél meg rólam" - ez annak a kegyeletsértő kiáltása, aki utolsó órájában felismerte Megváltóját, aki megbocsátásával megnyitotta előtte a Paradicsomot. A bűnbánó latorral együtt (Zsolt 50,5) mi is emlékezünk a kapott megbocsátásra; arra, hogy szükségünk van arra, hogy Istennel és testvéreinkkel megbékélve éljünk; hogy ne feledkezzen meg rólunk Ő, a kegyelem és szeretet adományozója, aki képes megmenteni minket a gonosztól.
De nemcsak magunknak kérjük ezt az emlékezést az Úrtól, hanem mások számára is bocsánatért esedezünk. Közbenjárunk értük, és a saját fájdalmunkon keresztül is engesztelünk a világ bűneiért. "Emlékezz meg mindnyájunkról, Urunk és Közvetítőnk Isten és ember között, a legelvesztettebbekről és legzavarosabbakról, azokról, akiknek semmijük sincs és akiknek nincs biztonságuk. Emlékezz meg a gyengékről és a kiszolgáltatottakról, mindazokról, akiket háború és fegyver sebesített. Emlékezz meg az erőszakosokról és azokról, akik erőszakot szenvednek, az elhagyottakról és azokról, akik elhagynak, az áldozatokról és a hóhérokról. Emlékezz meg mindannyiunkról, Uram, ma, amikor visszatérsz az Atyához.
MÁRIA TORNÁCA "Asszony, íme a te fiad" Jn 19,26
Az Egyház, akárcsak Mária, a nyitott méhű Anya. A Lélek által Mária megnyitotta testének kapuit "a város nélküli Királynak". Ő nemzette, szülte és őrizte Jézus életét, és bátorította a tanítványokat a Vígasztaló Lélek eljöveteléig. Ő, az Anyai Emlékezet, új anyaságot kapott a Fiútól: ő az Egyház Anyja, a halott és feltámadott Fiú emlékezetének lakhelye.
AZ EGYHÁZ TORNÁCA. "A Lélek majd eszetekbe juttat mindent (Jn 14,26)
A Lélek ajándéka emlékeztetett bennünket. "Ő - a Lélek - gyengéden és lágyan jön, úgy tapasztaljuk, mint a legfinomabb illatot, igája nem is lehetne könnyebb" (Jeruzsálemi katekézis, 16). A Lélek szele ott fúj, ahol akar, szabad és merész, szelíd és metsző, békés és átalakító; jön, megy, hoz, visz, hordoz, fenntart, gyümölcsözővé tesz, felébreszt... Így az ő kezéből, az ő levegőjéből, az ő leheletéből, az ő kegyelméből születik meg az Egyház. Azért van jelen oly sok férfiban és nőben, mert Ő, a Lélek az, aki elhívta őket "a nép közül". A Lélek, mint az az erő, amely "talpra állítja az Egyházat az utcák közepén", és "tanúkat támaszt a nép között, hogy szavakkal, mint karddal szóljanak a bírák előtt". A Lélek, mint a szegények szerető Atyja, a legnagyobb Szeretetet ültette az Emberiség szívébe: vigasztalás, enyhület, megnyugvás, szellő, öröm, egészség, társaság, vendégszeretet, irgalom... az Egyházban.
Jézus halála és feltámadása után a Lélek új identitást adott nekünk, hogy Memoria Iesu (pneumatikus emlékezet) legyünk. Azokat, akik vele ettek és ittak, akik megérintették és követték őt, amíg élt (vö. 1Jn 1, 1-3), a Lélek arra buzdította, hogy ne csak emlékezzenek az eseményekre, hanem idézzék fel, meséljék el saját megélt tapasztalatukat, amely értelmet adott létezésüknek, egészen odáig, hogy életüket adják Érte, és eggyé váljanak Vele, hogy Jézus Krisztus legyenek a világban. Memores et Martyres Iesu. A Lélek ereje által mi vagyunk a halottaiból feltámadt Jézus Krisztus Memores , és mi vagyunk az ő Tanúi, akik életünket adjuk a Szeretetért, és mi vagyunk a próféták, akik hirdetjük az evangélium örömhírét (Lumen gentium, 7).
A húsvét tehát a folyamatos Megtérés Útja a legőszintébb, teljes és sugárzó krisztusivá válásig. Kapott és hűségesen megőrzött ajándék: A világ minden embere, hívők és Anyánk, az Egyház szívét töltse el az öröm: Krisztus feltámadt! Alleluja!
Szent és boldog húsvétot!
MEMORIA IESU 2024 Húsvét
A HÚSVÉTI EMLÉKEZET TORNÁCAI: "Emlékezz Jézus Krisztusra" (2Tim 2, 8).
Minden húsvét az evangéliumi, személyes és egyházi emlékezés intenzív időszaka. Ha a hívő egész életét a Lélek izzítja, akkor húsvétkor az a kegyelem munkál bennünk, hogy emlékezzünk az időben és a történelemben a Kerygma, a Hagyomány és az egyház által kapott Ajándékra.
Az evangéliumi emlékezet elvesztése, elhomályosulása vagy kioltása a kétségbeesés gyökere; meddővé tesz, eltörli a jövőt, a holnappal való szembenézéstől visszafordíthatatlan félelmet kelt; a történelem nélküli, értelem és érték nélküli jelen mellett tör lándzsát.
Sürgős tehát emlékezni, és a Lélek a mi Ajándékunk és "segítőnk". Az emlékezés kegyelem és feladat, de a Lélek enyhület a fáradtságban, felízzik, lángra lobban és fáklyává válik az emberi szívben; vezet, testvéri szeretetet éleszt, és életet ad annak, ami a halál árnyékában fekszik.
A liturgia ébren tartja emlékezetünket. Jézus húsvéti órája egyetlen napban, egyetlen MÁ-ban összpontosul (Mt 6,11; Zsid 3,7-4,11; Zsolt 95,7). Létünk, eredetünk, értelmünk, sorsunk itt koncentrálódik, ebben a mélységes misztériumban, amely Emberségünk és az Isten között lehető legszorosabb találkozást tartogatja. Lépjünk bizalommal és reménységgel a húsvéti emlékezet tornácaira, amely nem csupán a tényekre és szavakra való emlékezést jelent, hanem az esemény újraélése, aktualizálása. Lépjünk be rajtuk keresztül és hagyjuk, hogy magával ragadjon, bevonjon bennünket a kegyelem örvényébe, az Atya, a Fiú és a Lélek szeretetébe.
A HÚS ÉS VÉR TORNÁCA. "Ezt cselekedjétek az én emlékezetemre" (Lk 22:19)
Minden szentmisében megünnepeljük a nagycsütörtököt, azt a napot, amikor Jézus Krisztus megnyitotta oldalát, hogy abból (Fons Vitae) az Élet Kenyere, Vize és Vére folyjék. Engedte, hogy Teste felszakadjon, és megnyíljon egyszer s mindenkorra az Élet Kapuja, a rejtett, távoli szoba, az Ígéret Földje. "Íme, tágra nyílt a paradicsom kapuja/ megnyílt a Bárány ereje által". Az élet ezért szentmise; Ő megnyitotta Emberi mivoltát, hogy megváltsa a miénket, minket pedig meghívott, hogy belépjünk, leültetett minket asztalához, megmosta a lábunkat, és kiszolgáltatta nekünk a Kenyeret és a Bort. Így az Emberség egyben az üdvösség útja is; emléket állítunk az Ő Testének és Vérének. Mindannyian, e húsvéti találkozás révén, MEMORES IESU, Krisztus Jézus emlékezete vagyunk, aki Isten, Pap, Áldozat és Oltár, aki mint az Atyához vezető Út, visszaadta az ember méltóságát és célját.
A KERESZT TORNÁCA: "Emlékezzél meg rólam" (Lk 23, 42-43)
"Emlékezzél meg rólam" - ez annak a kegyeletsértő kiáltása, aki utolsó órájában felismerte Megváltóját, aki megbocsátásával megnyitotta előtte a Paradicsomot. A bűnbánó latorral együtt (Zsolt 50,5) mi is emlékezünk a kapott megbocsátásra; arra, hogy szükségünk van arra, hogy Istennel és testvéreinkkel megbékélve éljünk; hogy ne feledkezzen meg rólunk Ő, a kegyelem és szeretet adományozója, aki képes megmenteni minket a gonosztól.
De nemcsak magunknak kérjük ezt az emlékezést az Úrtól, hanem mások számára is bocsánatért esedezünk. Közbenjárunk értük, és a saját fájdalmunkon keresztül is engesztelünk a világ bűneiért. "Emlékezz meg mindnyájunkról, Urunk és Közvetítőnk Isten és ember között, a legelvesztettebbekről és legzavarosabbakról, azokról, akiknek semmijük sincs és akiknek nincs biztonságuk. Emlékezz meg a gyengékről és a kiszolgáltatottakról, mindazokról, akiket háború és fegyver sebesített. Emlékezz meg az erőszakosokról és azokról, akik erőszakot szenvednek, az elhagyottakról és azokról, akik elhagynak, az áldozatokról és a hóhérokról. Emlékezz meg mindannyiunkról, Uram, ma, amikor visszatérsz az Atyához.
MÁRIA TORNÁCA "Asszony, íme a te fiad" Jn 19,26
Az Egyház, akárcsak Mária, a nyitott méhű Anya. A Lélek által Mária megnyitotta testének kapuit "a város nélküli Királynak". Ő nemzette, szülte és őrizte Jézus életét, és bátorította a tanítványokat a Vígasztaló Lélek eljöveteléig. Ő, az Anyai Emlékezet, új anyaságot kapott a Fiútól: ő az Egyház Anyja, a halott és feltámadott Fiú emlékezetének lakhelye.
AZ EGYHÁZ TORNÁCA. "A Lélek majd eszetekbe juttat mindent (Jn 14,26)
A Lélek ajándéka emlékeztetett bennünket. "Ő - a Lélek - gyengéden és lágyan jön, úgy tapasztaljuk, mint a legfinomabb illatot, igája nem is lehetne könnyebb" (Jeruzsálemi katekézis, 16). A Lélek szele ott fúj, ahol akar, szabad és merész, szelíd és metsző, békés és átalakító; jön, megy, hoz, visz, hordoz, fenntart, gyümölcsözővé tesz, felébreszt... Így az ő kezéből, az ő levegőjéből, az ő leheletéből, az ő kegyelméből születik meg az Egyház. Azért van jelen oly sok férfiban és nőben, mert Ő, a Lélek az, aki elhívta őket "a nép közül". A Lélek, mint az az erő, amely "talpra állítja az Egyházat az utcák közepén", és "tanúkat támaszt a nép között, hogy szavakkal, mint karddal szóljanak a bírák előtt". A Lélek, mint a szegények szerető Atyja, a legnagyobb Szeretetet ültette az Emberiség szívébe: vigasztalás, enyhület, megnyugvás, szellő, öröm, egészség, társaság, vendégszeretet, irgalom... az Egyházban.
Jézus halála és feltámadása után a Lélek új identitást adott nekünk, hogy Memoria Iesu (pneumatikus emlékezet) legyünk. Azokat, akik vele ettek és ittak, akik megérintették és követték őt, amíg élt (vö. 1Jn 1, 1-3), a Lélek arra buzdította, hogy ne csak emlékezzenek az eseményekre, hanem idézzék fel, meséljék el saját megélt tapasztalatukat, amely értelmet adott létezésüknek, egészen odáig, hogy életüket adják Érte, és eggyé váljanak Vele, hogy Jézus Krisztus legyenek a világban. Memores et Martyres Iesu. A Lélek ereje által mi vagyunk a halottaiból feltámadt Jézus Krisztus Memores , és mi vagyunk az ő Tanúi, akik életünket adjuk a Szeretetért, és mi vagyunk a próféták, akik hirdetjük az evangélium örömhírét (Lumen gentium, 7).
A húsvét tehát a folyamatos Megtérés Útja a legőszintébb, teljes és sugárzó krisztusivá válásig. Kapott és hűségesen megőrzött ajándék: A világ minden embere, hívők és Anyánk, az Egyház szívét töltse el az öröm: Krisztus feltámadt! Alleluja!
Szent és boldog húsvétot!
M. Prado, Presidenta Federal | Federación de la Conversión
Sotillo de la Adrada, Ávila | 2024 Virágvasárnap
Sotillo de la Adrada, Ávila | 2024 Virágvasárnap
carta_de_comunión_pascua_2024_-_hun.pdf | |
File Size: | 116 kb |
File Type: |
POLACO
DUCH ŚWIĘTY PRZYPOMNI WAM WSZYSTKO J 14,26
WIELKANOC “MEMORIA IESU” 2024
PORTYKI PASCHALNEJ PAMIĘCI. “Pamiętaj o Jezusie Chrystusie” (2 Tm 2, 8)
Każda Wielkanoc jest intensywnym czasem ewangelicznego, osobistego i wspólnotowego upamiętnienia. Jeśli całe życie wierzącego jest narodzinami z Ducha, to w czasie Paschy działa On w nas łaską przypominania nam Daru otrzymanego w czasie, w historii, poprzez Kerygmat, poprzez Tradycję i poprzez Kościół.
Utrata ewangelicznej pamięci jest źródłem rozpaczy, jej zaciemnienie lub wygaśnięcie, a zatem jej bezpłodność, przekreśla przyszłość, wywołuje nieodwracalny lęk przed jutrem, jest wyborem teraźniejszości pozbawionej historii sensu i wartości.
Dlatego należy wspominać, Duch Święty jest w tym naszym Dawcą i "pomocnikiem", gdyż łaska wiąże się z zadaniem, a On jest odpoczynkiem w zmęczeniu, rozpala na nowo ogień i staje się w sercu człowieka gorejącym płomieniem i pochodnią, która wskazuje drogę; ożywia braterską miłość i daje życie temu, co pozostawało w cieniu śmierci.
Liturgia wspomaga naszą pamięć, a w godzinie Paschy Jezusa intensyfikuje i skupia się na DZISIAJ (Mt 6,11; Hbr 3,7-4,11; Ps 95,7), na którym opiera się nasza egzystencja, nasze pochodzenie, znaczenie, przeznaczenie; to głęboka Tajemnica, która stanowi najważniejsze spotkanie, jakie może się wydarzyć w życiu, między naszym człowieczeństwem a Bogiem. Wejdźmy z ufnością i nadzieją do portyków pamiątki paschalnej, która nie jest jedynie rozpamiętywaniem faktów i słów, ale przeżywaniem, urzeczywistnieniem wydarzenia; wchodząc przez nie i pozwalając się przeprowadzić, obracamy się w wirze łaski, którym jest Miłość Ojca, Syna i Ducha.
PORTYK CIAŁA I KRWI. “To czyńcie na moją pamiątkę” Łk 22, 19
W czasie każdej Eucharystii przeżywamy Wielki Czwartek, dzień, w którym Chrystus Jezus otworzył swoje wnętrze, aby wypłynęły z niego (Fons Vitae) Chleb, Woda i Krew Życia. Pozwolił, aby Jego Ciało zostało rozdarte, a Brama Życia, ta ukryta, odległa Ziemia Obiecana, została otwarta. "Spójrzcie oto raj na oścież, otwarty dzięki mocy Baranka" (Hymn Jutrzni, Wielki Piątek, hiszpańska Liturgia Godzin). I dlatego życie jest Eucharystią, On otworzył swoje człowieczeństwo, aby odkupić nasze, a my zostaliśmy zaproszeni, aby w nie wejść (por. Hbr 6, 19-20), posadził nas przy swoim stole, umył nam nogi i podał nam Chleb i Wino. Dlatego że Człowieczeństwo jest także Drogą zbawienia, sprawujemy pamiątkę Jego Ciała i Krwi. Wszyscy, od tego paschalnego spotkania, jesteśmy MEMORES IESU, Pamiątką Chrystusa Jezusa, który będąc Bogiem, Kapłanem, Ofiarą i Ołtarzem, przywrócił człowiekowi jego godność i przeznaczenie, jako Drogę do Ojca (Papież Franciszek, Evangelii Gaudium, 13)
PORTYK KRZYŻA. “Wspomnij na mnie” Łk 23, 42
"Wspomnij na mnie" jest niepewnym wołaniem człowieka, który rozpoznał swojego Zbawiciela w swojej ostatniej godzinie, a Ten otworzył przed nim Raj dzięki swojemu przebaczeniu. Wraz ze skruszonym łotrem (Ps 50, 5) my również przypominamy sobie o przebaczeniu, które otrzymaliśmy, o potrzebie życia w pojednaniu z Bogiem i braćmi, aby nie zostać zapomnianymi przez Niego, dawcę łaski i miłości, która jest zdolna wybawić nas od zła (por. Lam 5, 20-21a; por. Mt 8, 25).
Ale nie tylko prosimy o to wspomnienie Pana wobec nas samych, błagamy o przebaczenie dla innych, wstawiamy się za nimi i czynimy przebłaganie, także poprzez nasze własne cierpienie, za grzechy świata. Wspomnij nas wszystkich, Panie i Pośredniku między Bogiem a ludźmi, tych najbardziej zagubionych i zdezorientowanych, tych, którzy nie mają nic i brakuje im poczucia bezpieczeństwa. Wspomnij na słabych i bezbronnych, na poranionych przez wszystkie wojny i wszelkiego rodzaju broń. Wspomnij na sprawców przemocy i na tych, którzy jej doświadczają, na opuszczonych i tych, którzy porzucają, na ofiary i katów. Wspomnij nas wszystkich, Panie, DZISIAJ, kiedy powrócisz do Ojca.
PORTYK MARYI "Niewiasto, oto syn Twój" J 19, 26
Kościół, podobnie jak Maryja, jest Matką o poszerzonym sercu. Dzięki działaniu Ducha Maryja otworzyła bramy swego ciała "Królowi bez Miasta" i poczęła, zrodziła i otaczała opieką Jezusa Chrystusa oraz umacniała uczniów aż do przyjścia Ducha Pocieszyciela. Ona, Matczyna Pamiątka, otrzymała od Syna nowe macierzyństwo: bycie Matką Kościoła, miejscem pamięci o Synu, który umarł i zmartwychwstał.
PORTYK KOŚCIOŁA. “Duch Święty przypomni wam wszystko” J 14, 26
Dar Ducha Świętego został nam udzielony, abyśmy pamiętali. "Przybycie Jego jest łagodne i pełne dobroci; pełna słodyczy jest Jego wonność, a Jego jarzmo jest nader lekkie." (Katecheza 16, św. Cyryl Jerozolimski). Duch wieje tam, gdzie chce, jest wolny i śmiały, łagodny i przeszywający, pełen pokoju i przemieniający, przychodzi, odchodzi, przynosi, przenosi, podtrzymuje, owocuje, pobudza... W ten sposób z Jego ręki, z Jego powiewu, z Jego tchnienia, z Jego łaski rodzi się Kościół. Jest On obecny w tak wielu mężczyznach i kobietach, ponieważ to On, Duch Święty, powołał ich "spośród ludu". Duch jako siła, która "stawia Kościół na nogi pośród ulic" i "wzbudza świadków pośród ludu, aby przemawiali przed sędziami słowami jak mieczami"(tekst z hiszpańskiej Liturgii godzin). Duch Święty, jako miłujący Ojciec ubogich, zasiał w sercu ludzkości największą Miłość, stając się w Kościele pocieszeniem, odpoczynkiem, wytchnieniem, powiewem, radością, zdrowiem, wsparciem, schronieniem, miłosierdziem.....
Duch Święty, po śmierci i zmartwychwstaniu Jezusa, podarował nam nową tożsamość - Memoria Iesu ("pneumatyczna pamięć"). Tych, którzy z Nim jedli i pili, tych, którzy Go dotykali i szli za Nim, gdy żył (por. 1 J 1, 1-3), Duch Święty wezwał nie tylko do wspominania wydarzeń, ale do upamiętniania, do opowiadania o własnym doświadczeniu, które nadało sens ich istnieniu, do oddania za Niego życia i zjednoczenia się z Nim, do bycia Chrystusem Jezusem na tym świecie. Memores et Martyres Iesu. Mocą Ducha jesteśmy Memores Chrystusa Jezusa, Tego, który umarł i zmartwychwstał, jesteśmy Jego Świadkami, kiedy oddajemy życie dla Miłości, i jesteśmy Prorokami, którzy głoszą Dobrą Nowinę Ewangelii (Lumen Gentium, 7).
Wielkanoc jest zatem drogą nieustannego nawrócenia, aż do osiągnięcia najpełniejszej chrystyfikacji, całkowitego i jasnego upodobnienia się do Chrystusa. Za ten dar otrzymany i wiernie przechowywany niech serca wszystkich ludzi na tym świecie, ludzi wierzących oraz naszej Matki, Kościoła, rozgłaszają z radością: Chrystus zmartwychwstał! Alleluja! Świętych i błogosławionych Świąt Wielkanocnych!
WIELKANOC “MEMORIA IESU” 2024
PORTYKI PASCHALNEJ PAMIĘCI. “Pamiętaj o Jezusie Chrystusie” (2 Tm 2, 8)
Każda Wielkanoc jest intensywnym czasem ewangelicznego, osobistego i wspólnotowego upamiętnienia. Jeśli całe życie wierzącego jest narodzinami z Ducha, to w czasie Paschy działa On w nas łaską przypominania nam Daru otrzymanego w czasie, w historii, poprzez Kerygmat, poprzez Tradycję i poprzez Kościół.
Utrata ewangelicznej pamięci jest źródłem rozpaczy, jej zaciemnienie lub wygaśnięcie, a zatem jej bezpłodność, przekreśla przyszłość, wywołuje nieodwracalny lęk przed jutrem, jest wyborem teraźniejszości pozbawionej historii sensu i wartości.
Dlatego należy wspominać, Duch Święty jest w tym naszym Dawcą i "pomocnikiem", gdyż łaska wiąże się z zadaniem, a On jest odpoczynkiem w zmęczeniu, rozpala na nowo ogień i staje się w sercu człowieka gorejącym płomieniem i pochodnią, która wskazuje drogę; ożywia braterską miłość i daje życie temu, co pozostawało w cieniu śmierci.
Liturgia wspomaga naszą pamięć, a w godzinie Paschy Jezusa intensyfikuje i skupia się na DZISIAJ (Mt 6,11; Hbr 3,7-4,11; Ps 95,7), na którym opiera się nasza egzystencja, nasze pochodzenie, znaczenie, przeznaczenie; to głęboka Tajemnica, która stanowi najważniejsze spotkanie, jakie może się wydarzyć w życiu, między naszym człowieczeństwem a Bogiem. Wejdźmy z ufnością i nadzieją do portyków pamiątki paschalnej, która nie jest jedynie rozpamiętywaniem faktów i słów, ale przeżywaniem, urzeczywistnieniem wydarzenia; wchodząc przez nie i pozwalając się przeprowadzić, obracamy się w wirze łaski, którym jest Miłość Ojca, Syna i Ducha.
PORTYK CIAŁA I KRWI. “To czyńcie na moją pamiątkę” Łk 22, 19
W czasie każdej Eucharystii przeżywamy Wielki Czwartek, dzień, w którym Chrystus Jezus otworzył swoje wnętrze, aby wypłynęły z niego (Fons Vitae) Chleb, Woda i Krew Życia. Pozwolił, aby Jego Ciało zostało rozdarte, a Brama Życia, ta ukryta, odległa Ziemia Obiecana, została otwarta. "Spójrzcie oto raj na oścież, otwarty dzięki mocy Baranka" (Hymn Jutrzni, Wielki Piątek, hiszpańska Liturgia Godzin). I dlatego życie jest Eucharystią, On otworzył swoje człowieczeństwo, aby odkupić nasze, a my zostaliśmy zaproszeni, aby w nie wejść (por. Hbr 6, 19-20), posadził nas przy swoim stole, umył nam nogi i podał nam Chleb i Wino. Dlatego że Człowieczeństwo jest także Drogą zbawienia, sprawujemy pamiątkę Jego Ciała i Krwi. Wszyscy, od tego paschalnego spotkania, jesteśmy MEMORES IESU, Pamiątką Chrystusa Jezusa, który będąc Bogiem, Kapłanem, Ofiarą i Ołtarzem, przywrócił człowiekowi jego godność i przeznaczenie, jako Drogę do Ojca (Papież Franciszek, Evangelii Gaudium, 13)
PORTYK KRZYŻA. “Wspomnij na mnie” Łk 23, 42
"Wspomnij na mnie" jest niepewnym wołaniem człowieka, który rozpoznał swojego Zbawiciela w swojej ostatniej godzinie, a Ten otworzył przed nim Raj dzięki swojemu przebaczeniu. Wraz ze skruszonym łotrem (Ps 50, 5) my również przypominamy sobie o przebaczeniu, które otrzymaliśmy, o potrzebie życia w pojednaniu z Bogiem i braćmi, aby nie zostać zapomnianymi przez Niego, dawcę łaski i miłości, która jest zdolna wybawić nas od zła (por. Lam 5, 20-21a; por. Mt 8, 25).
Ale nie tylko prosimy o to wspomnienie Pana wobec nas samych, błagamy o przebaczenie dla innych, wstawiamy się za nimi i czynimy przebłaganie, także poprzez nasze własne cierpienie, za grzechy świata. Wspomnij nas wszystkich, Panie i Pośredniku między Bogiem a ludźmi, tych najbardziej zagubionych i zdezorientowanych, tych, którzy nie mają nic i brakuje im poczucia bezpieczeństwa. Wspomnij na słabych i bezbronnych, na poranionych przez wszystkie wojny i wszelkiego rodzaju broń. Wspomnij na sprawców przemocy i na tych, którzy jej doświadczają, na opuszczonych i tych, którzy porzucają, na ofiary i katów. Wspomnij nas wszystkich, Panie, DZISIAJ, kiedy powrócisz do Ojca.
PORTYK MARYI "Niewiasto, oto syn Twój" J 19, 26
Kościół, podobnie jak Maryja, jest Matką o poszerzonym sercu. Dzięki działaniu Ducha Maryja otworzyła bramy swego ciała "Królowi bez Miasta" i poczęła, zrodziła i otaczała opieką Jezusa Chrystusa oraz umacniała uczniów aż do przyjścia Ducha Pocieszyciela. Ona, Matczyna Pamiątka, otrzymała od Syna nowe macierzyństwo: bycie Matką Kościoła, miejscem pamięci o Synu, który umarł i zmartwychwstał.
PORTYK KOŚCIOŁA. “Duch Święty przypomni wam wszystko” J 14, 26
Dar Ducha Świętego został nam udzielony, abyśmy pamiętali. "Przybycie Jego jest łagodne i pełne dobroci; pełna słodyczy jest Jego wonność, a Jego jarzmo jest nader lekkie." (Katecheza 16, św. Cyryl Jerozolimski). Duch wieje tam, gdzie chce, jest wolny i śmiały, łagodny i przeszywający, pełen pokoju i przemieniający, przychodzi, odchodzi, przynosi, przenosi, podtrzymuje, owocuje, pobudza... W ten sposób z Jego ręki, z Jego powiewu, z Jego tchnienia, z Jego łaski rodzi się Kościół. Jest On obecny w tak wielu mężczyznach i kobietach, ponieważ to On, Duch Święty, powołał ich "spośród ludu". Duch jako siła, która "stawia Kościół na nogi pośród ulic" i "wzbudza świadków pośród ludu, aby przemawiali przed sędziami słowami jak mieczami"(tekst z hiszpańskiej Liturgii godzin). Duch Święty, jako miłujący Ojciec ubogich, zasiał w sercu ludzkości największą Miłość, stając się w Kościele pocieszeniem, odpoczynkiem, wytchnieniem, powiewem, radością, zdrowiem, wsparciem, schronieniem, miłosierdziem.....
Duch Święty, po śmierci i zmartwychwstaniu Jezusa, podarował nam nową tożsamość - Memoria Iesu ("pneumatyczna pamięć"). Tych, którzy z Nim jedli i pili, tych, którzy Go dotykali i szli za Nim, gdy żył (por. 1 J 1, 1-3), Duch Święty wezwał nie tylko do wspominania wydarzeń, ale do upamiętniania, do opowiadania o własnym doświadczeniu, które nadało sens ich istnieniu, do oddania za Niego życia i zjednoczenia się z Nim, do bycia Chrystusem Jezusem na tym świecie. Memores et Martyres Iesu. Mocą Ducha jesteśmy Memores Chrystusa Jezusa, Tego, który umarł i zmartwychwstał, jesteśmy Jego Świadkami, kiedy oddajemy życie dla Miłości, i jesteśmy Prorokami, którzy głoszą Dobrą Nowinę Ewangelii (Lumen Gentium, 7).
Wielkanoc jest zatem drogą nieustannego nawrócenia, aż do osiągnięcia najpełniejszej chrystyfikacji, całkowitego i jasnego upodobnienia się do Chrystusa. Za ten dar otrzymany i wiernie przechowywany niech serca wszystkich ludzi na tym świecie, ludzi wierzących oraz naszej Matki, Kościoła, rozgłaszają z radością: Chrystus zmartwychwstał! Alleluja! Świętych i błogosławionych Świąt Wielkanocnych!
M. Prado, Przewodnicząca Federacji | Federacja Nawrócenia św. Augustyna
Sotillo de la Adrada, Ávila | Niedziela Palmowa, 2024 r.
Sotillo de la Adrada, Ávila | Niedziela Palmowa, 2024 r.
carta_de_comunión_pascua_2024_el_espíritu_os_lo_recordará_todo.-4pl.pdf | |
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L’esperienza di una giovane comunità spagnola.
Nuove agostiniane
Le Agostiniane della Conversione sono nate in Spagna nel 2000 come un germoglio del tronco dell'Ordine di Sant'Agostino. «In un ordine con una tradizione antica come la nostra - spiega la loro fondatrice, madre Prado González -i cammini nuovi non lo sono mai tanto da essere qualcosa di diverso né sono tanto antichi da non essere più necessari. Sappiamo di essere e ci sentiamo l'umile inizio di un'esperienza 'sempre antica e sempre nuova'. Il carisma rimane intatto».
A vent’anni, nella sua città natale Talavera de la Reina, grosso centro nella comunità autonoma di Castiglia-La Mancia, Prado Gonzales è entrata in un convento di agostiniane votate all’insegnamento, attività a cui si è dedicata nei vent'anni successivi. Ha iniziato un percorso spirituale con un'esperienza della contemplazione illuminata dalle nuove forme di vita religiosa e con un intimo desiderio di vivere l'ecumenismo e un dialogo profondo con il mondo. Ascoltata e incoraggiata dal suo direttore spirituale, ha potuto in seguito incontrare il Generale dell'Ordine agostiniano, padre Miguel Ángel Orcasitas. È in quel momento che ha preso il via il progetto, a cui si sono unite altre sei suore, ospitate dal vescovo di Palencia nel monastero cistercense di S. Andrés de Arroyo e Becerril de Campos. «Lì, per dodici anni, come piccola comunità, abbiamo vissuto un'esperienza di grazia nella povertà, nella solitudine, nella preghiera umile e silenziosa, nello studio approfondito della teologia, dell'antropologia e della filosofia. Volevamo scoprire il nostro carisma all'interno di quello agostiniano, la spiritualità, il pensiero, la liturgia, il modo di vivere che ci erano propri». Pian piano sono cresciute. «Eravamo poco conosciute, non ricevevamo visite né applausi. Ma questo ci ha dato la libertà di ascoltare chiaramente la voce dello Spirito», afferma.
Ciò che all’inizio sembrava una novità, di dubbia fedeltà al carisma, dopo diversi anni di cammino si è consolidato in un'esperienza chiaramente agostiniana, «com’è accaduto alle comunità che dopo il Concilio hanno adottato la clausura costituzionale per poter esercitare la pastorale educativa o aprire una residenza per studenti interpretando i desideri dei loro fondatori», racconta Prado González. «Ci hanno aiutate i vescovi di Palencia e i nostri Generali: padre Robert Prèvost (oggi cardinale e prefetto del Dicastero per i Vescovi) e padre Alejandro Moral, come pure altri sacerdoti che ci hanno accompagnate con discrezione e saggezza».
La fonte ispiratrice di questa giovane comunità consiste «nell'urgenza di un ritorno dell'uomo a Dio, a cui vogliamo contribuire con la nostra vita, per renderlo possibile, luminoso, fecondo». Lo fanno nel quadro di una fedeltà creativa a una tradizione che conferisce sicurezza e fiducia ai loro passi. Le loro chiavi sono quelle della vita religiosa: contemplazione, fratellanza e apostolato, nutrite a loro volta dalle tre fonti del loro carisma: la Parola di Dio, il patrimonio spirituale e teologico di Agostino e i tratti distintivi degli Ordini Mendicanti. «Viviamo con molta umiltà, perché sappiamo che il cammino è ancora da fare. Desideriamo vivere una vita profondamente umana, completamente impegnata nella ricerca di Dio, nell'amore per Cristo, la sua Parola e la Chiesa; una vita che lasci trasparire la bellezza, l'amore, la verità e l'unità di Dio, il nostro unico bene comune», rivela Gonzales.
Già costituite come Federazione della Conversione, si definiscono Monache Agostiniane Contemplative, con un modo nuovo di vivere la contemplazione e il carisma agostiniano. Riconosciute dall'Ordine e dalla Chiesa nella loro novità e fedeltà al carisma, la loro singolarità è una clausura aperta che consente un lavoro pastorale all'interno del monastero e anche, occasionalmente, al di fuori di esso. Oggi sono presenti nel Monastero della Conversione, a Sotillo de la Adrada, (Ávila); nel Monastero dell'Incarnazione, a Lima (Perù) e nel Monastero di Mother Good Councel, a New Lenox, Illinois ( USA ). Rendono inoltre testimonianza con la loro presenza nel Cammino di Santiago, nell'Ostello di Santa Maria, a Carrión de los Condes, a Palencia, e attualmente stanno fondando in Italia. Come spiega la stessa madre Prado, «i nostri monasteri vogliono essere un luogo di evangelizzazione a partire dalla fratellanza apostolica (hanno accolto alcuni rifugiati ucraini fuggiti dalla guerra, ndr.), dalla contemplazione, dallo studio e dalla predicazione; uno spazio di preghiera, conversione, comunione in mezzo al mondo, di accoglienza dove la ricerca e l'incontro, il dialogo e la comunione, la liturgia, la preghiera e una vita impegnata nei valori evangelici siano per l’uomo di oggi un'offerta, una proposta, una possibilità attraverso cui scoprire il senso della propria esistenza, la fede, il modo di viverla e l'impegno che comporta nel nostro mondo». Per questo, ogni settimana organizzano incontri di spiritualità, ritiri, esercizi, accompagnamento, campus.
La loro quotidianità è segnata dalla preghiera personale e comunitaria, dal silenzio, dallo studio, dai lavori domestici, dalle arti grafiche, dalla pastorale e dagli incontri fraterni, anche con tutte le comunità della Federazione, con le quali condividono uno spazio on line che hanno chiamato Laboratorio della Fede (Labfe) e un altro dedicato alle situazioni sociali emergenti che richiedono la loro attenzione e il loro impegno. Si mantengono con il lavoro. Oltre alla loro attività pastorale con adulti, giovani e bambini, le suore si dedicano alla lavorazione artigianale del cuoio e del legno, alla rilegatura e anche alla creazione artistica, con la realizzazione di icone, ceri, candele, biglietti e piccole pubblicazioni. A tutto ciò si aggiunge il contributo economico delle persone che le sostengono e le aiutano.
L’ingresso di nuove vocazioni nella Federazione generalmente è frutto dell'incontro con le suore della comunità, nelle attività che organizzano, nei corsi di teologia, nel Cammino di Santiago (al quale devono l'ingresso delle suore provenienti dall'estero) o anche in pellegrinaggi ad altri luoghi o nella Giornata Mondiale della Gioventù. «La motivazione principale per entrare nella nostra Comunità - spiega madre Prado - è la ricerca di Dio e l'incontro con una realtà religiosa e spirituale attraente, perché promette un incontro sincero con Gesù Cristo e con la Chiesa, nella fratellanza. I giovani di oggi non sono indifferenti né alla Verità né all'Amore, né alla ricerca di significato né alla responsabilità nella vita. Per molte giovani è questo il dramma dell’esistenza, e vengono al monastero stanche di una vita priva di significato, con molte domande, mancanze, desideri e chiamate a dare la vita per Cristo e per tutto ciò che da Lui proviene. Entrano cercando e nel monastero scoprono che è Lui a trovarle».
Poiché vivono nel tempo presente, si sentono chiamate ad ascoltare la voce dello Spirito, spogliandola «di alcune vesti della storia che oggi potrebbero non avere più valore o che possono e devono essere lette da angolazioni diverse e vissute in modi diversi», spiega.
di Ana Medina
Giornalista della Diocesi di Malaga e scrittrice
A vent’anni, nella sua città natale Talavera de la Reina, grosso centro nella comunità autonoma di Castiglia-La Mancia, Prado Gonzales è entrata in un convento di agostiniane votate all’insegnamento, attività a cui si è dedicata nei vent'anni successivi. Ha iniziato un percorso spirituale con un'esperienza della contemplazione illuminata dalle nuove forme di vita religiosa e con un intimo desiderio di vivere l'ecumenismo e un dialogo profondo con il mondo. Ascoltata e incoraggiata dal suo direttore spirituale, ha potuto in seguito incontrare il Generale dell'Ordine agostiniano, padre Miguel Ángel Orcasitas. È in quel momento che ha preso il via il progetto, a cui si sono unite altre sei suore, ospitate dal vescovo di Palencia nel monastero cistercense di S. Andrés de Arroyo e Becerril de Campos. «Lì, per dodici anni, come piccola comunità, abbiamo vissuto un'esperienza di grazia nella povertà, nella solitudine, nella preghiera umile e silenziosa, nello studio approfondito della teologia, dell'antropologia e della filosofia. Volevamo scoprire il nostro carisma all'interno di quello agostiniano, la spiritualità, il pensiero, la liturgia, il modo di vivere che ci erano propri». Pian piano sono cresciute. «Eravamo poco conosciute, non ricevevamo visite né applausi. Ma questo ci ha dato la libertà di ascoltare chiaramente la voce dello Spirito», afferma.
Ciò che all’inizio sembrava una novità, di dubbia fedeltà al carisma, dopo diversi anni di cammino si è consolidato in un'esperienza chiaramente agostiniana, «com’è accaduto alle comunità che dopo il Concilio hanno adottato la clausura costituzionale per poter esercitare la pastorale educativa o aprire una residenza per studenti interpretando i desideri dei loro fondatori», racconta Prado González. «Ci hanno aiutate i vescovi di Palencia e i nostri Generali: padre Robert Prèvost (oggi cardinale e prefetto del Dicastero per i Vescovi) e padre Alejandro Moral, come pure altri sacerdoti che ci hanno accompagnate con discrezione e saggezza».
La fonte ispiratrice di questa giovane comunità consiste «nell'urgenza di un ritorno dell'uomo a Dio, a cui vogliamo contribuire con la nostra vita, per renderlo possibile, luminoso, fecondo». Lo fanno nel quadro di una fedeltà creativa a una tradizione che conferisce sicurezza e fiducia ai loro passi. Le loro chiavi sono quelle della vita religiosa: contemplazione, fratellanza e apostolato, nutrite a loro volta dalle tre fonti del loro carisma: la Parola di Dio, il patrimonio spirituale e teologico di Agostino e i tratti distintivi degli Ordini Mendicanti. «Viviamo con molta umiltà, perché sappiamo che il cammino è ancora da fare. Desideriamo vivere una vita profondamente umana, completamente impegnata nella ricerca di Dio, nell'amore per Cristo, la sua Parola e la Chiesa; una vita che lasci trasparire la bellezza, l'amore, la verità e l'unità di Dio, il nostro unico bene comune», rivela Gonzales.
Già costituite come Federazione della Conversione, si definiscono Monache Agostiniane Contemplative, con un modo nuovo di vivere la contemplazione e il carisma agostiniano. Riconosciute dall'Ordine e dalla Chiesa nella loro novità e fedeltà al carisma, la loro singolarità è una clausura aperta che consente un lavoro pastorale all'interno del monastero e anche, occasionalmente, al di fuori di esso. Oggi sono presenti nel Monastero della Conversione, a Sotillo de la Adrada, (Ávila); nel Monastero dell'Incarnazione, a Lima (Perù) e nel Monastero di Mother Good Councel, a New Lenox, Illinois ( USA ). Rendono inoltre testimonianza con la loro presenza nel Cammino di Santiago, nell'Ostello di Santa Maria, a Carrión de los Condes, a Palencia, e attualmente stanno fondando in Italia. Come spiega la stessa madre Prado, «i nostri monasteri vogliono essere un luogo di evangelizzazione a partire dalla fratellanza apostolica (hanno accolto alcuni rifugiati ucraini fuggiti dalla guerra, ndr.), dalla contemplazione, dallo studio e dalla predicazione; uno spazio di preghiera, conversione, comunione in mezzo al mondo, di accoglienza dove la ricerca e l'incontro, il dialogo e la comunione, la liturgia, la preghiera e una vita impegnata nei valori evangelici siano per l’uomo di oggi un'offerta, una proposta, una possibilità attraverso cui scoprire il senso della propria esistenza, la fede, il modo di viverla e l'impegno che comporta nel nostro mondo». Per questo, ogni settimana organizzano incontri di spiritualità, ritiri, esercizi, accompagnamento, campus.
La loro quotidianità è segnata dalla preghiera personale e comunitaria, dal silenzio, dallo studio, dai lavori domestici, dalle arti grafiche, dalla pastorale e dagli incontri fraterni, anche con tutte le comunità della Federazione, con le quali condividono uno spazio on line che hanno chiamato Laboratorio della Fede (Labfe) e un altro dedicato alle situazioni sociali emergenti che richiedono la loro attenzione e il loro impegno. Si mantengono con il lavoro. Oltre alla loro attività pastorale con adulti, giovani e bambini, le suore si dedicano alla lavorazione artigianale del cuoio e del legno, alla rilegatura e anche alla creazione artistica, con la realizzazione di icone, ceri, candele, biglietti e piccole pubblicazioni. A tutto ciò si aggiunge il contributo economico delle persone che le sostengono e le aiutano.
L’ingresso di nuove vocazioni nella Federazione generalmente è frutto dell'incontro con le suore della comunità, nelle attività che organizzano, nei corsi di teologia, nel Cammino di Santiago (al quale devono l'ingresso delle suore provenienti dall'estero) o anche in pellegrinaggi ad altri luoghi o nella Giornata Mondiale della Gioventù. «La motivazione principale per entrare nella nostra Comunità - spiega madre Prado - è la ricerca di Dio e l'incontro con una realtà religiosa e spirituale attraente, perché promette un incontro sincero con Gesù Cristo e con la Chiesa, nella fratellanza. I giovani di oggi non sono indifferenti né alla Verità né all'Amore, né alla ricerca di significato né alla responsabilità nella vita. Per molte giovani è questo il dramma dell’esistenza, e vengono al monastero stanche di una vita priva di significato, con molte domande, mancanze, desideri e chiamate a dare la vita per Cristo e per tutto ciò che da Lui proviene. Entrano cercando e nel monastero scoprono che è Lui a trovarle».
Poiché vivono nel tempo presente, si sentono chiamate ad ascoltare la voce dello Spirito, spogliandola «di alcune vesti della storia che oggi potrebbero non avere più valore o che possono e devono essere lette da angolazioni diverse e vissute in modi diversi», spiega.
di Ana Medina
Giornalista della Diocesi di Malaga e scrittrice
Un Encuentro Espiritual para meditar juntos esta Cuaresma
Queridos amigos:
os queremos invitar a asistir, en este tiempo de Cuaresma, a esta charla titulada "Corro hacia mi Jesús", inspirada y guiada por la sabiduría espiritual de Santa Teresa del Niño Jesús.
En esta ocasión única, nos reuniremos el miércoles 20 de marzo a las 20:45 h en la Parroquia Santa María del Pinar de Madrid, para sumergirnos en la espiritualidad y el legado de esta santa tan querida. Santa Teresa del Niño Jesús, conocida por su camino de humildad, amor y entrega total a Dios.
"Corro hacia mi Jesús" es más que un título; es una invitación a acercarnos con fervor y pasión a nuestro Señor en este tiempo de preparación y renovación espiritual. En la charla, exploraremos las enseñanzas de Santa Teresa del Niño Jesús y cómo su vida y escritos pueden iluminar nuestro propio camino de fe en este tiempo litúrgico.
¡Os esperamos a todos!
Detalles del Evento:
os queremos invitar a asistir, en este tiempo de Cuaresma, a esta charla titulada "Corro hacia mi Jesús", inspirada y guiada por la sabiduría espiritual de Santa Teresa del Niño Jesús.
En esta ocasión única, nos reuniremos el miércoles 20 de marzo a las 20:45 h en la Parroquia Santa María del Pinar de Madrid, para sumergirnos en la espiritualidad y el legado de esta santa tan querida. Santa Teresa del Niño Jesús, conocida por su camino de humildad, amor y entrega total a Dios.
"Corro hacia mi Jesús" es más que un título; es una invitación a acercarnos con fervor y pasión a nuestro Señor en este tiempo de preparación y renovación espiritual. En la charla, exploraremos las enseñanzas de Santa Teresa del Niño Jesús y cómo su vida y escritos pueden iluminar nuestro propio camino de fe en este tiempo litúrgico.
¡Os esperamos a todos!
Detalles del Evento:
- Fecha: Miércoles 20 de marzo
- Hora: 20:45 h
- Lugar: Parroquia Santa María del Pinar C/Jazmin 7 (Madrid)
En este encuentro de oración y teología hemos contado, en esta ocasión, con una novedad: la presencia del Padre agustino Tomás Marcos, que nos habló en la segunda charla del sábado sobre “La revelación y la entrega del rostro del Padre”, en la que, en primer lugar, realizó una comparación entre las figuras de Juan el Bautista y Jesucristo; después, explicó la centralidad del Reino de Dios en el contenido de la predicación de Jesús; y, por último, desgranó las características de la revelación cristiana. Esas características están fundamentadas en que nuestra fe tiene que ser misionera; debe ser una fe esperanzada, alegre, una esperanza que resista al mal; y una fe fraterna, teniendo en cuenta que somos corresponsables de los demás. |
El mismo sábado, el Padre agustino Gonzalo Tejerina abordó en dos charlas –una por la mañana y otra por la tarde— “la fascinación de la humanidad de Jesús” y “el Hijo eterno encarnado”.
En esta última, el Padre Gonzalo profundizaba en la condición filial de Jesús, como Hijo de Dios: “Jesús aparece como el Dios revelado”, decía Gonzalo Tejerina.
Tras las tres claves del sábado, por la tarde hubo un tiempo de puesta en común entre los participantes y los ponentes, y por la noche, las hermanas y todos los presentes compartimos una velada para compartir experiencias y canciones.
El domingo por la mañana, Madre Carolina exponía la última charla de este Járis bajo el título: “La cruz de Jesús y la cruz del cristiano”. En ella, hizo un recorrido por la cruz de Jesús en perspectiva histórica; la cruz de Jesús en el Plan del Padre y, por último, la cruz del cristiano. En esta última perspectiva, Madre Carolina explicaba que la cruz del cristiano “es una llamada del cuidado de unos sobre otros”, en definitiva, “una forma de relacionarnos con la que no nos hagamos daño”. “Cuando releemos la historia desde la fe, se abre un camino de salvación y reconciliación. Nada está perdido”, decía Madre Carolina.
Tras las tres claves del sábado, por la tarde hubo un tiempo de puesta en común entre los participantes y los ponentes, y por la noche, las hermanas y todos los presentes compartimos una velada para compartir experiencias y canciones.
El domingo por la mañana, Madre Carolina exponía la última charla de este Járis bajo el título: “La cruz de Jesús y la cruz del cristiano”. En ella, hizo un recorrido por la cruz de Jesús en perspectiva histórica; la cruz de Jesús en el Plan del Padre y, por último, la cruz del cristiano. En esta última perspectiva, Madre Carolina explicaba que la cruz del cristiano “es una llamada del cuidado de unos sobre otros”, en definitiva, “una forma de relacionarnos con la que no nos hagamos daño”. “Cuando releemos la historia desde la fe, se abre un camino de salvación y reconciliación. Nada está perdido”, decía Madre Carolina.
Después de esta clave, Járis concluía con un diálogo conclusivo de todos los participantes y la Eucaristía final en nuestra Iglesia de la Reconciliación, dando gracias por todo lo vivido durante el fin de semana.
Si quieres ver las charlas pulsa aquí: |
“Padre, me has amado antes de la creación del mundo”
(Jn 17, 24)
Coincidiendo con la festividad de Nuestra Señora de Lourdes, el pasado domingo celebrábamos con nuestra hermana Aisling, natural de Irlanda, su Profesión Simple. Con el paso de la Consagración, a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia, comienza un tiempo de mayor intimidad con Cristo y de afianzar su vida en nuestra Comunidad. |
“Padre, me has amado antes de la creación del mundo” (Jn 17, 24) es el lema que nuestra hermana Aisling ha elegido para su Profesión Simple, con el que ha querido expresar que el amor de Dios por ella, antes de todo lo creado, es el que ha hecho posible esta respuesta a su amor y a su llamada.
La creación, en la que se puede contemplar la obra de Dios, y la peregrinación, como hombres y mujeres en camino hacia la casa del Padre, son dos de los pilares que han acompañado a nuestra hermana Aisling en su camino vocacional y en su vida.
La creación, en la que se puede contemplar la obra de Dios, y la peregrinación, como hombres y mujeres en camino hacia la casa del Padre, son dos de los pilares que han acompañado a nuestra hermana Aisling en su camino vocacional y en su vida.
Acompañada por su familia que vino desde Irlanda, así como de amigos llegados también de Irlanda y de otros países, la ceremonia estuvo presidida por el Padre Agustino, Miguel de la Lastra, con el que concelebraron varios sacerdotes y padres agustinos, ante la mirada atenta de todos los que fuimos testigos de este paso de nuestra hermana Aisling en su vida consagrada.
Durante la celebración, la liturgia destilaba un aire irlandés a través de los cantos y los instrumentos que nos ayudaron a adentrarnos en el misterio de la Eucaristía y en cada signo propio de esta celebración litúrgica de la Profesión Simple.
Continuamos en este clima orante y pedimos para nuestra hermana Aisling el don de la fidelidad para poder responder cada día al amor de Dios, que nos ama a cada uno antes de la creación del mundo.
Queridos amigos, os queremos invitar a vivir junto a nosotras un espacio de oración.
Tendrán lugar el JUEVES 15 de febrero en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h. y, el MIÉRCOLES 21 de febrero en la parroquia Santa María del Pinarde Madrid a las 20:45 h.
Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión.
Tendrán lugar el JUEVES 15 de febrero en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h. y, el MIÉRCOLES 21 de febrero en la parroquia Santa María del Pinarde Madrid a las 20:45 h.
Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión.
Semana Ecuménica 2024
Concluida la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, hacemos memoria de lo vivido, recordando que, este año, el encargado de preparar los materiales ha sido un equipo ecuménico que representa diferentes tradiciones cristianas en Burkina Faso propuesto por la comunidad local Chemin Neuf.
Hay que señalar que Burkina Faso –situada en África occidental— se encuentra actualmente en una grave crisis de seguridad, que afecta a todas las comunidades de fe. Por ello, el hecho de trabajar juntos en los textos de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2024 ha sido un reto para las diversas Iglesias de Burkina Faso, con el fin de caminar, rezar y colaborar juntas en el amor mutuo durante este momento difícil.
El pasaje del Evangelio elegido para esta Semana Ecuménica: “Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 25-37), nos recuerda que los cristianos estamos llamados a actuar como Cristo, teniendo un corazón como el del buen samaritano que ama a los necesitados, mostrando compasión y misericordia hacia ellos, más allá de su identidad religiosa, étnica o social.
Con este espíritu de concordia y unidad celebrábamos del 18 al 25 de enero esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en nuestro Monasterio de la Conversión. Un tiempo que se ha convertido para nuestra comunidad en un momento clave para recordar varios de los pilares de nuestro carisma: la unidad, la conversión y la reconciliación.
Cada tarde, durante esta semana, teníamos un tiempo dedicado a la formación sobre esta Semana Ecuménica, especialmente, en torno al pasaje evangélico del buen samaritano, elegido para este año.
Hay que señalar que Burkina Faso –situada en África occidental— se encuentra actualmente en una grave crisis de seguridad, que afecta a todas las comunidades de fe. Por ello, el hecho de trabajar juntos en los textos de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2024 ha sido un reto para las diversas Iglesias de Burkina Faso, con el fin de caminar, rezar y colaborar juntas en el amor mutuo durante este momento difícil.
El pasaje del Evangelio elegido para esta Semana Ecuménica: “Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 25-37), nos recuerda que los cristianos estamos llamados a actuar como Cristo, teniendo un corazón como el del buen samaritano que ama a los necesitados, mostrando compasión y misericordia hacia ellos, más allá de su identidad religiosa, étnica o social.
Con este espíritu de concordia y unidad celebrábamos del 18 al 25 de enero esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en nuestro Monasterio de la Conversión. Un tiempo que se ha convertido para nuestra comunidad en un momento clave para recordar varios de los pilares de nuestro carisma: la unidad, la conversión y la reconciliación.
Cada tarde, durante esta semana, teníamos un tiempo dedicado a la formación sobre esta Semana Ecuménica, especialmente, en torno al pasaje evangélico del buen samaritano, elegido para este año.
Varios momentos destacados han sido los vividos durante el fin de semana, del 20 al 21 de enero, en los que las hermanas y todos los que acudieron a nuestro monasterio para participar en las actividades programadas pudimos compartir momentos de oración; una mesa redonda con la participación de representantes de distintas confesiones cristianas y, después de la misma, una oración especial ecuménica el sábado por la tarde.
El domingo por la mañana fue el momento de escuchar el testimonio de Carlos Busto, de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid. Un movimiento de laicos nacido en Roma en 1968, cuyos pilares son la oración, la evangelización, la solidaridad con los pobres, el diálogo y el ecumenismo, vivido como amistad, oración y búsqueda de la unidad entre cristianos del mundo entero.
Otro momento significativo fue la participación de nuestra comunidad en la oración ecuménica celebrada en la Catedral Ortodoxa Rumana de Madrid, el martes, 23 de enero, por la tarde. Fue un momento de gran alegría, de afianzar lazos, a través de ese ecumenismo de la amistad que compartimos con nuestros hermanos cristianos y, sobre todo, de rezar juntos por la unidad.
Con este deseo, que es el de Cristo, seguimos rezando por la unidad de los cristianos.
Otro momento significativo fue la participación de nuestra comunidad en la oración ecuménica celebrada en la Catedral Ortodoxa Rumana de Madrid, el martes, 23 de enero, por la tarde. Fue un momento de gran alegría, de afianzar lazos, a través de ese ecumenismo de la amistad que compartimos con nuestros hermanos cristianos y, sobre todo, de rezar juntos por la unidad.
Con este deseo, que es el de Cristo, seguimos rezando por la unidad de los cristianos.
LII Encuentro JARIS
“Queremos ver a Jesús” Jn 12,20
Queridos amigos, os queremos invitar a vivir junto a nosotras un espacio de oración.
Tendrán lugar el miércoles 17 de enero en la parroquia Santa María del Pinar de Madrid a las 20:45 h. y, el jueves 18 de enero en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h.
Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión.
Tendrán lugar el miércoles 17 de enero en la parroquia Santa María del Pinar de Madrid a las 20:45 h. y, el jueves 18 de enero en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Madrid a las 20:15 h.
Muy unidos, os esperamos. Comunidad de la Conversión.
Os invitamos a participar, en nuestro Monasterio de la Conversión, de todas las actividades formativas que la comunidad va a vivir con motivo de la semana de oración por la unidad de los cristianos que se celebra del 18 al 25 de enero.
Queridos hermanos, os invitamos a participar en nuestro monasterio de Sotillo de la Adrada, de todas las actividades que la comunidad prepara para la semana de oración por la unidad de los cristianos que se celebra del 18 al 25 de enero. Principalmente, en el fin de semana, del viernes 19 al domingo 21 tendremos un encuentro dedicado a profundizar en el tema ecuménico de este año 2024 que este año tendrá como título: "Amarás al Señor, tu Dios.. y a tu prójimo como a ti mismo" (Lc 10,27).
Para venir, sólo tienes que escribir a:
hospederia@monasteriodelaconversion.com
¡Os esperamos!
Para venir, sólo tienes que escribir a:
hospederia@monasteriodelaconversion.com
¡Os esperamos!
En la tarde del 24 comenzamos con la Calenda, repartimos las tradicionales obleas que nos llegan de Polonia signo de perdón y comunión. Comenzaron los cantos... fuimos dejando al Niño Jesús en cada uno de los distinos belenes de la casa y en la Iglesia, y comenzamos las vísperas solemnes.
Hacia la media noche celebramos la "Misa del Gallo" y cantamos villancicos para celebrar con gran alegría.
el Nacimiento del Salvador.
¡¡FELIZ y ENTRAÑABLE NAVIDAD Y
BUEN NACIMIENTO DEL AÑO NUEVO 2024!!
Hacia la media noche celebramos la "Misa del Gallo" y cantamos villancicos para celebrar con gran alegría.
el Nacimiento del Salvador.
¡¡FELIZ y ENTRAÑABLE NAVIDAD Y
BUEN NACIMIENTO DEL AÑO NUEVO 2024!!
Las hermanas del Monasterio de la Conversión os felicitamos en este tiempo de gracia. Deseamos que la contemplación de este Misterio del Nacimiento, Misterio de Encarnación del Hijo de Dios, nos transforme humana y espiritualmente a todos, para que podamos vivirlo como María y, con ella, llevarlo a toda la humanidad. Os deseamos una "entrañable" Navidad Feliz Navidad 2023 |
Carta de Comunión I Pascua de la Natividad del Señor, 2023
ESPAÑOL
carta_de_comunión_-_navidad_2023.pdf | |
File Size: | 66 kb |
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“Y BENDITO EL FRUTO DE TU VIENTRE”
Lc 1, 42
Lc 1, 42
CARTA DE COMUNIÓN | PASCUA DE NAVIDAD, 2023-2024
LAS ENTRAÑAS DE MARÍA
Dios, en las entrañas de una madre. “Concebirás en el seno y darás a luz un hijo” (Lc 1, 31). El que es “superior summo meo” (S. Agustín, Confesiones III, 6, 11), que todo lo trasciende y es superior a todo lo creado, se hace “intimior intimo meo” (Ibidem). Ha tomado de lo nuestro todo, hasta una madre, para ser hijo y así mostrarse al mundo y salvarlo en su propia condición filial. El Dios de los cielos habitando una entraña materna. Esa ha sido también nuestra propia historia, de las entrañas de una mujer venimos (Cf. Sal 86,7), también Jesús.
Habitar en las entrañas de María significó “entrar muy adentro” (interus), en el más adentro (interior) de la mujer, en lo más íntimo (intimus), allí de donde se sale para no volver porque el vientre materno, el seno, las entrañas, son la morada de lo más pequeño que en ellas y solo en ellas puede crecer, ser alimentado, custodiado, guardado… “Tú formaste mis entrañas; me has tejido en el seno de mi madre” (Sal 139, 13-16).
El símbolo perfecto de lo humano es la maternidad, y su icono es María, como cuenco que recibe y hospeda al Hijo con una receptividad absoluta y una responsabilidad total por el Hijo y por todos los hijos (“Mujer, ahí tienes a tu hijo” Jn 19, 26). Ella visibiliza que lo humano es materno, y que ser humano es vivir con entrañas de madre.
Dios se hace pequeño, muy pequeño, en la Encarnación; anida en una matriz pequeña, muy pequeña, la de una joven virgen que no ha parido nunca. Y allí, este “mínimo” Dios, aún invisible, se encarna en este mundo, ya embarazado de Dios como María, en María, por María.
LAS ENTRAÑAS DE LA MEMORIA “María guardaba todas estas cosas en el corazón” (Lc 2, 19)
Oí contar a mi madre muchas veces cómo había sido el nacimiento de mi hermano, de mi hermana, el mío propio. Lo contaba con emoción y ternura, tal y como ese momento preciso había quedado en su memoria. Y era tan real el relato que me parecía haber estado yo misma presente en mi propio nacimiento. ¡La memoria de las madres, de las que han parido y no pueden olvidar el parto!
“María guardaba todas estas cosas en su corazón”. Las palabras de Lucas advierten de la apertura de ese otro espacio interior tan vasto y propio, en el que se va depositando lo que se vive, en el que se sedimenta una existencia que tiene mucho que proteger, guardar, recoger, para encontrar un sentido o para no ignorar y olvidar lo vivido. Son las entrañas de la memoria, el corazón, al que se vuelve re-cordando para ir comprendiendo o saboreando la vida. Guardar en el corazón nos hace imaginar a María volviendo muchas veces a esas entrañas para no olvidar, ni ignorar, ni abandonar el don recibido.
Recordar para comprender los signos (symballein), ir uniéndolos y rellenando vacíos de comprensión que los aconteceres dejan, escuchar los interrogantes sin respuestas, asumir las lagunas disecadas por el tiempo. Volverá una y otra vez a recordar cómo fue que la Luz le atravesó toda entera y la dejó grávida de Amor por el Hijo, cómo fue que la Voz de lo alto le reveló la identidad de ese Hijo, cómo fue... Guardaría todos los momentos con el estupor por la desconocida plenitud de gracia, de gozo y de paz; con temblor y temor también, como criatura a la que le sobrepasa el acontecimiento; con el silencio que brota del milagro, de lo inexplicable, del abismo a los pies, de la montaña enfrente, del horizonte del mar sin orillas, de la brisa nocturna confundida con el batir de alas…
Y qué es recordar sino ralentizar la vida para retenerla y que no se nos escape de las manos, porque la memoria nos permite salir del vértigo de la aceleración que consume el tiempo, los espacios, las relaciones y la vida sin vivirlos plenamente, para reposar en las experiencias habidas y esperar pacientemente a que brote la sabiduría necesaria en el camino…
María le contaría a Jesús muchas veces cómo sucedió y dónde y qué vino a ocurrir después, cuando le vio tan pequeño, en una cuna improvisada, allá en Belén. ¿Cómo poder explicar lo inexplicable? ¿Cómo puede contener una gota de rocío un mar sin orillas?
Recordar es, pues, entrar en esta segunda entraña de la memoria para revivir, buscar más allá, al fondo, el plan del Padre sobre este Hijo suyo y de José, al que, tal vez, solo debían acoger, amar, enseñar, cuidar… y dejar marchar a las cosas del Padre (Cf. Lc 2, 49).
ENTRAÑAR LA VIDA
Que seamos la entraña en la que Dios ha hecho morada es un inexplicable misterio, aunque cierto: el mundo está “embarazado” de Dios. Dios está aquí pero, no solo envolviéndolo todo, sino habitándolo, porque en la entraña de lo Creado Él ha puesto su morada.
A la vez sentimos la Voz profunda y también cierta de que toda la creación habitamos en Él porque “en Él somos, nos movemos y existimos” (Hch 17, 28). En Él radica la misma posibilidad de existir, de ser, de habitar, de Vida y Vida abundante. Somos porque somos en Él. Vivimos en una mutua inhabitación, vivimos en una entrañación mutua.
María nos enseña a “entrañar la vida” aprendiendo a guardarla en el corazón y a dejar que el Señor vaya depositando en nosotros sus Palabras, sus Signos, su Presencia, su Amor… Entrañar la vida para que no pase, fugitiva, sin dejar rastro y solo deje sinsentido, confusión o vacío… Vivir como quiso comenzar a vivir Él, desde dentro, entrando en las entrañas de la Virgen, abrazando la vida que le fue dada por el Padre, asumiendo el coste de vivir y de dar la vida en rescate de todos.
Entrañar la vida, como María, es hacer la existencia entrañable, la propia y la ajena, y tener entrañas de misericordia (hesed, rahamim), de compasión y de ternura (Sal 107, 1; Hch 17, 28ss). Unas entrañas dilatadas por la caridad (Cf. S. Agustín, Sermo 350, 2-3), por la memoria, que no deja que el olvido se adueñe de nuestra humanidad porque tenemos mucho bueno que recordar, y por la interioridad, creciendo por dentro y hacia dentro para que de allí brote una fuente de vida para el mundo (Cf. Sal 87, 7).
Os invito a hacer memoria agradecida alabando al Señor por todo lo que nos ha sido entregado por pura Gracia suya; adorémosle, porque quiso nacer entre nosotros para salvarnos y darnos la Vida. A Él la gloria y la alabanza, a Jesús, el Hijo de Dios y de María.
En medio de un mundo en guerra, en conflictos continuos, Él viene de nuevo y su venida detiene la temida deriva hacia la destrucción y el caos, haciendo de este mundo un lugar entrañable en el que se cumple la profecía añorada (Cf. Is 11, 6-7; 2, 2-5).
Feliz y entrañable Navidad 2023 y buen nacimiento del Año Nuevo 2024, año en el que iniciaremos nuestra Celebración Jubilar, los 25 años de camino desde el inicio de nuestra comunidad.
M. Prado
Presidenta Federal
Federación Conversión de S. Agustín
LAS ENTRAÑAS DE MARÍA
Dios, en las entrañas de una madre. “Concebirás en el seno y darás a luz un hijo” (Lc 1, 31). El que es “superior summo meo” (S. Agustín, Confesiones III, 6, 11), que todo lo trasciende y es superior a todo lo creado, se hace “intimior intimo meo” (Ibidem). Ha tomado de lo nuestro todo, hasta una madre, para ser hijo y así mostrarse al mundo y salvarlo en su propia condición filial. El Dios de los cielos habitando una entraña materna. Esa ha sido también nuestra propia historia, de las entrañas de una mujer venimos (Cf. Sal 86,7), también Jesús.
Habitar en las entrañas de María significó “entrar muy adentro” (interus), en el más adentro (interior) de la mujer, en lo más íntimo (intimus), allí de donde se sale para no volver porque el vientre materno, el seno, las entrañas, son la morada de lo más pequeño que en ellas y solo en ellas puede crecer, ser alimentado, custodiado, guardado… “Tú formaste mis entrañas; me has tejido en el seno de mi madre” (Sal 139, 13-16).
El símbolo perfecto de lo humano es la maternidad, y su icono es María, como cuenco que recibe y hospeda al Hijo con una receptividad absoluta y una responsabilidad total por el Hijo y por todos los hijos (“Mujer, ahí tienes a tu hijo” Jn 19, 26). Ella visibiliza que lo humano es materno, y que ser humano es vivir con entrañas de madre.
Dios se hace pequeño, muy pequeño, en la Encarnación; anida en una matriz pequeña, muy pequeña, la de una joven virgen que no ha parido nunca. Y allí, este “mínimo” Dios, aún invisible, se encarna en este mundo, ya embarazado de Dios como María, en María, por María.
LAS ENTRAÑAS DE LA MEMORIA “María guardaba todas estas cosas en el corazón” (Lc 2, 19)
Oí contar a mi madre muchas veces cómo había sido el nacimiento de mi hermano, de mi hermana, el mío propio. Lo contaba con emoción y ternura, tal y como ese momento preciso había quedado en su memoria. Y era tan real el relato que me parecía haber estado yo misma presente en mi propio nacimiento. ¡La memoria de las madres, de las que han parido y no pueden olvidar el parto!
“María guardaba todas estas cosas en su corazón”. Las palabras de Lucas advierten de la apertura de ese otro espacio interior tan vasto y propio, en el que se va depositando lo que se vive, en el que se sedimenta una existencia que tiene mucho que proteger, guardar, recoger, para encontrar un sentido o para no ignorar y olvidar lo vivido. Son las entrañas de la memoria, el corazón, al que se vuelve re-cordando para ir comprendiendo o saboreando la vida. Guardar en el corazón nos hace imaginar a María volviendo muchas veces a esas entrañas para no olvidar, ni ignorar, ni abandonar el don recibido.
Recordar para comprender los signos (symballein), ir uniéndolos y rellenando vacíos de comprensión que los aconteceres dejan, escuchar los interrogantes sin respuestas, asumir las lagunas disecadas por el tiempo. Volverá una y otra vez a recordar cómo fue que la Luz le atravesó toda entera y la dejó grávida de Amor por el Hijo, cómo fue que la Voz de lo alto le reveló la identidad de ese Hijo, cómo fue... Guardaría todos los momentos con el estupor por la desconocida plenitud de gracia, de gozo y de paz; con temblor y temor también, como criatura a la que le sobrepasa el acontecimiento; con el silencio que brota del milagro, de lo inexplicable, del abismo a los pies, de la montaña enfrente, del horizonte del mar sin orillas, de la brisa nocturna confundida con el batir de alas…
Y qué es recordar sino ralentizar la vida para retenerla y que no se nos escape de las manos, porque la memoria nos permite salir del vértigo de la aceleración que consume el tiempo, los espacios, las relaciones y la vida sin vivirlos plenamente, para reposar en las experiencias habidas y esperar pacientemente a que brote la sabiduría necesaria en el camino…
María le contaría a Jesús muchas veces cómo sucedió y dónde y qué vino a ocurrir después, cuando le vio tan pequeño, en una cuna improvisada, allá en Belén. ¿Cómo poder explicar lo inexplicable? ¿Cómo puede contener una gota de rocío un mar sin orillas?
Recordar es, pues, entrar en esta segunda entraña de la memoria para revivir, buscar más allá, al fondo, el plan del Padre sobre este Hijo suyo y de José, al que, tal vez, solo debían acoger, amar, enseñar, cuidar… y dejar marchar a las cosas del Padre (Cf. Lc 2, 49).
ENTRAÑAR LA VIDA
Que seamos la entraña en la que Dios ha hecho morada es un inexplicable misterio, aunque cierto: el mundo está “embarazado” de Dios. Dios está aquí pero, no solo envolviéndolo todo, sino habitándolo, porque en la entraña de lo Creado Él ha puesto su morada.
A la vez sentimos la Voz profunda y también cierta de que toda la creación habitamos en Él porque “en Él somos, nos movemos y existimos” (Hch 17, 28). En Él radica la misma posibilidad de existir, de ser, de habitar, de Vida y Vida abundante. Somos porque somos en Él. Vivimos en una mutua inhabitación, vivimos en una entrañación mutua.
María nos enseña a “entrañar la vida” aprendiendo a guardarla en el corazón y a dejar que el Señor vaya depositando en nosotros sus Palabras, sus Signos, su Presencia, su Amor… Entrañar la vida para que no pase, fugitiva, sin dejar rastro y solo deje sinsentido, confusión o vacío… Vivir como quiso comenzar a vivir Él, desde dentro, entrando en las entrañas de la Virgen, abrazando la vida que le fue dada por el Padre, asumiendo el coste de vivir y de dar la vida en rescate de todos.
Entrañar la vida, como María, es hacer la existencia entrañable, la propia y la ajena, y tener entrañas de misericordia (hesed, rahamim), de compasión y de ternura (Sal 107, 1; Hch 17, 28ss). Unas entrañas dilatadas por la caridad (Cf. S. Agustín, Sermo 350, 2-3), por la memoria, que no deja que el olvido se adueñe de nuestra humanidad porque tenemos mucho bueno que recordar, y por la interioridad, creciendo por dentro y hacia dentro para que de allí brote una fuente de vida para el mundo (Cf. Sal 87, 7).
Os invito a hacer memoria agradecida alabando al Señor por todo lo que nos ha sido entregado por pura Gracia suya; adorémosle, porque quiso nacer entre nosotros para salvarnos y darnos la Vida. A Él la gloria y la alabanza, a Jesús, el Hijo de Dios y de María.
En medio de un mundo en guerra, en conflictos continuos, Él viene de nuevo y su venida detiene la temida deriva hacia la destrucción y el caos, haciendo de este mundo un lugar entrañable en el que se cumple la profecía añorada (Cf. Is 11, 6-7; 2, 2-5).
Feliz y entrañable Navidad 2023 y buen nacimiento del Año Nuevo 2024, año en el que iniciaremos nuestra Celebración Jubilar, los 25 años de camino desde el inicio de nuestra comunidad.
M. Prado
Presidenta Federal
Federación Conversión de S. Agustín
ITALIANO
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“E BENEDETTO IL FRUTTO DEL TUO GREMBO”
Lc 1, 42
LETTERA DI COMUNIONE | NATALE, 2023-2024
LE VISCERE MATERNE DI MARIA
Dio, nel grembo di una madre. “Concepirai nel seno e partorirai un figlio” (Lc 1,31). Colui che è "superior summo meo" (S. Agostino, Confessioni, III, 6, 11), che trascende tutto ed è superiore a tutte le cose create, diventa “intimior intimo meo” (Ibidem). Ha preso tutto ciò che è nostro, anche una madre, per diventare figlio e così mostrarsi al mondo e salvarlo, nella sua stessa condizione filiale. Il Dio del cielo abita il grembo di una madre. Questa è stata anche la nostra storia, veniamo dal grembo di una donna (Cf. Sal. 86 -87-,7), come Gesù.
Abitare nel grembo di Maria significava "entrare nel profondo" (interius), nell'intimo (Interior) della donna, nel più intimo (intimum), lì da dove si esce per non tornare più perché il grembo materno, il seno, il ventre, sono la dimora dell’essere più piccolo che in esso e solo in esso può crescere, essere nutrito, curato, custodito...: “Tu hai creato le mie viscere, mi hai tessuto nel grembo di mia madre” (Sal 139, 13-16).
Il simbolo perfetto di ciò che è umano è la maternità e la sua icona è Maria, come luogo che accoglie e ripara il Figlio, con una ricettività assoluta e una responsabilità totale per il Figlio e per tutti i figli ("Donna, ecco tuo figlio", Gv 19,26). Lei dimostra che ciò che è umano è materno e che essere umani è vivere con un cuore di madre.
Dio si fa piccolo, molto piccolo, nell'Incarnazione, annidandosi in un piccolo, piccolissimo grembo, quello di una giovane vergine che non ha mai partorito. E lì, questo Dio "minimo", ancora invisibile, si incarna in questo mondo, già gravido di Dio come Maria, in Maria, attraverso Maria.
LE VISCERE DELLA MEMORIA. "Maria custodiva tutte queste cose nel suo cuore" (Lc 2, 19).
Ho sentito mia madre raccontare molte volte come ha vissuto la nascita di mio fratello, di mia sorella e la mia. Raccontava con emozione e tenerezza come quel preciso momento era rimasto nella sua memoria. E il racconto era così reale che mi sembrava di essere stata presente alla mia stessa nascita. La memoria delle madri, di coloro che hanno partorito e non possono dimenticare la nascita!
"Maria custodiva tutte queste cose nel suo cuore". Le parole di Luca ci avvertono dell'apertura di quell'altro spazio interiore, così vasto e così nostro, in cui si deposita il vissuto, in cui si sedimenta un'esistenza e che ha molto da proteggere, da custodire, da raccogliere per trovare un senso o per non ignorare o dimenticare ciò che si è vissuto. Sono il grembo e le viscere della memoria, il cuore, a cui torniamo, ri-cordando per capire o assaporare la vita. Custodire nel cuore ci fa immaginare Maria che torna molte volte a queste viscere per non dimenticare, ignorare o abbandonare il dono ricevuto.
Ricordare per comprendere i segni (symballein), cercando di unirli e di riempire i vuoti di comprensione che gli eventi lasciano, di ascoltare le domande senza risposta, di assumere le lacune disseccate dal tempo. Maria ricorderà continuamente come era accaduto che la Luce la trafiggesse tutta e la lasciasse gravida d'Amore per il Figlio, come era accaduto che la Voce dall'alto le rivelasse l'identità di quel Figlio... Avrà conservato tutti i momenti con lo stupore per la pienezza sconosciuta della grazia, della gioia e della pace; anche col tremore e la paura proprie di una creatura sopraffatta dall'evento; col silenzio che nasce dal miracolo, dall'inspiegabile, dall'abisso che s’apriva ai suoi piedi, dalla montagna di fronte, dall'orizzonte del mare senza sponde, dalla brezza notturna confusa con il battito delle ali...
E cos'è il ricordare se non un rallentare la vita per trattenerla, perché non ci scivoli tra le dita, perché la memoria ci permetta di sfuggire alla vertigine dell'accelerazione che consuma il tempo, gli spazi, le relazioni, la vita, senza permetterci di viverli appieno, di riposare nelle esperienze fatte e aspettare pazientemente che la saggezza necessaria emerga lungo il cammino...
Maria racconterà molte volte a Gesù come era successo e dove e cosa era avvenuto dopo, quando lo aveva visto così piccolo, in una culla improvvisata lì a Betlemme. Come poter spiegare l'inspiegabile? Come può una goccia di rugiada contenere un mare senza sponde?
Ricordare è, allora, entrare in questo secondo grembo della memoria per rivivere, cercare nel profondo il progetto del Padre su questo Figlio di Maria e di Giuseppe che forse dovevano solo accogliere, amare, insegnare, curare... e lasciarlo andare alle cose del Padre (Cf. Lc 2, 49).
ACCOGLIERE LA VITA NEL GREMBO.
Che noi siamo il grembo in cui Dio ha fatto la sua dimora è un mistero inspiegabile, anche se è vero: il mondo è "gravido" di Dio. Dio è qui, e non solo avvolge tutto, ma lo abita, perché nel grembo della creazione ha fatto la sua dimora.
Allo stesso tempo, sentiamo la voce profonda ed anche certa che tutto quello che ha creato abita in Lui, perché "in Lui siamo, ci muoviamo ed esistiamo" (At 17,28). In Lui v'è l'origine della possibilità stessa di esistere, di essere, di abitare, di Vita e di Vita in abbondanza. Siamo perché siamo in Lui. Viviamo in una reciproca inabitazione, viviamo in un reciproco portarci in grembo.
Maria ci insegna a “portare la vita in grembo”, imparando a custodirla nel cuore e a permettere al Signore di depositare in noi le sue Parole, i suoi Segni, la sua Presenza, il suo Amore... Portare la vita in grembo perché non passi via, fuggitiva, senza lasciare traccia e lasciando solo l'insensatezza, la confusione o il vuoto... A vivere come Lui ha voluto, iniziare a vivere dal di dentro, entrando nel grembo della Vergine, abbracciando la vita che gli è stata donata dal Padre, assumendo il prezzo del vivere e offrendo la vita in riscatto per tutti.
Portare la vita in grembo, come Maria, significa renderla un'esistenza abbracciata, custodita, la propria e quella degli altri, e avere “le viscere della misericordia” (hesed, rahamim), della compassione e della tenerezza (Salmo 107, 1; Atti 17, 28ss), ampliate dalla carità (Sant'Agostino, Serm 350, 2-3), significa custodire la memoria, che non permette alla dimenticanza di impossessarsi della nostra umanità perché abbiamo tanto bene da ricordare, e l'interiorità, crescendo all'interno e verso l'interno perché da lì scaturisca una fonte di vita per il mondo (Cf. Sal 87, 7).
Vi invito a ricordare con gratitudine, lodando il Signore per tutto ciò che ci è stato donato per pura grazia sua, adoriamolo, perché ha voluto nascere in mezzo a noi per salvarci e darci la Vita. A Lui sia la gloria e la lode, a Gesù, il Figlio di Dio e di Maria.
In mezzo a un mondo in guerra, in continuo conflitto, Egli viene di nuovo e la sua venuta arresta la temuta deriva verso la distruzione e il caos, facendo di questo mondo un luogo accogliente in cui si compie l'attesa profezia (Cf. Is 11, 6-7; 2, 2-5).
Buon Natale di tenerezza 2023 e buona nascita dell’anno nuovo 2024, anno in cui inizieremo la celebrazione del nostro Giubileo comunitario, i 25 anni del nostro cammino.
M. Prado
Preside federale
Federazione della Conversione di Sant'Agostino
LE VISCERE MATERNE DI MARIA
Dio, nel grembo di una madre. “Concepirai nel seno e partorirai un figlio” (Lc 1,31). Colui che è "superior summo meo" (S. Agostino, Confessioni, III, 6, 11), che trascende tutto ed è superiore a tutte le cose create, diventa “intimior intimo meo” (Ibidem). Ha preso tutto ciò che è nostro, anche una madre, per diventare figlio e così mostrarsi al mondo e salvarlo, nella sua stessa condizione filiale. Il Dio del cielo abita il grembo di una madre. Questa è stata anche la nostra storia, veniamo dal grembo di una donna (Cf. Sal. 86 -87-,7), come Gesù.
Abitare nel grembo di Maria significava "entrare nel profondo" (interius), nell'intimo (Interior) della donna, nel più intimo (intimum), lì da dove si esce per non tornare più perché il grembo materno, il seno, il ventre, sono la dimora dell’essere più piccolo che in esso e solo in esso può crescere, essere nutrito, curato, custodito...: “Tu hai creato le mie viscere, mi hai tessuto nel grembo di mia madre” (Sal 139, 13-16).
Il simbolo perfetto di ciò che è umano è la maternità e la sua icona è Maria, come luogo che accoglie e ripara il Figlio, con una ricettività assoluta e una responsabilità totale per il Figlio e per tutti i figli ("Donna, ecco tuo figlio", Gv 19,26). Lei dimostra che ciò che è umano è materno e che essere umani è vivere con un cuore di madre.
Dio si fa piccolo, molto piccolo, nell'Incarnazione, annidandosi in un piccolo, piccolissimo grembo, quello di una giovane vergine che non ha mai partorito. E lì, questo Dio "minimo", ancora invisibile, si incarna in questo mondo, già gravido di Dio come Maria, in Maria, attraverso Maria.
LE VISCERE DELLA MEMORIA. "Maria custodiva tutte queste cose nel suo cuore" (Lc 2, 19).
Ho sentito mia madre raccontare molte volte come ha vissuto la nascita di mio fratello, di mia sorella e la mia. Raccontava con emozione e tenerezza come quel preciso momento era rimasto nella sua memoria. E il racconto era così reale che mi sembrava di essere stata presente alla mia stessa nascita. La memoria delle madri, di coloro che hanno partorito e non possono dimenticare la nascita!
"Maria custodiva tutte queste cose nel suo cuore". Le parole di Luca ci avvertono dell'apertura di quell'altro spazio interiore, così vasto e così nostro, in cui si deposita il vissuto, in cui si sedimenta un'esistenza e che ha molto da proteggere, da custodire, da raccogliere per trovare un senso o per non ignorare o dimenticare ciò che si è vissuto. Sono il grembo e le viscere della memoria, il cuore, a cui torniamo, ri-cordando per capire o assaporare la vita. Custodire nel cuore ci fa immaginare Maria che torna molte volte a queste viscere per non dimenticare, ignorare o abbandonare il dono ricevuto.
Ricordare per comprendere i segni (symballein), cercando di unirli e di riempire i vuoti di comprensione che gli eventi lasciano, di ascoltare le domande senza risposta, di assumere le lacune disseccate dal tempo. Maria ricorderà continuamente come era accaduto che la Luce la trafiggesse tutta e la lasciasse gravida d'Amore per il Figlio, come era accaduto che la Voce dall'alto le rivelasse l'identità di quel Figlio... Avrà conservato tutti i momenti con lo stupore per la pienezza sconosciuta della grazia, della gioia e della pace; anche col tremore e la paura proprie di una creatura sopraffatta dall'evento; col silenzio che nasce dal miracolo, dall'inspiegabile, dall'abisso che s’apriva ai suoi piedi, dalla montagna di fronte, dall'orizzonte del mare senza sponde, dalla brezza notturna confusa con il battito delle ali...
E cos'è il ricordare se non un rallentare la vita per trattenerla, perché non ci scivoli tra le dita, perché la memoria ci permetta di sfuggire alla vertigine dell'accelerazione che consuma il tempo, gli spazi, le relazioni, la vita, senza permetterci di viverli appieno, di riposare nelle esperienze fatte e aspettare pazientemente che la saggezza necessaria emerga lungo il cammino...
Maria racconterà molte volte a Gesù come era successo e dove e cosa era avvenuto dopo, quando lo aveva visto così piccolo, in una culla improvvisata lì a Betlemme. Come poter spiegare l'inspiegabile? Come può una goccia di rugiada contenere un mare senza sponde?
Ricordare è, allora, entrare in questo secondo grembo della memoria per rivivere, cercare nel profondo il progetto del Padre su questo Figlio di Maria e di Giuseppe che forse dovevano solo accogliere, amare, insegnare, curare... e lasciarlo andare alle cose del Padre (Cf. Lc 2, 49).
ACCOGLIERE LA VITA NEL GREMBO.
Che noi siamo il grembo in cui Dio ha fatto la sua dimora è un mistero inspiegabile, anche se è vero: il mondo è "gravido" di Dio. Dio è qui, e non solo avvolge tutto, ma lo abita, perché nel grembo della creazione ha fatto la sua dimora.
Allo stesso tempo, sentiamo la voce profonda ed anche certa che tutto quello che ha creato abita in Lui, perché "in Lui siamo, ci muoviamo ed esistiamo" (At 17,28). In Lui v'è l'origine della possibilità stessa di esistere, di essere, di abitare, di Vita e di Vita in abbondanza. Siamo perché siamo in Lui. Viviamo in una reciproca inabitazione, viviamo in un reciproco portarci in grembo.
Maria ci insegna a “portare la vita in grembo”, imparando a custodirla nel cuore e a permettere al Signore di depositare in noi le sue Parole, i suoi Segni, la sua Presenza, il suo Amore... Portare la vita in grembo perché non passi via, fuggitiva, senza lasciare traccia e lasciando solo l'insensatezza, la confusione o il vuoto... A vivere come Lui ha voluto, iniziare a vivere dal di dentro, entrando nel grembo della Vergine, abbracciando la vita che gli è stata donata dal Padre, assumendo il prezzo del vivere e offrendo la vita in riscatto per tutti.
Portare la vita in grembo, come Maria, significa renderla un'esistenza abbracciata, custodita, la propria e quella degli altri, e avere “le viscere della misericordia” (hesed, rahamim), della compassione e della tenerezza (Salmo 107, 1; Atti 17, 28ss), ampliate dalla carità (Sant'Agostino, Serm 350, 2-3), significa custodire la memoria, che non permette alla dimenticanza di impossessarsi della nostra umanità perché abbiamo tanto bene da ricordare, e l'interiorità, crescendo all'interno e verso l'interno perché da lì scaturisca una fonte di vita per il mondo (Cf. Sal 87, 7).
Vi invito a ricordare con gratitudine, lodando il Signore per tutto ciò che ci è stato donato per pura grazia sua, adoriamolo, perché ha voluto nascere in mezzo a noi per salvarci e darci la Vita. A Lui sia la gloria e la lode, a Gesù, il Figlio di Dio e di Maria.
In mezzo a un mondo in guerra, in continuo conflitto, Egli viene di nuovo e la sua venuta arresta la temuta deriva verso la distruzione e il caos, facendo di questo mondo un luogo accogliente in cui si compie l'attesa profezia (Cf. Is 11, 6-7; 2, 2-5).
Buon Natale di tenerezza 2023 e buona nascita dell’anno nuovo 2024, anno in cui inizieremo la celebrazione del nostro Giubileo comunitario, i 25 anni del nostro cammino.
M. Prado
Preside federale
Federazione della Conversione di Sant'Agostino
ALEMÁN
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"UND GESEGNET IST DIE FRUCHT DEINES LEIBES "
LK 1, 42
LK 1, 42
WEIHNACHTEN 2023/2024
DER SCHOΒ MARIAS
Gott, im Schoß einer Mutter. "Du wirst in schwanger werden und einen Sohn gebären" (Lk 1,31). Er, der "superior summo meo" (Hl. Augustinus, Bekenntnisse, III, 6, 11), der alles übersteigt und über allem Geschaffenen steht, wird "intimior intimo meo" (ibidem). Er hat alles unsrige übernommen, sogar eine Mutter, um Sohn zu werden und sich so der Welt zu zeigen und diese in ihrem eigenen Kind-sein zu retten. Der Gott des Himmels bewohnt den Schoß einer Mutter. Das ist auch unsere eigene Geschichte, auch wir sind aus dem Schoß einer Frau hervorgegangen (Ps. 86, 7), wie Jesus.
Im Schoß Marias zu wohnen bedeutet, "tief in das Innere" (interus), in das Innerste (Interior) der Frau, in das Intimste (Intimus) einzutreten, an den Ort, von dem man ausgeht, um nie wieder zurückzukehren, denn der Mutterleib, der Schoß, ist die Behausung des Kleinsten, das in ihm und nur in ihm wachsen kann, genährt werden, behütet und bewahrt... " Du hast mich mit meinem Innersten geschaffen, im Leib meiner Mutter hast du mich gebildet. " (Psalm 139, 13-16).
Die Mutterschaft symbolisiert am umfassendsten, was Menschsein bedeutet, und seine vollkommenste Verkörperung findet sie in Maria. Sie ist ein Gefäβ, das den Sohn empfängt und beherbergt, mit absoluter Aufnahmebereitschaft, und gleichzeitig voller Verantwortungsübernahme für den Sohn und für alle Kinder ("Frau, siehe, dein Sohn", Joh 19,26). Sie zeigt uns, dass Mensch-sein Mutter-sein bedeutet und dass wir Mensch sind, wenn wir mit dem “Schoβ” einer Mutter leben.
In der Menschwerdung wird Gott klein, sehr klein, und nistet sich in einer kleinen, sehr kleinen Gebärmutter ein, der eines Mädchens, einer Jungfrau, die noch nie ein Kind geboren hat. Und dort nimmt dieser "klitzekleine" Gott, noch unsichtbar, Fleisch an in dieser Welt, die bereits mit Gott schwanger ist wie Maria, in Maria, durch Maria.
DER SCHOSS DER EINNERUNG. “Maria bewahrte all dies in ihrem Herzen" (Lk 2, 19).
Ich habe meine Mutter oft von der Geburt meines Bruders, meiner Schwester und meiner eigenen erzählen hören. Sie erzählte sehr bewegt und zärtlich davon, so wie dieser Moment in ihrer Erinnerung geblieben war. Und die Erzählung war so real, dass es mir vorkam, als hätte ich meiner eigenen Geburt beigewohnt. Die Erinnerung der Mütter, die entbunden haben und den Moment der Geburt nicht vergessen können!
"Maria bewahrte all dies in ihrem Herzen". Die Worte von Lukas weisen uns auf die Öffnung dieses anderen inneren Raumes hin, der so groß und so sehr uns eigen ist, in dem das Gelebte aufgefangen wird, in dem sich eine Existenz sammelt und in dem es viel zu schützen, zu bewahren, zu ordnen gibt, um einen Sinn auszumachen bzw. das Gelebte bewusst wahrzunehmen und nicht in Vergessenheit geraten zu lassen. Sie sind der Schoß des Gedächtnisses, das Herz, in die wir zurückkehren, indem wir uns wieder erinnern, um das Leben zu verstehen und es auszukosten. Wenn wir die Dinge im Herzen bewahren, können wir uns vorstellen, wie Maria immer wieder in ihr Innerstes zurückkehrt, um das empfangene Geschenk nicht zu vergessen, im Unbewussten zu verlieren oder zurückzulassen.
Sich erinnern, um die Zeichen (Symballein) zu verstehen, sie zusammenzufügen und die Verständnislücken aufzufüllen, die die Ereignisse hinterlassen, den unbeantworteten Fragen zu lauschen, die von der Zeit ausgetrockneten Lagunen akzeptieren. Sicher kehrte sie in der Erinnerung immer wieder zurück zu dem Moment, als das Licht sie ganz durchflutete und sie mit Liebe zum Sohn schwanger machte, wie es war, als die Stimme von oben ihr die Identität dieses Sohnes offenbarte, wie es war.... Sicher hielt siestaunend alle Augenblicke der unfassbaren Fülle der Gnade, der Freude und des Friedens fest; Momente auch des Zitterns und der Furcht, wie ein Geschöpf, das von dem Ereignis überwältigt ist; der Stille, die dem Wunder entspringt, dem Unerklärlichen, dem Abgrund vor ihren Füßen, dem Berg vor ihr, dem Horizont des Meeres ohne Ufer, der nächtlichen Brise, die sich mit dem Flügelschlag vermischt...
Und was ist das Erinnern anderes, als das Leben zu verlangsamen, um es festzuhalten, damit es uns nicht durch die Finger gleitet, denn das Erinnern erlaubt uns, dem Schwindel der Beschleunigung zu entkommen, der die Zeit, die Räume, die Beziehungen, das Leben verschlingt, ohne sie voll zu leben, um in den Erfahrungen zu ruhen, die wir gemacht haben, und geduldig darauf zu warten, dass uns die notwendige Weisheit auf dem Weg geschenkt wird ...
Sicher hat Maria Jesus oftmals davon erzählt, wie es vor sich ging und wo und was danach geschah, als sie ihn so klein in einer behelfsmäßigen Wiege in Bethlehem sah. Wie kann man das Unerklärliche erklären? Wie kann ein Tautropfen ein Meer ohne Ufer fassen?
Sich erinnern bedeutet also, in diesen zweiten Schoβ der Erinnerung vorzudringen, um in der Tiefe den Willen des Vaters für ihren und Josefs Sohn zu suchen, den sie vielleicht nur aufzunehmen sollen, ihn lieben, lehren, umsorgen ... und den Dingen des Vaters überlassen (Lk 2,49).
MIT MÜTTERLICHEM SCHOSS LEBEN.
Dass wir der Leib, der Schoβ sind, in denen Gott seine Wohnung genommen hat, ist ein unerklärliches Geheimnis, obwohl es wahr ist: die Welt ist "schwanger" mit Gott. Gott ist da, aber nicht nur alles umhüllend, sondern auch bewohnend, denn im Schoß der Schöpfung hat er sich niedergelassen.
Gleichzeitig vernehmen wir die tiefe und zugleich sichere Stimme, dass die ganze Schöpfung in ihm wohnt, denn "in ihm leben wir, in ihm bewegen wir uns und sind wir" (Apg 17,28). In Ihm liegt die Möglichkeit zu existieren, zu sein, zu wohnen, zu leben und Leben in Fülle zu haben. Wir sind, weil wir in Ihm sind. Wir leben in einem gegenseitigen Inhabitation, wir leben in einem gegenseitigen Innewohnen.
Maria lehrt uns, "das Leben vollkommen in sich aufzunehmen", indem wir lernen, es in unserem Herzen zu bewahren und dem Herrn zu erlauben, seine Worte, seine Zeichen, seine Gegenwart, seine Liebe in uns zu legen... Das Leben umarmen, damit es nicht vergeht, verfliegt, ohne Spuren zu hinterlassen und wir uns nur inmitten von Sinnlosigkeit, Verwirrung und Leere wiederfinden... So leben, wie Er zu leben beginnen wollte, von innen heraus, indem Er in den Schoß der Jungfrau eintrat, das Leben umarmte, das Ihm vom Vater gegeben wurde, und den Preis des Lebens und der Hingabe des Lebens als Lösegeld für alle auf sich nahm.
Das Leben annehmen wie Maria, bedeutet, es in eine vollkommen zu eigen gemachte Existenz zu wandeln, die eigene und die der anderen, mit einem Herzen voller Barmherzigkeit (hesed, rahamim), voller Mitgefühls und Zärtlichkeit (Psalm 107, 1; Apg 17, 28ff), weit gemacht durch die Nächstenliebe (Hl. Augustinus, Serm. 350, 2-3), das Gedächtnis, das nicht zulässt, dass das Vergessen von unserem Menschsein Besitz ergreift, weil wir so viel Gutes zu erinnern haben, und die Innerlichkeit, die in uns und nach innen wächst, damit aus ihr eine Quelle des Lebens für die Welt entspringt (Psalm 87, 7).
Ich lade euch ein, euch mit Dankbarkeit zu erinnern und den Herrn für alles zu preisen, was uns durch seine Gnade geschenkt wurde, lasst uns ihn anbeten, denn er wollte unter uns geboren werden, um uns zu retten und uns das Leben zu schenken. Ihm sei Ehre und Preis, Jesus, dem Sohn Gottes und Marias.
Mitten in einer Welt, die sich im Krieg befindet, in einem ständigen Konflikt, kommt Er wieder und Sein Kommen stoppt das gefürchtete Abdriften in die Zerstörung und das Chaos und macht diese Welt zu einem liebenswerten Ort, an dem sich die ersehnte Prophezeiung erfüllt (Jes 11, 6-7; 2, 2-5).
Frohe Weihnachten 2023 und einen guten Start ins neue Jahr 2024, das Jahr, in dem wir unser 25-jähriges Bestehen feiern werden.
M. Prado
Präsidentin
Föderation der Bekehrung des Hl. Augustinus
DER SCHOΒ MARIAS
Gott, im Schoß einer Mutter. "Du wirst in schwanger werden und einen Sohn gebären" (Lk 1,31). Er, der "superior summo meo" (Hl. Augustinus, Bekenntnisse, III, 6, 11), der alles übersteigt und über allem Geschaffenen steht, wird "intimior intimo meo" (ibidem). Er hat alles unsrige übernommen, sogar eine Mutter, um Sohn zu werden und sich so der Welt zu zeigen und diese in ihrem eigenen Kind-sein zu retten. Der Gott des Himmels bewohnt den Schoß einer Mutter. Das ist auch unsere eigene Geschichte, auch wir sind aus dem Schoß einer Frau hervorgegangen (Ps. 86, 7), wie Jesus.
Im Schoß Marias zu wohnen bedeutet, "tief in das Innere" (interus), in das Innerste (Interior) der Frau, in das Intimste (Intimus) einzutreten, an den Ort, von dem man ausgeht, um nie wieder zurückzukehren, denn der Mutterleib, der Schoß, ist die Behausung des Kleinsten, das in ihm und nur in ihm wachsen kann, genährt werden, behütet und bewahrt... " Du hast mich mit meinem Innersten geschaffen, im Leib meiner Mutter hast du mich gebildet. " (Psalm 139, 13-16).
Die Mutterschaft symbolisiert am umfassendsten, was Menschsein bedeutet, und seine vollkommenste Verkörperung findet sie in Maria. Sie ist ein Gefäβ, das den Sohn empfängt und beherbergt, mit absoluter Aufnahmebereitschaft, und gleichzeitig voller Verantwortungsübernahme für den Sohn und für alle Kinder ("Frau, siehe, dein Sohn", Joh 19,26). Sie zeigt uns, dass Mensch-sein Mutter-sein bedeutet und dass wir Mensch sind, wenn wir mit dem “Schoβ” einer Mutter leben.
In der Menschwerdung wird Gott klein, sehr klein, und nistet sich in einer kleinen, sehr kleinen Gebärmutter ein, der eines Mädchens, einer Jungfrau, die noch nie ein Kind geboren hat. Und dort nimmt dieser "klitzekleine" Gott, noch unsichtbar, Fleisch an in dieser Welt, die bereits mit Gott schwanger ist wie Maria, in Maria, durch Maria.
DER SCHOSS DER EINNERUNG. “Maria bewahrte all dies in ihrem Herzen" (Lk 2, 19).
Ich habe meine Mutter oft von der Geburt meines Bruders, meiner Schwester und meiner eigenen erzählen hören. Sie erzählte sehr bewegt und zärtlich davon, so wie dieser Moment in ihrer Erinnerung geblieben war. Und die Erzählung war so real, dass es mir vorkam, als hätte ich meiner eigenen Geburt beigewohnt. Die Erinnerung der Mütter, die entbunden haben und den Moment der Geburt nicht vergessen können!
"Maria bewahrte all dies in ihrem Herzen". Die Worte von Lukas weisen uns auf die Öffnung dieses anderen inneren Raumes hin, der so groß und so sehr uns eigen ist, in dem das Gelebte aufgefangen wird, in dem sich eine Existenz sammelt und in dem es viel zu schützen, zu bewahren, zu ordnen gibt, um einen Sinn auszumachen bzw. das Gelebte bewusst wahrzunehmen und nicht in Vergessenheit geraten zu lassen. Sie sind der Schoß des Gedächtnisses, das Herz, in die wir zurückkehren, indem wir uns wieder erinnern, um das Leben zu verstehen und es auszukosten. Wenn wir die Dinge im Herzen bewahren, können wir uns vorstellen, wie Maria immer wieder in ihr Innerstes zurückkehrt, um das empfangene Geschenk nicht zu vergessen, im Unbewussten zu verlieren oder zurückzulassen.
Sich erinnern, um die Zeichen (Symballein) zu verstehen, sie zusammenzufügen und die Verständnislücken aufzufüllen, die die Ereignisse hinterlassen, den unbeantworteten Fragen zu lauschen, die von der Zeit ausgetrockneten Lagunen akzeptieren. Sicher kehrte sie in der Erinnerung immer wieder zurück zu dem Moment, als das Licht sie ganz durchflutete und sie mit Liebe zum Sohn schwanger machte, wie es war, als die Stimme von oben ihr die Identität dieses Sohnes offenbarte, wie es war.... Sicher hielt siestaunend alle Augenblicke der unfassbaren Fülle der Gnade, der Freude und des Friedens fest; Momente auch des Zitterns und der Furcht, wie ein Geschöpf, das von dem Ereignis überwältigt ist; der Stille, die dem Wunder entspringt, dem Unerklärlichen, dem Abgrund vor ihren Füßen, dem Berg vor ihr, dem Horizont des Meeres ohne Ufer, der nächtlichen Brise, die sich mit dem Flügelschlag vermischt...
Und was ist das Erinnern anderes, als das Leben zu verlangsamen, um es festzuhalten, damit es uns nicht durch die Finger gleitet, denn das Erinnern erlaubt uns, dem Schwindel der Beschleunigung zu entkommen, der die Zeit, die Räume, die Beziehungen, das Leben verschlingt, ohne sie voll zu leben, um in den Erfahrungen zu ruhen, die wir gemacht haben, und geduldig darauf zu warten, dass uns die notwendige Weisheit auf dem Weg geschenkt wird ...
Sicher hat Maria Jesus oftmals davon erzählt, wie es vor sich ging und wo und was danach geschah, als sie ihn so klein in einer behelfsmäßigen Wiege in Bethlehem sah. Wie kann man das Unerklärliche erklären? Wie kann ein Tautropfen ein Meer ohne Ufer fassen?
Sich erinnern bedeutet also, in diesen zweiten Schoβ der Erinnerung vorzudringen, um in der Tiefe den Willen des Vaters für ihren und Josefs Sohn zu suchen, den sie vielleicht nur aufzunehmen sollen, ihn lieben, lehren, umsorgen ... und den Dingen des Vaters überlassen (Lk 2,49).
MIT MÜTTERLICHEM SCHOSS LEBEN.
Dass wir der Leib, der Schoβ sind, in denen Gott seine Wohnung genommen hat, ist ein unerklärliches Geheimnis, obwohl es wahr ist: die Welt ist "schwanger" mit Gott. Gott ist da, aber nicht nur alles umhüllend, sondern auch bewohnend, denn im Schoß der Schöpfung hat er sich niedergelassen.
Gleichzeitig vernehmen wir die tiefe und zugleich sichere Stimme, dass die ganze Schöpfung in ihm wohnt, denn "in ihm leben wir, in ihm bewegen wir uns und sind wir" (Apg 17,28). In Ihm liegt die Möglichkeit zu existieren, zu sein, zu wohnen, zu leben und Leben in Fülle zu haben. Wir sind, weil wir in Ihm sind. Wir leben in einem gegenseitigen Inhabitation, wir leben in einem gegenseitigen Innewohnen.
Maria lehrt uns, "das Leben vollkommen in sich aufzunehmen", indem wir lernen, es in unserem Herzen zu bewahren und dem Herrn zu erlauben, seine Worte, seine Zeichen, seine Gegenwart, seine Liebe in uns zu legen... Das Leben umarmen, damit es nicht vergeht, verfliegt, ohne Spuren zu hinterlassen und wir uns nur inmitten von Sinnlosigkeit, Verwirrung und Leere wiederfinden... So leben, wie Er zu leben beginnen wollte, von innen heraus, indem Er in den Schoß der Jungfrau eintrat, das Leben umarmte, das Ihm vom Vater gegeben wurde, und den Preis des Lebens und der Hingabe des Lebens als Lösegeld für alle auf sich nahm.
Das Leben annehmen wie Maria, bedeutet, es in eine vollkommen zu eigen gemachte Existenz zu wandeln, die eigene und die der anderen, mit einem Herzen voller Barmherzigkeit (hesed, rahamim), voller Mitgefühls und Zärtlichkeit (Psalm 107, 1; Apg 17, 28ff), weit gemacht durch die Nächstenliebe (Hl. Augustinus, Serm. 350, 2-3), das Gedächtnis, das nicht zulässt, dass das Vergessen von unserem Menschsein Besitz ergreift, weil wir so viel Gutes zu erinnern haben, und die Innerlichkeit, die in uns und nach innen wächst, damit aus ihr eine Quelle des Lebens für die Welt entspringt (Psalm 87, 7).
Ich lade euch ein, euch mit Dankbarkeit zu erinnern und den Herrn für alles zu preisen, was uns durch seine Gnade geschenkt wurde, lasst uns ihn anbeten, denn er wollte unter uns geboren werden, um uns zu retten und uns das Leben zu schenken. Ihm sei Ehre und Preis, Jesus, dem Sohn Gottes und Marias.
Mitten in einer Welt, die sich im Krieg befindet, in einem ständigen Konflikt, kommt Er wieder und Sein Kommen stoppt das gefürchtete Abdriften in die Zerstörung und das Chaos und macht diese Welt zu einem liebenswerten Ort, an dem sich die ersehnte Prophezeiung erfüllt (Jes 11, 6-7; 2, 2-5).
Frohe Weihnachten 2023 und einen guten Start ins neue Jahr 2024, das Jahr, in dem wir unser 25-jähriges Bestehen feiern werden.
M. Prado
Präsidentin
Föderation der Bekehrung des Hl. Augustinus
HÚNGARO
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“ÁLDOTT A TE MÉHEDNEK GYÜMÖLCSE”
Lk 1, 42
Lk 1, 42
MÁRIA MÉHÉBEN
Isten, egy anya méhében. "Méhedben fogansz és fiút szülsz" (Lk 1, 31). Ő, aki "superior summo meo" (Szent Ágoston, Vallomások III, 6, 11), aki mindent meghalad és minden teremtmény fölött áll, "intimior intimo meo" (Ibidem)- vá lesz. Mindent átvett tőlünk, még az anyát is, hogy fiúvá legyen, és így mutassa meg magát a világnak, a maga gyermeki valójában váltsa meg. A mennyei Fiú Isten anyaméhben lakozik. Ez a mi történetünk is, egy asszony méhéből származunk (vö. Zsolt 86,7), amint Jézus is.
Mária méhében lakni azt jelenti, hogy "mélyen bent" (interus), az asszony legbelső (interior) részében, a legintimebben (intimus), ahonnan ha az ember elmegy, soha többé nem tér vissza. Az anyai méh, az anyaméh, a méh, a legapróbb sejt lakhelye, amely bennük és csak bennük tud növekedni, táplálkozni, őrződni, megmaradni... "Te formáltad méhemet, te szőttél engem anyám méhében" (Zsolt 139,13-16).
Az emberség tökéletes szimbóluma az anyaság, és ennek ikonja Mária, mint a Fiút befogadó és elfogadó edény, amely abszolút befogadókészséggel és teljes felelősséggel viseltetik a Fiú és minden gyermek iránt ("Asszony, íme a te fiad" Jn 19,26). Ő teszi világossá, hogy ami emberi, az anyai, és hogy embernek lenni annyi, mint anyaméhben élni.
Isten kicsivé, nagyon kicsivé válik a megtestesülésben; egy kicsi, nagyon kicsi méhben fészkel, egy fiatal szűz méhében, aki még soha nem szült. És ott, ez a "minimális", még láthatatlan Isten megtestesül ebben a világban, amely már terhes Istennel, mint Mária, Máriában, Mária által.
“Mária mindezt a szívében őrizte " (Lk 2, 19).
Édesanyámat sokszor hallottam mesélni a bátyám, a nővérem és az én születésemről. Meghatódva és gyengéden mesélte el, ahogyan az a pontos pillanat megmaradt az emlékezetében. És a történet annyira valóságos volt, hogy nekem úgy tűnt, mintha jelen lettem volna a saját születésemnél. Az anyák emlékezete, azoké, akik szültek, és nem tudják elfelejteni a szülést!
"Mária mindezt a szívében őrizte ". Lukács szavai arra figyelmeztetnek, hogy megnyílik ez a másik belső tér, amely olyan hatalmas és annyira a sajátunk; amelyben lerakódik mindaz, amit megéltünk. Táptalaja ez a létnek, amelynek sok élményt kell őriznie, védenie; összegyűjteni, értelmet találni, és nem figyelmen kívül hagyni, elfelejteni azt, amit megélt. Ezek az emlékezet bugyrai, a szív, ahová visszatérünk, visszaemlékszünk, hogy megértsük vagy ízlelgessük az életet. A szívben őrzés arra késztet, hogy elképzeljük Máriát, amint sokszor visszatér ezekbe a bugyrokba, hogy el ne felejtse, figyelmen kívül ne hagyja, vagy el ne veszítse a kapott ajándékot.
Emlékezni, hogy megértsük a jeleket (symballein), összekapcsoljuk őket, és kitöltsük az események által hagyott réseket, hogy meghalljuk a megválaszolatlan kérdéseket, hogy elfogadjuk, ami az idő során kiszikkadt. [Mária] Újra és újra visszagondol, hogy emlékezzen arra, hogyan történt, hogy a Fény egészben áthatolt rajta, és terhes lett a Fiú iránti Szeretettel; hogyan történt, hogy a fentről jövő Hang kinyilatkoztatta neki e Fiú létét, hogyan történt... Bizonyára minden pillanatot megőrzött; a kegyelem, az öröm és a béke ismeretlen teljessége feletti ámulattal, remegéssel és félelemmel. Mint teremtmény, akit meghaladnak az események; a csodából, a megmagyarázhatatlanból fakadó csend; a lábunk előtt tátongó mélység, az előttünk meredő hegy, a part nélküli tenger horizontja láttán, a szárnycsapkodással összezavart éjszakai szellő hallatán...
És mi az emlékezés, ha nem az, hogy lelassítjuk az életet, azért hogy megtartsuk, hogy ne csússzon ki az ujjaink közül . Az emlékezés lehetővé teszi, hogy megmeneküljünk a gyorsulás szédületétől, amely felemészti az időt, a tereket, a kapcsolatokat és az életet anélkül, hogy teljességben megélnénk őket; hogy megpihenjünk a megélt élményekben, és türelmesen várjuk, hogy útközben előkerüljön a szükséges bölcsesség... Mária bizonyára sokszor elmondta Jézusnak, hogyan történt, hol és mi történt azután hogy olyan kicsinek látta őt egy rögtönzött bölcsőben, ott Betlehemben. De hogyan magyarázhatjuk meg a megmagyarázhatatlant, hogyan foglalhatja magába egy harmatcsepp a part nélküli tengert?
Emlékezni tehát azt jelenti, hogy belépünk az emlékek ezen második bugyrába, hogy újra átéljük az élményeket. A mélyben, a mélységben keressük az Atya tervét az ő és József Fiával, akit talán csak befogadniuk, szeretniük, tanítaniuk, gondozniuk kellett... és hagyni, hogy az Atya dolgaiban legyen (vö. Lk 2, 49).
BENSŐSÉGESEN ÉLNI
Az, hogy mi vagyunk a benső, amelyben Isten lakást készített magának, megmagyarázhatatlan titok, bár igaz: a világ "terhes" Istennel. Isten itt van, de nem csak körülölel mindent, hanem itt is lakozik, mert a teremtés zsigereiben alakította ki lakhelyét.
Ugyanakkor érezzük azt a mélységes és egyben erős Hangot, hogy az egész teremtés Őbenne lakik, mert "Őbenne vagyunk, mozgunk és létezünk" (ApCsel 17,28). Benne rejlik maga a létezés, a lét, az Élet és a bőséges Élet lehetősége. Azért vagyunk, mert Őbenne vagyunk. Kölcsönösen egymásban élünk, kölcsönös bensőségben élünk.
Mária megtanít bennünket arra, hogyan éljük “bensőségesen” az életet, hogyan őrizzük a szívünkben és engedjük, hogy az Úr letétbe helyezze bennünk Szavait, Jeleit, Jelenlétét, Szeretetét... Éljünk bensőséges életet, hogy ne múljon el nyom nélkül, tűnékenyen, csak értelmetlenséget, zűrzavart vagy ürességet hagyva maga után... Éljünk úgy, ahogy Ő akarta kezdeni az életet: belül, belépve a Szűz méhébe, átölelve az életet, amelyet az Atya adott neki, vállalva az élet árát, és váltságdíjként adva az életét mindenkiért.
Máriához hasonlóan elfogadni az életet azt jelenti, hogy szerethetővé tesszük saját és mások létét, és hogy szívünkben irgalom (heszed, rahamim), könyörület és gyengédség lakozik (Zsolt 107,1; ApCsel 17,28ff). Kitágul a benső (vö. Szent Ágoston, Sermo 350, 2-3) a szeretet által, az emlékezés által, amely nem engedi, hogy a feledés birtokba vegye emberségünket, mert annyi jóra kell emlékeznünk, és a bensőségesség által, amely belül és befelé növekszik, hogy onnan az élet forrása fakadjon a világ számára (vö. Zsolt 87, 7).
Hálás emlékezésre hívlak benneteket, dicsőítve az Urat mindazért, amit tiszta kegyelméből kaptunk; imádjuk őt, mert azért akart megszületni közöttünk, hogy megmentsen minket és életet adjon nekünk. Dicsőség és dicséret Neki, Jézusnak, Isten és Mária Fiának.
Egy háborúban, folyamatos konfliktusban lévő világ közepette Ő újra eljön, és eljövetele megállítja a félelmetes sodródást a pusztulás és a káosz felé, és szerethetővé teszi ezt a világot, ahol beteljesedik a vágyott prófécia (vö. Iz 11,6-7; 2,2-5).
Boldog 2023-as karácsonyt és boldog 2024-es újévet, amelyben megkezdjük jubileumi ünnepségünket, közösségünk indulásának 25. évfordulóját.
M. Prado
Presidenta Federal
Federación de la Conversión de San Agustín
Isten, egy anya méhében. "Méhedben fogansz és fiút szülsz" (Lk 1, 31). Ő, aki "superior summo meo" (Szent Ágoston, Vallomások III, 6, 11), aki mindent meghalad és minden teremtmény fölött áll, "intimior intimo meo" (Ibidem)- vá lesz. Mindent átvett tőlünk, még az anyát is, hogy fiúvá legyen, és így mutassa meg magát a világnak, a maga gyermeki valójában váltsa meg. A mennyei Fiú Isten anyaméhben lakozik. Ez a mi történetünk is, egy asszony méhéből származunk (vö. Zsolt 86,7), amint Jézus is.
Mária méhében lakni azt jelenti, hogy "mélyen bent" (interus), az asszony legbelső (interior) részében, a legintimebben (intimus), ahonnan ha az ember elmegy, soha többé nem tér vissza. Az anyai méh, az anyaméh, a méh, a legapróbb sejt lakhelye, amely bennük és csak bennük tud növekedni, táplálkozni, őrződni, megmaradni... "Te formáltad méhemet, te szőttél engem anyám méhében" (Zsolt 139,13-16).
Az emberség tökéletes szimbóluma az anyaság, és ennek ikonja Mária, mint a Fiút befogadó és elfogadó edény, amely abszolút befogadókészséggel és teljes felelősséggel viseltetik a Fiú és minden gyermek iránt ("Asszony, íme a te fiad" Jn 19,26). Ő teszi világossá, hogy ami emberi, az anyai, és hogy embernek lenni annyi, mint anyaméhben élni.
Isten kicsivé, nagyon kicsivé válik a megtestesülésben; egy kicsi, nagyon kicsi méhben fészkel, egy fiatal szűz méhében, aki még soha nem szült. És ott, ez a "minimális", még láthatatlan Isten megtestesül ebben a világban, amely már terhes Istennel, mint Mária, Máriában, Mária által.
“Mária mindezt a szívében őrizte " (Lk 2, 19).
Édesanyámat sokszor hallottam mesélni a bátyám, a nővérem és az én születésemről. Meghatódva és gyengéden mesélte el, ahogyan az a pontos pillanat megmaradt az emlékezetében. És a történet annyira valóságos volt, hogy nekem úgy tűnt, mintha jelen lettem volna a saját születésemnél. Az anyák emlékezete, azoké, akik szültek, és nem tudják elfelejteni a szülést!
"Mária mindezt a szívében őrizte ". Lukács szavai arra figyelmeztetnek, hogy megnyílik ez a másik belső tér, amely olyan hatalmas és annyira a sajátunk; amelyben lerakódik mindaz, amit megéltünk. Táptalaja ez a létnek, amelynek sok élményt kell őriznie, védenie; összegyűjteni, értelmet találni, és nem figyelmen kívül hagyni, elfelejteni azt, amit megélt. Ezek az emlékezet bugyrai, a szív, ahová visszatérünk, visszaemlékszünk, hogy megértsük vagy ízlelgessük az életet. A szívben őrzés arra késztet, hogy elképzeljük Máriát, amint sokszor visszatér ezekbe a bugyrokba, hogy el ne felejtse, figyelmen kívül ne hagyja, vagy el ne veszítse a kapott ajándékot.
Emlékezni, hogy megértsük a jeleket (symballein), összekapcsoljuk őket, és kitöltsük az események által hagyott réseket, hogy meghalljuk a megválaszolatlan kérdéseket, hogy elfogadjuk, ami az idő során kiszikkadt. [Mária] Újra és újra visszagondol, hogy emlékezzen arra, hogyan történt, hogy a Fény egészben áthatolt rajta, és terhes lett a Fiú iránti Szeretettel; hogyan történt, hogy a fentről jövő Hang kinyilatkoztatta neki e Fiú létét, hogyan történt... Bizonyára minden pillanatot megőrzött; a kegyelem, az öröm és a béke ismeretlen teljessége feletti ámulattal, remegéssel és félelemmel. Mint teremtmény, akit meghaladnak az események; a csodából, a megmagyarázhatatlanból fakadó csend; a lábunk előtt tátongó mélység, az előttünk meredő hegy, a part nélküli tenger horizontja láttán, a szárnycsapkodással összezavart éjszakai szellő hallatán...
És mi az emlékezés, ha nem az, hogy lelassítjuk az életet, azért hogy megtartsuk, hogy ne csússzon ki az ujjaink közül . Az emlékezés lehetővé teszi, hogy megmeneküljünk a gyorsulás szédületétől, amely felemészti az időt, a tereket, a kapcsolatokat és az életet anélkül, hogy teljességben megélnénk őket; hogy megpihenjünk a megélt élményekben, és türelmesen várjuk, hogy útközben előkerüljön a szükséges bölcsesség... Mária bizonyára sokszor elmondta Jézusnak, hogyan történt, hol és mi történt azután hogy olyan kicsinek látta őt egy rögtönzött bölcsőben, ott Betlehemben. De hogyan magyarázhatjuk meg a megmagyarázhatatlant, hogyan foglalhatja magába egy harmatcsepp a part nélküli tengert?
Emlékezni tehát azt jelenti, hogy belépünk az emlékek ezen második bugyrába, hogy újra átéljük az élményeket. A mélyben, a mélységben keressük az Atya tervét az ő és József Fiával, akit talán csak befogadniuk, szeretniük, tanítaniuk, gondozniuk kellett... és hagyni, hogy az Atya dolgaiban legyen (vö. Lk 2, 49).
BENSŐSÉGESEN ÉLNI
Az, hogy mi vagyunk a benső, amelyben Isten lakást készített magának, megmagyarázhatatlan titok, bár igaz: a világ "terhes" Istennel. Isten itt van, de nem csak körülölel mindent, hanem itt is lakozik, mert a teremtés zsigereiben alakította ki lakhelyét.
Ugyanakkor érezzük azt a mélységes és egyben erős Hangot, hogy az egész teremtés Őbenne lakik, mert "Őbenne vagyunk, mozgunk és létezünk" (ApCsel 17,28). Benne rejlik maga a létezés, a lét, az Élet és a bőséges Élet lehetősége. Azért vagyunk, mert Őbenne vagyunk. Kölcsönösen egymásban élünk, kölcsönös bensőségben élünk.
Mária megtanít bennünket arra, hogyan éljük “bensőségesen” az életet, hogyan őrizzük a szívünkben és engedjük, hogy az Úr letétbe helyezze bennünk Szavait, Jeleit, Jelenlétét, Szeretetét... Éljünk bensőséges életet, hogy ne múljon el nyom nélkül, tűnékenyen, csak értelmetlenséget, zűrzavart vagy ürességet hagyva maga után... Éljünk úgy, ahogy Ő akarta kezdeni az életet: belül, belépve a Szűz méhébe, átölelve az életet, amelyet az Atya adott neki, vállalva az élet árát, és váltságdíjként adva az életét mindenkiért.
Máriához hasonlóan elfogadni az életet azt jelenti, hogy szerethetővé tesszük saját és mások létét, és hogy szívünkben irgalom (heszed, rahamim), könyörület és gyengédség lakozik (Zsolt 107,1; ApCsel 17,28ff). Kitágul a benső (vö. Szent Ágoston, Sermo 350, 2-3) a szeretet által, az emlékezés által, amely nem engedi, hogy a feledés birtokba vegye emberségünket, mert annyi jóra kell emlékeznünk, és a bensőségesség által, amely belül és befelé növekszik, hogy onnan az élet forrása fakadjon a világ számára (vö. Zsolt 87, 7).
Hálás emlékezésre hívlak benneteket, dicsőítve az Urat mindazért, amit tiszta kegyelméből kaptunk; imádjuk őt, mert azért akart megszületni közöttünk, hogy megmentsen minket és életet adjon nekünk. Dicsőség és dicséret Neki, Jézusnak, Isten és Mária Fiának.
Egy háborúban, folyamatos konfliktusban lévő világ közepette Ő újra eljön, és eljövetele megállítja a félelmetes sodródást a pusztulás és a káosz felé, és szerethetővé teszi ezt a világot, ahol beteljesedik a vágyott prófécia (vö. Iz 11,6-7; 2,2-5).
Boldog 2023-as karácsonyt és boldog 2024-es újévet, amelyben megkezdjük jubileumi ünnepségünket, közösségünk indulásának 25. évfordulóját.
M. Prado
Presidenta Federal
Federación de la Conversión de San Agustín
Hemos vivido un día lleno de gratitud por tantos encuentros que se nos han regalado vivir en esta misión, haciendo memoria de muchos peregrinos que han pasado por el albergue, de otros hospitaleros con los que hemos podido compartir la misión y de las hermanas de la Comunidad.
Ha sido un día de gracia en el que hemos visto que esta misión es fruto de una historia, somos herederos de una tradición, la de aquellos que, como Abrahán, tenían la puerta de la casa abierta para aquellos peregrinos que pasaban por delante de su puerta y necesitaban un refugio. Y, por esta razón, estamos llamados a vivir la acogida no solo en el Camino de Santiago, sino que también estamos llamados a ser acogedores en lo más concreto de nuestra vida, con aquellos que están más cerca.
Pedimos la gracia de poder vivir este Adviento preparando el albergue de nuestro corazón para poder acoger al Peregrino, a Jesús, que viene a nuestro encuentro y necesita donde morar.
Queridos amigos,
con motivo de la celebración de la Navidad, como en años anteriores, el miércoles 20 de diciembre y el jueves 21 de diciembre, las hermanas del Monasterio de la Conversión, viviremos un espacio de oración, a través de la música.
Si queréis compartir este momento con nosotras estaremos:
- El miércoles 20 de diciembre a 20:45 h. en la parroquia Nuestra Señora del Pinar, situada en Calle Jazmín, 7, Madrid.
- El jueves 21 de diciembre a las 20:15 h. en la parroquia Nuestra Señora del Rosario, situada en Plaza de los Franciscanos, 3, Madrid.
Desde las 19:30 h. podéis encontraros con nosotras allí, ya que pondremos a la venta nuestros productos de Artesanía.
A través de la Palabra, la presencia, el canto, la música... deseamos abrir nuestros corazones junto a los vuestros al cielo para entonar la alegría por la inminente llegada del Hijo de Dios.
Os esperamos a todos. Cor Unum in Deum.
Hnas. del Monasterio de la Conversión.
con motivo de la celebración de la Navidad, como en años anteriores, el miércoles 20 de diciembre y el jueves 21 de diciembre, las hermanas del Monasterio de la Conversión, viviremos un espacio de oración, a través de la música.
Si queréis compartir este momento con nosotras estaremos:
- El miércoles 20 de diciembre a 20:45 h. en la parroquia Nuestra Señora del Pinar, situada en Calle Jazmín, 7, Madrid.
- El jueves 21 de diciembre a las 20:15 h. en la parroquia Nuestra Señora del Rosario, situada en Plaza de los Franciscanos, 3, Madrid.
Desde las 19:30 h. podéis encontraros con nosotras allí, ya que pondremos a la venta nuestros productos de Artesanía.
A través de la Palabra, la presencia, el canto, la música... deseamos abrir nuestros corazones junto a los vuestros al cielo para entonar la alegría por la inminente llegada del Hijo de Dios.
Os esperamos a todos. Cor Unum in Deum.
Hnas. del Monasterio de la Conversión.